EL
SANADOR
EL
OPTIMISTA
EL
RECONCILIADOR
EL
CONFORMISTA
EL SOÑADOR
“La mayoría se imagina la paz, como
un estado en el que «no ocurre nada malo» o «no ocurre mucho». Sin embargo, si
queremos que la paz nos llegue y nos haga el regalo de la serenidad y el
bienestar tendrá que ser el estado de «ocurre algo bueno.”
E. B. WHITE
“Hay un precio demasiado elevado
para obtener la paz, y ese precio se puede poner en palabras. No se debe pagar
el precio de la dignidad.” WOODROW WILSON
“Los hombres necesitan alguna clase
de actividad externa, pues se mantienen inactivos en el interior.” SCHOPENHAUER
"La indolencia es un estado
delicioso, pero triste: hemos de estar haciendo algo para ser felices.” WILLIAM HAZLITT
► MIEDO BÁSICO: De pérdida y
separación; de aniquilamiento.
► DESEO BÁSICO: Mantener la
estabilidad interior y la paz mental.
► MENSAJE DEL SUPERYÓ:«Vales o estás
bien mientras los que te rodean sean buenos y estén bien».
EL TIPO INDOLENTE, MODESTO, RECEPTIVO,
TRANQUILIZADOR, SIMPÁTICO Y SATISFECHO
«Sigo la corriente.»
Hemos llamado el pacificador al
tipo Nueve porque ningún tipo se dedica más a la búsqueda de paz interior y
exterior para sí mismo y para los demás. Suelen ser personas espirituales que anhelan
la conexión con el cosmos y con los demás. Trabajan por mantener su paz mental
así como por establecer la paz y la armonía en su mundo. Las preocupaciones que
encontramos en el Nueve son las fundamentales de todo trabajo interior:
permanecer despiertos frente a estar dormidos a nuestra verdadera naturaleza,
paz contra sufrimiento, unión contra separación.
Lo irónico es que para ser un tipo
tan orientado al mundo espiritual, el Nueve es el centro de la triada del
instinto, y potencialmente es el que está más en contacto con el mundo físico y
con su cuerpo. La contradicción se resuelve cuando vemos que estas personas o
bien están conectadas con sus cualidades instintivas y tienen un enorme poder
elemental y magnetismo personal, o están desconectadas de sus fuerzas
instintivas y, por lo tanto, separadas y lejanas, incluso podrían ser muy
ligeras.
Para compensar la desconexión con
sus energías instintivas, también se retiran a sus mentes y a sus fantasías
emocionales (por eso a veces se pueden identificar erróneamente con el Siete, «tipo cerebral», o con el Dos y el
Cuatro, «tipos de sentimientos»). Además, cuando están desequilibradas sus
energías instintivas, usan esas energías en contra de sí mismos, reprimiendo su
poder hasta tal punto que todo en su psique se vuelve estático e inerte. Cuando
no se utiliza, esa energía se paraliza como un lago que en primavera se llena
tanto que no permite la entrada del agua de los manantiales que lo surten. Pero
cuando están en equilibrio con su centro instintivo y su energía, son como un
gran río que lo lleva todo en su corriente sin esfuerzo.
A veces hemos llamado a los Nueve la
corona del eneagrama, porque está en lo alto del símbolo y porque parece
abarcarlo todo. Los Nueve pueden tener la fuerza de los Ocho, el gusto por la
diversión y la aventura de los Siete, la docilidad de los Seis, el intelecto de
los Cinco, la creatividad de los Cuatro, el atractivo de los Tres, la
generosidad de los Dos y el idealismo de los Uno. Sin embargo, lo que por lo
general no tienen es la sensación de habitar realmente en sí mismos, un
sentido de identidad fuerte.
Por lo tamo, paradójicamente, el
único tipo al que los Nueve no se parecen es el Nueve. Les aterra ser
individuos aislados que deben hacerse valer contra los demás. Prefieren
fundirse con otra persona o seguir calladamente sus ensoñaciones idílicas.
Red, un consultor empresarial muy
conocido en el sector, comenta esta tendencia: “Noto que me fijo en los demás,
que me imagino cómo son, cómo y dónde viven, etcétera. En mis relaciones suelo
renunciar a mis planes en favor de los de la otra persona; tengo que estar
vigilante para no ceder a las exigencias o peticiones de los demás dejando de
lado mis necesidades.”
Los Nueve ilustran la tentación
universal de pasar por alto los aspectos perturbadores de la vida y encontrar
cierto grado de paz y bienestar insensibilizándose. Reaccionan al dolor y al sufrimiento
tratando de vivir en un estado de apacibilidad prematura, ya sea de falsa consecución
espiritual o de franca negación. Más que cualquier otro tipo ilustran la
tendencia a huir de las paradojas y tensiones de la vida tratando de
trascenderlas o buscando soluciones simples e indoloras a sus problemas.
Centrar la atención en el lado
agradable o placentero de la vida no está mal, lógicamente, lo que ocurre es
que es un enfoque limitado y limitador de la vida. Si para protegerse de la adversidad
tienden siempre a buscar el lado bueno de todo, los otros tipos también tienen
sus distorsiones en su forma de ver las cosas. Por ejemplo, los Cuatro centran
la atención en sus heridas y en sentirse víctimas; los Uno, en lo mal que están
las cosas, etcétera. Los Nueve, en cambio, tienden a centrar la atención en el
lado luminoso de la vida, para no perturbar su paz mental. Pero en lugar de
negar el lado oscuro de la vida, deberían entender que las perspectivas
que presentan todos los otros tipos también son ciertas; deben resistirse
al deseo de escapar del mundo real a un «nirvana prematuro» o a la «luz blanca»
de lo divino; deben recordar que la única forma de salir es pasar por el mundo
real.
LA PAUTA INFANTIL
Ten presente, por favor, que la
pauta infantil que describimos aquí no es causa del tipo de personalidad. Más
bien describe las tendencias que observamos en la primera infancia y que tienen
una influencia importante en las relaciones del tipo en su edad adulta.
Muchos Nueve dicen que tuvieron una
infancia feliz, pero eso no siempre es así. En los casos en que hubo más
problemas, los niños Nueve aprendieron a arreglárselas disociándose de las
situaciones o incidentes amenazadores y traumáticos y adoptando el papel
de pacificador o mediador durante los conflictos familiares. Aprendieron que la
mejor manera de mantener la armonía en la familia era «desaparecer» y no causar
problemas a nadie; que si no eran exigentes y tenían pocas expectativas, en
resumen, si eran niños de manutención barata, serían capaces de protegerse y al
mismo tiempo tranquilizar a sus padres (en un sistema familiar desestructurado,
la expresión más adecuada sería la de hijo desaparecido); la idea es: «Si aparezco
y me hago valer, voy a crear aún más problemas; si me quito de en medio la
familia continuará unida».
Georgia, terapeuta de renombre,
lleva muchos años haciendo trabajo interior: “Mi madre era alcohólica y tenía
un carácter explosivo, de modo que yo dedicaba gran parte de mi energía a
quitarme de en medio y a no molestar. Así aprendí a mantenerme al margen de la vida y a estar
atenta a las necesidades de los demás. Decidí vivir de un modo más interior, lo
cual en realidad era muy agradable para mí, pues no tenía que enfrentarme a
nadie.”
Los niños Nueve crecieron con la
idea de que no estaba permitido tener necesidades, hacerse valer, enfadarse ni
crear dificultades a sus padres. En consecuencia, nunca aprendieron a hacer valer
su voluntad ni, por extensión, a realizarse independientemente de sus
padres y de otras personas importantes. Aprendieron a mantenerse en segundo
plano, donde las cosas no pudieran afectarlos. En la edad adulta su espacio
psíquico está tan lleno con los problemas y planes de las personas a quienes
tratan de complacer que suelen ser incapaces de oír la voz de sus necesidades o
deseos.
También aprendieron a reprimir la
rabia y su voluntad de modo tan completo que perdieron la conciencia de tener
rabia o voluntad propias. Aprendieron a adaptarse y a conformarse con lo que la
vida o los demás les ofrecían. Rara vez se les ocurría preguntarse qué
deseaban, pensaban o sentían. En consecuencia, normalmente deben remover
bastante en su interior para conectar con lo que desean para ellos.
Red ha pasado años trabajando los
problemas de modestia y de rabia reprimida: “Tengo la clara conciencia de que
me dejaban solo porque era un «niñito muy bueno».
