EL
ALTRUISTA
EL
AMANTE
EL
CELADOR
EL
COMPLACIENTE
EL
PERMISOR
EL
AMIGO ESPECIAL
“El amor es la admiración y el
aprecio de las cualidades amables de la persona amada, con la condición de ser
uno el objeto de sus actos.”
SAMUEL TAYLOR COLERIDGE
“No podemos amar a los demos si no
nos amamos a nosotros mismos, y no podemos amarnos a nosotros mismos si no
amamos a los demás. Pero un amor egoísta por nosotros mismos nos hace incapaces
de amar a los demás.” THOMAS MERTON
“Que un ser humano ame a otro: esa
es tal vez, la más difícil de todas nuestras tareas, la definitiva, la prueba y
la demostración última, el trabajo para el cual todos los demás trabajos sólo
son una preparación.”
RAINER MARÍA RILKE
“Amar una cosa significa desear que
viva.” CONFUCIO
► MIEDO BÁSICO: No ser amado ni
deseado.
► DESEO BÁSICO: Sentirse amado.
► MENSAJE DEL SUPERYÓ: «Vales o
estás bien si eres amado por los demás y eres amigo de ellos».
EL TIPO AFECTUOSO, AMIGABLE,
EFUSIVO, GENEROSO, COMPLACIENTE Y POSESIVO
«Me interesan las personas.»
Hemos llamado el ayudador a
este tipo porque las personas que pertenecen a él son o bien auténticamente
serviciales con los demás o, cuando están menos sanas, les interesa muchísimo considerarse
como tales. Ser generosas y desvivirse por los demás las hace pensar que su
forma de ser es la más preciosa y la que tiene más sentido. El cariño e interés
que sienten, y el verdadero bien que hacen, les alegra el corazón y hace que se
sientan valiosas. Los Dos están muy interesados en lo que ellos consideran las
cosas realmente buenas de la vida: el amor, la intimidad y la comunicación, la
generosidad, la familia y la amistad.
Louise es una pastora de parroquia
que nos habla de la dicha que siente por ser tipo Dos: “No me imagino siendo
otro tipo, y no desearía serlo. Me encanta participar en la vida de otras
personas. Me gusta sentirme comprensiva, cariñosa, sustentadora. Me gusta cocinar y ocuparme de la casa. Me gusta
tener la seguridad de que una persona puede contarme cualquier cosa sobre sí
misma y yo seré capaz de quererla. [...] De veras me siento orgullosa de mí y
me quiero por ser capaz de estar con las personas en la situación que estén. De
verdad soy capaz de querer y quiero a las personas, a los animales y las cosas.
¡Y soy una cocinera fabulosa!”
Cuando los Dos son sanos y
equilibrados, realmente son afectuosos, serviciales, generosos y considerados.
Las personas se sienten atraídas hacia ellos como abejas a la miel. Los Dos sanos
alegran los corazones de los demás con su aprecio y atención, y los ayudan a
ver en sí mismos cualidades positivas que antes no veían. En resumen, son la
encarnación del buen progenitor que todos desean tener: una persona que los ve
como son, que los comprende con inmensa simpatía, los ayuda y alienta con
infinita paciencia y está siempre dispuesta a echarles una mano, y al mismo
tiempo sabe exactamente cómo y cuándo dejarlos solos. Los Dos sanos nos abren el corazón
porque ellos ya lo tienen muy abierto. Nos enseñan el modo de ser más
profundamente humanos.
Louise continúa: “Todos mis trabajos
han tenido que ver con ayudar a la gente. He sido una muestra que deseaba ser
sensible con los niños y ayudarlos a comenzar bien. He sido directora de educación
religiosa en un buen numero de parroquias. Pensaba que si las personas aprendían
sobre la vida espiritual serían más felices. [...] El aspecto más importante de
mi vida es mi vida espiritual. Estuve diez años en una comunidad religiosa. Me
casé con un ex sacerdote y los dos tenemos la vida espiritual como base de
nuestra vida juntos.”
El desarrollo interior de los Dos,
no obstante, podría verse limitado por su lado oscuro: orgullo, auto-engaño,
tendencia a meterse demasiado en la vida de los demás y de manipular para
satisfacer sus necesidades emocionales. El trabajo de transformación supone
entrar en nuestro lado oscuro, y esto va bastante en contra de la estructura de
la personalidad del tipo Dos, que prefiere verse solamente desde el ángulo más
positivo y luminoso.
Tal vez el mayor obstáculo que
encuentran los tipos Dos, Tres y Cuatro en su trabajo interior es tener que
encarar el miedo a no valer que subyace a esta triada. Bajo la
superficie, estos tres tipos temen no tener ningún valor en ellos, y por eso
deben ser o hacer algo extraordinario para ganarse el amor y la aceptación de
los demás. En las franjas media e insana, los Dos presentan la falsa imagen de
ser absolutamente generosos y no desear ningún tipo de recompensa, cuando en
realidad tienen enormes expectativas y necesidades emocionales no reconocidas.
Los Dos de las franjas media e
insana buscan confirmación de su valía obedeciendo la exigencia de sus súper-egos
de sacrificarse por los demás. Creen que siempre deben anteponer a
los demás y ser cariñosos y generosos si desean obtener amor. El problema es
que anteponer a los demás les produce una rabia y un resentimiento
secretos, sentimientos que se esfuerzan por reprimir y negar. De todos
modos, finalmente esos sentimientos harán erupción de diversas maneras,
lo cual afectará negativamente en las relaciones de los Dos y revelará la falsedad
de muchas de sus afirmaciones sobre sí mismos y sobre la profundidad de su
amor.
Pero en la franja sana, el cuadro es
totalmente diferente. Mi abuela materna (la de Don) era una Dos arquetípica.
Durante la Segunda Guerra Mundial fue la «mamá» de, por lo menos, la mitad de
la Base Aérea Keisler, en Biloxi, Mississippi; alimentaba a los jóvenes,
ofrecía su casa a quienes estaban lejos de su hogar y daba consejo y consuelo a
cualquiera que se sintiera solo o tuviera miedo de ir a la guerra. Aunque su
marido y ella no eran ricos y tenían dos hijos adolescentes, preparaba comidas
extras para los soldados, los alojaba por la noche y se ocupaba de que sus
uniformes tuvieran todos sus botones y estuvieran bien planchados. Vivió hasta casi
los noventa años, y recordaba esos años como los más felices y gratificantes de
su vida, tal vez porque en ellos sus capacidades de Dos sana estuvieron plena y
generosamente ocupadas.
Ten presente, por favor, que la
pauta infantil que describimos aquí no es causa del tipo de personalidad. Más
bien describe las tendencias que observamos en la primera infancia y que tienen
una influencia importante en las relaciones del tipo en su edad adulta.
LA PAUTA INFANTIL
Durante su infancia, los Dos
llegaron a creer tres cosas. La primera, que debían anteponer las necesidades
de los demás a las suyas; la segunda, que debían dar para recibir, y la
tercera, que debían ganarse un lugar en los afectos de los demás, porque
el afecto sencillamente no era algo que se regalara. Según el grado de
conflicto que hubiera en su entorno, también aprendieron que reconocer sus
necesidades era una forma de egoísmo, y eso estaba estrictamente prohibido por
el superyó («Las personas buenas no tienen necesidades. Dedicar demasiado tiempo
a uno mismo es egoísmo»).
Así pues, los niños Dos aprendieron
a funcionar en su sistema familiar, y en todas sus relaciones subsiguientes,
siendo el ayudador, el amigo generoso, el que complacía y proporcionaba
atención y cuidados a todos los demás. Es posible que se hayan hecho un hueco
en la familia cuidando a sus hermanos, haciendo quehaceres domésticos o
atendiendo a sus padres de diversas maneras. Están muy condicionados a
creer que sacrificándose recibirán como recompensa amor, mera lo
que mera eso en su sistema familiar.
Lois, experta educadora y
administradora nos habla de la carga que sienten los niños Dos: “Desde que
tengo memoria, creía que era mi deber cuidar de los demás en mi familia.
