sábado, 1 de diciembre de 2018

Una parábola india para tiempos revueltos: Los 6 ciegos y el elefante


Erase una vez, seis ciegos “cargados de razones” a punto de olvidar que su verdad era tan sólo un punto de vista sobre la realidad que percibían, arrebatados por la emoción, y que sólo juntando sus diversas y sesgadas perspectivas lograrían conocer la realidad del elefante…




Hace más de mil años, en el Valle del Río Brahmanputra, vivían seis hombres ciegos que pasaban las horas compitiendo entre ellos para ver quién era de todos el más sabio.
Para demostrar su sabiduría, los sabios explicaban las historias más fantásticas que se les ocurrían y luego decidían de entre ellos quién era el más imaginativo.
Así pues, cada tarde se reunían alrededor de una mesa y mientras el sol se ponía discretamente tras las montañas, y el olor de los espléndidos manjares que les iban a ser servidos empezaba a colarse por debajo de la puerta de la cocina, el primero de los sabios adoptaba una actitud severa y empezaba a relatar la historia que según él, había vivido aquel día. Mientras, los demás le escuchaban entre incrédulos y fascinados, intentando imaginar las escenas que éste les describía con gran detalle.
La historia trataba del modo en que, viéndose libre de ocupaciones aquella mañana, el sabio había decidido salir a dar una paseo por el bosque cercano a la casa, y deleitarse con el cantar de las aves que alegres, silbaban sus delicadas melodías. El sabio contó que, de pronto, en medio de una gran sorpresa, se le había aparecido el Dios Krishna, que sumándose al cantar de los pájaros, tocaba con maestría una bellísima melodía con su flauta. Krishna al recibir los elogios del sabio, había decidido premiarle con la sabiduría que, según él, le situaba por encima de los demás hombres.
Cuando el primero de los sabios acabó su historia, se puso en pie el segundo de los sabios, y poniéndose la mano al pecho, anunció que hablaría del día en que había presenciado él mismo la famosa Ave de Bulbul, con el plumaje rojo que cubre su pecho. Según él, esto ocurrió cuando se hallaba oculto tras un árbol espiando a un tigre que huía despavorido ante un puerco espín malhumorado. La escena era tan cómica que el pecho del pájaro, al contemplarla, estalló de tanto reír, y la sangre había teñido las plumas de su pecho de color carmín.
Para poder estar a la altura de las anteriores historias, el tercer sabio tosía y chasqueaba la lengua como si fuera un lagarto tomando el sol, pegado a la cálida pared de barro de una cabaña. Después de inspirarse de esta forma, el sabio pudo hablar horas y horas de los tiempos de buen rey Vikra Maditya, que había salvado a su hijo de un Brahman y tomado como esposa a una bonita pero humilde campesina.
Al acabar, fue el turno del cuarto sabio, después del quinto y finalmente el sexto sabio se sumergió en su relato. De este modo los seis hombres ciegos pasaban las horas más entretenidas y a la vez demostraban su ingenio e inteligencia a los demás.
Sin embargo, llegó el día en que el ambiente de calma se turbó y se volvió enfrentamiento entre los hombres, que no alcanzaban un acuerdo sobre la forma exacta de un elefante. Las posturas eran opuestas y como ninguno de ellos había podido tocarlo nunca, decidieron salir al día siguiente a la busca de un ejemplar, y de este modo poder salir de dudas.
Tan pronto como los primeros pájaros insinuaron su canto, con el sol aún a medio levantarse, los seis ciegos tomaron al joven Dookiram como guía, y puestos en fila con las manos a los hombros de quien les precedía, emprendieron la marcha enfilando la senda que se adentraba en la selva más profunda. No habían andado mucho cuando de pronto, al adentrarse en un claro luminoso, vieron a un gran elefante tumbado sobre su costado apaciblemente. Mientras se acercaban el elefante se incorporó, pero enseguida perdió interés y se preparó para degustar su desayuno de frutas que ya había preparado.
Los seis sabios ciegos estaban llenos de alegría, y se felicitaban unos a otros por su suerte. Finalmente podrían resolver el dilema y decidir cuál era la verdadera forma del animal.
El primero de todos, el más decidido, se abalanzó sobre el elefante preso de una gran ilusión por tocarlo. Sin embargo, las prisas hicieron que su pie tropezara con una rama en el suelo y chocara de frente con el costado del animal.
– ¡Oh, hermanos míos! – exclamó – yo os digo que el elefante es exactamente como una pared de barro secada al sol.
Llegó el turno del segundo de los ciegos, que avanzó con más precaución, con las manos extendidas ante él, para no asustarlo. En esta posición en seguida tocó dos objetos muy largos y puntiagudos, que se curvaban por encima de su cabeza. Eran los colmillos del elefante.
– ¡Oh, hermanos míos! ¡Yo os digo que la forma de este animal es exactamente como la de una lanza… sin duda, ésta es!
El resto de los sabios no podían evitar burlarse en voz baja, ya que ninguno se acababa de creer lo que los otros decían. El tercer ciego empezó a acercarse al elefante por delante, para tocarlo cuidadosamente. El animal ya algo curioso, se giró hacía él y le envolvió la cintura con su trompa. El ciego agarró la trompa del animal y la resiguió de arriba a abajo notando su forma alargada y estrecha, y cómo se movía a voluntad.
–Escuchad queridos hermanos, este elefante es más bien como una larga serpiente.
Los demás sabios disentían en silencio, ya que en nada se parecía a la forma que ellos habían podido tocar. Era el turno del cuarto sabio, que se acercó por detrás y recibió un suave golpe con la cola del animal, que se movía para asustar a los insectos que le molestaban. El sabio prendió la cola y la resiguió de arriba abajo con las manos, notando cada una de las arrugas y los pelos que la cubrían. El sabio no tuvo dudas y exclamó:
-¡Ya lo tengo! – dijo el sabio lleno de alegría – Yo os diré cual es la verdadera forma del elefante. Sin duda es igual a una vieja cuerda.
El quinto de los sabios tomó el relevo y se acercó al elefante pendiente de oír cualquiera de sus movimientos. Al alzar su mano para buscarlo, sus dedos resiguieron la oreja del animal y dándose la vuelta, el quinto sabio gritó a los demás:
–Ninguno de vosotros ha acertado en su forma. El elefante es más bien como un gran abanico plano – y cedió su turno al último de los sabios para que lo comprobara por sí mismo.
El sexto sabio era el más viejo de todos, y cuando se encaminó hacia el animal, lo hizo con lentitud, apoyando el peso de su cuerpo sobre un viejo bastón de madera. De tan doblado que estaba por la edad, el sexto ciego pasó por debajo de la barriga del elefante y al buscarlo, agarró con fuerza su gruesa pata.
–¡Hermanos! Lo estoy tocando ahora mismo y os aseguro que el elefante tiene la misma forma que el tronco de una gran palmera.
Ahora todos habían experimentado por ellos mismos cuál era la forma verdadera del elefante, y creían que los demás estaban equivocados. Satisfecha así su curiosidad, volvieron a darse las manos y tomaron otra vez la senda que les conducía a su casa.
Otra vez sentados bajo la palmera que les ofrecía sombra y les refrescaba con sus frutos, retomaron la discusión sobre la verdadera forma del elefante, seguros de que lo que habían experimentado por ellos mismos era la verdadera forma del elefante.
Seguramente todos los sabios tenían parte de razón, ya que de algún modo todas las formas que habían experimentado eran ciertas, pero sin duda todos a su vez estaban equivocados respecto a la imagen real del elefante.