Mi madre siempre decía a la gente
que yo era un «ángel», porque podían dejarme solo durante horas y sabía
entretenerme. Creo que mi madre es tipo Nueve y que yo asimilé muchísimo de su
filosofía de la vida. [...] Cuando surgían conflictos entre ella y mi padre,
ella usaba expresiones como «No muevas la barca» y «Si no tienes nada agradable
que decir, no digas nada». Otro dicho favorito era «Hacen falta dos para bailar
un tango», que era su manera de decirme que podía acabar una pelea negándose a
discutir.”
En las familias muy
desestructuradas, los Nueve podrían haber sufrido traumas emocionales, físicos
o sexuales en su infancia. Esos niños aprenden a protegerse de los sentimientos
insoportables disociándose o cerrándose. Por una parte, es una especie de
ventaja no tener conciencia de los recuerdos traumáticos ni de la ira, pero por
otra la consecuencia es una reducción generalizada de su capacidad de contactar
con la realidad con cierta profundidad o intensidad. Estas personas podrían
dejarse llevar por fantasías y centrar la atención exclusivamente en lo que haya
de positivo y apacible en su entorno, aunque después esto resulte haber sido
sólo ilusión.
André es un prospero agente
inmobiliario de una zona metropolitana importante; gran parte de su éxito
procede de su naturalidad y modestia en el trato, rasgos comunes de los Nueve, aunque
aprendidos a un elevado precio:
“Durante gran parte de mi infancia
mi madre estuvo muy deprimida. Yo sabía que cuanto menos problemas le diera,
mejor estaría yo, de modo que intentaba adaptarme lo más posible. Me escapaba
al jardín de mi abuela, donde me encantaba estar entre los árboles altos y su
colección de animales.”
LOS SUBTIPOS ALAS
EL NUEVE CON ALA OCHO: EL ÁRBITRO
Ejemplos:
Ronald Reagan, Gerald Ford, Lady Bird Johnson, Kevin
Costner, Sophia Loren, Walter Cronkite, Whoopi Goldberg, Janet Jackson,
Ringo Starr, Ingrid Bergman.
Sano. Las
personas de este subtipo combinan la resistencia y la fuerza con la capacidad
de ser simpáticas y agradables. Son a la vez enérgicas y afables, capaces de
relacionarse con la gente y de ocuparse de las cosas del mundo, de mediar entre
personas y frenar los conflictos. De tanto en tanto suelen buscar proyectos
nuevos para cambiar el ritmo y la rutina normales.
También son prácticas y atienden sus
necesidades inmediatas y las circunstancias físicas y económicas. Más sociables
que las del otro subtipo, por lo general prefieren trabajar con otras personas.
Son sobresalientes en las profesiones de asistencia y asesoría, suelen tener
aptitudes para los negocios, sobre todo para las negociaciones y detección de
recursos humanos.
Medio. A
estas personas les gusta relacionarse y pasarlo bien, y les atrae más
abandonarse a la sensualidad y a las rutinas agradables que obstaculizan su
capacidad de centrar la atención en objetivos importantes. Podrían ser tozudas
y defensivas, con la tendencia a mantenerse en sus trece y negarse a escuchar a
nadie. Suelen tener mal genio, aunque es difícil prever qué las va a enfurecer;
por lo general, es una amenaza a su bienestar personal o a su familia, al
trabajo o a sus creencias. Pueden ser bruscas y explosivas, pero rápidamente
vuelven a un estado de calma y placidez.
EL NUEVE CON ALA UNO: EL SOÑADOR
Ejemplos:
Abraham Lincoln, Reina Isabel II, Carl Jung, George
Lucas, Audrey Hepburn, Dame Margot Fonteyn, Rose Kennedy, Walt Disney,
Garrison Keillor, Norman Rockwell.
Sano. Las
personas de este subtipo son imaginativas y creativas; suelen ser capaces de sintetizar
diferentes escuelas de pensamiento o puntos de vista en una visión de un mundo ideal.
Son especialmente buenas para las formas de comunicación no verbales (arte,
música instrumental, baile, deportes o trabajo con animales y la naturaleza) y
prosperan en instituciones grandes. Normalmente son amigables y alentadoras,
pero tienen un claro sentido de finalidad, sobre todo respecto a sus ideales.
Suelen ser buenas terapeutas, asesoras o pastores religiosos, capaces de
equilibrar la escucha sin juicios con el deseo de ayudar.
Medio. Estas
personas desean orden externo para poner orden a su mundo interno. Tienden a quedar
atrapadas en actividades y asuntos no esenciales. Son enérgicas pero de un modo
indiferente, no comprometido, que obstaculiza su capacidad para perseverar en
objetivos de largo alcance o para conseguir que se les unan otras personas. Son
menos aventuradas y más reservadas que las personas del otro subtipo; expresan
la rabia con comedimiento e indignación velada. También les interesa la
respetabilidad y suelen sentirse moralmente superiores a diferentes clases,
culturas y estilos de vida. En su estilo personal podría haber una vena
puritana, remilgada, decorosa o perfeccionista.
LAS VARIANTES INSTINTIVAS
EL INSTINTO DE CONSERVACIÓN EN EL
NUEVE
El buscador de bienestar. En la
franja media, esta variante la forman los Nueve agradables, indolentes, que no
le piden mucho a la vida. Prefieren los placeres sencillos fácilmente accesibles:
comer en el restaurante de comida rápida más cercano, ver la reposición de una película
favorita en la televisión, o «evadirse» en un sillón cómodo. Normalmente no son
ambiciosos, aunque podrían tener mucho talento. Por lo general combaten la
ansiedad manteniéndose ocupados en fruslerías y rutinas, y se entregan a
trabajos pequeños para evitar ocuparse de proyectos más importantes. Poco a
poco se van sintiendo más atraídos por pequeños premios para compensar la
incapacidad de hacer realidad sus verdaderos deseos, pero siempre con una
cierta ansiedad reprimida por no atender a sus verdaderas necesidades.
La inercia del tipo Nueve se
manifiesta claramente en esta variante. La apatía y el descuido personal
podrían impedir o dificultar la obtención de lo que desean o el cuidado de sí
mismos.
Recurren cada vez más a la comida y
la bebida para acallar los sentimientos de ansiedad o rabia, y suelen tener
mucho apetito y una tendencia a la adicción. No desean que los demás les
estropeen su agradable estado de ánimo y suelen resistirse sencillamente no
reaccionando o guardando un terco silencio.
En la franja insana, los Nueve auto-conservadores
caen en una profunda apatía respecto a su vida y se vuelven cansinos e
ineficaces; se convierten en permanentes haraganes del sofá, se cierran a las
emociones y estropean lentamente su salud, sus relaciones y sus posibilidades. Las
adicciones son comunes.
EL INSTINTO SOCIAL EN EL NUEVE
Una familia feliz. En la franja
media, los Nueve sociales son los más interesados en unir a las personas y en
hacer la paz. Les gusta relacionarse, participar en lo que sea que esté ocurriendo,
pero también se resisten a que se espere demasiado de ellos; aun participando físicamente
son capaces de mantenerse separados emocional y mentalmente. Por lo general tienen
muchísima energía y les gusta mantenerse activos, pero dentro de estructuras
definidas y conocidas. No les importa trabajar o ayudar a los demás, pero les
gusta tener muy claro lo que se espera de ellos. Podrían ser sor-prendentemente
tradicionales y conformistas, en el sentido de que satisfacen las expectativas
de su círculo social, pero también les angustia la idea de perder su identidad,
de convertirse en un «clon» o en un apéndice de otra persona.
La inseguridad respecto a su valía
más el deseo de agradar y encajar les hace difícil decir no; suelen acabar
resistiéndose de todos modos, por lo general de forma pasiva-agresiva. Tratar de
complacer a las diversas personas y grupos de su vida podría llevarlos a la
dispersión y el desencanto, como los Siete de la franja media. Suelen tener
problema para fijarse objetivos independientes y perseverar en sus intenciones.
En la franja insana, los Nueve
sociales podrían resignarse y deprimirse por su falta de desarrollo. Por lo
general encubren su necesidad y su inseguridad bajo una máscara de insipidez
emocional: las manifestaciones de indignación podrían alejar a las personas, aumentando
así su sensación de aislamiento social.
