lunes, 19 de noviembre de 2018

MIEDOS – IDENTIFICACIÓN G. I. Gurdjieff PERSPECTIVAS DESDE EL MUNDO REAL



ESSENTUKI, 1917
Algunas veces el hombre se pierde en pensamientos que dan vueltas y que regresan una y otra vez a la misma cosa, al mismo desagrado, que él anticipa y que no sólo no acontecerá sino que no puede suceder en realidad. Estos presentimientos de futuros desagrados, enfermedades, pérdidas y situaciones difíciles, a menudo se adueñan de un hombre a tal punto que se convierten en un soñar despierto. La gente deja de ver y oír lo que realmente pasa, y si alguien logra probarles que sus presentimientos y miedos eran infundados en un caso particular, hasta sienten una cierta desilusión, como sí así fueran privados de una agradable esperanza. Muy a menudo un hombre que lleva una vida culta, en un medio culto, no se da cuenta de cuan grande es el papel que los miedos desempeñan en su vida. Tiene miedo de todo: miedo de sus sirvientes, miedo de los niños de su vecino, del portero en la entrada, del vendedor de periódicos de la esquina, del chofer de taxi, del dependiente de la tienda, del amigo que ve en la calle y al que trata de adelantarse discretamente para pasar inadvertido. Y a su vez, los niños, los sirvientes, el portero, etcétera, tienen miedo de él. Esto es así en tiempos ordinarios y normales, pero en tiempos tales como los que estamos atravesando ahora, este miedo que penetra todo se vuelve claramente visible. No es una exageración decir que una gran parte de los sucesos del año pasado, están basados en el miedo y son resultados del miedo. El miedo inconsciente es un rasgo muy característico del sueño. El hombre es poseído por todo lo que lo rodea, porque nunca puede mirar con suficiente objetividad su relación con su medio ambiente. Nunca puede hacerse a un lado, y mirarse a sí mismo junto con todo aquello que lo atrae o lo repele en el momento. Y a causa de esta incapacidad está identificado con todo. Esto también es un rasgo del sueño. Usted empieza una conversación con alguien, con el propósito definido de obtener alguna información de él. Para lograr este propósito, nunca debe dejar de observarse, de recordar lo que quiere, de hacerse a un lado, y mirarse a sí mismo y al hombre con el cual está hablando. Pero no lo puede hacer. Nueve de cada diez veces se identificará con la conversación, y en vez de obtener la información que quiere, se encontrará diciéndole cosas que no tenía la intención de decir. La gente no tiene idea hasta qué punto es arrastrada por el miedo. Este miedo no es fácilmente definible. En la mayoría de los casos es miedo a situaciones embarazosas, miedo de lo que otro pueda pensar. Hay momentos en que este miedo se vuelve casi una obsesión.

NUEVA YORK, 24 DE FEBRERO, 1924.
El hombre está sujeto a muchas influencias, que se pueden dividir en dos categorías: primero, las que resultan de causas químicas y físicas, y segundo, las que en su origen son asociativas y son el resultado de nuestro acondicionamiento. Las influencias físico-químicas son materiales en su naturaleza y resultan de la mezcla de dos substancias, que produce algo nuevo. Surgen independientemente de nosotros". Actúan desde afuera. Por ejemplo, las emanaciones de alguien se pueden combinar con las mías; la mezcla produce algo nuevo. Y esto es verdad no sólo en lo que se refiere a las emanaciones externas, la misma cosa también sucede dentro de un hombre. Quizás han notado que se sienten a gusto o incómodos cuando alguien está sentado junto a ustedes. Cuando no hay armonía nos sentimos incómodos. Cada hombre tiene diferentes clases de emanaciones con sus propias leyes que permiten varias combinaciones. Las emanaciones de un centro forman varias combinaciones con las emanaciones de otro
centro. Esta clase de combinaciones son químicas. Las emanaciones varían, hasta dependen de si tomé té o café. Las influencias asociativas son completamente diferentes. Si alguien me empuja, o si llora, la acción que resulta en mí es mecánica. Pone en marcha algún recuerdo y este recuerdo o asociación hace surgir en mí otras asociaciones, y así sucesivamente. Debido a este shock, mis sentimientos y mis pensamientos cambian. Tal proceso no es químico sino mecánico. Estas dos clases de influencias vienen de cosas que están cerca de nosotros. Pero también hay otras influencias que vienen de grandes centros, tales como la tierra, los planetas y el sol, en donde operan leyes de un orden diferente. Al mismo tiempo hay muchas influencias de estas grandes entidades que no pueden alcanzamos si estamos