Texto de Ouspensky
—El hombre es una organización compleja. Está
formado de cuatro partes que pueden estar conectadas, no conectadas, o
mal conectadas. El carruaje está conectado al caballo por las varas, el
caballo al cochero por las riendas, y el cochero a su amo por -la voz de su
amo. Pero el cochero debe oír y comprender la voz del amo, debe saber cómo
conducir; y el caballo debe estar adiestrado a obedecer a las riendas. En
cuanto a la relación del caballo con el carruaje, debe estar correctamente
enganchado. De esta manera, entre las cuatro partes de esta compleja organización
existen tres relaciones, tres conexiones. Si una sola de ellas presenta algún
defecto, el conjunto no puede funcionar como un todo. Las
conexiones entonces no son menos importantes que »los cuerpos». Al trabajar
sobre sí mismo, el hombre trabaja simultáneamente sobre los «cuerpos» y
sobre las «conexiones». Pero se trata de dos clases de trabajo. "El
trabajo sobre sí debe comenzar por el cochero. El cochero es el intelecto. A
fin de poder oír la voz del amo, ante todo el cochero no debe estar
dormido — se debe despertar. Luego, puede suceder que el amo hable un
lenguaje que el cochero no comprenda. El cochero debe aprender este
lenguaje. Cuando lo sepa, comprenderá a su amo. Pero esto no basta, debe
también aprender a conducir el caballo, a engancharlo, a alimentarlo, a
cuidarlo, y a mantener bien el carruaje — porque no serviría de nada el
que comprenda a su amo, si no está en condiciones de hacer algo. El amo
da la orden de partida. Pero el cochero es incapaz de marchar porque no
ha alimentado al caballo, no lo ha enganchado, y no sabe dónde están las
riendas. El caballo representa las emociones. El carruaje es el cuerpo.
El intelecto debe aprender a gobernar las emociones. Las emociones siempre
arrastran al cuerpo. Este es el orden en que se debe llevar el trabajo sobre
sí. Pero fíjense bien: el trabajo sobre los «cuerpos», es decir sobre el
cochero, el caballo y el carruaje, es una cosa. Y el trabajo sobre las
«conexiones», es decir, sobre la «comprensión del cochero» que lo une a su amo,
sobre las «riendas» que lo conectan al caballo, sobre las «varas» y los
«arneses» que conectan el carruaje con el caballo — es algo totalmente
diferente. "Sucede a veces que los cuerpos están en excelente estado, pero
que las «conexiones» no se establecen. Entonces, ¿de qué sirve toda la
organización? Como sucede con los cuerpos no desarrollados, la
organización total es entonces inevitablemente gobernada desde abajo.
En otras palabras: no por la voluntad del amo, sino por accidente. [...]
Cap V del libro: Fragmentos de una enseñanza
desconocida. Ouspensky -- Pag 75 en mi versión en Pdf.
Para comprender esta analogía, observemos las partes del cuento, que demuestran muy a las claras y de manera muy simple al hombre en su esencia y su poca consciencia acerca de un Yo Superior, un Yo Real, desde el cuál parte su verdadero potencial como ser humano. He elegido el siguiente texto por lo sencillo que resulta su comprensión.
"Hablando del estado interior del hombre mecánico, Gurdjieff hizo
muchas analogías. En alguna ocasión comparó el estado interior de un hombre con
un Carruaje, el Caballo y el Cochero —y subrayó la importancia de pensar en el
significado de esas tres cosas distintas en el Hombre—. Lo importante en esta
analogía es que esas tres cosas distintas no están en relaciones correctas unas
con otras. El Cochero no está en la caja: el Caballo no está alimentado en
debida forma, sus arneses no están bien enganchados al Carruaje: y el Carruaje
mismo está en malas condiciones. "¿Cuál, preguntó una vez Gurdjieff, es la
razón de todo esto? La razón es que el Cochero está sentado en una taberna
gastando su dinero en bebidas y no da alimento a su Caballo ni presta el debido
cuidado al Carruaje. Con el fin de cambiar este orden de cosas —dijo G, es
necesario que el Cochero reciba un choque que lo despierte."Ahora bien, la
interpretación de esta analogía o parábola puede ser encarada desde diferentes
lados, algunos de los cuales ya fueron explicados. Esta noche me ocuparé en
especial del punto que el Cochero, después de haberse dado cuenta de su estado,
tendrá que trepar eventualmente a la caja del Carruaje —esto es, debe elevarse
en su nivel para llegar a un lugar de control—. Pero es preciso comprender
primero que es posible encarar el despertar del Cochero en muchas etapas. Hay
que sacudirlo para que despierte de su borrachera, y luego debe levantarse y salir
de la esfera de la taberna, y después observar el Caballo, y luego el Carruaje,
y así sucesivamente. Después de ocuparse del Caballo y el Carruaje debe trepar
a la caja y finalmente asir las riendas y conducir el Carruaje de la mejor
manera que pueda. Como es sabido la parábola prosigue diciendo que si realiza
todas estas cosas un cuarto factor quizás aparezca en escena —es decir, el Amo
tal vez se halle sentado en el Carruaje y dando órdenes al Cochero indicándole
a dónde debe ir. Pero, se agrega; el Amo nunca podrá sentarse en el Carruaje a
menos que el Cochero esté en la caja y se haya apoderado de las riendas y haya
hecho lo posible tanto para el Caballo como para el Carruaje. Esta parábola
trata en realidad de todo el objeto del Trabajo. El objeto que se propone el
Trabajo es el de alcanzar el "Yo" Real en uno mismo —a través de la
larga senda interior que pasa por uno mismo, a través del Recuerdo de Sí y el
trabajo sobre sí. El "Yo" Real es el verdadero Amo en la parábola.