EL INSTINTO SEXUAL EN EL NUEVE
Fusión. En la franja media, los
Nueve sexuales desean poseer las características enérgicas del otro, y con
frecuencia se inclinan por personas agresivas; también ellos podrían exhibir
rasgos agresivos. Tienden a ser más descarados que las otras dos variantes, y
se enfurecen fácilmente si creen amenazada su relación con la otra persona.
Buscan un compañerismo o una unión total, y hablan de «nuestra vida», no de «mi
vida»; es como si desearan que la otra persona se fundiera con ellos. A menudo
idealizan al otro, no desean ver sus defectos, pero también podrían volverse
críticos y exigentes, sobre todo si tienen un ala Uno. Los elogios al otro son elogios
a ellos; lo mismo vale para los insultos y las decepciones.
La otra persona se convierte en su
centro de gravedad, en el eje de su identidad. En consecuencia, es posible que
las personas de esta variante no desarrollen identidad ni independencia
propias. Pueden ser muy románticos y parecerse a los Cuatro. En el cuadro también
podrían entrar fantasías de rescate, el «complejo Cenicienta», ilusiones
engañosas y la dependencia de los seres queridos.
En la franja insana, los Nueve
sexuales se disocian y deprimen muchísimo, y parecen carecer de un núcleo
propio. Incapaces de fundirse bien con el otro, se sienten perdidos. Las
fantasías con el otro podrían mezclarse con fantasías de venganza y furia, pero
estas últimas rara vez se expresan en la realidad. Estas personas acaban o bien
con una relación de mucha dependencia o debatiéndose solas a la espera de una.
También podría ocurrir que su yo se convierta en una función de relaciones
pasadas («Meg y yo éramos la pareja más amante y unida. La extraño muchísimo
desde que murió»).
LAS DIFICULTADES PARA CRECER DE LOS
NUEVE
Los siguientes son problemas que la
mayoría de las personas tipo Nueve experimentarán en algún momento de sus
vidas. Observar estos comportamientos, «sorprendernos en el acto», y simplemente
ver nuestras reacciones subyacentes habituales frente a lo que nos presenta la vida
harán mucho para liberarnos de los aspectos negativos de nuestro tipo.
LA LLAMADA A DESPERTAR PARA EL TIPO NUEVE:
SEGUIR LA CORRIENTE A LOS DEMÁS
«Es
igual. No me importa.»
Expresión clave: SANO
Nivel 1: Sereno, indómito.
Abandonan la creencia de que su
participación en el mundo no
tiene importancia o no es deseada;
así pueden conectar en verdad
consigo mismos y con los demás.
Paradójicamente, también hacen
realidad su deseo básico: tener
estabilidad interior y paz mental.
Gracias a su realización se tornan
serenos, dinámicos, ecuánimes,
presentes.
Nivel 2: Natural, apacible.
Centran la atención en el entorno o
en las relaciones en su conjunto, deseosos de mantener una estabilidad
armoniosa en su interior y en su entorno. Imagen propia: «Soy estable,
acomodadizo y amable».
Nivel 3: Generoso, alentador.
Refuerzan su imagen creando paz y
armonía en su mundo y
manteniéndolas. Usan un método
paciente y sensato para mediar en conflictos y tranquilizar a los demás. Suelen
ser muy imaginativos, y estimulan a los demás con una visión sanadora y
positiva de la vida.
MEDIO
Nivel 4: Modesto, simpático.
Comienzan a creer que los conflictos
de la vida alteran su paz mental, por lo cual evitan posibles conflictos
estando de acuerdo con los demás. Consideran que no vale la pena discutir
muchas cosas, pero también comienzan a decir sí a cosas que en realidad no desean
hacer.
Nivel 5: Indiferente, Satisfecho de sí Mismo
Les preocupa que algún cambio en su
mundo o cualquier
sentimiento fuerte destruya su
frágil paz mental, por lo cual
organizan su vida de forma que las
cosas no les afecten. Se
dispersan en rutinas y hábitos
agradables, se dedican a fruslerías y
se desconectan de los problemas.
Nivel 6: Resignado, Apaciguador.
Temen que les exijan reacciones o
respuestas que podrían causarles ansiedad y destruir su paz interior, por lo
cual restan importancia a los problemas o tratan de evitarlos. Viven la vida de
forma estoica, aferrándose a ilusiones y reprimiendo la rabia.
INSANO
Nivel 7: Reprimido, negligente.
Temen que la realidad los obligue a
encarar sus problemas, y eso
podría ser cierto. Podrían
reaccionar defendiendo la ilusión de que
todo está bien y resistiéndose
tenazmente a roda sugerencia de que
enfrenten sus problemas. Son
depresivos, ineficientes y apáticos.
Nivel 8: Disociado, desorientado.
Es tal su desesperación por
aferrarse a la poca paz interior que les
queda que temen reconocer la
realidad. Mediante la disociación y la
negación se cierran 'a todo lo que
pudiera afectarlos. Se ven desolados, aturdidos e impotentes, y es frecuente
que sufran de
amnesia.
Nivel 9: Descuidada, «desafiado»
Se sienten incapaces de enfrentar la
realidad. Se cierran en si
mismos y se insensibilizan
totalmente. Podrían intentar eliminar su
percepción consciente para conservar
la ilusión de paz fragmentándose en sub-personalidades.
A partir de los niveles medios, los
Nueve sienten la tentación de ser excesivamente acomodaticios con los demás
porque temen perder el contacto con ellos si dan pie a conflictos. Por ejemplo,
si el marido le pregunta dónde le gustaría ir a cenar, la mujer Nueve podría contestar: «No tiene
importancia, cariño; donde tú quieras me irá bien».
Dicho en palabras sencillas, los
Nueve adquieren el hábito de decir sí a cosas que en realidad no desean hacer.
Esa estrategia evitaría desacuerdos durante un tiempo, pero es casi inevitable que
lleve a resentimientos por ambos lados. Además, el resentimiento del Nueve
suele inducir comportamientos pasivo-agresivos: aceptar hacer algo y luego no
hacerlo, lo cual, en definitiva, genera mayores conflictos y malos entendidos
con los demás. Con esta actitud acomodaticia también corren el riesgo de que
abusen de ellos, puesto que están dispuestos a pagar un elevado precio por
mantener la paz.
Hope, dotada terapeuta, reconoce esa
actitud en ella:
“He sido demasiado apaciguadora,
dócil y poco franca. Recuerdo ocasiones en que tenía que actuar, ponerme firme,
por mí o por otras personas, y no podía. Con frecuencia esto se debía a una
combinación de miedo al conflicto, miedo a que empeorara la situación y deseo
de que «todos se llevaran bien». Durante una buena parte de mi vida minimizaba
mi capacidad, ya fuera en deportes o en mi profesión, con el fin de estar en
segundo plano y no destacar. Lo importante era contribuir a que otros
estuvieran en primer plano, no yo.”
La transigencia y la humildad marcan
el comienzo del «acto de desaparición» de los Nueve.
En lugar de imponerse y correr el
riesgo de indisponerse con alguien, comienzan a desaparecer en papeles
convencionales y a esconderse detrás de perogrulladas y eslóganes; si la
ansiedad y los conflictos aumentan, se hacen casi invisibles. Esto se debe a
que intentan adaptarse a sus circunstancias, a «no ser problema», pero al
hacerlo desaparecen.
Hope recuerda un momento decisivo en
esto: “En mi primer año de escuela todavía manifestaba mi independencia y le
dije a la maestra que no copiaría lo que ella escribía en la pizarra; se me
acercó y me sacudió la barbilla con la mayor fuerza que pudo. Desde entonces
nunca fui una alumna difícil, ni en la escuela ni en la iglesia. Me convertí en
una «niña buena» y obediente.”
DECIR «SÍ» CUANDO SE QUIERE DECIR
«NO»
Recuerda ocasiones en que manifestaste acuerdo con los planes,
preferencias o decisiones de otras personas y ocultaste los tuyos. ¿Cómo afectó
eso a tu sentido de participación?
¿A tu conexión contigo mismo y con tu experiencia? ¿Te molestó tener que
obedecer?
¿Cómo prescindiste de lo que tú querías? ¿Qué esperabas conseguir con
eso?
