ESSENTUKI,
1917
Algunas
veces el hombre se pierde en pensamientos que dan vueltas y que regresan una y
otra vez a la misma cosa, al mismo desagrado, que él anticipa y que no sólo no
acontecerá sino que no puede suceder en realidad. Estos presentimientos de
futuros desagrados, enfermedades, pérdidas y situaciones difíciles, a menudo se
adueñan de un hombre a tal punto que se convierten en un soñar despierto. La
gente deja de ver y oír lo que realmente pasa, y si alguien logra probarles que
sus presentimientos y miedos eran infundados en un caso particular, hasta
sienten una cierta desilusión, como sí así fueran privados de una agradable
esperanza. Muy a menudo un hombre que lleva una vida culta, en un medio culto,
no se da cuenta de cuan grande es el papel que los miedos desempeñan en su
vida. Tiene miedo de todo: miedo de sus sirvientes, miedo de los niños de su
vecino, del portero en la entrada, del vendedor de periódicos de la esquina,
del chofer de taxi, del dependiente de la tienda, del amigo que ve en la calle
y al que trata de adelantarse discretamente para pasar inadvertido. Y a su vez,
los niños, los sirvientes, el portero, etcétera, tienen miedo de él. Esto es
así en tiempos ordinarios y normales, pero en tiempos tales como los que
estamos atravesando ahora, este miedo que penetra todo se vuelve claramente
visible. No es una exageración decir que una gran parte de los sucesos del año
pasado, están basados en el miedo y son resultados del miedo. El miedo
inconsciente es un rasgo muy característico del sueño. El hombre es poseído por
todo lo que lo rodea, porque nunca puede mirar con suficiente objetividad su
relación con su medio ambiente. Nunca puede hacerse a un lado, y mirarse a sí
mismo junto con todo aquello que lo atrae o lo repele en el momento. Y a causa
de esta incapacidad está identificado con todo. Esto también es un rasgo del
sueño. Usted empieza una conversación con alguien, con el propósito definido de
obtener alguna información de él. Para lograr este propósito, nunca debe dejar
de observarse, de recordar lo que quiere, de hacerse a un lado, y mirarse a sí
mismo y al hombre con el cual está hablando. Pero no lo puede hacer. Nueve de
cada diez veces se identificará con la conversación, y en vez de obtener la
información que quiere, se encontrará diciéndole cosas que no tenía la
intención de decir. La gente no tiene idea hasta qué punto es arrastrada por el
miedo. Este miedo no es fácilmente definible. En la mayoría de los casos es
miedo a situaciones embarazosas, miedo de lo que otro pueda pensar. Hay
momentos en que este miedo se vuelve casi una obsesión.
NUEVA YORK,
24 DE FEBRERO, 1924.
El hombre
está sujeto a muchas influencias, que se pueden dividir en dos categorías:
primero, las que resultan de causas químicas y físicas, y segundo, las que en
su origen son asociativas y son el resultado de nuestro acondicionamiento. Las
influencias físico-químicas son materiales en su naturaleza y resultan de la
mezcla de dos substancias, que produce algo nuevo. Surgen independientemente de
nosotros". Actúan desde afuera. Por ejemplo, las emanaciones de alguien se
pueden combinar con las mías; la mezcla produce algo nuevo. Y esto es verdad no
sólo en lo que se refiere a las emanaciones externas, la misma cosa también
sucede dentro de un hombre. Quizás han notado que se sienten a gusto o
incómodos cuando alguien está sentado junto a ustedes. Cuando no hay armonía
nos sentimos incómodos. Cada hombre tiene diferentes clases de emanaciones con
sus propias leyes que permiten varias combinaciones. Las emanaciones de un
centro forman varias combinaciones con las emanaciones de otro
centro.