Nos enseñan que tal como somos no tenemos "Yo" Real ni tenemos
estabilidad interior y nunca conocemos lo que en realidad debemos hacer. En
nuestro presente estado primero un "Yo" se hace cargo de nosotros y
luego otro "Yo". Nuestro estado es comparable al que está
representado en la parábola de la Torre de Babel. Según esa parábola,
aparentemente hemos gozado en otro tiempo de unidad interior pero algo falló y
la multiplicidad apareció —a saber, en lugar de ser uno llegamos a ser muchos—.
En general, nuestro Ser es definido en el Trabajo por la multiplicidad para
distinguirlo del Ser de un Hombre Consciente. Somos una multitud de diferentes
"Yoes" que tiran de diferentes direcciones, todos con su propia
voluntad de sí, y lo que llamamos grandiosamente nuestra voluntad no es sino la
resultante de todas esas diferentes voluntades. Así nuestra tarea es la de
lograr la unidad, y ni un solo "Yo" que conocemos o podemos observar
al presente tiene la suficiente fuerza para darnos esta unidad y ordenar y
subordinar todos los demás "Yoes" en un todo. Sin embargo, podemos
formar sustitutos para el "Yo" Real que, empezando con el
"Yo" Observante, son llamados en una secuencia ascendente de
importancia y poder Mayordomo Delegado Y Mayordomo. Mucha fortuna es tener un
Mayordomo Delegado que se ocupe de los asuntos de nuestro hogar y aún más si se
logra alcanzar el nivel en que el Mayordomo controla los asuntos. Pero más allá
del Mayordomo está el Amo o "Yo" Real, cuyo logro es la principal de
todas las metas. Vemos en la parábola del Caballo, el Carruaje y el Cochero que
no hay probabilidad alguna de alcanzar el nivel donde existe el Amo o
"Yo" Real o de oír su voz y recibir las instrucciones referentes a lo
que debemos hacer con nuestra vida o no ser que despierte primero de su sueño,
del sopor en el que todos estamos sumergidos, que es representado por el
Cochero sentado en la taberna sumido en el sueño de su borrachera. La primera
tarea es, pues, la de despertar al Cochero porque a menos que esto tenga lugar
nadie se ocupará del caballo, ni tampoco del Carruaje. Se puede decir que el
Carruaje representa el cuerpo y la gente piensa que basta empezar con el
cuerpo, pero no es así —en efecto, puede sumir al Cochero en un sueño más
profundo.
—. ¿Cuál es el método empleado por el Trabajo para despertar al Cochero
y la naturaleza del choque que se debe dar? Si el Cochero se da cuenta que está
dormido suele ser suficiente para que despierte. ¿Con qué se ha emborrachado?