EL PAPEL SOCIAL: NADIE ESPECIAL
Los Nueve de la franja media
comienzan a crearse su papel social considerándose «nadie especial», la persona
humilde que se contenta con estar en un segundo plano y no causar ninguna
incomodidad a los demás («No me hagas ningún regalo de cumpleaños. Sé que me quieres»).
Piensan que su presencia, sus opiniones y su participación no tienen ninguna importancia.
Por limitador que pudiera parecer esto, a los Nueve les satisface esta autodefinición,
pues les permite reducir al mínimo sus esperanzas y expectativas y evitar así sentirse
frustrados, rechazados, enfadados o desilusionados.
Es algo difícil entender el papel
social de los Nueve, aunque una vez que se ha experimentado es evidente. Su
identidad es como un anillo con una piedra preciosa o como mínimo el cuadro: su
atención está cu la piedra o en el cuadro, no cu sí mismos, y su identidad y su
autoestima surgen de tener una relación (aunque sea imaginaria) con quienes
consideran de más valor.
Identificarse como nadie especial
también les ofrece un cierro camuflaje, la capacidad de disimularse en el
fondo, donde no serán molestados. Este papel social también les da la esperanza
de que si no cuidan de sí mismos los demás verán su humildad y correrán a su
lado.
También podrían creer que gracias a
su humildad la vida no les presentará penas ni tragedias.
Por desgracia, las cosas no siempre
funcionan así, y al ponerse en el último lugar tienden a buscarse cierta
cantidad de soledad y depresión. Las oportunidades pasan por su lado y los demás
comienzan a no tomarlos en serio.
Philip es un distinguido catedrático
de universidad cuya activa vida académica no delata sus sentimientos interiores
sobre sí mismo:
“Siempre he tenido la sensación de
que no soy importante. Siempre he supuesto que los demás cuentan más que yo,
que deben considerarse primero, que sus necesidades son más importantes que las
mías. Un buen ejemplo de esto es la forma como he reaccionado a mis problemas
de salud. Digamos que si siento algún síntoma, normalmente lo soporto durante
un buen tiempo. En cambio, cuando mis hijos eran pequeños, si alguno se sentía
mal, de inmediato pedía hora y lo llevaba al médico.”
Si no vigilan, el papel de nadie
especial puede consumir mucha de su energía y reducir la poca confianza en su
capacidad para ingeniárselas con la vida; se deprimen, se cansan fácilmente y
necesitan cabezadas frecuentes y muchas horas de sueño. Les resulta cada vez más
difícil tomar medidas positivas para sí mismos.
LO VALGO
Haz una lista de las cosas de tu vida que te entusiasman. No las taches
ni corrijas. ¿Qué tipo de persona serías si pudieras? ¿Qué pasos puedes dar hoy
para parecerte más a esa persona? ¿Esta semana? ¿Este año?
INDOLENCIA Y OLVIDO DE SÍ MISMO
“Morir no es nada; lo terrible es no
vivir.”
La indolencia de los Nueve está
relacionada con el deseo de no comprometerse en su interior con lo que hacen.
No son necesariamente perezosos para hacer las cosas normales de cada día; por
el contrario, podrían ser muy activos en su trabajo, llevando una empresa o la
casa.
Su indolencia es interior, es una
pereza espiritual con la que pretenden evitar que la realidad los afecte en
profundidad. No desean estar presentes en su vida de un modo activo, por propia
iniciativa. La consecuencia es que incluso los Nueve de la franja media viven
con el piloto automático, para que la vida les sea menos inmediata, menos
amenazadora. Viven la vida a distancia, por así decirlo.
La indolencia es entonces una pereza
para acordarse de sí mismos, para tener conciencia de sí mismos. No ponen
energía en conectar consigo mismos, con los demás ni con el mundo.
Identificarnos con nuestro cuerpo y
sus instintos es percibir directamente nuestra mortalidad.
Los Nueve se aterran a ciertos
estados interiores agradables o se identifican con algo que los trasciende; en
realidad, dispersan su percepción para que el impacto de la mortalidad
no los afecte. Difuminan su visión del mundo y se sienten más seguros, pero a
expensas de su vitalidad y su animación.
A pesar de que podrían ser buscadores
espirituales, suelen tratar de obtener los beneficios emocionales y psíquicos
del trabajo interior haciendo lo contrario a estar presentes. Se duermen, se
insensibilizan a sus sentimientos y se desconectan de la realidad, esperando al
mismo tiempo funcionar en ella sin esfuerzos. Lo irónico es que desean unión
entre ellos y el mundo pero acaban logrando sólo una paz sucedánea, una paz
falsa de aturdimiento y
disociación, una tenue «serenidad» a
la que todo perturba; como cualquier proyecto del ego, está condenada al
fracaso.
DESCONEXIÓN DE SI MISMOS E
IMPASIBILIDAD
Por paradójico que parezca, los
Nueve crean y mantienen su sentido de identidad evitando tomar demasiada
conciencia de sí mismos como personas individuales. Todos los demás tipos hacen
algo para crear y mantener su sentido de identidad; por ejemplo, los Cuatro
hablan constantemente de sus sentimientos y de sus estados interiores, y los
Ocho se hacen valer de diversos modos. Los Nueve, en cambio, crean su identidad
evitando percibirse a sí mismos directamente; centran la atención en su
relación con los demás. Es como si fueran la habitación donde los demás se
reúnen, o la página del álbum de fotografías donde se colocan las fotos de los
demás. Su sentido de identidad es, por lo tanto, una «capacidad negativa», una capacidad
para contener al otro, no a sí mismos.
Esto permite a los Nueve sanos ser
de enorme ayuda y apoyo para otras personas. Pero el error fundamental que
cometen es creer que para estar conectados con otros deben estar desconectados
de sí mismos. Esto también les causa problemas, porque mantener esa capacidad
negativa deben resistirse cada ve'/ más a cualquier cosa que perturbe su
sensación de armonía y conexión. Su sentido de sí mismos depende de dejar fuera
muchas impresiones.
Deben resistirse en particular a
cualquier cosa que los haga conscientes de su ira, su sufrimiento, su
frustración, de cualquier sentimiento negativo.
Puede que exteriormente hagan muchas
cosas, pero gran parte de su actividad tiene un matiz de ajetreo. Trabajan y se
ocupan de diversas cosas, pero no enfrentan los problemas más importantes. En
ese estado, no comprenden por qué las personas se sienten frustradas con ellos;
si no molestan a nadie, ¿por qué se molestan con ellos? Lo que no ven es lo
frustrante que resulta su falta de reacciones. Tampoco ven que están sentando
las bases para una profecía que lleva en sí su cumplimiento: la indiferencia de
los Nueve de la franja media a insanos producirá al final justamente lo que más
temen, la pérdida y separación de los demás.
Es importante que comprendan que insensibilizarse
no es relajarse. De hecho, la impasibilidad depende de mantener la tensión
física. Cuando estamos relajados somos conscientes de nuestra respiración, de
nuestras sensaciones corporales y de nuestro entorno.
La verdadera paz se caracteriza por
la animación y la energía, y no es la insípida indiferencia que vemos aquí.
André continúa: “En mi peor aspecto
me siento aturdido; en realidad, no es depresión sino sólo aturdimiento. Tengo
la sensación de que las cosas más pequeñas requieren un esfuerzo enorme. Puedo
estar muchísimo rato simplemente mirando por la ventana, pensando, o echado
frente al televisor. El tiempo se detiene; es como si me convirtiera en un zombi.
Sigo funcionando, en el sentido de que voy al trabajo y parezco amistoso, pero por
dentro me siento totalmente cerrado. Es una especie de desesperanza de
encontrar una dirección en la vida.”
IRSE
Siempre que adviertas que te «has
ido» y llevas un tiempo inconsciente de ti mismo, trata de recordar las
circunstancias que precedieron a esa desconexión. ¿Qué había de amenazador en
la escena para que desearas retirarte? Cuando tomes conciencia de lo que descubras,
aprovecha esa información a modo de sistema de alarma, que te servirá para evitar
cerrarte en el futuro.
ENTRADA EN EL REFUGIO INTERIOR
«No permito que las cosas me
lleguen.»
Aunque parezca lo contrario, en
realidad los Nueve son los más retraídos de todos los tipos, pero dado que su
retiro no es físico no es tan evidente como en otros tipos. Los Nueve continúan
participando, pero retiran su atención del compromiso activo con el mundo.