Creía que necesitaba ayudar a mis
padres para aliviarles el estrés. Soy la segunda de seis hijos. Cuidaba a mis
hermanas gemelas, que son once años menores que yo. Recuerdo que muchas veces
tenía la sensación de que todos dependían de mí. Pasé la mayor parte de mi
infancia cocinando, limpiando la casa y lavando ropa para ayudar a mi madre,
que siempre se mostraba abrumada por lo que le había tocado en la vida.”
Pero esta orientación les crea un
problema importante. Para identificarse totalmente con el papel de
sustentadores y mantener los sentimientos positivos que ese papel les produce,
deben reprimir sus necesidades, sus sufrimientos y sus inseguridades. Cuando lo
consiguen, les cuesta cada vez más reconocer sus necesidades y sufrimientos y
se sienten automáticamente atraídos por las necesidades y sufrimientos que ven
en los demás. En un plano psicológico profundo, tratan de remediar en los demás
los sufrimientos que son incapaces de reconocer totalmente en sí mismos.
Maggie es una excelente terapeuta
que ha dedicado su vida a ayudar a sus clientes a sanar las heridas de la
infancia. Aquí habla elocuentemente de su temprano abandono de sí misma: “Mi
primer día de escuela vi a muchos niños en el patio, gritando, chillando, empujándose y corriendo. Tuve la
impresión de que había caído en el infierno, porque no estaba acostumbrada a
estar con niños, y me pareció que aquellos estaban muy «descontrolados». ¿Qué
hacer? Al otro lado del patio vi a una niñita que lloraba desconsoladamente; se
veía desarreglada, con el pelo todo revuelto; no tenía atados los cordones de los
zapatos. ¡Necesitaba ayuda! Corrí disparada hacia ella y la abracé; le dije que
no se preocupara, que yo cuidaría de ella. Fue un caso de co-dependencia instantánea.
Me sentí segura y necesitada. Sólo muchos años más tarde me di cuenta de lo
asustada que estaba yo ese día, y de cómo esa niñita era mi reflejo.”
Dada esa dinámica interior, los Dos
aprenden a arreglárselas con sus sentimientos negativos concentrándose en los
demás, esforzándose por agradarles y ayudarlos. Sin embargo, cuanto más
conflictivo fue su pasado más rechazo van a esperar, y más se desesperarán por
inducir una reacción positiva. En último término, harán casi cualquier cosa por
obtener algún signo, alguna señal, de que son amados.
LOS SUBTIPOS ALAS
Ejemplos:
La Madre Teresa, Eleanor Roosevelt, Desmond Tutu,
Danny Thomas, Ann Landers, Barbara Bush, Lewis Carroll, Florence
Nightingale, Albert Schweitzer.
EL DOS CON ALA UNO: EL SERVIDOR
Sano. Las
personas de este subtipo combinan la simpatía con la seriedad de intención, ya
que se esfuerzan por la bondad personal y el servicio generoso. La combinación
de la moralidad del tipo Uno con la empatía del tipo Dos los lleva a un fuerte
deseo de aliviar los sufrimientos humanos. Estas personas suelen ser buenos
samaritanos, dispuestas a ocuparse de los trabajos ingratos y poco atractivos
que por lo general los demás evitan. Son más serias que las personas del otro
subtipo, más manifiestamente cuidadoras, y suelen dedicarse a la enseñanza, los
servicios públicos, las profesiones sanitarias, al trabajo pastoral religioso y
a trabajos con personas marginadas o con problemas físicos o mentales.
Medio. Las
personas de este subtipo se sienten obligadas a combatir sus actitudes y sentimientos
«egoístas»; se sienten responsables del bienestar de los demás y son cumplidoras,
correctas, y estrictas consigo mismas. Son emotivas, pero tienden a refrenar
sus expresiones emocionales porque les resulta violento atraer la atención
hacia ellas; prefieren trabajar en un segundo plano, aunque desean sentirse
importantes en la vida de otras personas.
Los Dos con ala Uno sienten
conflicto entre sus necesidades emocionales y sus principios, lo cual los lleva
a interesarse en las enseñanzas morales o religiosas. Pueden ser extremadamente
críticas consigo mismas y descuidar su salud, negando sus necesidades
personales; tienden a hacer el papel de mártires.
EL DOS CON ALA TRES: EL ANFITRIÓN
Ejemplos:
Luciano Pavarotti, Sammy Davis Jr., Sally Jesse
Raphael, Arsenio Hall, Anne Meara, Jack Para, Anne Jackson, Delta Burke,
Merv Griffin, John Denver.
Sano. Las
personas de este subtipo son más extrovertidas: buscan el amor mediante la creación
de conexiones personales y haciendo sentirse bien a los demás. Su autoestima
está más ligada a cualidades personales que al servicio a los demás. Son
sociables y conversadoras, encantadoras y adaptables, y revelan muchísima
«personalidad»; disfrutan participando de sus dotes y recursos a amigos y
familiares, cocinando, atendiendo, cantando y escuchando, todo con el fin de
dar de su abundancia interior.
Medio. Las
personas de este subtipo son amistosas y de buen humor, aunque están centradas en
sus ambiciones. No es un rasgo característico de ellas cuidar de los demás; con
más frecuencia consideran que su amistad y la calidad de su atención es un
regalo suficiente.
Puede haber un aspecto seductor en
las personas de este subtipo, como también un mayor enfoque en las relaciones,
una actitud excesivamente amistosa, un sentimentalismo exagerado y exhibiciones
teatrales, consecuencia del deseo de aceptación del tipo Tres combinado con el deseo
de intimidad del tipo Dos. Menos serias y más orientadas al trabajo que los Dos
con ala Uno, son también menos dadas a
entregarse a la inseguridad y a la auto-crítica. Son francas respecto a lo que
desean, atrayendo la atención a los servicios que prestan. Podrían ser
vanidosas, despóticas y a veces arrogantes.
LAS VARIANTES INSTINTIVAS
EL INSTINTO DE CONSERVACIÓN EN EL
DOS
Tengo derecho. En
la franja media, los Dos auto-conservadores reprimen su instinto de conservación
al tiempo que se centran en atender las necesidades de los demás. Son la variante
instintiva más propensa a agotarse por los demás sin hacer caso de sus
necesidades; no descansan lo adecuado ni dedican tiempo para ellos. Suele
gustarles cocinar o recibir en casa, pero es posible que no coman bien o que no
se den permiso para disfrutar de las cenas o fiestas que ofrecen. En el
subconsciente, sin embargo, esperan que los demás atiendan a sus necesidades,
pero rara vez son capaces de pedir ayuda con franqueza; por lo tanto, son particularmente
propensos a sentirse mártires. Piensan que los demás «están en deuda» con ellos
por sus servicios, como diciendo: «Tengo derecho a obtener lo que necesito por
lo mucho que he hecho por todos los demás».
Cuando aumenta su ansiedad, tienen
que encontrar formas más indirectas de satisfacer sus necesidades. Al mismo
tiempo, su instinto de conservación se distorsiona, debido a la tendencia a
reprimir los sentimientos e impulsos. Además, se sienten importantes, se enorgullecen
de sus sacrificios y se sienten cada vez con más derecho a complacerse con aquello
que suponen que les compensará por sus sufrimientos. Las exigencias de
privilegios especiales y recompensas por sus sacrificios coexisten con excesos
en la comida y medicaciones para anular la agresividad. La negación de sus
problemas se alterna con las quejas. O bien «No necesito ayuda» o «Nadie se
preocupa de mis necesidades». Recurren cada vez más a la manipulación emocional
de los demás (zancadillas de culpa) para lograr satisfacer sus necesidades.
En la franja insana, los Dos auto-conservadores
quedan atrapados en una engañosa vanidad y un enorme descuido o maltrato de su
bienestar físico. Son comunes las obsesiones con la comida, los síntomas y
síndromes médicos, los trastornos somáticos y la hipocondría. En todo caso, la
represión de las necesidades emocionales o los sentimientos agresivos sí puede generar
verdaderos problemas de salud.
EL INSTINTO SOCIAL EN EL DOS
El amigo de todos. En los Dos de la
franja media, el instinto social se manifiesta como un potente deseo de caer
bien y ser aprobado por todas las personas de su esfera social. Como los Siete,
suelen tener una apretada agenda y disfrutan presentando a personas, haciendo contactos
y organizando reuniones en su casa; a los demás los sorprende que se tuteen
casi con todo el mundo. Les gusta ser el centro de atención en la arena social;
tienen una fuerte necesidad de ser vistos y recordados, y temen pasar
desapercibidos o quedar excluidos.
