EL
GENERALISTA
EL
MULTITAREAS
EL
NIÑO PRODIGIO
EL
ENTENDIDO
EL
ESTIMULADOR
“El placer es el objeto, el deber y
el objetivo de toda criatura racional.” VOLTAIRE
“Ningún placer es malo de suyo; pero
los medios por los que se obtienen ciertos placeres producen sufrimientos que
superan con mucho a los placeres.” EPICURO
“Con la captura de la presa se acaba
el placer de la caza.” ABRAHAM LINCOLN
“¿Cómo se podría hablar de adquirir
o poseer cuando lo único necesario para el hombre es llegar a ser, ser por fin,
y morir en la plenitud de su ser?” SAINT-EXUPÉRY
► MIEDO BÁSICO: Verme despojado de
todo y arrapado en el sufrimiento.
► DESEO BÁSICO: Estar feliz,
contento, encontrar satisfacción.
► MENSAJE DEL SUPERYÓ: «Vales o
estás bien si obtienes lo que necesitas».
EL TIPO ACTIVO, AMIGO DE PASARLO
BIEN, ESPONTÁNEO, VERSÁTIL, CODICIOSO Y DISPERSO.
«Aun no tengo claro qué deseo ser
cuando sea mayor.»
Hemos llamado entusiastas, este
tipo de personalidad porque los Siete se entusiasman por casi todo lo que les
atrae la atención. Asisten a la vida con curiosidad, optimismo y espíritu de aventura,
como niños en una tienda de caramelos que miran el mundo con ilusionada expectación
por todas las cosas buenas que van a experimentar. Son osados y alegres, y van en
pos de lo que desean en la vida con animada resolución. Poseen una cualidad
cuya mejor
definición es la palabra yidish chutzpah,
algo así como descaro.
Aunque los Siete pertenecen a la
trIada del sentimiento, no lo parece de inmediato porque tienden a ser
extraordinariamente prácticos y en cualquier momento están dedicados a una multitud
de proyectos. Suelen pensar por adelantado; prevén los acontecimientos,
generan ideas al vuelo y prefieren las actividades que les estimulan la mente,
que a su vez generan más cosas par, hacer y en las que pensar. No son
necesariamente intelectuales ni estudiosos según ninguna definición estándar,
aunque suelen ser inteligentes, muy leí dos y elocuentes. Su mente pasa con rapidez
de una idea a la siguiente, lo cual los hace muy ocurrentes y capaces de
sintetizar información. Los estimula el torrente de ideas y el placer de ser
espontáneos; prefieren tener una visión amplia, global, y la emoción de las
etapas iniciales del proceso creativo antes que la exploración de un solo tema
en profundidad.
Devon, próspero empresario, nos
habla del funcionamiento interior de su mentalidad tipo Siete: “Decididamente
soy una especie de lista en persona. No se trata de que me preocupe olvidar las
cosas, porque tengo muy buena memoria; es más bien una necesidad de descargar
información para que mi mente no gire alrededor de ella. Por ejemplo, fui a un
concierto en que las entradas eran muy caras y difíciles de conseguir; no logré
escucharlo entero. La mente me torturaba con las cosas que necesitaba hacer. Al
final tuve que levantarme y marcharme, lo que desconcertó y preocupó a mi
acompañante; y yo me perdí un buen programa.”
Suelen estar dotados de agilidad
mental y de una excepcional capacidad para aprender rápido, ya se trate de
información (idiomas, hechos y procedimientos) como de habilidades manuales; tienden
a tener una excelente coordinación entre la mente y el cuerpo, y gran destreza
manual (mecanografía, piano, tenis). Todo esto se combina para hacer de los
Siete la quintaesencia de las personas renacentistas. Paradójicamente, su
curiosidad por una amplia variedad de temas y su capacidad para aprender
rápido también pueden generarles problemas. Debido a su relativa facilidad para
aprender muchas habilidades y técnicas diferentes, les resulta más difícil
decidir qué trabajo o actividad hacer; por lo tanto, no siempre valoran sus
capacidades como las valorarían si tuvieran que esforzarse para adquirirlas.