enteramente bajo la influencia de cosas pequeñas. Primero, hablaremos de influencias físico-químicas. Dije que el hombre tiene varios centros. Hablé sobre el carruaje, el caballo y el cochero, y también sobre las varas, las riendas y el éter. Todo tiene sus emanaciones y su atmósfera. La naturaleza de cada atmósfera es diferente de otras, porque cada una tiene un origen diferente, cada una tiene propiedades diferentes y un contenido diferente. Son similares unas a otras, pero las vibraciones de su materia difieren. El carruaje, nuestro cuerpo, tiene una atmósfera con sus propias características especiales. Mis sentimientos también producen una atmósfera, cuyas emanaciones pueden ir muy lejos. Cuando pienso como consecuencia de mis asociaciones, el resultado es una tercera clase de emanaciones. Cuando hay un pasajero, en vez de un lugar vacío en el carruaje, las emanaciones también son diferentes, distintas de las emanaciones del cochero. El pasajero no es ningún bobo rústico; él piensa en la filosofía y no en el whisky. Por lo tanto cada hombre puede tener, aunque no necesariamente, cuatro clases de emanaciones. De algunas emanaciones puede tener más, de otras menos. La gente es diferente a este respecto; y uno y el mismo hombre puede también ser diferente en diferentes momentos. Yo tomé café pero él no; la atmósfera es distinta. Yo fumo pero ella suspira. Siempre hay interacción, a veces mala para mí, otras veces buena. A cada momento soy esto o aquello y alrededor mío es así o asá. Y las influencias dentro de mí también varían. No puedo cambiar nada. Soy un esclavo. A estas influencias las llamo físico-químicas. Por otro lado, las influencias asociativas son completamente diferentes. Tomemos primero las influencias asociativas sobre mí de la "forma". La forma me influencia. Estoy acostumbrado a ver una forma particular, y cuando está ausente, tengo miedo. La forma da el shock inicial a mis asociaciones. Por ejemplo, la belleza también es forma. En realidad no podemos ver la forma como es, solamente vemos una imagen. La segunda de estas influencias asociativas es la de mis sentimientos, mis simpatías o antipatías.
Los sentimientos de alguien me afectan y mis sentimientos reaccionan correspondientemente. Pero algunas veces sucede al revés. Depende de las combinaciones. O él me influencia a mí o yo lo influencio a él. Esta influencia puede llamarse "relación". La tercera de estas influencias asociativas puede llamarse "persuasión" o "sugestión". Por ejemplo, un hombre persuade a otro con palabras. Alguien lo persuade a usted, usted persuade a otro. Todo el mundo persuade, todo el mundo sugestiona. La cuarta de estas influencias asociativas es la superioridad de un hombre sobre otro. En este caso puede no haber influencia de forma o sentimiento. Podemos saber que cierto hombre es más listo, más rico, y sabe hablar sobre ciertas cosas; en una palabra, posee algo especial, alguna autoridad. Esto nos afecta porque es superior a nosotros y sucede sin ningún sentimiento. Así que estas son ocho clases de influencias. La mitad de ellas son físico-químicas, la otra mitad, asociativas. Además, existen otras influencias que nos afectan muy seriamente. Cada momento de nuestra vida, cada sentimiento y pensamiento está coloreado por influencias planetarias. De estas influencias también somos esclavos. Me detendré sólo brevemente en este aspecto y luego regresaré al tema principal. No se olviden de lo que hemos estado hablando. La mayoría de la gente es inconsecuente y constantemente se aleja del tema. La tierra y todos los demás planetas están en constante movimiento, cada uno a diferente velocidad. A veces se acercan uno al otro, otras veces se alejan uno del otro. De este modo su mutua interacción se intensifica o debilita, o hasta cesa completamente. Hablando en general, las influencias planetarias en la tierra se alternan: a veces actúa un planeta, a veces otro, a veces un tercero y así sucesivamente. Algún día examinaremos la influencia de cada planeta por separado, pero ahora, para darles una idea general, los tomaremos en su totalidad. Esquemáticamente podemos figurarnos estas influencias de la manera siguiente. Imaginen una gran rueda suspendida verticalmente sobre la tierra, con siete o nueve enormes proyectores de colores, fijados alrededor del borde. La rueda gira, y primero la luz de un proyector, y luego la de otro, se dirige hacia la tierra; así, la tierra siempre está coloreada por la luz del proyector que la ilumina en un momento dado. Todos los seres nacidos en la tierra son coloreados