Cuando aumenta su necesidad de amor
y atención, comienzan a buscar validación mediante la popularidad o intimando
más con personas prósperas o especialmente valoradas en su grupo.
Es posible que tengan ambiciones
propias, pero estas son principalmente inconscientes e indirectas. Así pues,
suelen maniobrar para convertirse en apoyos indispensables de las personas que
consideran prósperas: «Ráscame la espalda y yo te rascaré la tuya». Si se
sienten inseguros de su atractivo social, podrían cultivar talentos para aumentar
su valor y tener más para ofrecer (por ejemplo, ser adivino). Tratan de
impresionar dando consejos, sean espirituales, financieros o médicos, pero
también mencionando a personas importantes como si las conocieran; esto último
suele meterlos en aprietos, porque el deseo de hacer saber que son amigos de personas
importantes suele llevarlos a ser indiscretos o revelar confidencias. Los Dos
de la franja media inferior pueden crear frustración a las personas que les
importan porque tienden a dispersarse en un amplio círculo de contactos sin
prestar verdadera atención a ninguno de ellos. Pueden ir tras cualquiera que
les ofrezca simplemente un indicio de aprobación y atención.
En la franja insana, los Dos
sociales pueden ser muy paternalistas, atrayendo constantemente la atención
hacia las «buenas obras» y sacando a relucir sus favores: «¿Qué sería de ti sin
mí?». En la misma vena, podrían ser los clásicos consentidores, que encubren
las fechorías o los conflictos de las personas que valoran para tenerlos a su
lado, y en deuda.
EL INSTINTO SEXUAL EN EL DOS
Ansias de intimidad. En la franja
media, los Dos sexuales son los verdaderos adictos a la intimidad del
eneagrama. Se sienten impelidos a intimar con otras personas, tanto de modo emocional
como físico. Les gusta conquistar a personas que les atraen, sobre todo si
suponen un desafió o al principio no están interesadas. Si el Dos social desea
ser amigo de todos, el Dos sexual desea ser el mejor amigo
de una persona; se concentra en pocas personas, y le gusta considerarse el
amigo número uno de sus amigos, su confidente más íntimo. Le encanta pasar
momentos a solas con la otra persona, contarse secretos y hablar de «la
relación». Le gusta estar informado de los temas que valora la otra persona, e
incluso los estudia e investiga con el fin de aumentar la intimidad («Bueno,
desde los cuarenta que escucho discos de Sinatra, también»).
La palabra seductor se suele
asociar con los Dos en general, pero se aplicaría sobre todo a los Dos
sexuales. Los nueve tipos saben ser seductores a su manera; los Dos sexuales
seducen principalmente prestando muchísima atención al otro. Proponen hablar de
los problemas de la otra persona para atraerla más. La actividad sexual
evidente puede formar parte del cuadro también, aunque esto no es siempre
consciente.
Cuando se dispara la ansiedad sobre
su atractivo, comienzan a asediar a la otra persona; los invade el temor de que
el otro no quiera estar con ellos si no hacen esfuerzos extras por buscarlos.
Los Dos sexuales del nivel medio inferior se vuelven cada vez más exigentes y
no aceptan un no por respuesta; aun cuando cuenten con el afecto de la otra
persona, les parece que no hay suficiente intimidad. Mientras a los Dos
sociales les gusta ampliar el círculo de amigos mutuos, los Dos sexuales desean
tener a sus amigos para ellos solos, no sea que descubran a otro y terminen la
relación con ellos.
En la franja insana, se vuelven
extremadamente celosos y posesivos, rondan a la otra persona y les da miedo
perderla de vista o tenerla fuera de alcance por teléfono. Es posible que empiecen
a obsesionarse por el otro, a «controlarlo» compulsivamente; son incapaces de aceptar
un rechazo o incluso una mala reacción de parte del objeto de su deseo. Podrían
andar al acecho de la persona por quien están obsesionados románticamente o
atormentar a quien no puede rechazar sus proposiciones.
LAS DIFICULTADES PARA CRECER DE LOS
DOS
Los siguientes son problemas que la
mayoría de las personas tipo Dos van a experimentar en algún momento de sus
vidas. Observar estos comportamientos, «sorprendernos infraganti» y, simplemente,
ver nuestras reacciones subyacentes habituales frente a lo que nos presenta la vida
nos ayudará a liberarnos de los aspectos negativos de nuestro tipo.
LA LLAMADA A DESPERTAR PARA EL TIPO
DOS: AGRADAR
«Sé qué hacer para caer bien a
todos.»
Como hemos visto, los Dos tienden a
ser muy generosos, pero también a ser presas de la inseguridad respecto al
afecto por ellos. Si comienzan a temer que no es suficiente el bien que han
estado haciendo a otras personas, pueden empezar a quedarse atrapados en
«agradar», en buscar cosas para decir o hacer y así caer bien, A los Dos que
actúan de este modo les cuesta mucho resistirse a abordar a las personas o a
manifestar sus sentimientos y experiencias.
Tienden a precipitarse y,
prácticamente, a tragarse a la otra persona. El afán de agradar puede tomar
muchas formas, desde una actitud amistosa forzada, una solicitud exagerada,
demasiada generosidad, hasta descarada adulación. Además, los Dos se sienten
impelidos a conectar con personas sin discriminar, convirtiéndose en los
mejores amigos del cartero o prácticamente adoptando a todos los niños del
barrio para mejorarles su autoestima, porque esta depende de intimar con otras
personas. Tratan de llenar un vacío del corazón con sentimientos positivos de
otra persona. Como la mayoría de los proyectos del ego, esta estrategia está
condenada al fracaso.
En el fondo, estas personas no están
seguras de que los demás fueran sus amigos si ellas dejaran de ser generosas y
de apoyarlos. Así, aunque les agradezcan sus buenos actos, esto no les llega al
corazón; la gratitud no borra la sensación subyacente de valer poco o nada.
Además, en cierto modo los demás
saben que hay una intención oculta en la «generosidad» de los Dos de la franja
media; con el tiempo esto podría ser motivo de distanciamiento por parte de los
demás, y en último término de rechazo a sus ofrecimientos.
Rich, un escritor cuarentón, casado,
recuerda un incidente de su infancia que ilustra el sufrimiento que se esconde
tras este comportamiento: “Tenía cuatro o cinco años y deseaba hacerme amigo de
una niñita que vivía en la misma manzana, aunque no tenía mucho que ver
conmigo. Tenía una pequeña locomotora de cuerda que era uno de mis juguetes
predilectos y pensé regalársela para caerle bien. Una tarde llevé la locomotora
a su casa y la encontré jugando en el porche. Cuando estaba a punto de
ofrecérsela, me di cuenta de que pretendía sobornarla (aunque en ese tiempo yo
no conocía la palabra). De todos modos, recuerdo que me costó muchísimo
contenerme, porque todo mi ser deseaba regalársela para gustarle y para que
fuera mi amiga.”
Expresión clave: SANO
Nivel 1: Cuida de sí, ama incondicionalmente.
Abandonan la creencia de que no les
está permitido cuidar de sí mismos. Así están en posición de reconocer sus
sentimientos y necesidades y libres para amar a los
demás sin esperar recompensa.
También logran su deseo básico y,
liberados, experimentan el amor
incondicional por sí mismos y por
los demás. Son alegres, clementes y humildes.
Nivel 2: Siente empatía, afectuoso.
Centran la atención en los
sentimientos de los demás con afectuoso
interés, a modo de defensa de su
miedo básico. Imagen propia: «Soy bondadoso, considerado y generoso».
Nivel 3: Apoya, da.
Refuerzan su imagen personal
haciendo el bien a los demás. Son
generosos con su tiempo y energía y
valoran, alientan y apoyan a los demás. También son expresivos con sus
emociones y disfrutan de participar de sus talentos.
MEDIO
Nivel 4: Bien intencionado, complaciente.
Comienzan a temer que lo que han
hecho no es suficiente: los demás no los quieren cerca. Desean intimar y estar
seguros de que caen bien. Tratan de cultivar amistades y conquistarse a las
personas complaciéndolas, halagándolas y apoyándolas.