Pero cuando están más equilibrados, su versatilidad, curiosidad y capacidad de
aprendizaje pueden llevarlos a extraordinarias consecuciones.
La causa de este problema es común a
todos los tipos de la triada del pensamiento: están desconectados de la
orientación y del apoyo interior de su naturaleza esencial. Esto genera en ellos
una profunda ansiedad: creen que no son capaces de tomar buenas decisiones en beneficio
de ellos y de los demás. Tienen dos maneras de arreglárselas con esta ansiedad.
En primer lugar tratan de tener siempre la mente ocupada; mientras lo
consiguen, sobre todo con proyectos e ideas positivas para el futuro, hasta
cierto punto excluyen de su conciencia la ansiedad y los sentimientos
negativos. De igual modo, dado que la actividad estimula sus pensamientos, se
sienten impulsados a no parar, a pasar de una experiencia a la siguiente, en busca
de más estímulos. Esto no quiere decir que giren en círculos; por lo general
les gusta ser prácticos y hacer las cosas.
Francés, próspera consultora
empresarial, da la impresión de tener más energía de lo que es humanamente
posible, y sin embargo es una Siete típica: “Soy muy, muy productiva. En la
oficina estoy animada y la mente me funciona a las mil maravillas. Podría
planear varias campañas de publicidad para un cliente, esbozar el programa
general para un seminario próximo, hablar por teléfono con un cliente sobre un
problema importante, cerrar dos tratos, hacer una lista de trabajos pendientes,
dictar unas cuantas cartas y ver en el reloj que son las nueve y media, hora en
que llega mi ayudante para comenzar nuestro trabajo del día.”
En segundo lugar, se las arreglan
con la pérdida de su orientación esencial empleando el método de ensayo y
error: lo prueban todo para saber qué es lo mejor. Muy, muy al fondo creen
que no encontrarán lo que de verdad desean en la vida; por lo tanto,
tienden a probarlo todo, y por último podrían recurrir a cualquier cosa para
reemplazar lo que de verdad buscan
(«Si no puedo tener lo que realmente
me satisface, lo pasaré bien de todos modos. Tendré todo tipo de experiencias,
y así no me sentiré mal por no tener lo que deseo»).
ESTO lo pone en práctica incluso en
los aspectos más triviales de su vida cotidiana. Por ejemplo, si un Siete
quiere tomar un helado y no logra decidirse por uno de vainilla, de chocolate o
de fresas tomará uno de tres sabores, sólo para no dejar de lado el que podría
ser la opción «correcta». Tener dos semanas de vacaciones y el deseo de visitar
Europa le producirá un dilema similar. ¿Que países y ciudades visitar? ¿Que ver
en ellos.'' El modo de solventarlo será apretujar en esas dos semanas todos los
países, ciudades y lugares di interés posibles. En su apresurada carrera por
experiencias emocionantes, el verdadero objeto de su deseo (la flor de su
jardín, por así decirlo) podría estar tan enterrado en su inconsciente que en realidad
nunca saben cuál es exactamente.
Además, dada la prisa en ir en pos
de lo que creen que les ofrece libertad y satisfacción, tienden a elegir mal y
son menos capaces de satisfacerse. porque todo lo experimentan de modo
indirecto a través del denso filtro di su acelerada actividad mental. La
consecuencia es que acaban nerviosos, frustrados y enfadados, y con menos
recursos disponibles en los aspectos físico, emocional o económico. Podrían
terminar arruinando su salud, sus relaciones y sus finanzas en su búsqueda de
la felicidad.