por la luz que prevalece en el momento de su nacimiento, y conservan este color durante toda la vida. Tal como no puede haber efecto sin causa, así no puede haber causa sin efecto. Y, efectivamente, los planetas tienen una influencia tremenda, tanto en la vida de la humanidad en general, como en la vida de cada individuo. Es un gran error de la ciencia moderna el no reconocer esta influencia. Por otro lado, esta influencia no es tan grande como nos lo quieren hacer creer los "astrólogos" modernos. El hombre es un producto de la interacción de tres clases de materia: positiva (atmósfera de la tierra), negativa (minerales, metales) y una tercera combinación, influencias planetarias, la cual viene de afuera y se encuentra con estas dos materias. Esta fuerza neutralizante es la influencia planetaria que colorea cada vida recién nacida. Esta coloración permanece durante toda su existencia. Si el color fue rojo, entonces cuando esta vida se encuentra con el rojo, se siente en correspondencia con él. Ciertas combinaciones de colores tienen un efecto calmante, otras un efecto perturbador. Cada color tiene su propiedad peculiar. Hay una ley en esto; depende de diferencias químicas. Hay, por así decir, combinaciones que congenian y otras que no congenian. Por ejemplo, el rojo estimula la ira, el azul despierta el amor. La belicosidad corresponde al amarillo. Así, si tengo la predisposición a perder el control repentinamente, es debido a la influencia de los planetas. Esto no quiere decir que ustedes o yo seamos de hecho así, pero podemos serlo. Puede haber influencias más fuertes. Algunas veces otra influencia actúa desde el interior y les impide sentir la influencia externa; pueden tener una preocupación tan fuerte que están, por decirlo así, encerrados dentro de una armadura. Y esto es así no sólo con influencias planetarias. A menudo una influencia distante no puede alcanzarlos. Mientras más remota la influencia, más débil es. Y aun si fuera enviada especialmente para ustedes, podría no alcanzarlos, porque su armadura lo impediría. Mientras más desarrollado está un hombre, más sujeto está a influencias. A veces, deseando liberamos de influencias, nos liberamos de una y caemos bajo muchas otras, y así nos volvemos todavía menos libres, aún más esclavos. Hemos hablado de nueve influencias. Siempre todo nos influencia. Cada pensamiento, sentimiento, movimiento, es resultado de una u otra influencia. Todo lo que hacemos, todas nuestras manifestaciones son lo que son porque algo nos influencia desde afuera. Algunas veces esta esclavitud nos humilla, otras no; depende de lo que nos gusta. También estamos bajo muchas influencias que compartimos en común con los animales. Podemos querer liberamos de una o dos, pero habiéndonos liberado de ellas, podemos adquirir ^ras diez. Por otro lado, sí tenemos cierta elección, o sea, podemos conservar algunas y liberamos de otras. Es posible liberarse de dos clases de influencias. Para liberarse de influencias físico-químicas, hay que ser pasivo. Repito, estas son las influencias que se deben a las emanaciones de la atmósfera del cuerpo, del sentimiento, del pensamiento, y en algunas personas también del éter. Para poder resistir estas influencias, uno tiene que ser pasivo. Entonces es posible liberarse un poco de ellas. Aquí opera la ley de atracción. Lo semejante atrae a lo semejante. Esto es, todo va hacia el lugar donde hay más de la misma clase. Al que tiene mucho, más le será dado. Y al que tiene poco, aun eso le será quitado. Si estoy tranquilo, mis emanaciones son pesadas, así que otras emanaciones me llegan y puedo absorberlas, en la medida que tenga lugar para ellas. Pero si estoy agitado no tengo suficientes emanaciones, porque están saliendo hacia otras. Si me llegan emanaciones, llenan lugares desocupados, porque son necesarias donde hay un vacío. Las emanaciones permanecen donde hay calma, donde no hay fricción, donde hay un lugar vacío. Si no hay espacio, si todo está lleno, las emanaciones pueden chocar contra mí, pero rebotan o pasan de largo. Si estoy en calma tengo un sitio desocupado de modo que puedo recibirlas, pero si estoy lleno no me perturban. Por lo tanto, en ambos casos estoy en una buena posición. Para liberamos de influencias de la segunda clase, esto es, de las asociativas, se requiere una lucha artificial. Aquí actúa la ley de repulsión. Esta ley consiste en el hecho de que donde hay poco, más es añadido, es decir, es el reverso de la primera ley. Con las influencias de esta clase, todo procede de acuerdo a la ley de repulsión. 