Nivel 5: Posesivo, entrometido.
Temen que las personas amadas amen a
otros más que a ellos, por lo tanto desean que los necesiten. Intentan tener
derechos sobre las
personas anteponiendo sus
necesidades a las propias. Orgullosos pero necesitados, no quieren perder de
vista a los demás.
Nivel 6: Vanidoso, dominante.
Les molesta que los demás no los
aprecien como es debido, pero son incapaces de expresarlo; en lugar de hacerlo
se quejan de su salud, atraen la atención a sus buenas obras y recuerdan a los
demás lo endeudados que están con ellos. Los sentimientos reprimidos comienzan
a causar problemas físicos.
INSANO
Nivel 7: Se auto-justifica, manipula.
Temen estar ahuyentando a las
personas, lo cual podría ser cieno. Para salvar su imagen justifican su
comportamiento considerando «ingratos egoístas» a los demás.
Tratan de inspirar lástima para compensar la Falta de amor y
procuran que los demás dependan de ellos para que no los abandonen.
Nivel 8: Se siente con derecho, coacciona.
Desean tamo el amor que comienzan a
buscarlo obsesivamente. Creen tener derecho a todo lo que desean porque han
sufrido mucho, y es posible que manifiesten su necesidad de afecto de modo
implacable y no apropiado.
Nivel 9: Se siente victima, se hace pesado.
Comprender que podrían haber sido
«egoístas» o incluso haber hecho daño a alguien es demasiado para los Dos
insanos. Se desmoronan, física y emocionalmente, y acaban por interpretar el
papel de víctima y mártir. Los demás entonces se ven obligados a acercarse y atenderlos.
CONQUISTARA LAS PERSONAS
Dedica una página de tu diario de
trabajo interior a tomar notas sobre tus formas de agradar a las personas.
¿Tiendes a halagar o adular para caer bien? ¿Regalas dinero o haces favores especiales?
¿Cómo atraes la atención a lo que haces por los demás, aunque creas que lo haces
de forma sutil? ¿Te sorprendes negando o justificando tu intención de agradar?
¿Es algo de lo que te enorgulleces o te avergüenzas? ¿Cómo te sientes al
considerar estas cosas?
¿Cómo te sientes cuando cambian los
papeles y son los otros quienes te adulan o procuran agradarte?
EL PAPEL SOCIAL: EL AMIGO ESPECIAL
«¿No encuentras maravillosa la
amistad que nos une?»
Los Dos de la franja media empiezan
a definirse como el amigo especial o el confidente.
Desean que los demás los consideren
sus mejores amigos y que acudan a ellos para pedirles consejo o contarles
secretos especiales e intimidades. Tener un lugar especial en las vidas de sus
familiares y amigos y tener información privilegiada sobre ellos, esas cosillas
que nadie más sabe, se convierte en «prueba» de amistad íntima. Dedican una
considerable cantidad de tiempo a hacer nuevos amigos y a mantenerse en
contacto con los antiguos. Desean que se los mantenga informados de todo y se
los consulte en todas las decisiones importantes.
También desean que otras personas
ajenas a la relación sepan de esta intimidad con sus amigos, y con ese fin
suelen hacer comentarios para pregonarla y es muy posible que empiecen a contar
trocitos de esa información privilegiada. Con estos cotillees también demuestran
lo mucho que se preocupan por los demás («Jack y Mary vuelven a tener problemas
en su matrimonio. Y al pobre Jack no le va muy bien en el trabajo»).
También ponen muchísima energía en
encontrar formas de tener más para dar, y estudian temas o técnicas de
interés, por ejemplo la espiritualidad dentro de su tradición religiosa.
También la lectura de las cartas del
tarot, el masaje, la terapia energética, la nutrición y la cocina, el cuidado y
la educación de los hijos y las artesanías; todas estas son formas de ser útil
y de conseguir que las personas se sientan a gusto consigo mismas, y con
ellos. Piensan que si tienen algún tipo de poder o don espiritual (leer el
aura, administrar los sacramentos, por ejemplo) los demás los desearán o
necesitarán siempre.
¡DE VERDAD TE GUSTO?
Observa qué haces para conservar tu
relación con los demás. ¿Ofreces servicios especiales?
¿Hablas mucho de la relación?
¿Necesitas que te repitan muchas veces que te quieren, aprecian o que caes
bien? Si te sorprendes en la necesidad de intimar más con alguien, detente a hacer
tres respiraciones profundas; observa tu postura. Después continúa hablando con
la persona.
SOBERBIA, ADULACIÓN Y SUFICIENCIA
“Aquel que conoce el nombre o el
lugar de su virtud no tiene ninguna.” JOHN DONNE
Cuando el ego pretende considerarse
el manantial de amor y valor en las vidas de otras personas, la consecuencia es
el orgullo, la pasión o el «pecado capital» del tipo Dos («Si no fuera
por mí, ¿qué sería de ti?»). El amor y la valía auténticos forman parte de
nuestra naturaleza esencial y surgen espontáneamente cuando estamos conectados
de verdad con nuestros corazones. Cuando estamos desconectados de este aspecto
de nuestra naturaleza nos sentimos vacíos e indignos, y entonces la soberbia es
la estrategia del ego para encubrir esos sentimientos dolorosos.
La soberbia suele expresarse en
forma de adulación. Movidos por la soberbia, los Dos se sienten
impulsados a elogiar a los demás, pero con el deseo inconsciente de que se les devuelva
esa atención positiva. Esperan que los demás vean lo generosos y cariñosos que
son, y les agradezcan con algo similar. Cuanto más inseguros se sienten más
tienden a halagar, con la esperanza de que se los corresponda, los aprecien y halaguen.
En todos los tipos, la soberbia es
una expresión de la renuencia a reconocer que sufrimos y a pedir ayuda; es el
rechazo a reconocer la gravedad de nuestro sufrimiento, de nuestro vacío y nuestra
necesidad. A consecuencia del orgullo, los Dos cuidan las heridas de todos los
demás pero descuidan las suyas («No necesito nada. Estoy bien. Estoy aquí para
cuidarte a ti»). La soberbia se delata en la actitud defensiva que surge cuando
alguien tiene la audacia de sugerir que la persona Dos tiene necesidades y
heridas.
Como los otros tipos de la tríada
del sentimiento, la imagen personal afectuosa de los Dos encubre profundos
sentimientos de vergüenza, aflicción y hostilidad; mientras no los elaboren, no
podrán expresar todos sus sentimientos. Así, la soberbia les impide
experimentar el amor y el cariño de otros y les impide sanar de verdad las
heridas que disfrazan bajo sus actos aparentemente generosos.
BÚSQUEDA DE EXPRESIONES DE CARIÑO
Cuando se sienten menos dignos de
amor, los Dos se centran en cosas concretas que les demuestren que son amados.
Las expresiones de cariño en que se centran varían de unos Dos a otros, y puede
ser cualquier cosa, desde un abrazo, un tono especial en la voz, un agradecimiento
inmediato por un favor, a recibir una llamada de teléfono o una respuesta sexual.
A estas reacciones concretas las
llamamos expresiones de cariño. A menos que la otra persona le diga
ciertas palabras, por ejemplo «Te quiero», en un tono particular y acompañadas
por una cierta mirada, el Dos medio no se sentirá amado. Si la otra persona
decide expresar su amor de manera diferente a lo que el Dos considera expresión
de cariño, entonces no cuenta.
En realidad, juzgan
inconscientemente las reacciones de los demás, y sólo unas pocas acciones selectas
pasan por el filtro de su superyó («Jeff me saludó y me preguntó cómo
estaba,pero si yo le importara realmente se habría quedado a tomar el café
conmigo»). Claro que cuanto más inseguros se sienten, más les cuesta aceptar
como pruebas de amor incluso las muestras francas de afecto.
Para satisfacer su necesidad de
expresiones de cariño, los Dos de la franja media dejan caer insinuaciones de
lo que los haría sentirse amados («Tu cumpleaños es el dieciséis de enero, ¿verdad?
El mío va a ser muy pronto»). Si amor significa recibir un ramo de flores, un
Dos envía flores a la otra persona para su cumpleaños, con la esperanza de que
ella lo recuerde y le envíe flores también. Por desgracia, ha entrado en el
cuadro un claro elemento de «dar para recibir».