LA PARÁBOLA DEL CABALLO, EL CARRUAJE Y EL COCHERO


Texto de Ouspensky 
 [...] en comparación oriental del hombre con un carruaje, un caballo, un cochero y un amo, y volviendo al esquema, añadió:

—El hombre es una organización compleja. Está  formado de cuatro partes que pueden estar conectadas, no conectadas, o mal conectadas. El  carruaje está conectado al caballo por las varas, el caballo al cochero por las riendas, y el cochero a su amo por -la voz de su amo. Pero el cochero debe oír y comprender la voz del amo, debe saber cómo  conducir; y el caballo debe estar adiestrado a obedecer a las riendas. En cuanto a la relación del caballo con el carruaje, debe estar correctamente enganchado. De esta manera, entre las cuatro partes de esta compleja organización existen tres relaciones, tres conexiones. Si una sola de ellas presenta algún defecto, el conjunto no  puede funcionar como  un todo. Las conexiones entonces no son menos importantes que »los cuerpos». Al trabajar sobre sí mismo, el hombre trabaja simultáneamente sobre los «cuerpos» y  sobre las «conexiones». Pero se trata de dos clases de trabajo. "El trabajo sobre sí debe comenzar por el cochero. El cochero es el intelecto. A fin de poder oír la voz del amo, ante todo el cochero no debe  estar dormido —  se debe despertar. Luego, puede suceder que el amo hable un lenguaje que  el cochero no comprenda. El cochero debe aprender este lenguaje. Cuando lo sepa, comprenderá a su amo. Pero esto no basta, debe también aprender a conducir el caballo, a engancharlo, a alimentarlo, a cuidarlo, y a mantener bien el carruaje — porque no serviría de nada  el que comprenda a su amo, si no está en condiciones de hacer algo. El amo  da la orden de partida. Pero el cochero es incapaz de marchar porque no ha alimentado al caballo, no  lo ha enganchado, y no sabe dónde están las riendas. El caballo representa las emociones.  El carruaje es el cuerpo. El intelecto debe aprender a gobernar las emociones. Las emociones siempre arrastran al cuerpo. Este es el orden en que se debe llevar el trabajo sobre sí. Pero fíjense bien: el trabajo sobre los «cuerpos», es decir sobre el cochero, el caballo  y el carruaje, es una cosa. Y el trabajo sobre las «conexiones», es decir, sobre la «comprensión del cochero» que lo une a su amo, sobre las «riendas» que lo conectan al caballo, sobre  las «varas» y los «arneses» que conectan el carruaje con el caballo — es algo totalmente diferente. "Sucede a veces que los cuerpos están en excelente estado, pero que las «conexiones» no se establecen. Entonces, ¿de qué sirve toda la organización? Como  sucede con los cuerpos no desarrollados, la organización total es entonces inevitablemente gobernada  desde abajo.  En otras palabras: no por la voluntad del amo, sino por accidente. [...]
Cap V del libro: Fragmentos de una enseñanza desconocida. Ouspensky -- Pag 75 en mi versión en Pdf.