Así que para liberarse de influencias hay dos principios distintos para las dos diferentes clases de influencias. Si ustedes quieren estar libres deben saber cual principio aplicar en cada caso particular. Si aplican repulsión donde se requiere atracción, estarán perdidos. Muchos hacen lo contrario de lo que es requerido. Es muy fácil discriminar entre estas dos influencias; puede hacerse de inmediato. En el caso de otras influencias uno debe tener mucho conocimiento. Pero estas dos clases de influencias son simples; todos, si se toman la molestia de mirar, pueden ver qué clase de influencia es. Pero algunas personas, aunque saben que existen las emanaciones, no conocen la diferencia entre ellas. Sin embargo, es fácil distinguir emanaciones si uno las observa de cerca. Es muy interesante embarcarse en tal estudio; diariamente uno obtiene resultados más grandes, uno adquiere un gusto para discriminar. Pero es muy difícil explicarlo teóricamente. Es imposible obtener un resultado de inmediato y liberarse de estas influencias de golpe. Pero para todos es posible estudiar y discriminar. El cambio es una meta lejana, que requiere mucho tiempo y labor. Pero el estudio no toma mucho tiempo. Y si ustedes se preparan para el cambio será menos difícil, no necesitarán perder tiempo en discriminar. Estudiar la segunda clase de influencias, o sea la asociativa, es más fácil en la práctica. Por ejemplo, tomemos la influencia a través de la forma. Usted o yo nos influenciamos uno al otro. Pero la forma es externa: movimientos, vestidos, aseo o lo contrario, lo que generalmente se llama la "máscara". Si se comprende, fácilmente se puede cambiarla. Por ejemplo, a él usted le gusta de negro y a través de esto usted lo puede influenciar. O ella puede influenciarla a usted. ¿Pero quiere usted cambiar su vestido sólo para él, o para muchos? Algunas personas quieren hacerlo sólo para él, otras no. Algunas veces es necesario adaptarse. Nunca tomen nada literalmente. Digo esto sólo como un ejemplo. En lo que se refiere a la segunda clase de influencias asociativas, lo que hemos llamado sentimiento y relación, deberíamos saber que la actitud de los demás hacia nosotros depende de nosotros. 
Para vivir inteligentemente, es muy importante comprender que la responsabilidad por casi cualquier sentimiento, bueno o malo, yace en ustedes, en su actitud externa e interna. La actitud de otras personas a menudo refleja la propia actitud: usted empieza y la otra persona hace lo mismo. Usted ama, ella ama. Usted está enojado, ella está enojada. Es una ley: uno recibe lo que da. Pero algunas veces es diferente. A veces uno debería amar a alguien y no amar a otro. A veces si a usted le gusta ella, a ella no le gusta usted, pero en cuanto usted deja de quererla, ella empieza a quererlo. Esto se debe a leyes físico-químicas.