Actualmente Gertrude está
ocupadísima con su profesión y su familia, pero al mirar hacia atrás ve cómo
esta tendencia contribuyó a hacerle difíciles sus comienzos: “No había nada para
hacer en casa ni en la pequeña ciudad del sur donde me crié. Me moría de ganas
de marcharme de allí hacia un lugar más interesante. A los dieciséis años
comencé a salir con un chico y al poco tiempo quedé embarazada; él no quiso casarse
conmigo, lo cual estaba bien porque yo tampoco deseaba casarme con él. Poco después
conocí a otro, nos casamos y conseguí que nos trasladáramos a una ciudad más
grande. Pero las cosas no salieron como yo deseaba, porque después de tener al bebé
rompimos la relación y tuve que volver a mi casa. Allí estuve uno o dos años, para
recuperarme y poner los pies en el suelo. Cuando las cosas empezaron a ponerse mal, me casé con otro chico. Ahora
tengo diecinueve años y creo que ya he hecho bastantes cosas.”
Pero, en el lado positivo, los Siete
son personas muy optimistas, exuberantes y animadas.
Están dotadas de mucha vitalidad y
el deseo de participar plenamente en sus vidas día a día.
Son alegres y joviales por
naturaleza, no se toman demasiado en serio las cosas; en realidad no se toman
nada demasiado en serio. Cuando tienen equilibrio interior su entusiasmo y su alegría
de vivir influyen en todos los que los rodean. Nos recuerdan el placer puro de
la existencia, que es el mayor don de todos.
LA PAUTA INFANTIL
Ten presente, por favor, que la
pauta infantil que describimos aquí no es causa del tipo de personalidad. Mas
bien describe las tendencias que observamos en la. Primera infancia y que
tienen una influencia importante en las relaciones del tipo en su edad adulta.
«Si la vida te da limones, haz
limonada.»
Durante su infancia, los Siete
experimentan una sensación en gran parte inconsciente de desconexión de la
figura sustentadora (que suele ser la madre biológica, aunque no siempre).
En general, son sensibles a una fuerte frustración producida por la sensación de haber sido privados del
cuidado materno a muy temprana edad, como si los hubieran destetado demasiado
pronto (lo cual podría ser cierto en algunos casos). En reacción a eso, los
niños Siete «deciden» inconscientemente cuidar ellos de sí mismos («No me voy a
quedar sentado compadeciéndome y esperando que alguien cuide de mí. ¡Me voy a
cuidar yo!»). Esto no significa que no hayan intimado con sus madres en la
infancia, sino que, en un plano emocional inconsciente, decidieron que tendrían
que atender ellos mismos a sus necesidades.
Los motivos de esta percepción
pueden variar muchísimo. Tal vez nació otro hermano y el niño Siete de pronto
se sintió desplazado, desatendido por su madre; es posible que una enfermedad
interrumpiera la lactancia o los cuidados maternos: o bien el niño cayó enfermo
y tuvo que ser hospitalizado, o cayó enferma la madre.
Devon, la empresaria que conocimos
antes, recuerda:
“Cuando tenía tres años ocurrió un
incidente que me impresionó tanto que todavía lo recuerdo como si hubiera sido
ayer. Mi hermano bebé tenía convulsiones; mi madre estaba llorando y se
arrancaba mechones de sus largos y hermosos cabellos negros.
Recuerdo cómo caía el pelo sobre la
alfombra rosa y crema. Era de noche, tarde, y la ambulancia se llevó a mi
hermano y a mi madre; mi padre los acompañó también. Sé que hasta el año y
medio mi madre se ocupó muy bien de mí; después quedó embarazada y se sintió
muy mal hasta que nació mi hermano; mi hermano enfermó bastante pronto, por lo
cual con todo eso más o menos perdí a mi madre.”
También influye muchísimo en ellos
la «fase de separación» del proceso de desarrollo, cuando están aprendiendo a
independizarse de sus madres. Una forma de arreglárselas en ese difícil proceso
de separación es concentrarse en lo que los psicólogos llaman objetos de
transición. Tener juguetes, juegos, compañeros de juego y otras
distracciones ayuda a los niños pequeños a tolerar esa angustia.
