sábado, 1 de diciembre de 2018

LA PARÁBOLA DEL CABALLO, EL CARRUAJE Y EL COCHERO


Texto de Ouspensky 
 [...] en comparación oriental del hombre con un carruaje, un caballo, un cochero y un amo, y volviendo al esquema, añadió:

—El hombre es una organización compleja. Está  formado de cuatro partes que pueden estar conectadas, no conectadas, o mal conectadas. El  carruaje está conectado al caballo por las varas, el caballo al cochero por las riendas, y el cochero a su amo por -la voz de su amo. Pero el cochero debe oír y comprender la voz del amo, debe saber cómo  conducir; y el caballo debe estar adiestrado a obedecer a las riendas. En cuanto a la relación del caballo con el carruaje, debe estar correctamente enganchado. De esta manera, entre las cuatro partes de esta compleja organización existen tres relaciones, tres conexiones. Si una sola de ellas presenta algún defecto, el conjunto no  puede funcionar como  un todo. Las conexiones entonces no son menos importantes que »los cuerpos». Al trabajar sobre sí mismo, el hombre trabaja simultáneamente sobre los «cuerpos» y  sobre las «conexiones». Pero se trata de dos clases de trabajo. "El trabajo sobre sí debe comenzar por el cochero. El cochero es el intelecto. A fin de poder oír la voz del amo, ante todo el cochero no debe  estar dormido —  se debe despertar. Luego, puede suceder que el amo hable un lenguaje que  el cochero no comprenda. El cochero debe aprender este lenguaje. Cuando lo sepa, comprenderá a su amo. Pero esto no basta, debe también aprender a conducir el caballo, a engancharlo, a alimentarlo, a cuidarlo, y a mantener bien el carruaje — porque no serviría de nada  el que comprenda a su amo, si no está en condiciones de hacer algo. El amo  da la orden de partida. Pero el cochero es incapaz de marchar porque no ha alimentado al caballo, no  lo ha enganchado, y no sabe dónde están las riendas. El caballo representa las emociones.  El carruaje es el cuerpo. El intelecto debe aprender a gobernar las emociones. Las emociones siempre arrastran al cuerpo. Este es el orden en que se debe llevar el trabajo sobre sí. Pero fíjense bien: el trabajo sobre los «cuerpos», es decir sobre el cochero, el caballo  y el carruaje, es una cosa. Y el trabajo sobre las «conexiones», es decir, sobre la «comprensión del cochero» que lo une a su amo, sobre las «riendas» que lo conectan al caballo, sobre  las «varas» y los «arneses» que conectan el carruaje con el caballo — es algo totalmente diferente. "Sucede a veces que los cuerpos están en excelente estado, pero que las «conexiones» no se establecen. Entonces, ¿de qué sirve toda la organización? Como  sucede con los cuerpos no desarrollados, la organización total es entonces inevitablemente gobernada  desde abajo.  En otras palabras: no por la voluntad del amo, sino por accidente. [...]
Cap V del libro: Fragmentos de una enseñanza desconocida. Ouspensky -- Pag 75 en mi versión en Pdf.