Una de las cosas es la imaginación. Estamos ebrios de imaginación. He oído
decir en el Trabajo que hubo un tiempo en que la humanidad sobre la Tierra
progresaba demasiado rápidamente en relación con la velocidad del desarrollo de
la Luna y la Tierra y tenía que ser demorada. El Superintendente llamó al
Ingeniero en jefe y le explicó en qué consistía la dificultad. De resultas de
ello se dio al Hombre la imaginación. Entonces desde aquella época todo anduvo
sin dificultad alguna. Lo imaginario reemplazó a lo real. Como es sabido, el
Trabajo se refiere al "Yo" Imaginario. El Hombre cree poseer un "Yo"
Real tal como es, del mismo modo que imagina ser plenamente consciente. Cree
ser un individuo verdadero, que no experimenta cambio alguno, que es
permanente, dotado de plena voluntad y plena conciencia. No tiene "Yo"
Real sino su imaginación que crea el "Yo" Imaginario en él. Se oculta
a sí mismo su extremada debilidad interior por medio de la imaginación. Ahora
bien, si un hombre se da cuenta que no tiene "Yo" Real, ni Voluntad
Real, que todo cuanto ha sentido y pensado a este respecto sobre sí mismo es
simplemente llamado "Yo" Imaginario, entonces puede despertar de su
ebriedad en la taberna donde gasta su dinero en imaginaciones. Este es un
aspecto de la posición del Hombre desde el punto de vista esotérico.Tengamos presente que el problema
del esoterismo es siempre el mismo —a saber, cómo despertar al Hombre de su
estado de sueño y hacer que se dé cuenta que está dormido—. La enseñanza
esotérica no sólo considera al Hombre como un ser aún no consciente, sino como
un ser que se ha embriagado con su imaginación y derrocha su fuerza en la
falsedad y la violencia. Se ve entonces la necesidad de iniciar esta enseñanza
con la observación de nuestro sueño. Todas las formas de enseñanza son
completamente inútiles a menos que el Cochero despierte. Es fácil ver la razón
de este orden de cosas. La enseñanza impartida a un hombre que está bebiendo en
una taberna sólo será recibida por su imaginación y aumentará su estado de
sueño. Si se le dice que es un ángel de los Cielos lo creerá y beberá más que
nunca. Por cierto esto aumentará su estado de sueño, su estado de imaginación.
Muchas buenas personas se entregan a esta forma de bebida. Desdichadamente hay
muchas otras clases de enseñanza cuyo fin es producir este efecto —es decir,
las seudo-enseñanzas que sólo acrecientan la imaginación—. En el Trabajo,
empero, no nos dan nada que pueda alimentar lo que imaginamos acerca de
nosotros mismos, sino todo lo contrario. En esta enseñanza no encontré nada de
lisonjero. No es ninguna lisonja, por ejemplo, el que nos digan que somos
máquinas que carecen de "Yo" Real, que no somos sino retratos de
nosotros mismos, que lo que llamamos "Yo" es sólo imaginación, que
carecemos de Voluntad Real, que somos una masa de contradicciones que nada
advierte debido a la enorme cantidad de topes y las diferentes formas e
almohadillas que tenemos, que aun no somos conscientes, y así en lo sucesivo.
No es agradable el que nos digan que somos mecánicos, tan sólo máquinas, y que
nada hacemos conscientemente. Pero esta clase de enseñanza no tiende a
prolongar nuestro sueño en la taberna si la valoramos y la aplicamos a nosotros
mismos. Cuando nos damos cuenta, aun en pequeñísimo grado, que somos mecánicos,
y que esa máquina, sobre la que se cierne el "Yo" Imaginario, hace
todo —experimentamos un choque. Ese choque tal vez no sea otra cosa al comienzo
que un sentimiento de inquietud por no ser lo que hasta ahora suponíamos ser.
Con todo, aun ese sentimiento es el comienzo del despertar y se acrecentará si
lo nutrimos porque es la verdad. Todo despertar tiene un sabor amargo —como
retornar a la escuela—. Ahora bien, cuando un hombre despierta del sueño
empieza hasta cierto punto a recordarse a sí mismo, no a su "Yo" Imaginario,
sino algo más profundo, que eventualmente llevará al "Yo" Real, que
es nuestra verdad. Empero el poder de la imaginación es tan grande que las
gentes no desean despertar y experimentar siquiera momentáneamente el áspero
sabor que acompaña a los momentos de mayor conciencia. Tratan de ahogarlo, aun
cuando su sufrimiento y desdicha en las cuestiones de la vida ordinaria sean
muy grandes. Se ven personas tan fastidiadas por una cosa u otra, de las cuales
podrían escapar si despertaran, que prefieren deliberadamente su fastidio antes
que enfrentarse con el despertar y levantarse y salir de la taberna y ocupar el
lugar que le corresponde en la caja de su propio carruaje."-Gurdjieff-Discípulos
de C.M.
muy bueno, muchas gracias!
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