Da la impresión de que los Siete
continúan buscando objetos de transición. Mientras encuentran ideas,
experiencias, personas y «juguetes» interesantes, son capaces de reprimir los
sentimientos subyacentes de frustración, miedo y dolor. Pero si por cualquier
motivo no encuentran ningún objeto de transición adecuado, la ansiedad y los
conflictos emocionales se acumulan en la percepción consciente. Entonces, con
la mayor rapidez posible, intentan controlar el pánico buscando otra
distracción. Ciertamente, cuanto mayor sea la privación y la frustración
sufrida por el niño Siete, más intensa será la necesidad del adulto Siete de
«ocupar su mente» con diversas distracciones.
LOS SUBTIPOS ALAS
EL SIETE CON ALA SEIS: EL ANIMADOR
Ejemplos:
Robin Williams, Steven Spielberg, W.A. Mozart, Jim
Carrey, Goldie Hawn, Carol Burnett, Sarah Ferguson, Benjamín Franklin,
Timothy Leary, TomWolfe.
Sano. Las
personas de este subtipo son productivas y juguetonas, conservan la fe en la
bondad de la vida y la alegría de la existencia. Suelen ser curiosas creativas,
de excelente sentido del humor y tienen una actitud más positiva que las del
otro subtipo. Su agilidad mental, el espíritu de cooperación y la capacidad de
organización las capacita para realizar muchísimas cosas con poco esfuerzo
aparente. Les gusta la variedad y poseen facilidad para relacionarse con la
gente: trabajos naturales para ellas son los de la industria del espectáculo,
las relaciones públicas, la publicidad, los medios de comunicación y el mundo
de la diversión.
Medio. Entusiasmadas
por las ideas nuevas, ingeniosas, encantadoras y de hablar rápido, las personas
de este subtipo tienen muchísima energía y ofrecen momentos de eran animación a
los demás. Por lo general son productivas, pero pueden perder la concentración,
dispersarse y ser menos perseverantes que las del otro subtipo. En la medida en
que se sienten inseguras, resultan aceleradas, maniacas y nerviosas. Deseosas
de experiencias fuertes, suelen o bien estar en una relación o andar en busca
de una. No les gusta estar solas, pero exigen mucho a sus íntimos. Suelen tener
conflicto entre el deseo de irse a praderas más verdes y el miedo a perder la
relación. Es posible que tiendan a abusar de sustancias nocivas, debido a la
ansiedad y a un oculto sentimiento de inferioridad.
EL SIETE CON ALA OCHO: EL REALISTA
Ejemplos:
Jack Nicholson, Lucille Ball, Joan Rivers, Howard
Stern, Leonard Bernstein, Lauren Bacall, Bette Midler, Malcolm Porbe,s,
John F. Kennedy, «Scarlett O'Hara».
Sano. Las
personas de este subtipo disfrutan de veras del mundo y son «materialistas» en
el sentido más amplio de la palabra. Combinan la rapidez con la ambición, que
suelen llevarlos al éxito material y a puestos de poder y prominencia. Están
resueltas a obtener lo que desean de la vida; tienen una forma de pensar
estratégica y son capaces de organizar rápidamente sus recursos interiores y
exteriores para ir en pos de lo que desean. Son terrenales, prácticas y nada
sentimentales. Su sentido del humor se expresa en un ingenio mordaz y la
afición por lo escandaloso.
Medio. Las personas de este subtipo aplican
su energía en muchas direcciones, suelen hacer muchos trabajos o incluso tener
varias profesiones. Podrían ser agresivas, y poseen la tuerza de voluntad y el
dinamismo para atender a sus propias necesidades. Tienden a ser más adictas al
trabajo que las del otro subtipo, lo que nace del intenso deseo de acumular
posesiones y experiencias («¡Me lo merezco!»). Centran más la atención en
generar actividades que en conectar con personas; de ahí que tiendan a ser
pragmáticas en sus relaciones; buscan una pareja, no una figura romántica de
fantasía. No temen estar solas y tienen muy claras sus expectativas y cuánto
van a tolerar. Su franqueza puede rayar en la brusquedad, y en hacer a un lado
a las personas que les estorban para obtener lo que desean. Podrían hastiarse y
volverse insensibles, lo opuesto al hiper-entusiasmo infantil del ala Seis.