Para comprender esta analogía, observemos las partes del cuento, que demuestran muy a las claras y de manera muy simple al hombre en su esencia y su poca consciencia acerca de un Yo Superior, un Yo Real, desde el cuál parte su verdadero potencial como ser humano. He elegido el siguiente texto por lo sencillo que resulta su comprensión.
"Hablando del estado interior del hombre mecánico, Gurdjieff hizo muchas analogías. En alguna ocasión comparó el estado interior de un hombre con un Carruaje, el Caballo y el Cochero —y subrayó la importancia de pensar en el significado de esas tres cosas distintas en el Hombre—. Lo importante en esta analogía es que esas tres cosas distintas no están en relaciones correctas unas con otras. El Cochero no está en la caja: el Caballo no está alimentado en debida forma, sus arneses no están bien enganchados al Carruaje: y el Carruaje mismo está en malas condiciones. "¿Cuál, preguntó una vez Gurdjieff, es la razón de todo esto? La razón es que el Cochero está sentado en una taberna gastando su dinero en bebidas y no da alimento a su Caballo ni presta el debido cuidado al Carruaje. Con el fin de cambiar este orden de cosas —dijo G, es necesario que el Cochero reciba un choque que lo despierte."Ahora bien, la interpretación de esta analogía o parábola puede ser encarada desde diferentes lados, algunos de los cuales ya fueron explicados. Esta noche me ocuparé en especial del punto que el Cochero, después de haberse dado cuenta de su estado, tendrá que trepar eventualmente a la caja del Carruaje —esto es, debe elevarse en su nivel para llegar a un lugar de control—. Pero es preciso comprender primero que es posible encarar el despertar del Cochero en muchas etapas. Hay que sacudirlo para que despierte de su borrachera, y luego debe levantarse y salir de la esfera de la taberna, y después observar el Caballo, y luego el Carruaje, y así sucesivamente. Después de ocuparse del Caballo y el Carruaje debe trepar a la caja y finalmente asir las riendas y conducir el Carruaje de la mejor manera que pueda. Como es sabido la parábola prosigue diciendo que si realiza todas estas cosas un cuarto factor quizás aparezca en escena —es decir, el Amo tal vez se halle sentado en el Carruaje y dando órdenes al Cochero indicándole a dónde debe ir. Pero, se agrega; el Amo nunca podrá sentarse en el Carruaje a menos que el Cochero esté en la caja y se haya apoderado de las riendas y haya hecho lo posible tanto para el Caballo como para el Carruaje. Esta parábola trata en realidad de todo el objeto del Trabajo. El objeto que se propone el Trabajo es el de alcanzar el "Yo" Real en uno mismo —a través de la larga senda interior que pasa por uno mismo, a través del Recuerdo de Sí y el trabajo sobre sí. El "Yo" Real es el verdadero Amo en la parábola. Nos enseñan que tal como somos no tenemos "Yo" Real ni tenemos estabilidad interior y nunca conocemos lo que en realidad debemos hacer. En nuestro presente estado primero un "Yo" se hace cargo de nosotros y luego otro "Yo". Nuestro estado es comparable al que está representado en la parábola de la Torre de Babel. Según esa parábola, aparentemente hemos gozado en otro tiempo de unidad interior pero algo falló y la multiplicidad apareció —a saber, en lugar de ser uno llegamos a ser muchos—. En general, nuestro Ser es definido en el Trabajo por la multiplicidad para distinguirlo del Ser de un Hombre Consciente. Somos una multitud de diferentes "Yoes" que tiran de diferentes direcciones, todos con su propia voluntad de sí, y lo que llamamos grandiosamente nuestra voluntad no es sino la resultante de todas esas diferentes voluntades. Así nuestra tarea es la de lograr la unidad, y ni un solo "Yo" que conocemos o podemos observar al presente tiene la suficiente fuerza para darnos esta unidad y ordenar y subordinar todos los demás "Yoes" en un todo. Sin embargo, podemos formar sustitutos para el "Yo" Real que, empezando con el "Yo" Observante, son llamados en una secuencia ascendente de importancia y poder Mayordomo Delegado Y Mayordomo. Mucha fortuna es tener un Mayordomo Delegado que se ocupe de los asuntos de nuestro hogar y aún más si se logra alcanzar el nivel en que el Mayordomo controla los asuntos. Pero más allá del Mayordomo está el Amo o "Yo" Real, cuyo logro es la principal de todas las metas. Vemos en la parábola del Caballo, el Carruaje y el Cochero que no hay probabilidad alguna de alcanzar el nivel donde existe el Amo o "Yo" Real o de oír su voz y recibir las instrucciones referentes a lo que debemos hacer con nuestra vida o no ser que despierte primero de su sueño, del sopor en el que todos estamos sumergidos, que es representado por el Cochero sentado en la taberna sumido en el sueño de su borrachera. La primera tarea es, pues, la de despertar al Cochero porque a menos que esto tenga lugar nadie se ocupará del caballo, ni tampoco del Carruaje. Se puede decir que el Carruaje representa el cuerpo y la gente piensa que basta empezar con el cuerpo, pero no es así —en efecto, puede sumir al Cochero en un sueño más profundo.
—. ¿Cuál es el método empleado por el Trabajo para despertar al Cochero y la naturaleza del choque que se debe dar? Si el Cochero se da cuenta que está dormido suele ser suficiente para que despierte. ¿Con qué se ha emborrachado? Una de las cosas es la imaginación. Estamos ebrios de imaginación. He oído decir en el Trabajo que hubo un tiempo en que la humanidad sobre la Tierra progresaba demasiado rápidamente en relación con la velocidad del desarrollo de la Luna y la Tierra y tenía que ser demorada. El Superintendente llamó al Ingeniero en jefe y le explicó en qué consistía la dificultad. De resultas de ello se dio al Hombre la imaginación. Entonces desde aquella época todo anduvo sin dificultad alguna. Lo imaginario reemplazó a lo real. Como es sabido, el Trabajo se refiere al "Yo" Imaginario. El Hombre cree poseer un "Yo" Real tal como es, del mismo modo que imagina ser plenamente consciente. Cree ser un individuo verdadero, que no experimenta cambio alguno, que es permanente, dotado de plena voluntad y plena conciencia. No tiene "Yo" Real sino su imaginación que crea el "Yo" Imaginario en él. Se oculta a sí mismo su extremada debilidad interior por medio de la imaginación. Ahora bien, si un hombre se da cuenta que no tiene "Yo" Real, ni Voluntad Real, que todo cuanto ha sentido y pensado a este respecto sobre sí mismo es simplemente llamado "Yo" Imaginario, entonces puede despertar de su ebriedad en la taberna donde gasta su dinero en imaginaciones. Este es un aspecto de la posición del Hombre desde el punto de vista esotérico.Tengamos presente que el problema del esoterismo es siempre el mismo —a saber, cómo despertar al Hombre de su estado de sueño y hacer que se dé cuenta que está dormido—. La enseñanza esotérica no sólo considera al Hombre como un ser aún no consciente, sino como un ser que se ha embriagado con su imaginación y derrocha su fuerza en la falsedad y la violencia. Se ve entonces la necesidad de iniciar esta enseñanza con la observación de nuestro sueño. Todas las formas de enseñanza son completamente inútiles a menos que el Cochero despierte. Es fácil ver la razón de este orden de cosas. La enseñanza impartida a un hombre que está bebiendo en una taberna sólo será recibida por su imaginación y aumentará su estado de sueño. Si se le dice que es un ángel de los Cielos lo creerá y beberá más que nunca. Por cierto esto aumentará su estado de sueño, su estado de imaginación. Muchas buenas personas se entregan a esta forma de bebida. Desdichadamente hay muchas otras clases de enseñanza cuyo fin es producir este efecto —es decir, las seudo-enseñanzas que sólo acrecientan la imaginación—. En el Trabajo, empero, no nos dan nada que pueda alimentar lo que imaginamos acerca de nosotros mismos, sino todo lo contrario. En esta enseñanza no encontré nada de lisonjero. No es ninguna lisonja, por ejemplo, el que nos digan que somos máquinas que carecen de "Yo" Real, que no somos sino retratos de nosotros mismos, que lo que llamamos "Yo" es sólo imaginación, que carecemos de Voluntad Real, que somos una masa de contradicciones que nada advierte debido a la enorme cantidad de topes y las diferentes formas e almohadillas que tenemos, que aun no somos conscientes, y así en lo sucesivo. No es agradable el que nos digan que somos mecánicos, tan sólo máquinas, y que nada hacemos conscientemente. Pero esta clase de enseñanza no tiende a prolongar nuestro sueño en la taberna si la valoramos y la aplicamos a nosotros mismos. Cuando nos damos cuenta, aun en pequeñísimo grado, que somos mecánicos, y que esa máquina, sobre la que se cierne el "Yo" Imaginario, hace todo —experimentamos un choque. Ese choque tal vez no sea otra cosa al comienzo que un sentimiento de inquietud por no ser lo que hasta ahora suponíamos ser. Con todo, aun ese sentimiento es el comienzo del despertar y se acrecentará si lo nutrimos porque es la verdad. Todo despertar tiene un sabor amargo —como retornar a la escuela—. Ahora bien, cuando un hombre despierta del sueño empieza hasta cierto punto a recordarse a sí mismo, no a su "Yo" Imaginario, sino algo más profundo, que eventualmente llevará al "Yo" Real, que es nuestra verdad. Empero el poder de la imaginación es tan grande que las gentes no desean despertar y experimentar siquiera momentáneamente el áspero sabor que acompaña a los momentos de mayor conciencia. Tratan de ahogarlo, aun cuando su sufrimiento y desdicha en las cuestiones de la vida ordinaria sean muy grandes. Se ven personas tan fastidiadas por una cosa u otra, de las cuales podrían escapar si despertaran, que prefieren deliberadamente su fastidio antes que enfrentarse con el despertar y levantarse y salir de la taberna y ocupar el lugar que le corresponde en la caja de su propio carruaje."-Gurdjieff-Discípulos de C.M.

jueves, 29 de noviembre de 2018

Breve parábola de "El Mago y Sus ovejas"


"Hay una historia oriental que habla acerca de un mago muy rico que tenía muchas ovejas. Pero al mismo tiempo este mago era muy malvado. No quería contratar pastores ni quería levantar una cerca alrededor de la pradera donde pastaban sus ovejas. A consecuencia de esto las ovejas a menudo se perdían en el bosque, caían en cañadas y demás, y sobre todo se escapaban, porque sabían que el mago quería su carne y sus pieles.