En la medida en que nos
atrincheramos en la necesidad de expresiones de cariño nos perdemos muchísimo
del amor que se nos ofrece. Y puesto que para la persona tipo Dos las expresiones
de cariño están configuradas en gran medida por lo que en su infancia experimentó
como amor, lo que entiende por «amor» puede estar muy deformado, debido a las
diversas formas de abuso y maltrato. Además, cuanto más rechazada se siente a consecuencia
de problemas de su infancia, más difícil le resultará convencerse de que
alguien la ama realmente. Al final, hasta las verdaderas muestras de afecto de
los demás las considerará insuficientes o incluso negativas.
RECONOCER EL AMOR
En tu diario de trabajo interior
explora la pregunta «¿Cómo sé que me aman?». ¿Qué consideras amor en tu vida?
¿El amor de quién buscas? ¿Cuáles son las señales de que esa(s) persona(s) te
da(n) amor? ¿Cómo sabes o cómo sabrías que te aman?
INTIMIDAD Y PÉRDIDA DE LIMITES
«No aceptaré un no por respuesta.»
La aprobación, los elogios, el
aplauso y los halagos suelen seducir, y eso lo saben los Dos.
Conocen el poder de la atención
positiva y lo hambrientas que están de ella muchas personas.
Su disposición a ofrecer atención y
a expresar interés por los demás puede llevar rápidamente a un grado de
intimidad que para muchas personas es inesperado e insólito; muchas veces, y sin
aviso, una persona se encuentra «relacionada» con un Dos, y éste espera una
reacción. Si el Dos es sano, la otra persona tiene libertad para responder de
cualquier manera; pero cuando el Dos está más necesitado (y esta necesidad
suele ir en aumento), espera que los demás respondan de una manera determinada.
Los Dos de la franja media desean
proximidad física con las personas con quienes desean amistad. Abrazan y besan
desenfadadamente, rodeando los hombros con el brazo o apretando el brazo con
aprecio; muchas veces se exponen al peligro de manifestar demasiada familiaridad
en su lenguaje corporal, con su forma de hablar y sus modales, algo que es
fácil de interpretar erróneamente en la oficina o en otros ambientes sociales.
Cuanto más desean establecer una
relación, más dificultades tienen para reconocer los límites.
Es posible que hagan preguntas
demasiado personales sobre la situación económica, la salud y la vida sexual de
la otra persona. También podrían ofrecer consejos u opiniones no solicitados («Mary no es la chica que te
conviene»). Si la otra persona no tiene ninguna necesidad ni problemas, el Dos
podría empezar a creárselos, a veces de modo innecesario y entrometido
(«El sábado vendré para acompañarte
a la compra, cuando volvamos te ayudaré a limpiar la casa y después iremos al
cine»); y si la otra persona no acepta porque lo considera una intromisión, por
lo general reacciona redoblando la solicitud.
Esta intrusión puede tener matices
sexuales. Los Dos de las variantes instintivas social y sexual tienden a
manifestar sus necesidades emocionales y sexuales con bastante claridad y energía,
desee o no este tipo de relación la otra persona. Un aspecto más inocente de
esto, pero que de todos modos crea problemas, es su tendencia a «rondar
alrededor» y de seguir a las personas incluso hasta el cuarto de baño o el
vestuario («¿Por qué cierras la puerta?»).
Como es lógico, este tipo de actitud
o comportamiento tiene normalmente el efecto de alejar a las personas.
SATISFACER LAS NECESIDADES,
ENCONTRAR UN EQUILIBRIO
No olvides preguntar a las personas
que quieres qué necesitan de ti y qué no necesitan. Ábrete a oírlas y a aceptar
sus límites. Observa también cuándo no puedes hacer cosas para ti porque te has
extralimitado en tus servicios a los demás. Diariamente haz una lista de las cosas
que necesitas hacer por ti, y cúmplelas. Pon esta lista en un lugar prominente,
donde puedas verla.
NECESIDAD DISFRAZADA
«Venga, un abrazo.»
«Déjame que te ayude. »
Estas personas han aprendido que no
deben expresar con franqueza sus necesidades y sus deseos; deben hacerlo de
modo indirecto, con la esperanza de que los demás capten sus insinuaciones y
las compensen de diversas maneras. Igual que el tipo Uno, el Dos tiene un superyó
fuerte que se ocupa de juzgar qué debe hacer para ser amado, qué «considera
amor», la calidad de su abnegación, etcétera. Los Dos de la franja media
consideran «egoísmo» tener necesidades y expresarlas con franqueza (como hacen
los tipos combativos).
María es una educadora que ha
trabajado muchos años los problemas de su tipo Dos: “He tenido que ejercitarme en ser clara y
franca con las personas; esa es una habilidad sanadora para mí. El verdadero
problema se me presenta cuando tengo que fijar límites, negarme a algo o pedir
un favor difícil a alguien cuya relación valoro. Necesito una enorme valentía
para decir no a alguien o pedir un favor sin ofrecer justificaciones, y
encuentro aterrador esperar la respuesta.”
La mayoría de los Dos temen que si
tienen problemas y necesidades los demás se alejarán. En realidad, es posible
que se convenzan de que no tienen ninguna necesidad y de que sólo existen para
ser de utilidad a los demás.
Pese a que Louise es pastora
religiosa y que muchas personas ya dependen de ella, de todos modos «necesita
sentirse necesitada»:
“Una de las cosas de las que soy
consciente es que despierto por la mañana y pienso en las personas de mi vida
para evaluar qué van a necesitar de mí durante el día. Hice eso con mis hijos
hasta que se marcharon de casa para ir a la universidad. Siempre les decía dónde
estaba «por si me necesitaban».”
Una vez que se hacen habituales
estos comportamientos, entra un elemento de compulsión en esa generosidad; no
pueden evitarlo; se les convierte en obligación intervenir y salvar a otros.
Esto pone a la otra persona en el
papel de «hijo necesitado» y al Dos en el lugar de un progenitor fuerte y
capaz. Rescatar así a las personas las priva de la oportunidad de resolver solas
sus problemas y dotarse de dignidad y de autoestima. Esto puede generar
resentimientos no reconocidos ni solucionados en las dos partes; la persona que
recibe la ayuda se resiente de que la traten como un niño, y el Dos comienza a
sentir resentimiento por gastar tanta energía en esa persona sin recibir nada a
cambio. Con frecuencia, si el Dos realmente ayuda a la persona, esta, una vez
sanada, se marcha a praderas más verdes y el Dos se queda nuevamente con el
corazón roto.
Los Dos menos sanos podrían intentar
satisfacer sus necesidades ocultas colocando a las personas en situaciones
comprometidas o violentas. Por ejemplo, dado que suelen tener problemas de
dinero (y de todo tipo para pagar), un Dos podría pedir prestados mil dólares a
un amigo o familiar y al cabo de un tiempo devolverle ochocientos, diciendo que
más adelante le pagará el resto. Pasa el tiempo y no llega ningún pago; la otra
persona queda entonces en la posición de, o bien recordarle la deuda u
olvidarla. Esta injusticia coloca al otro en la posición de sentirse humillado
o mezquino por sacar a relucir el tema; pero no sacarlo a la luz suele
deteriorar la relación o romperla por completo. Es un juego peligroso, pero los
Dos están dispuestos seguirlo por dos motivos: si la otra persona no habla,
esto les permite o bien sentirse compensados en cierto modo o bien convencerse
de que el otro los necesita tanto que no se atreve a protestar, y así pueden
seguir sintiéndose deseados.
RECONOCER LAS NECESIDADES
Siempre que sientas la necesidad de hacer algo por otra persona, detén
tus actividades, cálmate y pregúntate, con el corazón, qué necesitas esa vez.
SER SALVADOR Y COLECCIONAR PERSONAS
NECESITADAS
En el lado positivo, la relación
emocional y de compenetración de los Dos con los demás los obliga en verdad a
hacer lo posible por ayudar a alguien en dificultades, a la vez que su generosidad
y energía les permite hacerlo de modos tangibles. Pero en el lado negativo, rescatar
a otros les impide relacionarse de modos más satisfactorios.