Todo es el resultado de tres fuerzas: en todas partes hay afirmación y negación, cátodo y ánodo. El hombre, la tierra, todo es como un imán. La diferencia está solamente en la cantidad de emanaciones. En todas partes dos fuerzas están operando, una atrayendo, la otra repeliendo. Como dije, el hombre también es un imán. La mano derecha empuja, la mano izquierda jala o viceversa. Algunas cosas tienen muchas emanaciones, otras menos, pero todo atrae o repele. Siempre hay empujar y jalar o jalar y empujar. Cuando uno tiene su empujar y jalar bien equilibrado con otra persona, entonces hay amor y un ajuste correcto. Por lo tanto los resultados pueden ser muy diferentes. Según haya o no correspondencia, cuando yo empujo y él jala, el resultado será muy diferente. A veces ambos, él y yo, rechazamos. Si hay una cierta correspondencia la influencia que resulta es calmante. Si no, es lo opuesto. Una cosa depende de otra. Por ejemplo, yo no puedo estar tranquilo; yo empujo y él jala. O no puedo estar tranquilo si no puedo alterar la situación. Pero podemos intentar algún ajuste. Hay una ley que establece que después de un empuje hay una pausa. Podemos usar esta pausa si la podemos prolongar y no apresuramos hacia el empuje siguiente. Si podemos estar quietos, entonces podemos sacar ventaja de las vibraciones que siguen a un empuje. Todos pueden detenerse porque hay una ley que dice que todo se mueve sólo mientras dura el "momentum". Entonces se detiene. El o yo podemos detenerlo. Todo sucede de esta manera. Un shock al cerebro, y empiezan las vibraciones. Las vibraciones continúan por inercia, de forma similar a los círculos en la superficie del agua cuando se arroja una piedra. Aun si el impacto es fuerte, pasa un largo tiempo pero el movimiento se aminora. Lo mismo pasa con las vibraciones en el cerebro. Si no continúo dando shocks, se detienen, se aquietan. Uno debería aprender a detenerlas. Si actúo conscientemente, la interacción será consciente. Si actúo inconscientemente, todo será el resultado de lo que estoy emitiendo. Yo afirmo algo, entonces él empieza a negarlo. Yo digo esto es negro; él sabe que es negro pero tiene ganas de discutir y empieza a afirmar que es blanco. Si me pongo de acuerdo con él deliberadamente, él se dará vuelta y afirmará lo que negó antes. No puede estar de acuerdo porque cada shock provoca en él lo opuesto. Si se cansa puede acceder externamente pero no internamente. Por ejemplo, yo le veo a usted y me gusta su cara. Este nuevo shock, más fuerte que la conversación, me hace acceder externamente. A veces uno ya está de acuerdo pero continúa discutiendo. Es muy interesante observar la conversación de otra gente, si uno mismo está fuera de ella. Es mucho más interesante que el cine. A veces dos personas hablan de la misma cosa: una afirma algo, la otro no comprende, pero discute, aunque es de la misma opinión. Todo es mecánico. Acerca de las relaciones, podemos formularlo de esta manera: nuestras relaciones externas dependen de nosotros. Las podemos cambiar si tomamos las medidas necesarias. La tercera clase de influencias, la sugestión, es muy poderosa. Todas las personas están bajo la influencia de la sugestión; una persona sugestiona a otra. Muchas sugestiones ocurren muy fácilmente, sobre todo sí no sabemos que estamos siendo expuestos a la sugestión. Pero aunque sí lo sepamos, las sugestiones penetran. Es muy importante comprender cierta ley. Como regla general, en cada momento de nuestra vida trabaja sólo un centro en nosotros: la mente o el sentimiento. Nuestro sentimiento es de cierta clase cuando otro centro no está observando, cuando está ausente la capacidad de criticar. Por sí mismo un centro no tiene conciencia, no tiene memoria; es un pedazo de una clase particular de carne sin sal, un órgano, una cierta combinación de substancias que simplemente posee una capacidad especial para grabar. Efectivamente, se asemeja mucho a la capa sensible de una cinta magnética. Si le digo algo, después lo puede repetir. Es completamente mecánico, orgánicamente mecánico. Todos los centros difieren ligeramente en cuanto a su substancia, pero sus propiedades son las mismas. Ahora, si le digo a un centro que usted es bella, él lo cree. Si le digo que esto es rojo, también lo cree. Pero no comprende, su comprensión es completamente subjetiva. Más tarde, si le hago una pregunta, contestará repitiendo lo que yo he dicho. No cambiará ni en cien, ni en mil años; siempre permanecerá igual. Nuestra mente no tiene ninguna facultad crítica de por sí, ninguna conciencia, nada de eso. Y todos los demás centros son iguales. Entonces, ¿qué es nuestra conciencia, nuestra memoria, nuestra facultad crítica? Es muy sencillo. Aparece cuando un centro observa a otro de manera especial, cuando ve y siente lo que está sucediendo ahí y, al verlo, lo registra todo dentro de sí. Recibe nuevas impresiones, y más tarde, si deseamos saber lo que pasó la vez anterior, si preguntamos y buscamos en otro centro, podremos encontrar lo que ha sucedido en el primer centro. Es lo mismo con nuestra facultad crítica: un centro observa a otro. Con un centro sabemos que esta cosa es roja, pero otro centro la ve como azul. Un centro siempre está tratando de persuadir a otro. Esto es lo que es la crítica. Si dos centros siguen por largo tiempo en desacuerdo sobre alguna cosa, este desacuerdo nos impide pensar en esa cosa más profundamente. Si otro centro nos está observando, el primero sigue pensando como lo hizo originalmente. Muy rara vez observamos un centro desde otro, sólo algunas veces, quizá un minuto al día. Cuando estamos dormidos nunca miramos a un centro desde otro, lo hacemos sólo a veces cuando estamos despiertos. En la mayoría de los casos cada centro vive su propia vida. Cree todo lo que oye sin crítica, y registra todo tal como lo ha oído. Si oye algo que ha oído antes, simplemente lo registra. Si algo que oye es incorrecto, por ejemplo, algo era rojo antes y ahora es azul, se resiste, no porque quiera averiguar lo que es correcto, sino simplemente porque no lo cree inmediatamente. Pero sí, cree, cree todo. Si algo es diferente, solamente necesita tiempo para que las percepciones se asienten.