Al fin el mago encontró un remedio. Hipnotizó a sus ovejas y les hizo creer antes que nada que eran inmortales y que no se les estaba haciendo ningún daño cuando les quitaban la piel, que, al contrario, sería muy bueno para ellas e incluso placentero.
En segundo lugar les hizo creer que el mago era un buen amo que amaba a su rebaño tanto que estaba listo para hacer cualquier cosa en el mundo por ellas y en tercer lugar les hizo creer que si algo les fuera a ocurrir no les iba a pasar absolutamente nada y por lo tanto no tenían necesidad de pensar acerca de ello o de estar preocupadas.                                                                        El mago incluso les hizo creer que eran leones, a otros que eran águilas, a otros que eran hombres, y a otros que eran también magos.
Y después de esto, todas sus preocupaciones acerca de las ovejas llegaron a su fin. Nunca más escaparon sino que tranquilamente esperaban el momento en que el mago requiriera de su carne y su piel".


De el libro "En búsqueda de lo milagrosoFragmentos de una enseñanza Desconocida" de P.D. Ouspensly, donde Gurdijieff a través de su discípulo Ouspensky narra este cuento que ilustra muchos aspectos del hombre en si mismo.
Esta parábola es como una antesala a posteriores comentarios sobre la condición humana, las religiones, el control mental a escala mundial, y lo que han representado todos los sistemas de creencias.

En esencia somos parte de un sistema de control en donde hay necesidad de "darnos cuenta" de la programación mental (condicionamiento) y de buscar al "mago". El mago puede ser una entidad política, religiosa o una autoridad externa. 
Pero el mago más poderoso es el que está instalado en cada uno de nosotros y quien nos dicta "quienes debemos de ser".

miércoles, 28 de noviembre de 2018

El viaje del héroe

En la mitología antigua, un héroe es un hombre nacido de un dios o una diosa y de un ser humano, por lo cual era considerado más que hombre y menos que dios. Hércules, Aquiles, Eneas, Ulises, Heracles, Edipo, Medea, Teseo… todos ellos y ellas tuvieron que salir a lo desconocido de un mundo ordinario para enfrentarse a los dragones y deseos del mundo ideal, una aventura que les permitió adquirir una sabiduría y un conocimiento que tendrán que compartir en su regreso de vuelta a casa.
Los antiguos griegos transcribieron las hazañas históricas en leyendas y las leyendas en grandes mitos que se narraron de generación en generación. Cuentos para niños, narraciones poéticas , filosóficas e ilustraciones artísticas, han destapado un simbolismo mitológico que se encuentra en las diversas culturas del mundo y en todas las épocas de la historia.
Todos estos héroes representan modelos de conducta de la psique humana. El afán de poder y control de estos héroes se pueden ver reflejados en la época actual, el mundo de la política y las finanzas reflejan dichos comportamientos. Incluso el cine europeo y americano ha plasmado el simbolismo mitológico en la época actual. El Señor de los anillos, Coco, Vaina, Star Wars, El guerrero pacífico, Matrix, Spiderman y casi cualquier película ilustra un viaje simbólico, un héroe, una llamada, un guardián del umbral, un mentor, aliados, enemigos, la muerte simbólica, el regreso a casa…


Joseph Campbell, mitólogo, escritor y profesor estadounidense, plasmó en su obra El héroe de las mil caras su investigación acerca de las similitudes entre las culturas orientales y occidentales en diferentes épocas de la historia. El pensamiento de Campbell estaba influenciado por grandes autores y artistas, psicólogos y antropólogos del S.XX. Hizo un uso intensivo de las teorías psicoanalistas de Sigmund Freud y más en concreto de su discípulo Carl G. Jung.
Jung estudiaba las mentes de sus pacientes y observó que en los sueños del individuo frecuentaban imágenes con las que el mismo sujeto no había tenido antes interacción en su vida real. Aparecían imágenes que se repetían en los sueños de sus pacientes, a lo que denominó arquetipos. Campbell hizo un uso intensivo de las teorías de Jung sobre la estructura de la psique humana y utilizó a menudo los arquetipos “anima/ánimus” y “consciencia del yo”.

El mito del héroe

El mito del héroe se encuentra en las más diversas culturas y también en nuestros sueños. Puede variar en cuanto a los detalles pero su estructura es similar en todas sus manifestaciones. Es un modelo universal que surgió espontáneamente en todos los grupos humanos.
Jung trata de explicar el significado psicológico que tiene este mito para un individuo en el proceso de individuación y de afirmación de su personalidad. Según Jung, todas las figuras mitológicas simbolizan la psique total, siendo el objetivo del mito del héroe tomar conciencia del ego individual, y de las propias fuerzas y debilidades.
La vida del héroe atraviesa por todas las etapas de la vida, y el logro de la madurez del hombre está representado por la muerte del héroe, cuando la amenaza de su felicidad y seguridad comienza a estar sólo en manos de él mismo.
Etapas del viaje del héroe
Tanto en las historias clásicas, épicas o no, como en el guión cinematográfico, el modelo conocido como “El viaje del héroe” satisface una estructura eficiente de narración.
  1. Mundo ordinario. El mundo real antes de empezar la historia.
  2. La llamada a la aventura. Al protagonista se le presenta un problema, desafío o aventura.
  3. Rechazo de la llamada. El miedo al cambio provoca reticencia a aceptar la llamada, una negación a salir de la zona de confort.
  4. Encuentro con un mentor o con ayuda sobrenatural. El héroe se encuentra con apoyo que le aporta información y lo entrena para responder al desafío.
  5. Primer umbral. Se abandona el mundo ordinario y se cruza el umbral hacia el mundo especial o mágico. El héroe se enfrenta a lo que se conoce como la travesía del desierto.
  6. Pruebasaliados enemigos. El héroe se encuentra todo tipo de pruebas, enemigos y aliados, lo que hace que pueda aprender las reglas de ese mundo especial.
  7. Acercamiento. El héroe va superando las pruebas en su camino.
  8. Prueba decisiva. Tiene lugar el momento más crítico, una prueba a vida o muerte.
  9. Recompensa. El héroe se ha enfrentado a la muerte y se ha sobrepuesto de su miedo, entonces llega la recompensa.
  10. El camino de regreso. El protagonista tiene que volver al mundo ordinario.
  11. Resurrección Iluminación. En el camino de vuelta, tiene lugar otra prueba decisiva en su mundo de origen, el héroe se vuelve a enfrentar a la muerte usando todo lo aprendido. Se ha completado la transformación.
  12. Regreso con el elixir. El héroe toma conciencia del conocimiento adquirido (poder) que usa para ayudar a otros en el mundo ordinario.
El viaje del héroe representa para la psique humana el proceso de individuación del que nos habla Jung. La etapas suelen ser más o menos las mismas, pero simbólicamente todo viaje tiene unas fases que superar para la individuación de la persona y la primera pasa por la separación de la madre.
Todo héroe que nace, necesita el vínculo materno para sobrevivir hasta alcanzar determinada edad. Es esta la primera barrera que el héroe debe superar para llegar a enfrentarse a la segunda gran barrera, la aceptación y el reconocimiento del padre.