Asumir el papel de salvadores los
lleva a centrar la atención y el esfuerzo en las personas más necesitadas,
incluso lo que se conoce como casos desesperados. La valoración que esperan obtener
de ayudar efectivamente a personas necesitadas promete ser una fuente de
gratitud y autoestima. Además, cuanto mas necesitado está el beneficiario, más
generosos parecen ellos, por lo menos para sus superyós.
Pero esta situación entraña
problemas inherentes. En un caso extremo, el Dos podría dedicarse a cuidar a
una persona en estado comatoso; puesto que de esta persona no recibirá el reconocimiento
esperado, tal vez se dirija hacia los familiares del enfermo para atender a sus
necesidades también en un gesto excesivo. También podría trabajar
profesionalmente con niños muy pequeños, ancianos, huérfanos, drogadictos,
alcohólicos o enfermos terminales, todos los cuales necesitan sus servicios
pero no pueden corresponder bien a su amor y atención.
Dedicarse a personas muy enfermas,
incapacitadas, es contraproducente si lo que se busca es una respuesta emocional
madura de ellas. Y, sin embargo, esto es lo que hacen los Dos secreta y
emocionalmente necesitados. En su necesidad de que los necesiten dan a personas
que no pueden darles nada a cambio. Como reza un dicho popular en los programas
de doce pasos, los Dos «buscan una naranja en una ferretería».
ENCONTRAR BUENOS LÍMITES
Cuando te involucres con una
persona, deja claro lo que deseas o esperas de ella. Percibe cuándo te
involucras con personas que crees que te necesitan de alguna manera. Aprende a evitar
enamorarte de personas que te estimulan a encauzarlas («En realidad, es
encantador; además es sincero, porque me contó que es drogadicto y que golpeaba
a su anterior compañera.
Pero si yo le doy bastante
amor...»). Está bien ayudar a las personas, pero sólo si lo hacemos sin
expectativas respecto a lo que podrían hacer por nosotros en el futuro.
CARÁCTER POSESIVO Y CONTROL
«¿Qué sería de ti sin mí?»
Cuanto más tiempo y energía gasta un
Dos de la franja media en una persona, mayor es su convicción de que ha
invertido en ella y el deseo de proteger esa inversión. Los demás lo experimentan
como expresión de un carácter posesivo y, si ese problema no se reconoce, puede
aflorar un sentimiento emparentado con ese afán de posesión, los celos.
Cuando el Dos medio se vuelve
posesivo, es señal segura de que ha comenzado a temer que la otra persona está
perdiendo interés o que está a punto de abandonarlo, tal vez por otra persona;
la ansiedad, entonces, lo obliga a hacer cosas que al final sabotearán la
relación, aunque en el momento piense que esas tácticas son el modo de salvarla
y demostrar aún más su afecto. Ese carácter posesivo se manifiesta en forma de
preocupación por el otro y se expresa mediante todo tipo de actos que obedecen
a motivos ocultos no reconocidos.
El control forma también parte del
cuadro; en lugar de contribuir a desarrollar las cualidades no desarrolladas
del otro, el Dos medio en ocasiones intenta modelarlo para que satisfaga sus necesidades
emocionales. Estas personas corren el riesgo de convertirse en permisoras, justificando
o, peor aún, alentando en el otro, comportamientos que a la larga serán debilitadores,
pero que prácticamente asegurarán que la otra persona no las abandone.
Para compensar el sentimiento de no
ser valorados, los Dos de la franja media inferior adoptan también una actitud
de superioridad y condescendencia hacia los demás, quejándose de lo mucho que
han hecho por o gastado en ellos, o de ambas cosas. Suelen sentirse indispensables,
convencidos de que la otra persona no podría vivir sin ellos. No logran comprender
por qué los demás no les corresponden el amor de inmediato y de todo corazón.
Es típico que se crean no apreciados
o marginados.
PERMITIR QUE LA RELACIÓN SE
DESARROLLE
En tu diario de trabajo interior
explora las formas en que has sido posesivo con familiares y amigos. ¿En qué
aspectos te resulta difícil dejarlos libres? ¿De qué modos has intentado retener
a personas? ¿Ves la acción de los celos en tus relaciones? ¿En qué fase de tu
infancia comenzaste a notar esta emoción y cómo te las arreglabas con ella?
¿Alguien intentó manipularte mediante los celos y un carácter posesivo en tu
infancia? ¿Cómo te sientes cuando alguien se muestra posesivo contigo?
SALUD Y «SUFRIMIENTO»
Si los Dos continúan
extralimitándose en el servicio de los demás, se agotan física, emocional y
económicamente. Es inevitable que su salud comience a sufrir porque también se
«guardan» los sentimientos (los somatizan), lo cual lleva a trastornos en el
comer, aumento de peso, enfermedades psico-somáticas y/o abuso de sustancias. Su
sufrimiento real (y también el que exagera) les permite sentirse mártires
agobiados por sus sacrificios por los demás, aunque es posible que sobre-estimen
esos sacrificios o trabajos. Los Dos sanos no hablan mucho de sus problemas;
los Dos de la franja media inferior y los insanos casi no hablan de otra cosa.
Hacen desfilar ante los demás operaciones pasadas, cicatrices, experiencias
traumáticas y sustos médicos de todo tipo, con el fin de generar muestras de
preocupación y cariño. En este cuadro puede entrar la hipocondría, como otra invitación
más a la gratitud y la compasión. Es posible que les surjan sarpullidos,
problemas intestinales, artritis y otras enfermedades relacionadas con el
estrés.
Para los Dos de la franja media
inferior, los problemas de salud se convienen en «pruebas» de que se han
«desgastado por los demás», como siempre han asegurado. Además, estar enfermos
suele ser la única manera de tomarse unas vacaciones de sus responsabilidades y
de las exigencias de sus superyós.
Harold, pasante de ópera, reconoce
esta pauta en él: “Me siento ofendido, me desmorono
emocionalmente y me pongo histriónico. Soy incapaz de funcionar; cuando me
enfado lloro, no puedo hablar sin que me tiemblen los labios. Me parece que lo
hago todo por todos y que nadie hace nada por mí. No logro desentenderme de las
cosas; no puedo evitar pensar en ellas. También he asumido demasiadas
obligaciones y cuando no puedo con ellas me enfermo. Esa ha sido mi manera de
reaccionar cuando necesito descanso o vacaciones.”
CUIDAR DE UNO MISMO TAMBIÉN
Aprende a escuchar a tu cuerpo,
sobre todo en lo que atañe al descanso. Observa que a veces comes por motivos
emocionales y no porque tengas hambre. Cuida de ti como insistirías en que se
cuidara una persona que amas.
REACCIÓN AL ESTRÉS: EL DOS VA AL
OCHO
Cuando la ansiedad y el estrés
sobrepasan su capacidad de aguante, el tipo Dos va al Ocho: se vuelve más
franco y enérgico. Normalmente los Dos presentan una imagen de bondad generosa,
pero el paso al Ocho revela que por dentro son extraordinariamente duros: los demás
descubren que bajo el guante de seda hay un puño de hierro. Su modo de actuar indirecto
se convierte en una acometida frontal; los Dos de la franja media echan en cara
a las personas la ausencia de expresiones de cariño o valoración suficiente, y
pueden ser sorprendentemente agresivos y discutidores, insistiendo en que se
les ha agraviado de alguna manera. No hace falta decir que para los demás esto
representa una sorpresa absoluta.
Al mismo tiempo, igual que los Ocho
de la franja media, comienzan a preocuparse por sus necesidades de
supervivencia y trabajan más y con mayor implacabilidad. Pero no desean que sus
esfuerzos pasen inadvertidos y, como los Ocho, hacen intimaciones respecto a quién
lleva las riendas («Espero que te des cuenta de lo importante que soy en tu
vida»). Cuando el estrés es grave, resultan francamente dominantes y
controladores. Amenazan y minan la confianza de las personas que los necesitan.
El paso al Ocho se puede considerar el desahogo de sus sentimientos de ira y de
creerse traicionados, sentimientos que, en circunstancias normales, son
incapaces de encarar.