 Si otro centro nos está observando en ese momento, graba azul sobre rojo. Y así el azul y el rojo quedan juntos y más tarde, cuando oímos la cinta, empieza a contestar "rojo". Pero es igualmente probable que el "azul" de repente aparezca. Es posible para nosotros asegurar una percepción crítica de material nuevo si tenemos cuidado de que, durante la percepción, otro centro esté alerta y perciba este material desde otro ángulo. Supongamos que ahora digo algo nuevo. Si me escuchan con un solo centro no habrá nada nuevo para ustedes en lo que estoy diciendo; necesitan escuchar de una manera diferente. De otro modo, tal como antes no había nada, tampoco no habrá nada ahora. El valor será el mismo: el azul será rojo, o viceversa, y de nuevo no habrá conocimiento. El azul puede convertirse en amarillo. Si quieren oír cosas nuevas de una manera nueva, deben escuchar de una manera nueva. Esto es necesario no solamente en el trabajo, sino también en la vida. Pueden volverse un poco más libres en la vida, más seguros, si empiezan a interesarse en todas las cosas nuevas y recordarlas a través de nuevos métodos. Este nuevo método puede ser comprendido fácilmente. Ya no sería totalmente automático, sino semiautomático. Este nuevo método consiste en lo siguiente: cuando ya está presente el pensamiento traten de sentir. Cuando sientan algo, traten de dirigir sus pensamientos hacia sus sentimientos. Hasta ahora el pensamiento y el sentimiento han estado separados. Empiecen a observar su mente: sientan lo que piensan. Prepárense para mañana: y protéjanse del engaño. Hablando en general, nunca comprenderán lo que deseo transmitirles si meramente escuchan. Consideren todo lo que ya saben, todo lo que han leído, todo lo que han visto, todo lo que les ha sido mostrado; estoy seguro de que no comprenden nada de todo esto. Aunque se pregunten sinceramente: ¿comprendemos por qué dos y dos son cuatro?, encontrarán que no están seguros ni siquiera de eso. Sólo se lo oyeron decir a alguien y repiten lo que han oído. Y no comprenden nada no sólo en cuestiones de la vida diaria, sino tampoco en asuntos más elevados y serios. Todo lo que tienen no es suyo.
 Tienen una lata de basura y, hasta ahora, han estado arrojando cosas en ella. Hay muchas cosas valiosas allí que ustedes podrían aprovechar. Hay especialistas que coleccionan toda clase de desperdicios de las latas de basura; algunos ganan mucho dinero de esta manera. En sus latas de basura ustedes tienen suficiente material para comprender todo. Si comprenden, conocerán todo. No hay necesidad de poner más en esta lata de basura, todo está ahí. Pero no hay comprensión; el lugar de la comprensión está completamente vacío. Pueden tener una gran cantidad de dinero que no les pertenece, pero sería mejor para ustedes tener mucho menos, aunque sólo fueran cien dólares propios. Pero nada de lo que tienen es suyo. Una idea grande debería ser considerada sólo con una amplia comprensión. En cuanto a nosotros, las pequeñas ideas son todo lo que somos capaces de comprender, si es que acaso podemos comprender aún éstas. Generalmente es mejor tener una pequeña cosa adentro que algo grande afuera. Tómense su tiempo. Pueden tomar cualquier cosa que quieran y pensar en ella, pero piensen de un modo diferente del que han pensado antes.

PRIEURE, 13 DE FEBRERO, 1923.