LAS VARIANTES INSTINTIVAS
EL INSTINTO DE CONSERVACIÓN EN EL
SIETE
Quiero lo mío.
En la franja media, los Siete auto-conservadores son personas resueltas y enérgicas,
decididas a obtener la satisfacción de sus necesidades básicas y su
comodidades.
Sus actitudes e intereses están más
orientados a lo práctico y a lo material (las inmortales palabras de Scarlett
O'Hara: «Pongo a Dios por testigo, ¡jamás volveré a pasar hambre!»).
Tienden a ser ambiciosas y a
trabajar arduamente para tener siempre abiertas sus opciones.
También son los clásicos
consumidores. Gozan haciendo compras, viajando y mimándose, ocupándose de
reunir información sobre posibles fuentes de placer (catálogos, carteleras de cine,
guías de viaje y de restaurantes). Estos Siete están especialmente atentos a
las rebajas y los descuentos, y les gusta hablar de estas cosas con sus amigos
(«Acabo de encontrar unas tazas preciosas en la tienda de cerámica», «Esta
pantalla de ordenador es estupenda, ¿cuánto te costó?»). Aunque les gusta
relacionarse, prefieren no crear dependencias en los demás y evitan que alguien
dependa de ellas.
Los Siete auto-conservadores menos
sanos podrían impacientarse o aterrarse cuando no se satisfacen sus necesidades
rápidamente. Suelen experimentar angustia por la pérdida de comodidades o de
seguridad material y fácilmente se sienten pobres (el miedo a pasar hambre no
es infrecuente). Cuando se sienten frustrados tienden a ser terriblemente
exigentes y maniáticos, y esperan que los demás satisfagan sus necesidades tan
pronto las expresan, o antes mejor.
En la franja insana, pueden ser muy
desconsiderados e implacables en la satisfacción de sus necesidades de
seguridad. Se lanzan agresivamente en pos de lo que creen que les va a dar más
seguridad o calmar su ansiedad, y no toleran intromisiones. Imprudentes con sus
recursos y con el dinero, derrochando en compras o en juego, pueden ser aún más
despilfarradores con su salud y sus recursos interiores; pasan de los límites
razonables, entregándose a excesos en la comida, la bebida y los placeres.
EL INSTINTO SOCIAL EN EL SIETE
No perderse nada. En la franja
media, los Siete sociales suelen tener un grupo de amigos y «consejeros» que
comparten su entusiasmo e intereses. Estas personas los mantienen informados de
las nuevas posibilidades y les ofrecen el estímulo y la variedad que tanto les gusta.
Siendo idealistas, les gusta y entusiasma participar en actividades y causas
sociales; pero cuando ya están comprometidos en proyectos con otras personas se
sienten frustrados y empantanados por la lentitud de los otros; en esas
ocasiones, comienzan a sentir pesada la carga de la responsabilidad social y se
les presenta el conflicto entre el deseo de cumplir sus compromisos y el de
retirarse y dedicarse a sus cosas. Además, siempre están a la búsqueda de un
ambiente más estimulante («Esta fiesta de Año Nuevo está bastante bien, pero
apuesto a que la fiesta de Ted estará sublime pasada la medianoche»). También
les fastidia la autoridad, la encuentran arbitraria e innecesaria, y eso es
otra causa de limitación en el aspecto social.
Los Siete sociales menos sanos
tienden a disipar energía y recursos en compromisos a medias.
Se preocupan de tener llena la
agenda, pero intercalan otros planes de reserva «a lápiz», por si acaso, para
no quedarse atrapados en ninguna actividad determinada. Tienden a tener muchos intereses
sociales o de relación, pero son demasiado distraídos para entusiasmarse al
máximo con ninguno de ellos. Son amigables y simpáticos, incluso encantadores,
pero se sienten atrapados con mucha facilidad, y podrían cancelar una
entrevista o cita casi sin antelación o sin avisar si les produce ansiedad o si
se presenta otro compromiso social más prometedor.