Desean crear y mantener un refugio interior, un lugar secreto en su mente en el
que nadie puede entrometerse («Aquí estoy seguro y nadie me da órdenes»).
Se retiran a ese refugio interior en
momentos de ansiedad o dolor o incluso cuando sólo hay una amenaza de
conflicto. Llenan ese refugio interior de recuerdos idealizados y fantasías;
allí no está permitida la entrada a personas reales ni al mundo real con sus
problemas reales; ese es el lugar donde pueden ir para estar libres de las
exigencias de los demás. En el lado positivo, eso les permite conservar la
tranquilidad durante una crisis, pero también causa problemas de relación y de
falta de desarrollo personal.
En los niveles superiores, esto
podría manifestarse en forma de una reserva de tranquilidad interior, como
cuenta André:
“La mayor parte del tiempo me siento
tranquilo y en calma, es una sensación de seguridad y control. Eso me gusta de
ser Nueve. Por ejemplo, no hace mucho, durante un terremoto, mi casa crujía
como si se estuviera cayendo a pedazos, pero yo no estaba especialmente
asustado. Había personas de Nueva York alojadas en casa, y las oía chillar en
la sala de estar, pero tenía la impresión de que estaba observando el terremoto
desde otro plano. La verdad es que lo encontré bastante interesante. No tenía ningún
sentido alterarme; no podía controlar lo que hacía el terremoto, así pues, ¿para
qué angustiarme?”
Cuanto más habitan en su refugio
interior, más se absorben en nebulosas ensoñaciones. La indiferencia ante lo
que ocurre alrededor les da la ilusión de paz y armonía, pero la distracción va
en aumento y eso sólo frustra a los demás y los hace a ellos menos productivos
y capaces.
Cuando caen en este trance, aun
cuando tengan sentimientos por sus seres queridos o incluso por desconocidos o
animales que sufren, sus sentimientos no conectan con actos significativos.
Cada vez más, sus relaciones ocurren principalmente en su imaginación.
EXPLORACIÓN DEL REFUGIO INTERIOR
Tu refugio interior es un lugar
tranquilo, apacible y seguro, pero es elevado el precio que pagas por vivir
allí, como tal vez comienzas a comprender. ¿Logras identificar los momentos que
pasas en tu refugio interior? ¿Cuáles son los elementos o cualidades de tu refugio
que lo hacen seguro? ¿Cuáles son sus elementos no realistas? Define mejor en tu
mente lo mucho que ganarías si pudieras participar más en el mundo real en
lugar de retirarte a tu refugio interior.
IDEALIZACIÓN DEL OTRO EN LAS
RELACIONES
Los Nueve idealizan a los demás y
viven mediante un puñado de identificaciones primarias, por lo general con
familiares y amigos íntimos. Uno de ellos lo explica así: «No necesito estar en
contacto constante con alguien mientras sepa que está allí». Cuando esto
continúa, comienzan a relacionarse con la idea de la persona en lugar de con lo
que esa persona es realmente. Por ejemplo, un Nueve podría idealizar a su
familia, pero si uno de sus hijos tiene problemas con drogas o sufre alguna
crisis grave, le costará mucho enfrentar esa realidad.
La idealización les permite
centrarse en otra persona y no en sí mismos. También les permite tener una
reacción emocional positiva hacia los demás, con lo que satisfacen el mensaje
del ego: «Vales o estás bien mientras los que te rodean valgan o estén bien».
Estos Nueve idealizadores suelen sentirse atraídos por personas más fuertes y
agresivas, y esperan que ellos pongan el «jugo» en la relación; sus amigos más
enérgicos y dinámicos les dan la vitalidad que ellos tienden a reprimir en sí
mismos. Con frecuencia este intercambio tácito funciona relativamente bien ya
que por lo general las personas de voluntad más fuerte buscan a alguien que les
siga la corriente en sus planes y aventuras. Idealizar a los demás también les mantiene,
e incluso aumenta, indirectamente, su autoestima: tener algún tipo de relación
con una persona destacada aumenta su sensación de valía personal.
Pero en este arreglo hay tres
peligros importantes. El primero, las personas más seguras, independientes y
agresivas podrían aprovecharse de ellos; segundo, las personas más
independientes y desenvueltas suelen perder el interés en los Nueve más sumisos y menos osados.
Por último, y más importante aún, mientras intenten llenarse fundiéndose con la
vitalidad de otra persona, es improbable que hagan el trabajo necesario para
recuperar su vitalidad.
DESCUBRIR TUS FUERZAS OCULTAS
Siempre que idealices a alguien en una relación, observa en cuáles de
sus cualidades tiendes a centrar la atención. ¿Son esas las cualidades que
crees que te faltan? Recuerda que en tu naturaleza esencial ya tienes esas
cualidades y que, desde ese punto de vista, la otra persona simplemente actúa
de recordatorio de lo que tienes bloqueado. Tus idealizaciones pueden, por lo
tanto, servirte de guía para tu trabajo interior de descubrir y recuperar más
de tus cualidades positivas.
VIVIR SIGUIENDO FÓRMULAS
O UNA «FILOSOFÍA DE LA VIDA»
«Algún
día llegarán las vacas gordas.»
Los Nueve de la franja media se
apoyan cada vez más en una «filosofía de la vida» que consiste en una mezcla de
aforismos caseros, sentido común, textos sagrados y proverbios, así como de
dichos populares y citas de todo tipo. Estas fórmulas les ofrecen un modo de
tratar con las personas y enfrentar situaciones que podrían ser dolorosas o
problemáticas. Tienen respuestas hechas para los problemas de la vida, pero
aunque esas respuestas tuvieran valor para ciertas circunstancias, tienden
a ser simplistas y no dan cabida a matices ni a casos individuales. El problema
es que ellos emplean esas filosofías herméticas para protegerse en lugar de
servirse de ellas para avanzar hacia verdades más profundas o verdadera comprensión. Además, muchas de las
filosofías ofrecen solaz («Soy un ser Divino», «Todos somos Uno», «Todo es
amor»). Sin exigir ningún esfuerzo, estas ideas pueden convertirse en pretextos
para ser más indiferentes y pasivos.
Los Nueve menos sanos podrían usar
la espiritualidad para defender todo tipo de fatalismos, aceptando situaciones
negativas e incluso perjudiciales como si no se pudiera hacer nada al respecto
(«Es la voluntad de Dios»). También, a modo de defensa, rechazan sus
intuiciones, sus juicios de sentido común, sus percepciones sensoriales, e
incluso su experiencia personal y profesional para aferrarse a lo que desean
que sea cierto. Es como si pudieran hacer caso omiso de las alarmas interiores
sin ninguna consecuencia para sí mismos ni para los demás.
Se resignan prematuramente y tratan
de convencerse y convencer a los demás de que no hay que preocuparse ni
alterarse por nada. Después de todo, los ángeles se ocuparán de todo.
FILOSOFÍAS HERMÉTICAS
Siempre que te «sorprendas en el
acto» de pensar o decir algún aforismo o proverbio, observa dos cosas. La
primera, qué sentimiento desagradable o negativo quieres contrarrestar con ese
dicho; trata de pasar la atención a tu cuerpo para darte cuenta de las sensaciones
que estás sintiendo. Segunda, comienza un ejercicio en el que veas que ese proverbio
no es cierto, que tal vez es exactamente lo contrario de lo que te conviene en
ese momento. Tal vez la verdad está
en alguna parte del medio.
TOZUDEZ Y RESISTENCIA INTERIOR
«Después me ocuparé de eso.»
Los Nueve saben que han de dedicar
atención y energía en su desarrollo personal, en la solución de problemas o en
sus relaciones con los demás, pero sienten una indecisión indefinible, como si
tuvieran que hacer un enorme esfuerzo para participar más plenamente en sus
vidas; todo les parece demasiado problema. La mayoría hemos tenido la
experiencia de estar disfrutando de un agradable sueño por la mañana y tener
que interrumpirlo y levantarnos para enfrentar algún trabajo difícil en el día
que tenemos por delante; muchas veces tenemos la tentación de pulsar el botón
para apagar el despertador y disfrutar así de algunos minutos más de ensoñación
agradable; incluso podríamos pulsar el botón varias veces, y llegar tarde.
Los Nueve de la franja media tienen
un mecanismo similar en la psique que hace que retrasen el despertar.
Cuanto más se los insta a despertar
y a reaccionar, más se refugian en sí mismos. Desean «quitarse de encima» a la
gente, de modo que apaciguan a los demás, en busca de paz a cualquier precio.