La liberación conduce a la liberación. Estas son las primeras palabras de la verdad; no la verdad entre comillas, sino la verdad en el sentido real de la palabra; la verdad que no es meramente teórica, no sólo una palabra, sino la verdad que puede ser actualizada en la práctica. El sentido detrás de estas palabras se puede explicar de la siguiente manera: Por liberación queremos decir aquella liberación que es la meta de todas las escuelas, todas las religiones, en todas las épocas. Esta liberación puede efectivamente ser muy grande. Todos los hombres la desean y se esfuerzan por lograrla. Pero no puede ser alcanzada sin la primera liberación, una liberación menor. La gran liberación es la liberación de las influencias que están afuera de nosotros. La liberación menor es la liberación de las influencias dentro de nosotros. Al comienzo, para los principiantes, esta liberación menor parece ser muy grande, porque un principiante depende muy poco de influencias externas. Sólo un hombre que ya ha llegado a ser libre de influencias interiores cae bajo influencias externas. Las influencias interiores impiden a un hombre caer bajo las influencias externas. Quizá sea para bien. Las influencias interiores y la esclavitud interior surgen de muchas fuentes diversas y de muchos factores independientes, independientes porque a veces se trata de una cosa y a veces de otra, ya que tenemos muchos enemigos. Hay tantos de estos enemigos que la vida no sería suficientemente larga si tuviéramos que luchar con cada uno de ellos y liberarnos de cada uno por separado. Así que tenemos que encontrar un método, una línea de trabajo, que nos permita destruir simultáneamente dentro de nosotros el mayor número posible de enemigos, de los que vienen estas influencias. Dije que tenemos muchos enemigos independientes, pero los principales y más activos son la vanidad y el amor propio. Una enseñanza hasta los llama representantes y mensajeros del diablo mismo. Por alguna razón también se les llama señora Vanidad y señor Amor Propio. Como he dicho, hay muchos enemigos. He mencionado sólo estos dos como los más fundamentales. Por el momento sería difícil enumerarlos todos. Seria difícil trabajar directa y específicamente en cada uno de ellos, y tomaría demasiado tiempo ya que hay tantos. Así es que tenemos que habérnoslas con ellos indirectamente para liberarnos de varios a la vez. Estos representantes del diablo se mantienen incesantemente en el umbral que nos separa del mundo exterior, e impiden la entrada no sólo a buenas, sino también a malas influencias externas. De modo que tienen un lado bueno, como también un lado malo. Para un hombre que desea discriminar entre las influencias que recibe, es una ventaja tener estos guardianes. Pero si quiere que entren todas las influencias, sin importar lo que puedan ser —pues es imposible sólo elegir las buenas— debe liberarse lo más posible, y finalmente por completo, de estos guardianes, que algunos consideran indeseables. Para esto hay muchos métodos y un gran número de recursos. Personalmente, yo les aconsejaría que traten de liberarse y hacerlo sin teorizar innecesariamente, por simple razonamiento activo consigo mismos. A través de un razonamiento activo, esto es posible, pero si alguien no tiene éxito, si no lo logra a través de este método, no quedan otros recursos para lo que vendrá después. Tomen, por ejemplo, el amor propio, que ocupa casi la mitad de nuestro tiempo y de nuestra vida. Si alguien o algo ha ofendido a nuestro amor propio desde afuera, entonces no sólo en ese momento sino durante mucho tiempo después, esto, por inercia, cierra todas las puertas y por lo tanto impide que entre la vida. Cuando estoy conectado con el exterior, vivo. Si sólo vivo dentro de mí, esto no es vida; sin embargo, todo el mundo vive así. Cuando me examino a mí mismo, me conecto con el exterior. Por ejemplo, ahora estoy sentado aquí. M. está aquí y también K. Vivimos juntos. M. me llama idiota; yo me ofendo. K. me lanza una mirada desdeñosa; yo me ofendo. Yo considero, estoy lastimado y no me calmaré ni volveré en mí por mucho tiempo. Toda la gente es afectada de esta manera, todos tienen experiencias similares todo el tiempo. Una experiencia se apacigua, pero tan pronto como se ha apaciguado, empieza otra de la misma naturaleza. Nuestra máquina está diseñada de manera que no hay lugares separados en donde puedan experimentarse simultáneamente diferentes cosas. Tenemos sólo un lugar para nuestras experiencias psíquicas, y si este lugar está ocupado con tales experiencias es indiscutible que no podemos tener las experiencias que deseamos. Y si se supone que ciertos logros o ciertas liberaciones nos conducen a ciertas experiencias, no podrán hacerlo si las cosas permanecen como están.