Para comprender esta analogía, observemos las partes del cuento, que demuestran muy a las claras y de manera muy simple al hombre en su esencia y su poca consciencia acerca de un Yo Superior, un Yo Real, desde el cuál parte su verdadero potencial como ser humano. He elegido el siguiente texto por lo sencillo que resulta su comprensión.
"Hablando del estado interior del hombre mecánico, Gurdjieff hizo muchas analogías. En alguna ocasión comparó el estado interior de un hombre con un Carruaje, el Caballo y el Cochero —y subrayó la importancia de pensar en el significado de esas tres cosas distintas en el Hombre—. Lo importante en esta analogía es que esas tres cosas distintas no están en relaciones correctas unas con otras. El Cochero no está en la caja: el Caballo no está alimentado en debida forma, sus arneses no están bien enganchados al Carruaje: y el Carruaje mismo está en malas condiciones. "¿Cuál, preguntó una vez Gurdjieff, es la razón de todo esto? La razón es que el Cochero está sentado en una taberna gastando su dinero en bebidas y no da alimento a su Caballo ni presta el debido cuidado al Carruaje. Con el fin de cambiar este orden de cosas —dijo G, es necesario que el Cochero reciba un choque que lo despierte."Ahora bien, la interpretación de esta analogía o parábola puede ser encarada desde diferentes lados, algunos de los cuales ya fueron explicados. Esta noche me ocuparé en especial del punto que el Cochero, después de haberse dado cuenta de su estado, tendrá que trepar eventualmente a la caja del Carruaje —esto es, debe elevarse en su nivel para llegar a un lugar de control—. Pero es preciso comprender primero que es posible encarar el despertar del Cochero en muchas etapas. Hay que sacudirlo para que despierte de su borrachera, y luego debe levantarse y salir de la esfera de la taberna, y después observar el Caballo, y luego el Carruaje, y así sucesivamente. Después de ocuparse del Caballo y el Carruaje debe trepar a la caja y finalmente asir las riendas y conducir el Carruaje de la mejor manera que pueda. Como es sabido la parábola prosigue diciendo que si realiza todas estas cosas un cuarto factor quizás aparezca en escena —es decir, el Amo tal vez se halle sentado en el Carruaje y dando órdenes al Cochero indicándole a dónde debe ir. Pero, se agrega; el Amo nunca podrá sentarse en el Carruaje a menos que el Cochero esté en la caja y se haya apoderado de las riendas y haya hecho lo posible tanto para el Caballo como para el Carruaje. Esta parábola trata en realidad de todo el objeto del Trabajo. El objeto que se propone el Trabajo es el de alcanzar el "Yo" Real en uno mismo —a través de la larga senda interior que pasa por uno mismo, a través del Recuerdo de Sí y el trabajo sobre sí. El "Yo" Real es el verdadero Amo en la parábola. Nos enseñan que tal como somos no tenemos "Yo" Real ni tenemos estabilidad interior y nunca conocemos lo que en realidad debemos hacer. En nuestro presente estado primero un "Yo" se hace cargo de nosotros y luego otro "Yo". Nuestro estado es comparable al que está representado en la parábola de la Torre de Babel. Según esa parábola, aparentemente hemos gozado en otro tiempo de unidad interior pero algo falló y la multiplicidad apareció —a saber, en lugar de ser uno llegamos a ser muchos—. En general, nuestro Ser es definido en el Trabajo por la multiplicidad para distinguirlo del Ser de un Hombre Consciente. Somos una multitud de diferentes "Yoes" que tiran de diferentes direcciones, todos con su propia voluntad de sí, y lo que llamamos grandiosamente nuestra voluntad no es sino la resultante de todas esas diferentes voluntades. Así nuestra tarea es la de lograr la unidad, y ni un solo "Yo" que conocemos o podemos observar al presente tiene la suficiente fuerza para darnos esta unidad y ordenar y subordinar todos los demás "Yoes" en un todo. Sin embargo, podemos formar sustitutos para el "Yo" Real que, empezando con el "Yo" Observante, son llamados en una secuencia ascendente de importancia y poder Mayordomo Delegado Y Mayordomo. Mucha fortuna es tener un Mayordomo Delegado que se ocupe de los asuntos de nuestro hogar y aún más si se logra alcanzar el nivel en que el Mayordomo controla los asuntos. Pero más allá del Mayordomo está el Amo o "Yo" Real, cuyo logro es la principal de todas las metas. Vemos en la parábola del Caballo, el Carruaje y el Cochero que no hay probabilidad alguna de alcanzar el nivel donde existe el Amo o "Yo" Real o de oír su voz y recibir las instrucciones referentes a lo que debemos hacer con nuestra vida o no ser que despierte primero de su sueño, del sopor en el que todos estamos sumergidos, que es representado por el Cochero sentado en la taberna sumido en el sueño de su borrachera. La primera tarea es, pues, la de despertar al Cochero porque a menos que esto tenga lugar nadie se ocupará del caballo, ni tampoco del Carruaje. Se puede decir que el Carruaje representa el cuerpo y la gente piensa que basta empezar con el cuerpo, pero no es así —en efecto, puede sumir al Cochero en un sueño más profundo.