André habla sobre la inutilidad de
defenderse de las exigencias de su madre: “Al parecer, lo único que daba alguna
satisfacción a mi madre era decorar la casa. Al ser una Cuatro, trabajaba
muchísimo para hacer más distintiva nuestra casa normal de barrio suburbano.
Cuando llegó el momento de decorar mi habitación, quitó todos mis pósters de
las paredes y las empapeló con un horrible papel de diversos tonos pastel.
Me sentí anulado. Lo detesté, pero
sabía que ella no lo cambiaría, así que sencillamente no me alteré. Era
desperdiciar energía incluso ponerme a discutir con ella sobre el asunto.”
Aunque tienden a ser acomodaticios,
tienen un núcleo interior de testarudez y resistencia, el deseo de que no los
afecte nadie ni nada que constituyan una amenaza para su paz. Los demás podrían
considerarlos pasivos, aunque en su interior albergan enorme fuerza y
determinación, al servicio de evitar perturbaciones. Bajo la superficie
tranquila, son muros de ladrillo; no cambian de opinión más allá de cierto
punto.
Mientras muchos Nueve no quieren
dejarse influir ni cambiar por los demás, los menos sanos tampoco quieren
dejarse afectar por sus propias reacciones ante los acontecimientos; consideran
una amenaza cualquier cosa que los altere. Entre estas cosas no sólo están las emociones
negativas sino, irónicamente, también las positivas; piensan que entusiasmarse demasiado
por algo puede ser tan amenazador para su estabilidad emocional como un verdadero
desastre.
Curiosamente, por muy desagradables
que sean sus circunstancias, los Nueve menos sanos se resisten a aceptar ayuda
para superarlas. Su paciencia se ha convertido en implacable resistencia: la
vida es para soportarla, no para vivirla, y ciertamente no para disfrutarla.
Los placeres que se permiten les sirven para distraerse de su creciente
insensibilización interior.
Pero comer tentempiés mientras miran
reposiciones en televisión, pasar el rato con amigos o vivir indirectamente a
través de otros no les compensa del todo el pesar de comprender que sus vidas
están estancadas.
DEJAR DE POSTERGAR LA VIDA
Con tu diario de trabajo interior, dedica unos momentos a explorar las
muchas y diferentes formas en que dejas para después estar más presente en tu
vida. ¿Dónde y cómo pulsas el botón del despertador para seguir durmiendo? ¿Hay
determinadas condiciones que activan ese comportamiento? ¿En casa? ¿Con ciertas
personas o circunstancias? ¿Qué condiciones necesitas para despertar?
RABIA Y FURIA REPRIMIDAS
«Cuanto más lo repitas, menos lo voy
a hacer.»
Los Nueve de la franja media
inferior dan la impresión de que no tienen ni una pizca de agresividad (ni
combatividad) en sus cuerpos. Pero bajo esa apariencia externa de satisfacción y
neutralidad suele haber mucha rabia y mucho resentimiento ocultos que no desean
ver ni mucho menos enfrentar.
La rabia es una reacción instintiva,
y si no se la procesa se transforma en furia. Si la furia queda reprimida,
también quedan reprimidos muchos otros potentes sentimientos y capacidades
humanos, incluso la capacidad de sentir amor. Los Nueve de la franja media temen
que si dejan aflorar la furia perderán las dos cosas más importantes de su
vida: su paz mental y su conexión con otras personas. En realidad, lo que
ocurre es lo contrario. Una vez que comprenden esto, la furia reprimida podría
servirles justamente como el combustible que necesitan para salir de su inercia
interior.
Los Nueve se sienten enfadados
(furiosos, negativos) por muchos motivos, no todos evidentes.
Subconscientemente los irrita sentirse sin libertad para llevar una vida
propia.
Están tan ocupados acomodándose a
los demás y manteniendo relaciones armoniosas que acumulan una buena cantidad
de resentimiento. También les da rabia que los demás los molesten
continuamente, que insistan en que deben moverse y actuar cuando lo que desean
es que los dejen en paz, o que les recuerden problemas y dificultades cuando lo
que quieren es no pensar en ellos. Por último, les irrita que otros hayan
abusado o se hayan aprovechado de ellos de alguna manera y que se sientan
impotentes para hacer algo al respecto.
Los Nueve menos sanos tienden a
convertirse en «felpudos» y a aguantar pasivamente lo que los demás les
arrojen. Los Nueve de la franja media se paralizan siempre que necesitan sus reacciones
instintivas auto-protectoras; se sienten incapaces de defenderse, de hacerse
valer o de tomar medidas oportunas en defensa de sus intereses. El sentimiento
de impotencia es una de las causas más potentes de esa furia reprimida.
Solemos considerar negativa la
rabia; pero su lado positivo menos entendido es su capacidad de eliminar los
bloqueos que nos tienen cautivos en viejos hábitos. La rabia tiene un lado saludable
que podríamos llamar rabia sagrada, la capacidad de adoptar una actitud
firme, de fijar límites y de defendernos. Gran parte del trabajo de
recuperación de estas personas entraña conectar con la cantidad de energía
reprimida y permitirse sentir su rabia.
INTEGRAR LA RABIA
Necesitas practicar sentirte bien aunque sientas rabia, debes
considerarla una fuerza que tienes derecho a experimentar y ejercitar. Desde un
punto de vista espiritual, la rabia nos da la capacidad para decir no, para
protegernos de algo que no queremos en nuestra vida.
Te será, por lo tanto, útil comenzar a darte permiso para decir no a las
cosas que no deseas. Si a causa de eso te sientes culpable o atemorizado,
simplemente observa esas reacciones y conserva la calma y la serenidad.
Preocúpate, sin embargo, de aprender a decir no en situaciones legítimas: pero
si pecas, peca por el lado del exceso de noes, por lo menos durante un tiempo,
hasta que adquieras más práctica.
REACCIÓN AL ESTRÉS: EL NUEVE VA AL
SEIS
Como hemos visto, los Nueve intentan
controlar el estrés quitando importancia a sus deseos y preferencias y
retirándose a su refugio interior. Cuando estas estrategias de apaño son insuficientes
para contener sus ansiedades, pasan al Seis, recurriendo a ideas o relaciones
que creen que les darán más seguridad y estabilidad.
Cuando las preocupaciones y
angustias salen a la superficie, se concentran intensamente en trabajos y
proyectos; es como si después de desatender las cosas durante un tiempo, de
pronto se animaran y trataran de resolverlas todas a la vez en una fase de
actividad dinámica y frenética. Al mismo tiempo suelen ser muy reactivos a las
exigencias de los demás, volviéndose más pasivo-agresivos y defensivos. Se desmoronan
sus «filosofías de la vida» positivas dejando al descubierto las dudas y el
pesimismo de los que se defendían. También, al igual que los Seis, los Nueve
estresados podrían sacar a la luz viejas quejas de los demás y de su suerte en
la vida. Aunque deshogarse disminuye temporalmente el estrés, los beneficios duran
poco porque continúan renuentes a hacer las paces con las causas de su
infelicidad.
Cuando el estrés es extremo, podrían
desarrollar una mentalidad de asedio; las sospechas paranoides podrían aumentar
de magnitud hasta inducirlos a acusar a los demás de sus problemas y a
reaccionar con desafíos. Los estallidos de ira y de mal humor pueden sorprenderlos
tanto a ellos como a las personas que los presencian.
LA BANDERA ROJA: EL NUEVE EN DIFICULTADES
Si la persona tipo Nueve ha sufrido
una crisis grave sin contar con un buen apoyo o recursos de compensación, o si
en su infancia sufrió malos tratos constantes, podría atravesar el punto de
choque y entrar en los aspectos insanos de su tipo. Es posible que esto la
conduzca al horrible reconocimiento de que los problemas y conflictos no
desaparecerán y que incluso podrían empeorar, sobre todo a causa de su
inacción. También podría verse obligada por la realidad a hacer frente a sus
problemas (aunque lo nieguen, la policía lleva su hijo a casa; a su cónyuge,
que tiene un «leve problema con el alcohol», lo despiden del trabajo por
ebriedad, o el bulto en el pecho no desaparece como esperaba).