Esta clase de combinaciones son químicas. Las emanaciones varían, hasta
dependen de si tomé té o café. Las influencias asociativas son completamente
diferentes. Si alguien me empuja, o si llora, la acción que resulta en mí es
mecánica. Pone en marcha algún recuerdo y este recuerdo o asociación hace
surgir en mí otras asociaciones, y así sucesivamente. Debido a este shock, mis
sentimientos y mis pensamientos cambian. Tal proceso no es químico sino
mecánico. Estas dos clases de influencias vienen de cosas que están cerca de
nosotros. Pero también hay otras influencias que vienen de grandes centros,
tales como la tierra, los planetas y el sol, en donde operan leyes de un orden
diferente. Al mismo tiempo hay muchas influencias de estas grandes entidades
que no pueden alcanzamos si estamos enteramente bajo la influencia de cosas
pequeñas. Primero, hablaremos de influencias físico-químicas. Dije que el
hombre tiene varios centros. Hablé sobre el carruaje, el caballo y el cochero,
y también sobre las varas, las riendas y el éter. Todo tiene sus emanaciones y
su atmósfera. La naturaleza de cada atmósfera es diferente de otras, porque
cada una tiene un origen diferente, cada una tiene propiedades diferentes y un
contenido diferente. Son similares unas a otras, pero las vibraciones de su
materia difieren. El carruaje, nuestro cuerpo, tiene una atmósfera con sus propias
características especiales. Mis sentimientos también producen una atmósfera,
cuyas emanaciones pueden ir muy lejos. Cuando pienso como consecuencia de mis
asociaciones, el resultado es una tercera clase de emanaciones. Cuando hay un
pasajero, en vez de un lugar vacío en el carruaje, las emanaciones también son
diferentes, distintas de las emanaciones del cochero. El pasajero no es ningún
bobo rústico; él piensa en la filosofía y no en el whisky. Por lo tanto cada
hombre puede tener, aunque no necesariamente, cuatro clases de emanaciones. De
algunas emanaciones puede tener más, de otras menos. La gente es diferente a
este respecto; y uno y el mismo hombre puede también ser diferente en
diferentes momentos. Yo tomé café pero él no; la atmósfera es distinta. Yo fumo
pero ella suspira. Siempre hay interacción, a veces mala para mí, otras veces
buena. A cada momento soy esto o aquello y alrededor mío es así o asá. Y las
influencias dentro de mí también varían. No puedo cambiar nada. Soy un esclavo.
A estas influencias las llamo físico-químicas. Por otro lado, las influencias
asociativas son completamente diferentes. Tomemos primero las influencias
asociativas sobre mí de la "forma". La forma me influencia. Estoy
acostumbrado a ver una forma particular, y cuando está ausente, tengo miedo. La
forma da el shock inicial a mis asociaciones. Por ejemplo, la belleza también
es forma. En realidad no podemos ver la forma como es, solamente vemos una
imagen. La segunda de estas influencias asociativas es la de mis sentimientos,
mis simpatías o antipatías.
Los
sentimientos de alguien me afectan y mis sentimientos reaccionan
correspondientemente. Pero algunas veces sucede al revés. Depende de las
combinaciones. O él me influencia a mí o yo lo influencio a él. Esta influencia
puede llamarse "relación". La tercera de estas influencias
asociativas puede llamarse "persuasión" o "sugestión". Por
ejemplo, un hombre persuade a otro con palabras. Alguien lo persuade a usted,
usted persuade a otro. Todo el mundo persuade, todo el mundo sugestiona. La
cuarta de estas influencias asociativas es la superioridad de un hombre sobre
otro. En este caso puede no haber influencia de forma o sentimiento. Podemos
saber que cierto hombre es más listo, más rico, y sabe hablar sobre ciertas
cosas; en una palabra, posee algo especial, alguna autoridad. Esto nos afecta
porque es superior a nosotros y sucede sin ningún sentimiento. Así que estas
son ocho clases de influencias. La mitad de ellas son físico-químicas, la otra
mitad, asociativas. Además, existen otras influencias que nos afectan muy
seriamente. Cada momento de nuestra vida, cada sentimiento y pensamiento está
coloreado por influencias planetarias. De estas influencias también somos
esclavos. Me detendré sólo brevemente en este aspecto y luego regresaré al tema
principal. No se olviden de lo que hemos estado hablando. La mayoría de la
gente es inconsecuente y constantemente se aleja del tema. La tierra y todos
los demás planetas están en constante movimiento, cada uno a diferente
velocidad. A veces se acercan uno al otro, otras veces se alejan uno del otro.