 M. me llamó idiota. ¿Por qué he de ofenderme? Tales cosas no me hieren, por lo tanto no me ofendo, y no porque no tenga amor propio; quizá tenga más amor propio que cualquiera de los presentes. Quizá sea precisamente este amor propio el que no me permite ofenderme. Yo pienso, yo razono de una manera exactamente contraria a la habitual. Él me llamó tonto. ¿Ha de ser él necesariamente sabio? Puede ser que él mismo sea tonto o lunático. No se puede exigir sabiduría de un niño. No puedo esperar sabiduría de él. Su razonamiento fue tonto. Ya sea que alguien le dijo algo acerca de mí, o que él se formó su propia tonta opinión de que yo soy un bobo; tanto peor para él. Yo sé que no soy un bobo, por lo tanto no me ofende. Si un tonto me ha llamado tonto, no soy tocado por dentro. Pero si en un momento dado yo fui un tonto y me llaman tonto, no me lastiman, porque mi tarea es la de no ser un tonto; supongo que esta es la meta de todos. Así él me recuerda, me ayuda a darme cuenta de que soy un tonto y que actué de una manera estúpida. Reflexionaré sobre esto y quizá no actuaré estúpidamente la próxima vez. De manera que, en ambos casos, no me han lastimado. K. me lanza una mirada desdeñosa. No me ofende. Al contrario, lo compadezco a causa de la mirada torva que me lanzó, ya que una mirada torva debe tener un motivo oculto. ¿Puede él tener tal motivo? Yo me conozco. Puedo juzgar a partir del conocimiento que tengo de mí mismo. Él me lanzó una mirada torva. Posiblemente alguien le ha dicho algo que le hizo formarse una mala opinión de mí. Lo siento por él, ya que es tan esclavo que me mira a través de los ojos de otras personas. Esto demuestra que él no es. Es un esclavo y por lo tanto no me puede lastimar. Digo todo esto como un ejemplo de razonamiento.

En realidad, el secreto y la causa de todas esas cosas estriban en el hecho de que no somos dueños de nosotros mismos, ni tampoco poseemos un genuino amor propio. El amor propio es una gran cosa. Si consideramos al amor propio como generalmente lo entendemos, como reprobable, entonces se desprende como consecuencia que el amor propio verdadero —que desgraciadamente no poseemos— es deseable y necesario. El amor propio es señal de una elevada opinión de uno mismo. Si un hombre tiene este amor propio, esto demuestra lo que él es. Como hemos dicho antes, el amor propio es el representante del diablo; es nuestro enemigo principal, el mayor freno a nuestras aspiraciones y a nuestros logros. El amor propio es el arma principal del representante del infierno. Pero el amor propio es un atributo del alma. Mediante el amor propio uno puede vislumbrar el espíritu. El amor propio indica y demuestra que un determinado hombre es una partícula del cielo. El amor propio es Yo; Yo es Dios. Por lo tanto es deseable tener amor propio. El amor propio es el infierno y el amor propio es el cielo. Estos dos, que llevan el mismo nombre, son semejantes por fuera, pero totalmente diferentes y opuestos uno al otro en su esencia. Sin embargo, si miramos superficialmente, podemos seguir mirando durante toda nuestra vida sin jamás distinguir el uno del otro. Existe un dicho: "Aquel que tiene amor propio está a medio camino de la libertad". Sin embargo, entre los presentes, cada uno está rebosante de amor propio. Y a pesar del hecho de que estamos llenos de amor propio hasta el borde, no hemos logrado todavía ni una pizca de libertad. Nuestro propósito debe ser tener amor propio. Si tenemos amor propio, por este mero hecho nos liberaremos de muchos enemigos en nosotros. Hasta podemos llegar a estar libres de estos dos enemigos principales: el señor Amor Propio y la señora Vanidad. ¿Cómo podemos distinguir entre una y otra clase de amor propio? Dijimos que superficialmente es muy difícil. Esto es así cuando miramos a otros; cuando nos miramos a nosotros mismos es todavía más difícil. Gracias a Dios, nosotros, los que estamos sentados aquí, estamos a salvo de confundir el uno con el otro. ¡Tenemos suerte! El genuino amor propio está totalmente ausente, por lo tanto no hay nada que confundir. Al principio de la conferencia utilicé las palabras "razonamiento activo". El razonamiento activo se aprende con la práctica; debería ser practicado durante mucho tiempo y de muchas maneras variadas.

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