La comprensión de esas cosas, aunque
aterradora, sería un punto decisivo en su vida; la persona podría comenzar a
cambiar y a avanzar hacia la salud y la liberación. Pero también volverse aún
más testaruda y decidida a mantener la consoladora ilusión de que todo va bien («¿Por
qué todos quieren preocuparme?», «Cuanto más lo repites, menos inclinado me
siento a hacer algo al respecto»). Si persiste en esta actitud, podría pasar a
los niveles insanos. Si en ti o en alguna persona conocida observas las señales
de alarma del cuadro durante un periodo de tiempo prolongado (más de unas
cuantas semanas), es muy aconsejable buscar orientación, terapia u otro tipo de
ayuda y apoyo.
SEÑALES DE ALARMA: PATOLOGÍAS POSIBLES:
Trastorno de disociación; trastornos
de dependencia y esquizoide; depresión anhedónica, negación extrema,
despersonalización grave prolongada.
► Negación de problemas graves de
salud, económicos o personales.
► Obstinación y resistencia
prolongada a aceptar ayuda.
► Bloqueo y represión generalizada
de la percepción y la vitalidad.
► Sensación de incapacidad y
negligencia general.
► Dependencia de otros; se dejan
explotar.
► Depresión crónica e insensibilidad
emocional (anhedonismo).
► Disociación extrema (sensación de
extravío, confusión, des-conexión profunda).
PRACTICAS QUE CONTRIBUYEN AL
DESARROLLO DEL NUEVE
► Si bien la verdadera humildad es un rasgo admirable, no es necesario
que trabajes ese aspecto en ti. Aprende a discernir entre la humildad verdadera
y la tendencia a subvalorarte tú y tus capacidades. Es decir, ten presente el
papel social del Nueve, el «nadie especial», y observa cuándo caes en él. Tal
vez te sientas abrumado por los problemas de la vida y pienses que tienes poco
que ofrecer, pero una rápida mirada a las discordias, a la violencia y el
sufrimiento que hay en el mundo podría guiarte hacia una sabiduría serena sobre
lo que eres capaz de hacer. Si hay una energía que necesita recobrar el
equilibrio en este mundo en dificultades, ciertamente es la energía tranquila,
sanadora, reconciliadora de los Nueve sanos. Piensa que cuando estás verdaderamente
conectado contigo mismo tienes todo el poder y la capacidad que necesitas para
cualquier situación que se te presente.
► Aprende el valor de la palabra no.
Es muy natural que no desees desilusionar a los demás, pero cuando te
propongan algo que te desagrada, es mejor exponer las dudas de inmediato en lugar
de aceptar en silencio y lamentarlo después. Además, es mucho más probable que
los demás se molesten contigo si después de haber estado de acuerdo te resistes
a sus planes de modo pasivo-agresivo. La mayoría de las personas desean saber
cuáles son tus verdaderas opiniones o preferencias, aunque en el momento a ti
te parezca que no tienen importancia.
► Aprende a reconocer lo que deseas de una situación. Con frecuencia
estás tan ocupado tomando en consideración las posiciones y puntos de vista de
los demás que tiendes a desatender los tuyos. Debido a ese hábito mental tal
vez no sabes qué deseas en el momento.
Si es necesario, no tengas miedo de pedir que te den tiempo para
considerar las opciones. Y no tengas miedo de elegir la opción que prefieres
cuando se presenta. No olvides que tienes permiso para tener deseos.
► Acepta un consejo de los Tres sanos e invierte tiempo y energía en
desarrollarte tú y desarrollar tus talentos. Hay muchas formas agradables y
válidas de pasar tu tiempo, divertirte o estar con amigos y seres queridos,
pero no te defraudes a ti mismo descuidando tu desarrollo. Los esfuerzos
iniciales podrían hacer que afloraran muchas de tus ansiedades, pero las
recompensas de perseverar serán mucho mayores y satisfactorias. Además,
invertir en ti no te apartará de tu conexión con los demás: todos se
beneficiarán de ti si eres más fuerte, si estás más plenamente realizado.
► Observa si te estás imaginando una relación con alguien en lugar de
relacionarte verdaderamente con esa persona. Para la mayoría no es muy
satisfactorio estar sentado contigo en un sofá mientras tú sueñas despierto
sobre una acampada o en un episodio de tu serie televisiva favorita. Si notas
que «te vas» cuando estás con una persona, bien podrías preguntarte si estás
molesto o enfadado con ella a causa de algo. En todo caso, hablar de eso podría
servirte para conectar de nuevo contigo mismo y con esa persona.
► Aprende a reconocer y a procesar tu rabia. Para la mayoría de los
Nueve, la rabia es muy amenazadora; piensan que, de todas las emociones, esta
es la que más les destruye la paz interior. Sin embargo, solamente mediante la
rabia conectarás con tu poder interior, pues es el combustible que quemará tu
inercia. Claro que esto no quiere decir que tengas que ir por ahí gritando a la
gente ni siendo agresivo con desconocidos. Pero sí significa que si sientes
rabia, está bien decir a las otras personas que estás dolido con ellas. Aprende
a sentir la rabia en tu cuerpo.
¿Cómo la sientes? ¿En qué parte del cuerpo se registra con más fuerza?
Conocerla como una sensación puede servirte para tenerle menos miedo.
APROVECHAMIENTO Y DESARROLLO DE LAS
FUERZAS DEL NUEVE
« Todos podemos llevarnos bien.»
Una de las grandes fuentes de fuerza
de los Nueve es su inmensa paciencia, un profundo «dejar ser» a los demás que
les permite desarrollarse a su manera. Esta es la cualidad que muestra un buen
progenitor que enseña pacientemente nuevas habilidades a sus hijos manteniéndose
a una distancia respetuosa pero vigilante.
La paciencia de los Nueve está
respaldada por una fuerza callada y una enorme resistencia.
Son capaces de resistir firmes en
infortunios y experiencias difíciles; muchos dicen haber ganado gracias a su
perseverancia a rivales más destacados en ambientes de trabajo y en relaciones,
más o menos como la parábola de la tortuga y la liebre. Cuando están sanos, son
capaces de trabajar con diligencia y constancia en sus objetivos, y suelen
conseguirlos. Su fuerza de voluntad está liberada, y descubren que poseen un
aguante y una vitalidad increíbles, como corresponde al tipo que está en el
centro de la tríada del instinto.
Los Nueve sanos también son muy
eficientes para desenvolverse en situaciones de crisis, porque poseen una
extraordinaria estabilidad interior. Los pequeños altibajos de la vida no los desequilibran,
como tampoco los problemas, los contratiempos ni los desastres. Cuando todos los
demás reaccionan con un exceso de angustia, el Nueve se convierte en el centro
tranquilo que continúa hacia delante y hace las cosas.
André sabe lo sencillo y difícil,
que puede ser esto:
“Salir de un periodo de malestar y
aturdimiento es sencillo: se trata de reconocer que algo va mal y luego decirle
a alguien de confianza cómo me siento. Es doloroso conectar con las emociones
«alborotadas», pero parece que hacerlo las disuelve. Otra estrategia que me va
bien es conectar con mi cuerpo yendo al gimnasio, a una sesión de masaje, etcétera.
Tener un perro ha sido también fabuloso para mí: está tan «en el momento»,
exigiendo toda mi atención, que me resulta difícil entrar en la modalidad zombi.”
Los Nueve sanos son también
extraordinariamente acogedores, aceptan a los demás, don especialmente
importante en la diversidad de la sociedad actual (esto indica por qué los Seis
que tienden a ser excluyentes y a dividir a la gente en grupos «aceptables» y
«no aceptables» necesitan integrarse en el Nueve). Si bien todos los Nueve ven
lo bueno en los demás (y desean fusionarse con ellos), los Nueve sanos ven
también lo bueno en sí mismos (y desean ser más independientes y comprometerse
personalmente con su mundo).
Aunque ciertamente les interesa
apoyar a otros, no se identifican con los papeles de salvador o ayudador. Son
valorados porque escuchan sin hacer juicios, ofrecen al otro la libertad y la dignidad
de la filosofía vive y deja vivir. Son tolerantes y dan al otro el beneficio de
la duda, buscando siempre la interpretación positiva de una situación. Los
demás acuden a ellos debido a su ecuanimidad para acogerlos y darles la
posibilidad de explicarse. Son capaces de tomar en consideración diferentes
puntos de vista, pero también de ponerse firmes cuando es necesario. Por su
simplicidad, su inocencia, su franqueza y su candor inspiran confianza en los
demás y hacen que se sientan cómodos.