De este modo su mutua interacción se intensifica o debilita, o hasta cesa
completamente. Hablando en general, las influencias planetarias en la tierra se
alternan: a veces actúa un planeta, a veces otro, a veces un tercero y así
sucesivamente. Algún día examinaremos la influencia de cada planeta por
separado, pero ahora, para darles una idea general, los tomaremos en su
totalidad. Esquemáticamente podemos figurarnos estas influencias de la manera
siguiente. Imaginen una gran rueda
suspendida verticalmente sobre la tierra, con siete o nueve enormes proyectores
de colores, fijados alrededor del borde. La rueda gira, y primero la luz de un
proyector, y luego la de otro, se dirige hacia la tierra; así, la tierra
siempre está coloreada por la luz del proyector que la ilumina en un momento
dado. Todos los seres nacidos en la tierra son coloreados por la luz que
prevalece en el momento de su nacimiento, y conservan este color durante toda
la vida. Tal como no puede haber efecto sin causa, así no puede haber causa sin
efecto. Y, efectivamente, los planetas tienen una influencia tremenda, tanto en
la vida de la humanidad en general, como en la vida de cada individuo. Es un
gran error de la ciencia moderna el no reconocer esta influencia. Por otro
lado, esta influencia no es tan grande como nos lo quieren hacer creer los
"astrólogos" modernos. El hombre es un producto de la interacción de
tres clases de materia: positiva (atmósfera de la tierra), negativa (minerales,
metales) y una tercera combinación, influencias planetarias, la cual viene de
afuera y se encuentra con estas dos materias. Esta fuerza neutralizante es la
influencia planetaria que colorea cada vida recién nacida. Esta coloración
permanece durante toda su existencia. Si el color fue rojo, entonces cuando
esta vida se encuentra con el rojo, se siente en correspondencia con él.
Ciertas combinaciones de colores tienen un efecto calmante, otras un efecto
perturbador. Cada color tiene su propiedad peculiar. Hay una ley en esto;
depende de diferencias químicas. Hay, por así decir, combinaciones que
congenian y otras que no congenian. Por ejemplo, el rojo estimula la ira, el
azul despierta el amor. La belicosidad corresponde al amarillo. Así, si tengo la
predisposición a perder el control repentinamente, es debido a la influencia de
los planetas. Esto no quiere decir que ustedes o yo seamos de hecho así, pero
podemos serlo. Puede haber influencias más fuertes. Algunas veces otra
influencia actúa desde el interior y les impide sentir la influencia externa;
pueden tener una preocupación tan fuerte que están, por decirlo así, encerrados
dentro de una armadura. Y esto es así no sólo con influencias planetarias. A
menudo una influencia distante no puede alcanzarlos. Mientras más remota la
influencia, más débil es. Y aun si fuera enviada especialmente para ustedes,
podría no alcanzarlos, porque su armadura lo impediría. Mientras más
desarrollado está un hombre, más sujeto está a influencias. A veces, deseando liberamos
de influencias, nos liberamos de una y caemos bajo muchas otras, y así nos
volvemos todavía menos libres, aún más esclavos. Hemos hablado de nueve
influencias. Siempre todo nos influencia. Cada pensamiento, sentimiento,
movimiento, es resultado de una u otra influencia. Todo lo que hacemos, todas
nuestras manifestaciones son lo que son porque algo nos influencia desde
afuera. Algunas veces esta esclavitud nos humilla, otras no; depende de lo que
nos gusta. También estamos bajo muchas influencias que compartimos en común con
los animales. Podemos querer liberamos de una o dos, pero habiéndonos liberado
de ellas, podemos adquirir ^ras diez. Por otro lado, sí tenemos cierta
elección, o sea, podemos conservar algunas y liberamos de otras. Es posible
liberarse de dos clases de influencias. Para liberarse de influencias
físico-químicas, hay que ser pasivo. Repito, estas son las influencias que se
deben a las emanaciones de la atmósfera del cuerpo, del sentimiento, del
pensamiento, y en algunas personas también del éter. Para poder resistir estas
influencias, uno tiene que ser pasivo. Entonces es posible liberarse un poco de
ellas. Aquí opera la ley de atracción. Lo semejante atrae a lo semejante. Esto
es, todo va hacia el lugar donde hay más de la misma clase. Al que tiene mucho,
más le será dado. Y al que tiene poco, aun eso le será quitado. Si estoy
tranquilo, mis emanaciones son pesadas, así que otras emanaciones me llegan y
puedo absorberlas, en la medida que tenga lugar para ellas. Pero si estoy
agitado no tengo suficientes emanaciones, porque están saliendo hacia otras. Si
me llegan emanaciones, llenan lugares desocupados, porque son necesarias donde
hay un vacío. Las emanaciones permanecen donde hay calma, donde no hay
fricción, donde hay un lugar vacío. Si no hay espacio, si todo está lleno, las
emanaciones pueden chocar contra mí, pero rebotan o pasan de largo. Si estoy en
calma tengo un sitio desocupado de modo que puedo recibirlas, pero si estoy
lleno no me perturban. Por lo tanto, en ambos casos estoy en una buena
posición. Para liberamos de influencias de la segunda clase, esto es, de las
asociativas, se requiere una lucha artificial. Aquí actúa la ley de repulsión.