—. ¿Cuál es el método empleado por el Trabajo para despertar al Cochero y la naturaleza del choque que se debe dar? Si el Cochero se da cuenta que está dormido suele ser suficiente para que despierte. ¿Con qué se ha emborrachado? Una de las cosas es la imaginación. Estamos ebrios de imaginación. He oído decir en el Trabajo que hubo un tiempo en que la humanidad sobre la Tierra progresaba demasiado rápidamente en relación con la velocidad del desarrollo de la Luna y la Tierra y tenía que ser demorada. El Superintendente llamó al Ingeniero en jefe y le explicó en qué consistía la dificultad. De resultas de ello se dio al Hombre la imaginación. Entonces desde aquella época todo anduvo sin dificultad alguna. Lo imaginario reemplazó a lo real. Como es sabido, el Trabajo se refiere al "Yo" Imaginario. El Hombre cree poseer un "Yo" Real tal como es, del mismo modo que imagina ser plenamente consciente. Cree ser un individuo verdadero, que no experimenta cambio alguno, que es permanente, dotado de plena voluntad y plena conciencia. No tiene "Yo" Real sino su imaginación que crea el "Yo" Imaginario en él. Se oculta a sí mismo su extremada debilidad interior por medio de la imaginación. Ahora bien, si un hombre se da cuenta que no tiene "Yo" Real, ni Voluntad Real, que todo cuanto ha sentido y pensado a este respecto sobre sí mismo es simplemente llamado "Yo" Imaginario, entonces puede despertar de su ebriedad en la taberna donde gasta su dinero en imaginaciones. Este es un aspecto de la posición del Hombre desde el punto de vista esotérico.Tengamos presente que el problema del esoterismo es siempre el mismo —a saber, cómo despertar al Hombre de su estado de sueño y hacer que se dé cuenta que está dormido—. La enseñanza esotérica no sólo considera al Hombre como un ser aún no consciente, sino como un ser que se ha embriagado con su imaginación y derrocha su fuerza en la falsedad y la violencia. Se ve entonces la necesidad de iniciar esta enseñanza con la observación de nuestro sueño. Todas las formas de enseñanza son completamente inútiles a menos que el Cochero despierte. Es fácil ver la razón de este orden de cosas. La enseñanza impartida a un hombre que está bebiendo en una taberna sólo será recibida por su imaginación y aumentará su estado de sueño. Si se le dice que es un ángel de los Cielos lo creerá y beberá más que nunca. Por cierto esto aumentará su estado de sueño, su estado de imaginación. Muchas buenas personas se entregan a esta forma de bebida. Desdichadamente hay muchas otras clases de enseñanza cuyo fin es producir este efecto —es decir, las seudo-enseñanzas que sólo acrecientan la imaginación—. En el Trabajo, empero, no nos dan nada que pueda alimentar lo que imaginamos acerca de nosotros mismos, sino todo lo contrario. En esta enseñanza no encontré nada de lisonjero. No es ninguna lisonja, por ejemplo, el que nos digan que somos máquinas que carecen de "Yo" Real, que no somos sino retratos de nosotros mismos, que lo que llamamos "Yo" es sólo imaginación, que carecemos de Voluntad Real, que somos una masa de contradicciones que nada advierte debido a la enorme cantidad de topes y las diferentes formas e almohadillas que tenemos, que aun no somos conscientes, y así en lo sucesivo. No es agradable el que nos digan que somos mecánicos, tan sólo máquinas, y que nada hacemos conscientemente. Pero esta clase de enseñanza no tiende a prolongar nuestro sueño en la taberna si la valoramos y la aplicamos a nosotros mismos. Cuando nos damos cuenta, aun en pequeñísimo grado, que somos mecánicos, y que esa máquina, sobre la que se cierne el "Yo" Imaginario, hace todo —experimentamos un choque. Ese choque tal vez no sea otra cosa al comienzo que un sentimiento de inquietud por no ser lo que hasta ahora suponíamos ser. Con todo, aun ese sentimiento es el comienzo del despertar y se acrecentará si lo nutrimos porque es la verdad. Todo despertar tiene un sabor amargo —como retornar a la escuela—. Ahora bien, cuando un hombre despierta del sueño empieza hasta cierto punto a recordarse a sí mismo, no a su "Yo" Imaginario, sino algo más profundo, que eventualmente llevará al "Yo" Real, que es nuestra verdad. Empero el poder de la imaginación es tan grande que las gentes no desean despertar y experimentar siquiera momentáneamente el áspero sabor que acompaña a los momentos de mayor conciencia. Tratan de ahogarlo, aun cuando su sufrimiento y desdicha en las cuestiones de la vida ordinaria sean muy grandes. Se ven personas tan fastidiadas por una cosa u otra, de las cuales podrían escapar si despertaran, que prefieren deliberadamente su fastidio antes que enfrentarse con el despertar y levantarse y salir de la taberna y ocupar el lugar que le corresponde en la caja de su propio carruaje."-Gurdjieff-Discípulos de C.M.

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