Los Nueve sanos permiten e incluso
valoran las diferencias de opinión, conflictos y tensiones.
Suelen tener la capacidad de llegar
a una nueva síntesis que resuelve la contradicción o conflicto en otro plano.
Así pues, son capaces de ser muy creativos, aunque tienden a ser modestos
respecto a sus dotes. Además, por lo general les gusta expresarse de modos no verbales,
a través de la música, el arte, la pintura o el baile. Suelen ser
extraordinariamente imaginativos, y disfrutan explorando el mundo de los sueños
y los símbolos. Su forma de pensar es global y desean sentirse uno con el
universo. Los mitos son una forma de hablar de los temas trascendentes de la
naturaleza humana y sobre el orden moral de la existencia: final, todo es bueno
y funciona como es debido.
EL CAMINO DE LA INTEGRACIÓN: EL
NUEVE VA AL TRES
Los Nueve se realizan y se conservan
sanos aprendiendo a reconocer su valía esencial, como los Tres sanos. En
efecto, abandonan el papel social del «nadie especial» y reconocen que su tiempo
y su energía son valiosos. Trabajan en desarrollarse y desarrollar sus
capacidades, salen al mundo y hacen saber a los demás lo que tienen para
ofrecer.
El mayor obstáculo para su
realización personal es su tendencia a la inercia. Los Nueve en proceso de
integración suelen experimentar sensaciones de pesadez o somnolencia siempre que
intentan hacer algo en bien de sí mismos. Pero a medida que se integran van
descubriendo que ganan energía y, con ella, carisma. Después de haberse pasado
la mayor parte de su vida creyéndose invisibles, les sorprende que los demás no
sólo los escuchen, sino que además los busquen. Cuando reconocen su valía los
demás los valoran más también. Cuando recuperan la vitalidad de su naturaleza
instintiva, dan energía a los demás. Así, a medida que se integran se ven
reflejados por otras personas, y eso los sorprende y les encanta.
También conectan con su corazón, la
sede de su identidad, y se expresan con una sencillez auténtica que puede ser
muy conmovedora. También son capaces de hacerse valer cuando es necesario,
comprendiendo que esto no equivale a agresividad. Desaparece su resistencia a
la realidad, y esto los hace más flexibles y adaptables a las circunstancias.
Claro que para los Nueve, integrarse
no significa imitar las cualidades del tipo Tres de la franja media; volverse
ambiciosos, competitivos o preocupados por su imagen hará muy poco en favor de
su verdadera autoestima; por el contrario, esto perpetuaría sus ansiedades
respecto a su valía y los mantendría disociados de su verdadera identidad. Pero
cuando encuentran la energía para su desarrollo personal, el amor y la fuerza
de su corazón se convierten en un indómito poder sanador de su mundo.
TRANSFORMACIÓN DE LA PERSONALIDAD EN
ESENCIA
“La unidad no es algo que estemos
llamados a crear; es algo que estamos llamados a reconocer.” WLLLIAM SLOAN COFFIN
En definitiva, los Nueve recuperan
su naturaleza esencial enfrentando su miedo básico de perder la conexión y
abandonando la creencia de que su participación en el mundo no es importante,
que no tienen para qué «estar presentes». Comprenden que la única manera de lograr
realmente la unidad y compleción que buscan no es «huir» a los dominios de la imaginación,
sino participando plenamente en el momento presente. Eso exige que vuelvan a conectar
con su naturaleza esencial y con su ser físico de un modo inmediato. Muchas
veces esto significa que deben enfrentarse a los sentimientos de rabia e ira
reprimidos que resultan tan amenazadores para su identidad ordinaria. Pero
cuando permanecen con ellos mismos y logran integrar su rabia, comienzan a
experimentar la estabilidad y la firmeza que han estado buscando. Desde esa
plataforma de fuerza interior, los Nueve en proceso de realización se transforman
en fuerzas indómitas, gráciles y potentes, y alineadas con la voluntad divina.
Esas cualidades las vemos en personas Nueve extraordinarias como Abraham
Lincoln o su santidad el Dalai Lama.
Para lograr la verdadera conexión y
completud, deben aprender a aceptar y abrazar este dominio de la experiencia
mortal. Si bien es cierto que hay muchos aspectos de la realidad que
trascienden el mundo manifiesto, no nos realizamos negando ese mundo. Es
decir, no podemos trascender realmente la condición humana: sólo adhiriéndonos
a ella totalmente llegamos a la plenitud y la totalidad de nuestra verdadera
naturaleza.
Cuando los Nueve comprenden y
aceptan esta verdad, se vuelven extraordinariamente dueños de sí mismos e
independientes. Aprenden a hacerse valer con más libertad y a experimentar más
paz, ecuanimidad y satisfacción. Su serenidad les permite crear relaciones muy gratificantes
con los demás, porque están verdaderamente presentes en sí mismos: vivos, despiertos,
exuberantes y alertas; son personas dinámicas, alegres, que trabajan por la paz
y curación de su mundo.
Lejos de ser indiferentes o
reprimidos, advierten que disfrutan de participar en la vida, y hacen
sorprendentes descubrimientos, como comenta Red:
“Sé exactamente lo que necesito
decir y hacer, y tengo la fuerza y la convicción para hacerlo. Dejo de intentar
agradar a otros y centro la atención en agradarme a mí mismo. Lo curioso es que
el esfuerzo por satisfacer mis necesidades muchas veces satisface las
necesidades del grupo, como si al concentrarme en mis necesidades previera
intuitivamente las necesidades del grupo.”
EL SURGIR DE LA ESENCIA
“Felicidad: disolverse en algo
completo y magnífico.” WILLA CATHER
Los Nueve recuerdan la cualidad
esencial de completud y totalidad. Recuerdan la interrelación de todas las
cosas, que en el universo no existe nada separado de nada. Este conocimiento
produce una inmensa paz interior y, desde un punto de vista esencial, su finalidad
en la vida es ser recordatorios vivos de la naturaleza espiritual de la
realidad y, en consecuencia, de la unidad subyacente a nuestra verdadera
naturaleza.
Los Nueve liberados están totalmente
presentes y conscientes de la totalidad y unidad de la existencia, al mismo
tiempo que conservan su sentido de identidad. Los Nueve menos sanos tienen la
capacidad de percibir algunas de las cualidades ilimitadas de la realidad, pero
tienden a extraviarse en o a fusionarse con su entorno. Los Nueve liberados no
se olvidan de sí mismos en estos estados ni se refugian en fantasías
idealistas. Ven cómo están mezclados lo bueno y lo malo («Dios hace llover
sobre justos y pecadores»). Aceptan la paradójica unión de los opuestos;
aceptan que el placer y el dolor, la alegría y la tristeza, la unión y la
pérdida, el bien y el mal, la vida y la muerte, la claridad y el misterio, la
salud y la enfermedad, la virtud y la debilidad, la sabiduría y la estupidez,
la paz y la ansiedad, están ligados inextricablemente.
Este es un conocimiento al que
Martín, consultor empresarial, ha llegado por sí mismo:
“Cuando murió mi mujer el año pasado
me sentí aniquilado, hasta que comprendí que su vida y su muerte formaban parte
de un acontecimiento mayor; tal vez de uno que superaba mi capacidad de
entendimiento, pero que sí parecía tener sentido. Una vez que acepté la
totalidad de su vida, comprendí que su muerte formaba parte de ese todo más
grande y fui capaz de aceptarla.”
Otra cualidad esencial del Nueve es
lo que Óscar Ichazo llamó «amor sagrado», aunque esto hay que entenderlo bien.
El amor esencial al que nos referimos es una cualidad dinámica del ser que
fluye, transforma y derriba todas las barreras que encuentra a su paso; supera
los sentimientos de separación y aislamiento dentro de los límites del ego,
problemas que acosan a la triada del instinto. Por eso el amor verdadero
produce miedo: entraña la disolución de los límites y la muerte del ego. Sin
embargo, cuando aprendemos a rendirnos a la acción del amor sagrado, reconectamos
con el océano del ser y comprendemos que en nuestro núcleo o centro somos ese
amor. Somos esa presencia infinita, dinámica, transformadora de percepción amorosa,
y siempre ha sido así.
Del Libro “La sabiduría del
Eneagrama” de Riso y Hudson