Esta ley consiste en el hecho de que donde hay poco, más es añadido, es decir,
es el reverso de la primera ley. Con las influencias de esta clase, todo
procede de acuerdo a la ley de repulsión.
Así que para liberarse de influencias
hay dos principios distintos para las dos diferentes clases de influencias. Si
ustedes quieren estar libres deben saber cual principio aplicar en cada caso
particular. Si aplican repulsión donde se requiere atracción, estarán perdidos.
Muchos hacen lo contrario de lo que es requerido. Es muy fácil discriminar
entre estas dos influencias; puede hacerse de inmediato. En el caso de otras
influencias uno debe tener mucho conocimiento. Pero estas dos clases de
influencias son simples; todos, si se toman la molestia de mirar, pueden ver
qué clase de influencia es. Pero algunas personas, aunque saben que existen las
emanaciones, no conocen la diferencia entre ellas. Sin embargo, es fácil
distinguir emanaciones si uno las observa de cerca. Es muy interesante embarcarse
en tal estudio; diariamente uno obtiene resultados más grandes, uno adquiere un
gusto para discriminar. Pero es muy difícil explicarlo teóricamente. Es
imposible obtener un resultado de inmediato y liberarse de estas influencias de
golpe. Pero para todos es posible estudiar y discriminar. El cambio es una meta
lejana, que requiere mucho tiempo y labor. Pero el estudio no toma mucho
tiempo. Y si ustedes se preparan para el cambio será menos difícil, no
necesitarán perder tiempo en discriminar. Estudiar la segunda clase de
influencias, o sea la asociativa, es más fácil en la práctica. Por ejemplo,
tomemos la influencia a través de la forma. Usted o yo nos influenciamos uno al
otro. Pero la forma es externa: movimientos, vestidos, aseo o lo contrario, lo
que generalmente se llama la "máscara". Si se comprende, fácilmente
se puede cambiarla. Por ejemplo, a él usted le gusta de negro y a través de
esto usted lo puede influenciar. O ella puede influenciarla a usted. ¿Pero
quiere usted cambiar su vestido sólo para él, o para muchos? Algunas personas
quieren hacerlo sólo para él, otras no. Algunas veces es necesario adaptarse.
Nunca tomen nada literalmente. Digo esto sólo como un ejemplo. En lo que se
refiere a la segunda clase de influencias asociativas, lo que hemos llamado
sentimiento y relación, deberíamos saber que la actitud de los demás hacia
nosotros depende de nosotros.
Para vivir inteligentemente, es muy importante
comprender que la responsabilidad por casi cualquier sentimiento, bueno o malo,
yace en ustedes, en su actitud externa e interna. La actitud de otras personas
a menudo refleja la propia actitud: usted empieza y la otra persona hace lo
mismo. Usted ama, ella ama. Usted está enojado, ella está enojada. Es una ley:
uno recibe lo que da. Pero algunas veces es diferente. A veces uno debería amar
a alguien y no amar a otro. A veces si a usted le gusta ella, a ella no le
gusta usted, pero en cuanto usted deja de quererla, ella empieza a quererlo.
Esto se debe a leyes físico-químicas.
Todo es el
resultado de tres fuerzas: en todas partes hay afirmación y negación, cátodo y
ánodo. El hombre, la tierra, todo es como un imán. La diferencia está solamente
en la cantidad de emanaciones. En todas partes dos fuerzas están operando, una
atrayendo, la otra repeliendo. Como dije, el hombre también es un imán. La mano
derecha empuja, la mano izquierda jala o viceversa. Algunas cosas tienen muchas
emanaciones, otras menos, pero todo atrae o repele. Siempre hay empujar y jalar
o jalar y empujar. Cuando uno tiene su empujar y jalar bien equilibrado con
otra persona, entonces hay amor y un ajuste correcto. Por lo tanto los resultados
pueden ser muy diferentes. Según haya o no correspondencia, cuando yo empujo y
él jala, el resultado será muy diferente. A veces ambos, él y yo, rechazamos.
