BERT HELLINGER nos habla de una gran fuerza que nos toma a su servicio...y nos impulsa a pesar de cualquier obstáculo...nos enseña que en la vida todo fluye, nada se estanca...Nos habla de lo bueno que es caminar con el espíritu y de la benevolencia que cura... (Dra. Silvia Petroff, Biodescodificadora)
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Revista
Hellinger Sciencia
Diciembre 2005
Diciembre 2005
El telón de fondo: Caminar con el alma, caminar con el Espíritu.
Cuando
tomo distancia para ver el desarrollo y la evolución de las constelaciones
familiares, siento que detrás de este movimiento actúa una gran fuerza y que
ésta nos toma a su servicio, a mí y a muchos otros. La fuerza que impulsa este
movimiento nos arrastra y persiste a pesar de cualquier obstáculo.
Las
Constelaciones Familiares
Al
principio, las Constelaciones Familiares eran, en el fondo, una forma de
psicoterapia y como tal se proponían a las personas que la necesitaban. La
mayoría de las veces, estas personas padecían en cuerpo y alma y las
Constelaciones Familiares les ayudaban. Los psicoterapeutas le añadían el
enfoque que tenían según su formación, utilizándolo como referencia. Todo ello
marcó considerablemente las Constelaciones Familiares al principio.
¿Cuál
era este enfoque? Se basaba en la idea de que alguien necesitaba ayuda y de que
un terapeuta podía proporcionársela. Los terapeutas, formados en determinados
métodos, conocieron en un momento dado las Constelaciones Familiares y las
utilizaron en psicoterapia en el marco de la terapia familiar porque los que
practicaban las Constelaciones Familiares habían sobrepasado ya la terapia
individual. Por lo tanto, el terapeuta se inmiscuía directamente ya que se
había formado para proceder de manera activa.
Pedía
al cliente que eligiera y configurara a los representantes e intervenía según
los conceptos anteriores y según lo que había aprendido sobre los órdenes y
vínculos en las relaciones, buscando una solución. Primero miraba el problema y
después buscaba la solución. Bajo este punto de vista, las Constelaciones
Familiares fueron una bendición ya que ayudaron a muchas personas.
Caminar
con el alma, seguir los movimientos del alma
Más
tarde, se hizo evidente que los representantes eran mucho más importantes de lo
que se había pensado en un principio. Se puso de manifiesto que se hallaban
directamente en contacto con un campo más amplio. Simplemente por el hecho de
abandonarse al movimiento que les impulsaba, sacaban a la luz algo que iba
mucho más allá de lo que hubiéramos podido descubrir mediante las
constelaciones familiares y determinados órdenes del amor.
De
pronto, nos encontramos confrontados a situaciones completamente diferentes y a
otros movimientos. Confiamos pues cada vez más en estos movimientos y entramos
en contacto con las fuerzas del destino, fuerzas frente a las cuales nuestra
manera habitual de “intervenir” no daba resultado.
De
repente vimos, por ejemplo, a alguien que se sentía atraído por la muerte de
manera irremediable. ¿Qué hacer en ese caso? Aquí la ayuda era limitada; y sólo
dejando de intervenir podíamos comenzar a ayudar realmente.
Otra
fuerza empezaba a tomar las riendas. Nos abandonamos a esta fuerza y, de
pronto, supimos si teníamos o no permiso para hacer algo, si debíamos hacer
algo y lo que debíamos hacer incluso si, al principio, nos resultaba extraño.
Seguimos
y acompañamos este movimiento y obtuvimos un resultado que no podíamos prever
de ninguna manera.
Por
lo tanto, lo que había comenzado con las Constelaciones Familiares se
transformó en un acompañamiento de los movimientos del alma, en un caminar con
el alma. ¿De qué alma? No de la propia, no de la del cliente, no de la del
representante, sino de un alma que actúa en todos de la misma manera.
Cuando
entramos en sintonía con esta alma, algo imperceptible se vuelve visible,
evidente.