LA BANDERA ROJA: EL DOS EN
DIFICULTADES
Si la persona tipo Dos ha sufrido
una crisis grave sin contar con un buen apoyo o sin recursos de compensación, o
si en su infancia sufrió malos tratos o abusos constantes, podría atravesar el
punto de choque y entrar en los aspectos insanos de su tipo. Es posible que
esto la conduzca al horrible reconocimiento de que sus esfuerzos por intimar
con los demás en realidad los ahuyentan. Y algunos de esos temores podrían,
efectivamente, tener base en la realidad.
Si es capaz de reconocer la verdad
que encierran esos temores, podría comenzar a cambiar su vida y avanzar hacia la
salud y la liberación. Pero también podría engañarse aún más, y manipular y
hacer desesperados esfuerzos por mantener la creencia de que no ha hecho nada malo
ni egoísta. Podría intentar retener al otro a toda costa a la vez que justifica
sus actos («Hago esto por tu bien», «Comprendo tus deseos de marcharte y
dedicarte a una profesión, ¿pero qué va a ser de mí?»). Si persiste en esta
actitud, podría entrar en los niveles insanos. Si en ti o en alguna persona
conocida observas estas señales de alarma durante un periodo de tiempo
prolongado (más de unas cuantas semanas), es muy aconsejable buscar
orientación, terapia u otro tipo de ayuda y apoyo.
SEÑALES DE ALARMA PATOLOGÍAS POSIBLES:
Trastorno de personalidad
histriónica, hipocondría, somatización,
trastornos en el comer, comportamiento sexual coactivo, «acoso».
► Tendencia extrema al auto-engaño.
► Actuar con la sensación errónea de
tener derecho.
► Episodios de manipulación y
coacción a los demás.
► Episodios de amor obsesivo
desproporcionados con la edad o la posición.
► Pruebas de agresividad reprimida
expresada de modo inapropiado.
► Síntomas físicos de problemas
emocionales (somatización).
PRACTICAS QUE CONTRIBUYEN AL
DESARROLLO DEL DOS
► No te preocupes tanto por lo que
piensan de ti los demás y obsérvate de modo especial cuando intentas ganarte a
todo el mundo. Como tal vez ya sabes, hagas lo que hagas, casi siempre acabarás
desagradando a alguien. No es posible, por lo tanto, que siempre le caigas bien
a todos ni que todos sean tus amigos. Es más importante que pienses
detenidamente lo mejor que puedes hacer por alguien en el momento y dejarlo
así.
► Aprende a reconocer el afecto y
los buenos deseos de los demás aunque no los manifiesten de una forma que te
sea familiar. Aunque no expresen sus sentimientos del modo que deseas, podrían
hacerte saber de otras maneras lo mucho que les importas. Muchas personas no
son tan efusivas como tú en la expresión de sus sentimientos, y muchas no
tienen la inclinación natural a dar su atención a otros. Pero si sabes
reconocer lo que te dan, te será más fácil estar tranquilo con el conocimiento
de que eres amado, y no te sentirás tan frustrado.
► Es fundamental que te fijes buenos
límites. Los límites te permiten sentir por los demás sin involucrarte en sus
problemas. Para favorecer esto, aprende a «permanecer dentro de tu piel» cuando
otras personas estén en dificultades o necesiten algo de ti. Esto no significa
que debas negar tu afecto o ayuda; significa que necesitas permanecer conectado
contigo mismo en esas ocasiones en que tienes más probabilidades de dejar de
lado tus intereses por tratar de ganarte aprobación. (Las prácticas de
meditación que se explican en el capítulo 17 te serán especialmente útiles a
este respecto.) Si sabes respetar tus límites, diciendo no cuando necesitas
hacerlo, será menos probable que invadas los límites de los demás. Esto te favorecerá
unas relaciones más felices con todo el mundo.
► Te será enormemente valioso tomar
más conciencia de cuando adulas o halagas a otra persona o de algún modo tratas
de congraciarte con ella (la personalidad suele usar un tono de voz muy
especial para esas tácticas, y te será muy útil aprender a identificarlo y
silenciarlo cuando surja). Los sentimientos sinceros por los demás son tus
regalos, pero la falsedad y los halagos excesivos pueden minarlos.
► Tu soberbia compensa algo: un
temor subyacente de no valer, de que nadie te desea o quiere. Trabaja en ella,
observando primero las muchas formas en que se manifiesta. No es necesario
tener «pensamientos de orgullo» ni una expresión arrogante en la cara para
estar en las garras de la soberbia; la falsa humildad es una expresión de
soberbia tan evidente como proclamar las buenas obras. Solamente la verdadera
humildad y el conocimiento de que eres amado (saber que en tu yo esencial eres
realmente una expresión del amor) podrán disolver la soberbia.
► Los Dos tienden a dar demasiado y
luego lo lamentan. Sé tremendamente sincero contigo mismo sobre tus motivos
cuando haces algo por alguien. Aprende a poner en duda tus razones. Aprende a
escuchar a tu cuerpo y a tu corazón: cuando lo uno y lo otro te duelen sabes
que estás sufriendo, y dar más a los demás para que te aprecien no sanará ese
dolor. Por otra parte, cerrarte y cortar los lazos con los demás tampoco
solucionará el problema. Sólo lo sanará la cruda sinceridad respecto a tus
intenciones y tus necesidades.
APROVECHAMIENTO Y DESARROLLO DE LAS
FUERZAS DEL DOS
«Me alegra poder compartir mis dones
con los demás.»
Dentro de sus posibilidades, los Dos
sanos hacen cosas buenas por los demás. Se quedan hasta tarde cuidando niños o
ancianos, recorren la ciudad para llevarles alimentos y se encargan de que
tengan asistencia médica. Siempre que haya algo práctico que hacer por alguien,
el Dos estará allí, entregándose al trabajo en cuerpo y alma.
El regalo de sus sinceras buenas
obras hablan con más elocuencia que cualquier palabra que pudieran decir. Así
pues, los Dos están dotados de la extraordinaria capacidad de no sólo atender a
los demás, sino también de hacer algo significativo por ellos.
Poseen una espontaneidad alegre que
se parece a la alegría de vivir de los Siete sanos. Son de risa pronta y
profunda, y no se toman demasiado en serio, limitándose a disfrutar de la abundancia
de la vida con las personas que quieren. Poseen un entusiasmo infantil por la
vida y gozan descubriendo cosas nuevas sobre el mundo, los demás y ellos
mismos.
Lógicamente, la capacidad de
experimentar esa libertad tiene mucho que ver con su capacidad para mantener
buenos límites: decir no cuando es necesario y tener muy claras sus verdaderas motivaciones
en cualquier momento dado. Los Dos sanos son capaces de distinguir entre sus necesidades
y de los demás, y de mantener un sano equilibrio entre ellas.
Louise comenta:
“Estoy en mi mejor forma cuando me
siento en paz conmigo misma. Sé sentir lo que necesito y sé decirlo francamente.
Conozco mi yo interior. Estoy tranquila y no pienso que sea mi deber cuidar de
otras personas; esta es una sensación muy liberadora. Soy capaz de dejar ser a
los demás, y no intento controlarlos ni manipularlos. Entonces puedo ayudarlos
y darles sin sentirme resentida.”
Los límites sanos también les
permiten buscar el bien para sí mismos, a desarrollar sus vidas de modos
importantes. No se apartan de su camino por «ayudar» o entrometerse en las
vidas de otros; no necesitan obsesionarse por la vida de un ser querido porque
tienen su vida propia.
Ser capaces de estar solos y de
permanecer con sus sentimientos es un logro importante para los Dos.
Los buenos límites y el equilibrio
emocional también capacitan a los Dos sanos para no sentirse víctimas de las
reacciones de los demás; reconocen como positivos y afectuosos muchos tipos de
comportamientos diferentes. Si, por ejemplo, un Dos muy funcional da los buenos
días a alguien y esta persona contesta al saludo pero no le da un abrazo o no
hace ningún otro gesto de reconocimiento, no se siente automáticamente
decepcionado. Incluso ante reacciones negativas, rara vez pierde el equilibrio.
En el ejemplo, si la persona contesta:
«Tengo una mañana fatal, déjame en
paz», el Dos sano se lo tomará como una ofensa; será capaz de dejarlo correr en
lugar de insistir hasta obtener una reacción positiva. En resumen, los Dos
sanos tienen autoestima y se quieren a sí mismos lo suficiente para no tomarse
las reacciones de los demás como referidas a su valía.