Si hay una cierta correspondencia la influencia que resulta es calmante. Si no,
es lo opuesto. Una cosa depende de otra. Por ejemplo, yo no puedo estar
tranquilo; yo empujo y él jala. O no puedo estar tranquilo si no puedo alterar
la situación. Pero podemos intentar algún ajuste. Hay una ley que establece que
después de un empuje hay una pausa. Podemos usar esta pausa si la podemos
prolongar y no apresuramos hacia el empuje siguiente. Si podemos estar quietos,
entonces podemos sacar ventaja de las vibraciones que siguen a un empuje. Todos
pueden detenerse porque hay una ley que dice que todo se mueve sólo mientras
dura el "momentum". Entonces se detiene. El o yo podemos detenerlo.
Todo sucede de esta manera. Un shock al cerebro, y empiezan las vibraciones.
Las vibraciones continúan por inercia, de forma similar a los círculos en la superficie
del agua cuando se arroja una piedra. Aun si el impacto es fuerte, pasa un
largo tiempo pero el movimiento se aminora. Lo mismo pasa con las vibraciones
en el cerebro. Si no continúo dando shocks, se detienen, se aquietan. Uno
debería aprender a detenerlas. Si actúo conscientemente, la interacción será
consciente. Si actúo inconscientemente, todo será el resultado de lo que estoy
emitiendo. Yo afirmo algo, entonces él empieza a negarlo. Yo digo esto es
negro; él sabe que es negro pero tiene ganas de discutir y empieza a afirmar
que es blanco. Si me pongo de acuerdo con él deliberadamente, él se dará vuelta
y afirmará lo que negó antes. No puede estar de acuerdo porque cada shock
provoca en él lo opuesto. Si se cansa puede acceder externamente pero no
internamente. Por ejemplo, yo le veo a usted y me gusta su cara. Este nuevo
shock, más fuerte que la conversación, me hace acceder externamente. A veces
uno ya está de acuerdo pero continúa discutiendo. Es muy interesante observar
la conversación de otra gente, si uno mismo está fuera de ella. Es mucho más
interesante que el cine. A veces dos personas hablan de la misma cosa: una
afirma algo, la otro no comprende, pero discute, aunque es de la misma opinión.
Todo es mecánico. Acerca de las relaciones, podemos formularlo de esta manera:
nuestras relaciones externas dependen de nosotros. Las podemos cambiar si
tomamos las medidas necesarias. La tercera clase de influencias, la sugestión,
es muy poderosa. Todas las personas están bajo la influencia de la sugestión;
una persona sugestiona a otra. Muchas sugestiones ocurren muy fácilmente, sobre
todo sí no sabemos que estamos siendo expuestos a la sugestión. Pero aunque sí
lo sepamos, las sugestiones penetran. Es muy importante comprender cierta ley.
Como regla general, en cada momento de nuestra vida trabaja sólo un centro en
nosotros: la mente o el sentimiento. Nuestro sentimiento es de cierta clase
cuando otro centro no está observando, cuando está ausente la capacidad de
criticar. Por sí mismo un centro no tiene conciencia, no tiene memoria; es un
pedazo de una clase particular de carne sin sal, un órgano, una cierta
combinación de substancias que simplemente posee una capacidad especial para
grabar. Efectivamente, se asemeja mucho a la capa sensible de una cinta magnética.
Si le digo algo, después lo puede repetir. Es completamente mecánico,
orgánicamente mecánico. Todos los centros difieren ligeramente en cuanto a su
substancia, pero sus propiedades son las mismas. Ahora, si le digo a un centro
que usted es bella, él lo cree. Si le digo que esto es rojo, también lo cree.