De la primera barrera no pasa ni el 90% de la sociedad. ¿Cuántas personas todavía siguen vinculados emocionalmente a sus madres? A esto se le conoce como el síndrome de “mamitis”. De ese 10% que supera la primera barrera, sólo un 3-5% conseguirá superar la aceptación y reconocimiento del padre para llegar a ser un individuo que, frente a la adversidad, tendrá que ir superando sus hazañas para que la experiencia y los desafíos le conviertan en sabio héroe o heroína.
Ahora te toca a ti, querido héroe/heroína, ¿cuál es tu llamada? ¿Has reconocido ya cuál es tu mundo ordinario? ¿Has sentido alguna vez la llamada? ¿Esa sensación interna que te impulsa a salir de tu zona de confort? ¿A explorar el mundo más allá de lo conocido? ¿Has llegado a sentir la llamada pero la has rechazado por miedo? ¿Has llegado a emprender el viaje pero de pronto los cantos de sirena te han impedido seguir tu camino?
 By 

Carl Jung: Los Arquetipos y el Tarot en el psicoanálisis

Entre el inmenso legado de Carl Jung, aquel que ha pasado a la historia por sus teorías y métodos revolucionarios en el mundo de la psicología, hay un tema que sobresale y ha sido su herencia más duradera: La Teoría de los Arquetipos.
Jung busca e investiga a los arquetipos en las doctrinas de las tribus primitivas, en las doctrinas secretas esotéricas, en las religiones, en los mitos y leyendas, en los símbolos del Tarot, en las imágenes de la Alquimia y muy especialmente en los sueños, en los que se apoya para la psicoterapia.
Hay que empezar por decir que Jung pensaba que no venimos al mundo como una tabula rasa, no venimos ‘en blanco’ como planteaba Freud, el ser humano según Jung, ya nace con información y ciertas creencias por default: “no existe una sola idea o concepción esencial que no posea antecedentes históricos”. Estos antecedentes históricos llegan a nosotros inconscientemente, y otros los vamos aprendiendo por medio de mitos, leyendas y la experiencia.
Es fácil identificar diferentes tipos de patrones de conducta en los mitos y leyendas de las culturas antiguas, todas tienden a tener un mismo héroe y trama, tienden, básicamente, a repetirse. Esta continua repetición de historias con los mismos personajes y el mismo guión es lo que llamamos Arquetipos.
Algunos de ustedes pensarán, ‘ok, ok, Jung te acepto, pero ¿El Tarot? ¿En serio? Qué estás pensando, eso es pura magia y superstición.’ Bien, en esta era donde existe un rechazo general a lo que no se considera convencional, racional o científico, es bueno traer de vuelta, o mostrar ciertos temas que tienen que ver con la ‘magia’, salir de la caja de la racionalidad un momento y perderle el miedo a explorar la sabiduría ancestral.
He conocido muy pocas personas que no compartan esta pasión por descubrir los misterios que rodean nuestra existencia, a quién no le intriga intentar dilucidar alguno de estos misterios. ¿Y acaso hay mayor misterio que la mente humana? Jamás debemos cerrarnos al conocimiento sea cual sea la fuente.
Es necesario volver a creer un poco en la magia, soñar, y jamás perder la capacidad de hacerlo.
Le invito a que por un momento deje a un lado la antipatía por estos temas y acompáñeme en este viaje por la vida y teorías de Jung, para luego llegar al infravalorado mundo esotérico, específicamente trataremos el Tarot y su aplicación en el psicoanálisis, ¡sí!, emociónese. Empecemos.
Omitiré inmiscuirme en términos científicos ya que esto no tiene el carácter de ser una investigación meramente científica, sino de divulgación para el conocimiento del público en general. No es mi propósito buscar ningún tipo de reconocimiento por este texto, y es que, quien nada tiene que ganar ni nada que perder, tiene las mejores cosas que decir.
Carl Jung

Carl Jung y los Arquetipos: Preludio

Carl Gustav Jung nace un 26 de julio de 1875 en una pequeña localidad de Suiza llamada Kessewil. Desde pequeño se manifestó su interés por la metafísica, alquimia, eventos paranormales, y las tragedias griegas. Aprendió lenguas antiguas como el sánscrito, y así llegó al conocimiento oriental leyendo los sagrados libros hindúes y practicando el I-Ching.
A pesar de escoger la arqueología como primera opción de carrera, llega la psicología influido por el famoso neurólogo Kraft-Ebing y los sucesos sobrenaturales de su vida. Sucesos que le llevaron a escribir su tesis ‘Acerca de la psicología y patología de los llamados fenómenos ocultos’.
Luego de graduarse se estableció en el Hospital Mental de Burghoeltzli en Zurich bajo la tutela de Eugene Bleuler, padre y conocedor relevante de los estudios sobre la esquizofrenia. En 1903, se casa con Emma Rauschenbach. En aquel tiempo, también dedicó parte de su tiempo a dar clases en la Universidad de Zurich y mantenía una consulta privada. Fue aquí donde inventó la técnica de la asociación de palabras.
Siendo un fanático de Freud, su sueño era conocerlo, el tan ansiado encuentro se daba en Viena en 1907. Cuenta la leyenda que el impacto que provocó Jung en Freud hizo que éste cancele todas sus citas del día y así poder continuar la tertulia, la misma que se extendería ¡por 13 horas! Eventualmente, Freud consideró a Jung su sucesor en el psicoanálisis y su mano derecha.
Generalmente se piensa que Carl Jung fue un discípulo de Freud, craso error, craso error; Jung sería más cercano a un colaborador y colega, que a un discípulo… Cuando los dos se conocieron, Jung ya poseía estudios anteriores de psicoanálisis, y sus propias teorías que compartió y debatió con Freud.
Ya que entramos en el tema, por qué no aprovechamos para mencionar las…:

Diferencias Fundamentales entre Freud y Jung:

Freud vs Jung
Freud vs Jung
La psicología de Jung se basa en la desilusión que le provocaba el racionalismo científico – lo que él llama “el espíritu de los tiempos” – y en el transcurso de muchos encuentros quijotescos con su propia alma y con otras figuras interiores, viene conocer y apreciar “el espíritu de las profundidades”, un campo que deja espacio para la magia, la coincidencia y las metáforas mitológicas entregados por los sueños-1, ojo, que esto no significa que lo negara o no aplicara el racionalismo, pero le sirvió para intentar buscar nuevas formas de terapia psicoanalítica.
Quizá la mayor diferencia entre los dos fue la forma de definir al inconsciente, para Freud, como sabemos, se basa en las pulsiones primigenias y aquellas emociones reprimidas del ser humano cuyo único motor es la energía llamada libido, la cual es exclusivamente de naturaleza sexual. Jung, por su parte, pensaba que en el inconsciente se encuentra aquello que hace del hombre un ser creativo y aquello que lo hace buscar el autodesarrollo y su evolución psíquica, admite que la libido está presente, por supuesto, actuando como una energía creativa y creadora.
Freud divide al aparato psíquico en consciente, preconsciente e inconsciente. Para Jung existe el inconsciente personal o individual e inconsciente colectivo. Para entender los dos tipos de inconscientes propuestos por Jung, citaré la forma que él tenía para describirlo:
La mente consciente es la parte visible de una isla, el inconsciente del individuo es la parte sumergida de la isla y el inconsciente colectivo, común a todos los seres humanos, es el océano a su alrededor.
‘El Inconsciente Colectivo, a diferencia del Inconsciente Personal, alberga no solo contenidos de la experiencia personal sino que se le añaden contenidos referidos a instintos, impulsos naturales o adquisiciones de orden colectivo, o sea predisposiciones compartidas por toda la humanidad más allá de la diferencias históricas y culturales.’1
Freud habla de tres estadios psíquicos: El Ello, El yo y El superyó. El ‘yo’ actúa como mediador entre El Ello y Superyó. Mientras Jung identificaba solamente al ‘yo’, debatiéndose entre el inconsciente personal y el inconsciente colectivo.
El objetivo del método de Freud era fortalecer al “yo” sobre las otras dos y así desarrollar dos objetivos limitativos; amar y trabajar. En cambio para Jung el ‘yo’ era algo imperfecto y lo que buscaba era la evolución del ‘yo’ al ‘self’ (sí mismo), la totalidad, la cumbre del desarrollo psíquico humano.
Para llegar a este ‘self’, Jung proponía vencer los complejos que poseemos. Complejos que para Jung eran el origen de toda perturbación mental, y descubrió analizando la mitología ancestral, y aplicándola a las terapias y los sueños de sus pacientes. Estudiando los complejos encontró que en la psique existen estructuras y patrones ancestrales que denominó arquetipos, éstos emanan del inconsciente colectivo. Entre los muchos arquetipos que encontró identificó 5 principales que son: ánima, ánimus, sombra, persona, sí-mismo (self).
  • La Persona: La cara que se presenta al mundo
  • La sombra: La parte de nosotros no reconocida pero que sin embargo, existe
  • El Self: La conjunción armónica del ‘yo’ y el todo.
  • El Anima: La imagen femenina en la psique masculina
  • El Animus: La imagen masculina en la psique femenina
Ahora sí, entremos finalmente en el maravilloso mundo de los arquetipos.

Carl Jung y los Arquetipos

(Léase con voz de narrador de Looney Toones, o, en su defecto, si es muy joven para recordar a Bugs Bunny y sus amigos; léase con voz de narrador de Bob Esponja la cual es una parodia de la voz de Jacques Cousteau, investigue)
Por supuesto antes que nada tengo que recomendarle la lectura de ‘Arquetipos e Inconsciente Colectivo’ de Carl Jung, qué mejor forma de leer sobre Arquetipos que de las palabras del mismo Jung.
 “El arquetipo es una tendencia a formar tales representaciones de un motivo –representaciones que pueden variar mucho en el detalle sin perder un patrón básico… Son de hecho una tendencia instintiva (…) Es esencial insistir que no son meros conceptos filosóficos. Son pedazos de la vida misma –imágenes que están integralmente conectadas al individuo a través del puente de las emociones- «No se trata, pues, de representaciones heredadas, sino de posibilidades heredadas de representaciones. Tampoco son herencias individuales, sino, en lo esencial, generales, como se puede comprobar por ser los arquetipos un fenómeno universal»”. Carl Jung, El hombre y sus símbolos.
¿Entendiste? ¿No? Entonces pongámoslo así: Los arquetipos son nuestra herencia psíquica; roles y patrones que la sociedad acepta y realiza inconscientemente. Los percibimos a través de sus manifestaciones simbólicas.
¿Tampoco? Bueno, alguna de estas definiciones te convencerá:
Arquetipo son los contenidos del inconsciente colectivo. Jung también les llamó dominantes, imagos, imágenes primordiales o mitológicas y otros nombres, pero el término arquetipo es el más conocido.
Arquetipos son una tendencia innata (no aprendida) a experimentar las cosas de una determinada manera.
Jung llamó arquetipos a las ideas en común que comparte la humanidad, indistintamente del credo o cultura; ya sea la creencia en determinados seres mitológicos, o la aberración hacia el incesto, por citar dos ejemplos.
Los arquetipos vendrían a ser las representaciones milenarias del inconsciente colectivo.
Un arquetipo puede ser ampliamente definido como un tipo de persona o conducta, ya que puede dividirse en dos subcategorías.
  • La primera, los estereotipos, se refieren a un tipo de personalidad o conducta que se observa en muchas ocasiones y aplicados de manera rutinaria (esto tiende a suceder con los adolescentes y jóvenes),
  • y el segundo se refiere a la ejemplificación de una personalidad o comportamiento.2
arquetipos carl jung
Entre las grandes pasiones de Jung se encontraba el mundo onírico,  siempre le llamó la atención el significado que podría existir en los sueños. Socializaba sus sueños a su familia y amigos pero jamás encontraba respuesta concreta que le satisfaga. Pasó muchos años presa de este enigma, hasta que a partir de la Primera Guerra Mundial empezó a anotar sus sueños, fantasías y visiones, los dibujaba, pintaba y esculpía, todo esto fue recopilado en el ahora famoso Libro Rojo de Jung. Se dio cuenta que sus experiencias tendían a tomar formas humanas, empezando por un anciano sabio y su acompañante, una niña pequeña. El anciano sabio evolucionó, a través de varios sueños, hasta una especie de gurú espiritual. La niña pequeña se convirtió en “anima”, el alma femenina, que servía como medio de comunicación entre el hombre y los aspectos más profundos de su inconsciente.
Existe una anécdota, entre muchas, de cómo Jung aprendió a interpretar sus sueños y llegó a predecir la WW II: Empieza con un duende marrón que apareció como celador de la entrada al inconsciente. Era “la sombra”, una compañía primitiva del Yo de Jung. Jung soñó que tanto él como el duende, habían asesinado a la preciosa niña rubia, a la que llamó Siegfrieda. Para él, esta escena representaba una precaución con respecto a los peligros del trabajo dirigido solo a obtener la gloria y el heroísmo que prontamente causaría un gran dolor sobre toda Europa. Este dolor era la Segunda Guerra Mundial.
Fue así, como se empezaron a dilucidar para él los arquetipos y el significado de los sueños, y cómo los arquetipos se comunicaban a través del inconsciente.
Existen ciertas experiencias que demuestran los efectos del inconsciente colectivo más claramente que otras. La experiencia de amor a primera vista, el déjà vu (el sentimiento de haber estado anteriormente en la misma situación) y el reconocimiento inmediato de ciertos símbolos y significados de algunos mitos, se pueden considerar como una conjunción súbita de la realidad externa e interna del inconsciente colectivo. Otros ejemplos que ilustran con más amplitud la influencia del inconsciente colectivo son las experiencias creativas compartidas por los artistas y músicos del mundo en todos los tiempos, o las experiencias espirituales de la mística de todas las religiones, o los paralelos de los sueños, fantasías, mitologías, cuentos de hadas y la literatura. 3
Un ejemplo interesante que actualmente se discute es la experiencia cercana a la muerte. Parece ser que muchas personas de diferentes partes del mundo y con diferentes antecedentes culturales viven situaciones muy similares cuando han sido “rescatados” de la muerte clínica. Hablan de que sienten que abandonan su cuerpo, viendo sus cuerpos y los eventos que le rodean claramente; de que sienten como una “fuerza” les atrae hacia un túnel largo que desemboca en una luz brillante; de ver a familiares fallecidos o figuras religiosas esperándoles y una cierta frustración por tener que abandonar esta feliz escena y volver a sus cuerpos. Quizás todos estamos “programados” para vivir la experiencia de la muerte de esta manera.