En la franja insana, los Siete
sociales tienden a disipar energía y talento en una interminable serie de
reuniones y actos sociales, y en «sesiones para hacer planes» que nunca se
llevan a cabo. Dejan una estela de cabos sueltos y corazones rotos, ya que
nunca permanecen posados en algo mucho tiempo. Son inconstantes y
desestabilizadores porque la huida de la ansiedad los hace irresponsables y los
lleva a «escenarios sociales» que pueden ser peligrosos y destructivos.
EL INSTINTO SEXUAL EN EL SIETE
El neófilo.
En la franja media, los Siete sexuales buscan constantemente algo nuevo y extraordinario;
igual que los Cuatro, tienden a rechazar lo vulgar. En todas sus actividades y relaciones
desean experimentar la intensa emoción de estar vivos. Ven la vida a través de
una imaginación desbordada, idealizándose e idealizando sus relaciones y la
realidad. Suelen tener muchos intereses y una enorme curiosidad por una amplia
variedad de temas, y les fascinan las ideas nuevas que consideran de vanguardia.
Les atraen las personas que encuentran interesantes o estimulantes. Cuando el
radar de su instinto sexual se activa por una persona así, no vacilan en
abordarla con encanto y auténtico interés. Por un tiempo se sienten deslumbrados
e hipnotizados por el objeto de su curiosidad, y es posible que induzcan esos mismos
sentimientos en otros. Disfrutan de la excitación que les produce fantasear con
aventuras futuras y compartir intereses con la nueva persona. Les encantan las
ideas estrafalarias, el ingenio y el humor; sus ágiles mentes se mueven muy
rápido, pero eso también puede causar inquietud o desasosiego en ellos y en sus
relaciones.
Los Siete sexuales menos sanos
pueden tornarse volubles en sus intereses y en sus afectos.
Tienen miedo de comprometerse;
prefieren los sentimientos intensos de la primera fase del enamoramiento (les
encanta enamorarse). Se deleitan en el romance, pero tan pronto se familiarizan
con esos sentimientos ya están dispuestos a explorar otras posibilidades. De modo
similar, el desasosiego los mueve a actuar sin discernimiento. Podrían sentirse
atraídos por ideas de moda o sensacionales presentadas en envoltorios
ostentosos que resultarán poco más que distracciones temporales; muy pronto
llega la desilusión.
En la franja insana, los Siete
sexuales se vuelven aún más inquietos en su búsqueda de experiencias
excitantes. Podrían enredarse en proyectos locos o en aventuras amorosas peligrosas
o nada realistas. Se convierten en buscadores de emociones; buscan fuentes de diversión
cada vez más extraordinarias al mismo tiempo que estas los afectan cada vez menos.
Se endurecen y derrochan por vivir en el filo, y sus excesos suelen quemarlos o
hacerles daño de un modo permanente.
Los siguientes son problemas que la
mayoría de las personas tipo Siete experimentarán en algún momento de sus
vidas. Observar estos comportamientos, «sorprendernos en el acto», y simplemente
ver nuestras reacciones subyacentes habituales frente a lo que nos presenta la vida
harán mucho por liberarnos de los aspectos negativos de nuestro tipo.
LAS DIFICULTADES PARA CRECER DE LOS
SIETE
LA LLAMADA A DESPERTAR PARA EL TIPO SIETE:
«LA HIERBA SIEMPRE ES MÁS VERDE EN OTRO PRADO»
«No quiero perderme nada.»