Pero no comprende, su comprensión es completamente subjetiva. Más tarde, si le
hago una pregunta, contestará repitiendo lo que yo he dicho. No cambiará ni en
cien, ni en mil años; siempre permanecerá igual. Nuestra mente no tiene ninguna
facultad crítica de por sí, ninguna conciencia, nada de eso. Y todos los demás
centros son iguales. Entonces, ¿qué es nuestra conciencia, nuestra memoria,
nuestra facultad crítica? Es muy sencillo. Aparece cuando un centro observa a
otro de manera especial, cuando ve y siente lo que está sucediendo ahí y, al
verlo, lo registra todo dentro de sí. Recibe nuevas impresiones, y más tarde,
si deseamos saber lo que pasó la vez anterior, si preguntamos y buscamos en
otro centro, podremos encontrar lo que ha sucedido en el primer centro. Es lo
mismo con nuestra facultad crítica: un centro observa a otro. Con un centro
sabemos que esta cosa es roja, pero otro centro la ve como azul. Un centro
siempre está tratando de persuadir a otro. Esto es lo que es la crítica. Si dos
centros siguen por largo tiempo en desacuerdo sobre alguna cosa, este
desacuerdo nos impide pensar en esa cosa más profundamente. Si otro centro nos
está observando, el primero sigue pensando como lo hizo originalmente. Muy rara
vez observamos un centro desde otro, sólo algunas veces, quizá un minuto al
día. Cuando estamos dormidos nunca miramos a un centro desde otro, lo hacemos
sólo a veces cuando estamos despiertos. En la mayoría de los casos cada centro
vive su propia vida. Cree todo lo que oye sin crítica, y registra todo tal como
lo ha oído. Si oye algo que ha oído antes, simplemente lo registra. Si algo que
oye es incorrecto, por ejemplo, algo era rojo antes y ahora es azul, se
resiste, no porque quiera averiguar lo que es correcto, sino simplemente porque
no lo cree inmediatamente. Pero sí, cree, cree todo. Si algo es diferente,
solamente necesita tiempo para que las percepciones se asienten.
PRIEURE, 13
DE FEBRERO, 1923.
La
liberación conduce a la liberación. Estas son las primeras palabras de la
verdad; no la verdad entre comillas, sino la verdad en el sentido real de la
palabra; la verdad que no es meramente teórica, no sólo una palabra, sino la
verdad que puede ser actualizada en la práctica. El sentido detrás de estas
palabras se puede explicar de la siguiente manera: Por liberación queremos
decir aquella liberación que es la meta de todas las escuelas, todas las
religiones, en todas las épocas. Esta liberación puede efectivamente ser muy
grande. Todos los hombres la desean y se esfuerzan por lograrla. Pero no puede
ser alcanzada sin la primera liberación, una liberación menor. La gran
liberación es la liberación de las influencias que están afuera de nosotros. La
liberación menor es la liberación de las influencias dentro de nosotros. Al
comienzo, para los principiantes, esta liberación menor parece ser muy grande,
porque un principiante depende muy poco de influencias externas. Sólo un hombre
que ya ha llegado a ser libre de influencias interiores cae bajo influencias
externas. Las influencias interiores impiden a un hombre caer bajo las
influencias externas. Quizá sea para bien. Las influencias interiores y la
esclavitud interior surgen de muchas fuentes diversas y de muchos factores
independientes, independientes porque a veces se trata de una cosa y a veces de
otra, ya que tenemos muchos enemigos. Hay tantos de estos enemigos que la vida
no sería suficientemente larga si tuviéramos que luchar con cada uno de ellos y
liberarnos de cada uno por separado. Así que tenemos que encontrar un método,
una línea de trabajo, que nos permita destruir simultáneamente dentro de
nosotros el mayor número posible de enemigos, de los que vienen estas
influencias. Dije que tenemos muchos enemigos independientes, pero los
principales y más activos son la vanidad y el amor propio. Una enseñanza hasta
los llama representantes y mensajeros del diablo mismo. Por alguna razón
también se les llama señora Vanidad y señor Amor Propio. Como he dicho, hay
muchos enemigos. He mencionado sólo estos dos como los más fundamentales. Por
el momento sería difícil enumerarlos todos. Seria difícil trabajar directa y
específicamente en cada uno de ellos, y tomaría demasiado tiempo ya que hay
tantos. Así es que tenemos que habérnoslas con ellos indirectamente para
liberarnos de varios a la vez. Estos representantes del diablo se mantienen
incesantemente en el umbral que nos separa del mundo exterior, e impiden la
entrada no sólo a buenas, sino también a malas influencias externas. De modo
que tienen un lado bueno, como también un lado malo. Para un hombre que desea
discriminar entre las influencias que recibe, es una ventaja tener estos
guardianes. Pero si quiere que entren todas las influencias, sin importar lo
que puedan ser —pues es imposible sólo elegir las buenas— debe liberarse lo más
posible, y finalmente por completo, de estos guardianes, que algunos consideran
indeseables. Para esto hay muchos métodos y un gran número de recursos.