Caminar
con el Espíritu, seguir el movimiento del Espíritu
Pero
en la vida todo fluye, nada se estanca. En un primer momento, había pensado que
se trataba quizá de acompañar los movimientos del alma (caminar con el alma).
Pero tampoco es esto. De repente, observé que las experiencias hechas con las
constelaciones familiares y los movimientos del alma llevaban a una comprensión
de un orden totalmente diferente. Y esta toma de consciencia exigía que
actuáramos de una manera que supera ampliamente lo que había considerado hasta
ahora como bueno y justo.
¿Qué
es lo nuevo? Si voy más allá de las constelaciones familiares y de seguir y
acompañar los movimientos el alma, lo que ahora sigo y acompaño son los
movimientos del espíritu, camino con el espíritu; en vez de observar las
sensaciones y lo que percibimos mediante estas sensaciones, ahora el espíritu
interviene y exige maneras de proceder completamente diferentes del
acompañamiento de los movimientos del alma, del caminar con el alma.
Voy
a explicároslo con un ejemplo: alguien se queja de sus padres, o de las
dificultades que ha tenido en su infancia. Al principio, sentíamos compasión
por este cliente, y pensábamos: “bueno, vamos a ayudarle”. Pero, si me sitúo al
nivel del espíritu, no hay nada malo. Si detrás de todo actúa una fuerza
creadora, no hay nada que pueda oponerse a ella. Por lo tanto, ahora miro la
misma situación y me pongo en sintonía con esta fuerza creadora que no podemos
imaginar más que como una fuerza espiritual que se dirige a todo y a todos de
la misma manera. Así que me uno a esta fuerza. Esto es seguir y acompañar al
espíritu, caminar con el espíritu. Caminando con el espíritu, puedo ver una
situación grave de una manera totalmente diferente, y por eso mismo, ayudo al
otro a que la mire también de otra manera. Entonces puede, por ejemplo, asentir
a las dificultades del pasado, tomarlas como una fuerza. Puede tomar a sus
padres tal como son, cualquiera que haya sido su comportamiento y asentir a la
vida tal como ha llegado a él a través de sus padres. De repente, mira el
pasado con otros ojos y comienza a apreciar todo en su justo valor.
Desde
el punto de vista del espíritu, todos los padres son perfectos. El simple hecho
de observar nos muestra, sin excepción, que han hecho perfectamente todo lo
necesario para ser nuestros padres. Y puesto que han servido a la vida de esta
manera, merecen nuestro más profundo respeto.
Esto
también es seguir y acompañar los movimientos del espíritu, caminar con el
espíritu. De pronto, evoluciono a otro nivel totalmente diferente, a un nivel
espiritual, y ese nivel no tiene límites.
Así,
está claro que no se trata de curar o de solucionar problemas, se trata de la
vida en toda su plenitud.
Algo
más sobre el espíritu. El espíritu es ligero. El que camina con el espíritu es
ágil. No constituye un peso ni para la tierra ni para los demás. Y es feliz
frente a cualquier cosa, tal como es.
La
benevolencia que cura
Nuestra
benevolencia proviene de lo más recóndito, del fondo de nuestra alma; nace
donde ésta se siente acorde con su origen. Este origen es la fuente de toda
fuerza creadora y de su aspiración a evolucionar. Esta benevolencia abarca pues
a todos los seres y todas las cosas. Es universal. En el momento que queremos
excluir algo de nuestra benevolencia, perdemos nuestro vínculo con ella y
corremos el riesgo de volvernos presuntuosos y condescendientes.
La
benevolencia universal no tiene intención. Mantiene una distancia, como el sol
que brilla a lo lejos y al mismo tiempo da calor a todo lo que existe.
¿Dónde
podemos experimentar primero esta benevolencia? En nuestro cuerpo.
¿De qué manera podemos ayudar al cuerpo cuando
está enfermo o siente dolor? Mostramos todo lo que nos duele a nuestra
benevolencia y dejamos que su sol brille sobre todo lo que sufre, hasta que nos
sintamos bien de nuevo. Nuestra benevolencia nos acoge y ama tal como somos.
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