También fomentan la independencia de
los demás, apoyando su confianza en sí mismos, sus fuerzas y enseñándoles
habilidades nuevas para que sean capaces de crecer solos. De verdad desean que
los demás prosperen y se desarrollen, y no desean que nadie dependa de ellos,
ni física ni psíquicamente. Alientan sinceramente y valoran muchísimo los
talentos y fuerzas que ven en los demás, cualidad particularmente útil para
quienes no ven mucho de bueno en sí mismos.
EL CAMINO DE LA INTEGRACIÓN: EL DOS
VA AL CUATRO
Los Dos se realizan y se mantienen
sanos aprendiendo a reconocer y aceptar todos sus sentimientos sin censurarlos,
igual que los Cuatro sanos. Dado que de un modo natural se centran en los
sentimientos de los demás, su empatía puede evolucionar a una mayor sensibilidad,
como una antena sintonizada con las necesidades, el sufrimiento y los estados
de los otros. Es como si su «cuerpo emocional» se prolongara hacia los demás,
captando sus cambios sutiles. Cuando integran las cualidades de los Cuatro
sanos, esta sensibilidad también se extiende a sus propios sentimientos y
estados interiores.
Esto no significa que necesiten
desahogar sus emociones o sentimientos. Un Dos podría descubrir, por ejemplo,
que se siente muy enfadado o frustrado con un ser querido, y experimentar la rabia
en su interior en lugar de descargarla sobre esa persona en un estallido o abandonarla
impulsivamente. Los Dos en proceso de integración poco a poco se van familiarizando
y sintiéndose cómodos con toda la gama de estados que pueden tener, entre ellos
sus necesidades secretas y sus aversiones más negras. Esto les da la capacidad
de saber cuándo y cómo cuidarse, así como el conocimiento propio para expresar
sus necesidades y miedos cuando surgen. Así como los Dos reaccionan
instantáneamente al malestar de los demás, los Dos en proceso de integración
también reaccionan instintivamente a sus propios malestares.
Explorar modalidades de
auto-expresión (música, arte, baile) o simplemente llevar un diario íntimo le
será muy útil a este tipo. Sin embargo, cada vez que un Dos intente adquirir
más conocimiento propio, mediante arre o terapia, o simplemente pidiendo ayuda
a otros, su superyó lo acusará de «egoísta» («¿Cómo es que dedicas todo este
tiempo a ti mismo?»); podrá hacer mucho para contrarrestar estas voces
aprendiendo a parar, acallar la mente y distinguir la «voz» estricta de su
superyó de la de su verdadero guía interior.
Pero el Dos no va a sacar mucho
intentando imitar las cualidades de la franja media del tipo Cuatro; volverse
más voluble en sus emociones y cerrarse en sí mismo hará poco para aumentar el
conocimiento propio que necesita; la tendencia del tipo Cuatro a las fantasías románticas
y a generar expectativas exageradas respecto a los demás sólo hará que aumente
la necesidad de hacerse amigo de las personas. En cambio, cuando los Dos
comienzan a vencer las restricciones de sus superyós contra el «egoísmo», y
aprenden a quererse y cuidar de sí mismos auténticamente, se despliega de forma
natural en ellos el conocimiento propio, el auto-descubrimiento y la creatividad
de los Cuatro muy funcionales.
TRANSFORMACIÓN DE LA PERSONALIDAD EN
ESENCIA
El verdadero amor no escasea, pero
nuestra personalidad no lo sabe. Hacemos todo tipo de contorsiones con el fin
de o bien «obtener amor» o de «obligar al amor a presentarse». Nos obligamos a
sonreír cuando estamos tristes, a ser generosos cuando nos sentimos vacíos y a cuidar
de otros cuando necesitamos que nos cuiden, como si darnos una vez más fuera a proporcionarnos
el amor. Pero ¿quién podría amarnos tanto de manera que valiera la pena todo
ese esfuerzo?
Es importante para los Dos
comprender que no van a sanar sus corazones así, por muchos sacrificios que
hagan. Pero sí pueden acudir a la única fuente capaz de satisfacerlos: su
propia naturaleza esencial. La única y sola persona que puede amarnos profunda
y continuadamente y en todas las circunstancias es uno mismo. Nuestra esencia
es el manantial de amor que buscamos, porque es una expresión del amor divino y
por lo tanto no puede ser condicionado, negado ni disminuido.
Cuando aprenden a quererse y a
atender a sus necesidades, los Dos logran un equilibrio en el que las
relaciones de amor y satisfacción no sólo son posibles, también ocurren con la
misma certeza con que sale el sol. Son libres para amar y para dar con la mano
abierta; son muy generosos y altruistas y se tienten felices de hacer el bien,
de que prosperen las personas y de que se haga el bien en el mundo. Descubren
que es un privilegio formar parte de la vida de otras personas, hacen realidad
una verdadera humildad y no necesitan atraer la atención hacia ellos ni hacia
sus buenas obras.
En un plano más profundo, los Dos
crecen enormemente cuando reconocen que el amor no es un artículo que se puede
conquistar, exigir, ganar o conceder, o que se pueda dar a alguien, porque, en
su forma más elevada y verdadera, no es una función del ego. El amor no es una ficha
de póquer ni una bolsa de «caramelos» que se pueden dar o negar. Si el «amor»
que buscamos tiene esas cualidades no es verdadero amor.
Cuando dos personas están
verdaderamente presentes la una para la otra, el amor surge de manera natural.
No importa si han sido amigos toda la vida o acaban de conocerse. El amor tampoco
es ante todo un sentimiento, aunque en su presencia sí surgen diversos
sentimientos; el amor es algo que no se puede ganar ni perder, porque es
siempre asequible, pero en la medida en que estamos presentes y, por lo tanto,
somos receptivos a él.
No podemos obligarnos a amarnos ni a
amar a otros. Sólo es posible, paradójicamente, reconocer la presencia del
amor en nosotros y en los demás. Como hemos visto, nuestra naturaleza
esencial rebosa amor, el único problema es que los hábitos y las creencias falsas
de nuestra personalidad lo bloquean. Lo que sí está en nuestras manos es
percibir conscientemente esos bloqueos para que nuestra naturaleza, en esencia
amante, vuelva a hacerse sentir y a tener un efecto sanador en nuestra vida. El
amor que experimentamos en esas condiciones es verdadero, profundo y tranquilo.
No atrae la atención hacia él, no exige, no lleva cuentas. Es duradero porque
no depende de las condiciones cambiantes de la personalidad; está inundado de
dicha porque nada puede desilusionarlo ni frustrarlo. El verdadero amor en
acción es imparable.
EL SURGIR DE LA ESENCIA
En un plano muy profundo, los Dos
recuerdan la cualidad esencial del amor incondicional y la omnipresencia
del amor. Cuando recuerdan su naturaleza esencial y el estado divino que refleja,
los Dos sanos perciben la presencia del amor alrededor de ellos, de modo que
literalmente no necesitan obtener nada de nadie, ni hay nada que puedan
dar. Estas personas nos ayudan a ver que el amor no pertenece a nadie, y
que ciertamente no pertenece a la personalidad.
Podríamos decir que nuestra tarea en
la vida no consiste en «hacer el bien» ni «dar amor» a nadie, sino en ser
receptivos a la acción del amor.
Este amor esencial se experimenta
como una dulzura que derrite; los Dos se sienten fluir suavemente y se sienten
uno con todo lo que los rodea. Además, no necesitan tener a otra persona con
ellos para experimentar este amor, y cuando lo experimentan en presencia de
otra persona no pierden el sentido de su propia identidad. Este amor es
equilibrado, puro y sustentador, permite al alma relajarse profundamente.
El reconocimiento de la verdadera
naturaleza del amor viene acompañado por una inmensa sensación de libertad. Cuando
el amor deja de ser un artículo y se comprende como parte de nuestra verdadera
naturaleza, como algo que no se puede perder, experimentamos una increíble
alegría, ligereza. Acaban los desesperados esfuerzos por conseguir atención
cuando reconocemos que no sólo tenemos amor y valía, sino que además, en el
plano del alma, somos amor y valía.
Del Libro
“ La sabiduría del Eneagrama” de Rizo y Hudson.
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