Personalmente, yo les aconsejaría que traten de liberarse y hacerlo sin
teorizar innecesariamente, por simple razonamiento activo consigo mismos. A
través de un razonamiento activo, esto es posible, pero si alguien no tiene
éxito, si no lo logra a través de este método, no quedan otros recursos para lo
que vendrá después. Tomen, por ejemplo, el amor propio, que ocupa casi la mitad
de nuestro tiempo y de nuestra vida. Si alguien o algo ha ofendido a nuestro
amor propio desde afuera, entonces no sólo en ese momento sino durante mucho
tiempo después, esto, por inercia, cierra todas las puertas y por lo tanto
impide que entre la vida. Cuando estoy conectado con el exterior, vivo. Si sólo
vivo dentro de mí, esto no es vida; sin embargo, todo el mundo vive así. Cuando
me examino a mí mismo, me conecto con el exterior. Por ejemplo, ahora estoy
sentado aquí. M. está aquí y también K. Vivimos juntos. M. me llama idiota; yo
me ofendo. K. me lanza una mirada desdeñosa; yo me ofendo. Yo considero, estoy
lastimado y no me calmaré ni volveré en mí por mucho tiempo. Toda la gente es
afectada de esta manera, todos tienen experiencias similares todo el tiempo.
Una experiencia se apacigua, pero tan pronto como se ha apaciguado, empieza
otra de la misma naturaleza. Nuestra máquina está diseñada de manera que no hay
lugares separados en donde puedan experimentarse simultáneamente diferentes
cosas. Tenemos sólo un lugar para nuestras experiencias psíquicas, y si este
lugar está ocupado con tales experiencias es indiscutible que no podemos tener
las experiencias que deseamos. Y si se supone que ciertos logros o ciertas
liberaciones nos conducen a ciertas experiencias, no podrán hacerlo si las
cosas permanecen como están.
En
realidad, el secreto y la causa de todas esas cosas estriban en el hecho de que
no somos dueños de nosotros mismos, ni tampoco poseemos un genuino amor propio.
El amor propio es una gran cosa. Si consideramos al amor propio como
generalmente lo entendemos, como reprobable, entonces se desprende como
consecuencia que el amor propio verdadero —que desgraciadamente no poseemos— es
deseable y necesario. El amor propio es señal de una elevada opinión de uno
mismo. Si un hombre tiene este amor propio, esto demuestra lo que él es. Como
hemos dicho antes, el amor propio es el representante del diablo; es nuestro
enemigo principal, el mayor freno a nuestras aspiraciones y a nuestros logros.
El amor propio es el arma principal del representante del infierno. Pero el
amor propio es un atributo del alma. Mediante el amor propio uno puede
vislumbrar el espíritu. El amor propio indica y demuestra que un determinado
hombre es una partícula del cielo. El amor propio es Yo; Yo es Dios. Por lo
tanto es deseable tener amor propio. El amor propio es el infierno y el amor
propio es el cielo. Estos dos, que llevan el mismo nombre, son semejantes por
fuera, pero totalmente diferentes y opuestos uno al otro en su esencia. Sin
embargo, si miramos superficialmente, podemos seguir mirando durante toda
nuestra vida sin jamás distinguir el uno del otro. Existe un dicho: "Aquel
que tiene amor propio está a medio camino de la libertad". Sin embargo, entre
los presentes, cada uno está rebosante de amor propio. Y a pesar del hecho de
que estamos llenos de amor propio hasta el borde, no hemos logrado todavía ni
una pizca de libertad. Nuestro propósito debe ser tener amor propio. Si tenemos
amor propio, por este mero hecho nos liberaremos de muchos enemigos en
nosotros. Hasta podemos llegar a estar libres de estos dos enemigos
principales: el señor Amor Propio y la señora Vanidad. ¿Cómo podemos distinguir
entre una y otra clase de amor propio? Dijimos que superficialmente es muy
difícil. Esto es así cuando miramos a otros; cuando nos miramos a nosotros
mismos es todavía más difícil. Gracias a Dios, nosotros, los que estamos
sentados aquí, estamos a salvo de confundir el uno con el otro. ¡Tenemos
suerte! El genuino amor propio está totalmente ausente, por lo tanto no hay
nada que confundir. Al principio de la conferencia utilicé las palabras
"razonamiento activo". El razonamiento activo se aprende con la
práctica; debería ser practicado durante mucho tiempo y de muchas maneras
variadas.
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