La tentación característica de los
Siete es evitar sentirse satisfechos con lo que están haciendo o experimentando
en el momento. La hierba siempre es más verde en otra parte, y por lo tanto comienzan
a esperar con ansias el futuro, como si otro acontecimiento o actividad fuera
la solución a sus problemas («Esta noche voy a cenar con unos amigos, pero me
gustaría saber cómo irá la inauguración de esa galería de arte. Tal vez si como
rápido llegaré a tiempo»). Si no hacen caso de la llamada a despertar
(distraerse por las posibilidades del momento siguiente en lugar de estar
totalmente en el presente) comenzarán a avanzar en la dirección equivocada.
Expresión clave: SANO
Nivel 1: Dichoso, satisfecho.
Abandonan la creencia de que
necesitan ciertos objetos y experiencias para sentirse satisfechos, y así son
capaces de asimilar totalmente sus experiencias y sustentarse con ellas.
Paradójicamente, también logran
hacer realidad su deseo básico:
estar contentos y felices,
satisfacer todas sus necesidades; se vuelven apreciativos, se sienten felices y
muy agradecidos.
Nivel 2: Expectante, entusiasta.
Centran la atención en el mundo de
las posibilidades y les
entusiasma pensar en todas las cosas
que van a hacer. Imagen
propia: «Soy feliz, espontáneo y
extrovertido».
Nivel 3: Realista, productivo.
Refuerzan su imagen participando
plenamente en la vida y haciendo cosas que les garanticen que tendrán lo que
necesitan. Su
apasionado entusiasmo por la vida se
manifiesta en una enorme
versatilidad y prolífica producción.
Son optimistas y osados, pero también prácticos y hábiles.
MEDIO
Nivel 4: Codicioso, consumidor.
Comienzan a temer que se están
perdiendo otras experiencias
mejores; se inquietan y se interesan
por tener cada vez más opciones. Se mantienen ocupados, haciendo malabarismos
con
muchos trabajos y planes, en un
intento de mantenerse al día de las
últimas tendencias.
Nivel 5: Distraído, disperso.
El temor a sentirse aburridos o
frustrados y a que afloren los
sentimientos dolorosos los induce a
mantenerse entusiasmados y
ocupados. Derrochan energía a su
alrededor hablando, bromeando y buscando nuevas aventuras, pero suelen
distraerse y desviar la
atención.
Nivel 6: Egocéntrico, exagerado.
Temen que no habrá suficiente de lo
que creen que necesitan, por lo cual se vuelven impacientes y desean
gratificación instantánea.
Pueden ser muy exigentes, pero rara
vez están satisfechos cuando se satisfacen sus exigencias. Hastiados y
derrochadores, son desdeñosos y no aceptan sentirse culpables.
INSANO
Nivel 7: Insaciable, huidizo.
Piensan que sus actos atraen su
sufrimiento y su infelicidad, y eso
podría ser cierto. Se aterran, y
tratan de evitar el dolor a toda costa.
Son muy impulsivos e irresponsables
y hacen aquello que les
asegure alivio a su ansiedad, pero
no encuentran alegría en sus
empresas.
Nivel 8: Maniaco (depresivo), desasosegado.
Se desesperan tanto por huir de su
ansiedad que se descontrolan y
expresan desconsideradamente su
sufrimiento en lugar de sentirlo. A medida que aumenta su inestabilidad y
volubilidad, la actividad
histérica alterna con la depresión.
Insensibles y desconsiderados,
hacen cualquier cosa por librarse
del dolor.
Nivel 9: Abrumado, paralizado.
Comprender que han arruinado su
salud, su vida y su capacidad de
disfrutar es demasiado para los
Siete insanos. Se sienten aterrados y atrapados, y creen que ya no tienen
opciones ni formas de escapar al sufrimiento. En muchos casos, estos excesos
han llevado a graves problemas económicos y físicos, incluso a dolor crónico. Imagínate
que estás conversando con alguien en un restaurante repleto y comienzas a oír
la conversación de una mesa cercana; ¿pasas la atención a esa conversación
mientras simulas estar interesado en lo que hablas con tu acompañante? Si es
así, has sucumbido a la llamada a despertar de los Siete, con la consecuencia
de que no disfrutas de tu conversación e insultas sutilmente a tu acompañante,
que advertirá que tu atención está en otra parte.