Empecemos revisando los arquetipos que Jung identificó como principales:

La Sombra

La Sombra: representa la parte negativa del sujeto, el inconsciente reprimido. La sombra es la parte de nosotros que no podemos destruir. Nuestro lado que tenemos que confrontar y reconfortar.
En la teoría jungniana también hay espacio para el sexo y los instintos. Éstos forman parte del arquetipo llamado la sombra. Viene de nuestro pasado pre-humano y animal, cuando nuestras preocupaciones se limitaban a sobrevivir y a la reproducción, y cuando no éramos conscientes de nosotros como sujetos.
La sombra es amoral; ni buena ni mala, como en los animales. Un animal es capaz de cuidar calurosamente de su prole, al tiempo que puede ser un asesino implacable para obtener comida. Simplemente lo hace, no lo escoge, es su “naturaleza”, es “inocente”. Pero desde nuestra perspectiva humana, el mundo animal nos parece brutal, inhumano; por lo que la sombra se vuelve aquel lado de aquellas partes de nosotros que no asimilamos, o nos da vergüenza y miedo admitirlas.
Los símbolos de la sombra incluyen la serpiente (como en el Jardín del Edén), el dragón, los monstruos y demonios. Usualmente guarda la entrada a una cueva o a una piscina de agua, que representarían el inconsciente colectivo. Cuando te sueñes en conflicto con alguno de estos elementos, e inclusive alguna representación de un ser majestuoso, recuerda que puede ser una manifestación de tu inconsciente advirtiéndote que estás luchando contigo mismo.

La Persona

‘La persona representa nuestra imagen pública. La palabra, obviamente, está relacionada con el término persona y personalidad y proviene del latín que significa máscara. Por tanto, la persona es la máscara que nos ponemos antes de salir al mundo externo. Aunque se inicia siendo un arquetipo, con el tiempo vamos asumiéndola, llegando a ser la parte de nosotros más distantes del inconsciente colectivo.
En su mejor presentación, constituye la “buena impresión” que todos queremos brindar al satisfacer los roles que la sociedad nos exige. Pero, en su peor cara, puede confundirse incluso por nosotros mismos, de nuestra propia naturaleza. Algunas veces llegamos a creer que realmente somos lo que pretendemos ser.’

Anima y Animus

El Anima y el Animus. Anima: representa la parte femenina (Eros) presente en el hombre y generalmente reprimida por él. Su inversa es el Animus (Logos) o parte masculina presente en las mujeres.
Una parte de la persona es el papel masculino o femenino que debemos interpretar. Para la mayoría de los teóricos, este papel está determinado por el género físico. Pero, al igual que Freud, Adler y otros, Jung pensaba que en realidad todos nosotros somos bisexuales por naturaleza. Cundo empezamos nuestra vida como fetos, poseemos órganos sexuales indiferenciados y es solo gradualmente, bajo la influencia hormonal, cuando nos volvemos machos y hembras. De la misma manera, cuando empezamos nuestra vida social como infantes, no somos masculinos o femeninos en el sentido social. Casi de inmediato (tan pronto como nos pongan esas botitas azules o rosas, nos compren una figura de acción o una barbie), nos desarrollamos bajo la influencia social, la cual gradualmente nos convierte en hombres y mujeres.
En todas las culturas, las expectativas que recaen sobre los hombres y las mujeres difieren. Estas están basadas casi en su totalidad sobre nuestros diferentes papeles en la reproducción y en otros detalles que son casi exclusivamente tradicionales. En nuestra sociedad actual, todavía retenemos muchos remanentes de estas expectativas tradicionales. Todavía esperamos que las mujeres sean más calurosas y menos agresivas; que los hombres sean fuertes y que ignoren los aspectos emocionales de la vida. Pero Jung creía que estas expectativas significaban que solo hemos desarrollado la mitad de nuestro potencial.
El anima es el aspecto femenino presente en el inconsciente personal de los hombres y el animus es el aspecto masculino presente en el inconsciente personal de la mujer. Unidos se les conoce como syzygy. El anima puede estar representada (personificada) como una joven chica, muy espontánea e intuitiva, o como una bruja, o como la madre tierra. Usualmente se asocia con una emocionalidad profunda y con la fuerza de la vida misma. El animus puede personificarse como un viejo sabio, un guerrero, o usualmente como un grupo de hombres, y tiende a ser lógico, muchas veces racionalista e incluso argumentativo.
Jung sobre el Anima: (En el hombre) existe un imago no sólo de la madre sino de la hija, la hermana, la amada, la diosa celestial y la diosa infernal. cada madre y cada amada está obligada a convertirse en portadora y encarnación esta imagen omnipresente y eterna, que corresponde a la realidad más profunda de un hombre. A él le pertenece esta peligrosa imagen de Mujer; ella representa la lealtad, a la cual el debe a veces renunciar en beneficio de la vida; ella es la muy necesaria compensación por los riesgos, esfuerzos, sacrificios que terminan en desilusión; ella es el consuelo de todas las amarguras de la vida. Y, al mismo tiempo, es la gran ilusionista, la seductora, que lo arroja a la vida con su Maya -y no sólo a los aspectos razonables y útiles de la vida, sino a sus terribles paradojas y ambivalencias donde el bien y el mal, el éxito y la ruina, la esperanza y la desesperación, se contrapesan entre sí. Ya que ella constituye su mayor peligro, ella exige lo mejor del hombre, y si él lo posee, ella lo recibirá.
Jung sobre el Animus: La mujer es compensada con un elemento masculino, y, por lo tanto, su inconsciente tiene, como quien dice, un sello masculino. Esto resulta en una considerable diferencia psicológica entre el hombre y la mujer, y por consiguiente, he llamando animus, que significa mente o espíritu, al factor proyectivo en la mujer. El animus corresponde al Logos paterno, así como el anima corresponde al Eros materno.
El animus es el depósito, por así decirlo, de todas las experiencias ancestrales de hombre que tiene la mujer (y no sólo eso, también es un ser creador y procreador, no en sentido de la creatividad masculina, sino en cuanto a que genera lo que podríamos llamar…la palabra espermática.
Al igual que el anima, el animus tiene también un aspecto positivo. A través de la figura del padre, expresa no sólo opiniones convencionales, sino también lo que llamamos “espíritu”, ideas filosóficas o religiosas en particular, o más bien la actitud resultante de ellas. Así, el animus es un psicopompo, un mediador entre lo consciente y lo inconsciente y la personificación de este último.
El anima y el animus son los arquetipos a través de los cuales nos comunicamos con el inconsciente colectivo en general y es importante llegar a contactar con él. Es también el arquetipo responsable de nuestra vida amorosa: como sugiere un mito griego, -que llegó a mí gracias a un sujeto llamado Taty quien respondía mails en la edición argentina del manga I”S de Masakazu Katsura- estamos siempre buscando nuestra otra mitad; esa otra mitad que los dioses nos quitaron, en los miembros del sexo opuesto. Cuando nos enamoramos a primera vista, nos hemos topado con alguien con quien hemos podido proyectar nuestro arquetipo anima o animus particularmente bien.
Jung distinguió cuatro etapas esenciales del desarrollo del anima y del animus.
Etapas del Anima: Eva, Helena, María y Sofía.
– Eva (La Madre): es un aspecto que deja al hombre reducido al papel de hijo, aniñado y dependiente.
– Helena (La Mujer Seductora): Responde a la fantasía del ideal sexual. En su aspecto negativo, es la imagen de La femme fatal, que seduce y atrapa (símbolo de la vagina dentada)
– María (El Hada): Es la imagen de la mujer etérea, incorpórea e intangible; Es el ideal de dulzura, belleza y suavidad, y está relacionado en el hombre a la irrupción de los mundos emocionales; aspecto que suele aparecer en la crisis de la mediana edad, junto con la necesidad de expresar facetas artísticas y una mayor sensibilidad.
– Sofía (La Sacerdotisa): Es la imagen relacionada al ser o guía interior y la búsqueda de propósito  y  trascendencia.2
Etapas del Animus: Hércules, Apolo, Sacerdote, Hermes.
La primera etapa vendría representada como personificación del poder físico, el hombre musculoso o el atleta. Su simbolismo recaería en Hércules.
En la segunda etapa el Animus posee iniciativa, es capaz de realizar actos premeditados, existiendo un deseo de independencia y un desarrollo intelectual, económico y profesional: Apolo.
Como tercera etapa se produce una transformación en la palabra, figurándose como profesor o sacerdote.
Y finalmente, como última y más elevada manifestación se alcanzaría por parte del Animus la encarnación del significado, constituyéndose en el mediador entre consciente e inconsciente: Hermes.3

El Self

El self como hemos mencionado antes, es la totalidad, diríamos que el arquetipo mayor, equivalente al nirvana budista. El Self representa la trascendencia de todos los opuestos, de manera que cada aspecto de nuestra personalidad se exprese de forma equitativa. Por tanto, no somos ni masculinos ni femeninos; somos ambos; lo mismo para el Yo y la sombra, para el bien y el mal, para lo consciente y lo inconsciente, y también lo individual y lo colectivo (la creación en su totalidad). Y por supuesto, si no hay opuestos, no hay energía y dejamos de funcionar. Evidentemente, ya no necesitaríamos actuar.
Si intentamos alejarnos un poco de las consideraciones místicas, sería recomendable que nos situáramos en una postura más centralista y equilibrada de nuestra psique. Cuando somos jóvenes, nos inclinamos más hacia el ‘Yo’, así como en las trivialidades de la persona. Cuando envejecemos, claro, si envejecemos ‘sabiamente’, nos dirigimos hacia consideraciones más profundas sobre el self y nos acercamos más a la sociedad, la comunidad, hacia la vida y hacia el mismo universo. La persona que llega al self no conoce el ego.
Y ahora como bonus track, revisaremos el Arquetipo favorito de Jung:

El Mandala

Mandala
El Mándala: representación de la armonía perfecta de los opuestos, su integración total en el psiquismo. Según Jung, el presente y el futuro existen simultáneamente y conforman una totalidad.  Esta totalidad seria la memoria de la humanidad y el alma del universo, una súper conciencia cósmica a la cual todo está ligado.
Para Jung el Mandala expresa a la deidad (dios) o al self (mandala no es lo mismo que self, solo una representación), representa el arquetipo del orden interior. Se manifiesta en los sueños cuando hay la necesidad de orden en la vida, la búsqueda de un centro que no es el ego, sino la totalidad, aquella totalidad llamada self. El ego es simplemente una parte de la personalidad, en el centro del Mandala se representa la personalidad completa. Jung lo consideraba el arquetipo principal.
La personalidad completa del ser no se trata de buscar la perfección, no, aquí se trata de encontrar tu totalidad, asimilar tu divinidad, tu numinosidad. ¿Tu qué? ¡Numinosidad!, sí, numinosidad, repítela hasta que pierda sentido. Es hermosa. Ah, esta palabrita, de las favoritas de Jung y mías. Numinosidad viene de numen, palabra que tiene dos significados:
1.- Numen: Deidad o divinidad que adoran los gentiles.
2.- Numen: Inspiración del artista. (Útil especialmente para quienes buscan el ‘masculino’ de musa)
La numinosidad, según Jung, es una cualidad esencial de los arquetipos; aquel carácter sagrado que poseen, la fuerza, el reconocer en ellos una entidad real. Jung sobre esto, muy poéticamente diría: “Para los alquimistas [los arquetipos] eran semillas de luz transmitidas en el caos… el proyecto germinal de un mundo por venir… Uno tendría que concluir a partir de estas visiones alquímicas que estos arquetipos tienen cierto resplandor, o cuasi-conciencia, y esa numinosidad contiene luminosidad”
Es por esta numinosidad que Jung trata a los arquetipos y al inconsciente como un ente propio, a pesar de carecer de forma en sí mismo, actúa como un agente organizador, o un agente del caos, sobre las cosas que hacemos. Ej: Al principio, el bebé solo quiere algo de comer, sin saber lo que quiere. Es decir, presenta un anhelo indefinido que, no obstante, puede ser satisfecho por algunas cosas y no por otras. Más tarde, con la experiencia, el bebé empieza a anhelar cosas más concretas cuando tiene hambre (un biberón, una galleta, una langosta a la brasa, un pedazo de pizza de $2.50 con una salsa verde indescifrable). La numinosidad los hace una deidad capaz de poseer y controlar a su usuario. Pueden dejarte estancado en una sola historia y no avanzar jamás. Por esto Jung aconseja conocer a tus complejos, confrontarlos, derrotarlos y avanzar.
Autor: Fausto Ribadeneira aka Fausto Rocks Yeah, de Ecuador pa’l Mundo.