Este estilo de atención errabunda
tiene consecuencias mucho más serias para los Siete, puesto que rigen por ella
gran parte de sus vidas. Pensar se convierte en anticiparse, y no
dedican a nada el tiempo suficiente ya sea
para experimentarlo a fondo o para obtener una verdadera satisfacción de ello.
(cuando no hacen caso a su llamada a despertar, se sienten impulsados a ir a
otra parte o a hacer otra cosa, sea lo que sea lo que estén haciendo. Su
atención errante los impulsa a conectar el televisor, a abrir el refrigerador
para picar algo, llamar por teléfono a un amigo o a hacer garabatos en una
libreta en lugar de ponerse a trabajar, o incluso a continuar leyendo una novela de la que están
disfrutando.
EDUCAR LA MENTE DISPERSA
Elige cualquier actividad normal y concéntrate en ella. Mientras centras
la atención en la tarea que hayas elegido, fíjate también cuándo se desvía tu
atención a otra cosas; amablemente vuelve a dirigirla hacia lo que estás
haciendo; cuando notes que está vagando otra vez, vuelve a centrarte en la
tarea y así sucesivamente, repitiendo el intento de mantenerte centrado en
ella.
Por lo general es difícil hacerlo, sobre todo al principio. Pero si
perseveras y logras identificar lo que te distrae de esa actividad o tarea,
habrás comprendido muchísimo acerca de lo que activa tu llamada a despertar.
¿La activan también tensiones físicas? ¿Te distrae también el hambre, el
cansancio o la ansiedad?
EL PAPEL SOCIAL: EL ESTIMULADOR
«¡Venga! ¡Animémonos!»
El Siete de la franja media se
define como el «estimulador», la persona que debe inyectar energía y entusiasmo
en una situación para que todos se carguen de ella y también se entusiasmen. Dado
que los Siete tienen muchísima energía, les resulta fácil hacer este papel; pero,
como ocurre con todos los papeles sociales, una vez que la persona empieza a identificarse
con él, le resulta cada vez más difícil dejar de actuar así.
Hacer el papel de estimulador, de
chispa de encendido o de catalizador, como también el de conspirador o inductor
de travesuras, les permite a los Siete ser el centro de atención; los demás buscan su compañía, porque su
vitalidad les levanta el ánimo.
Kansas es una excelente actriz que
también ha disfrutado en el trabajo de seleccionar actores para un papel (casting):
“Es agradable saber que uno puede
influir en la vida de otras personas con su energía.
Suelo ver cómo se animan las
personas delante de mí. Me gusta hacer feliz a la gente; me gusta tener ese
poder. Pero a veces es un conflicto, porque atraigo a muchas personas que son
básicamente «deprimentes»; de verdad, creo que no desean sentirse mejor. Estoy
tratando de aprender a dejarlas ser como son y ahorrar mi energía para usos
mejores, en los que se valore. Es un don la capacidad de levantar los ánimos a
los demás de modo natural.”
El problema surge cuando los Siete
de la franja media comienzan a funcionar solamente como recargadores de
energía, abiertos y efusivos, que deben estimular y deslumbrar en todo momento.
Inevitablemente esto supone una pesada carga, y puede resultar agotador para
los demás también. La mayoría de las personas, incluso otros Siete, encuentran
que esa incesante energía se hace unidimensional y pesada al final. Si los
demás no pueden llevar su ritmo, los Siete lo interpretan como una forma de
abandono o rechazo que los enfurece y los frustra, y los lleva a buscar prados
más verdes y otros públicos. Pero es posible que se sientan cada vez más atrapados
en su papel, sin saber relacionarse con los demás ni lograr satisfacer sus necesidades.
Velma, educadora muy dotada y
consultora empresarial, experimentó esta frustración al comienzo de su
adolescencia:
“Cuando era niña me sentía libre,
desinhibida, y me daba cuenta de que hacía reír a la gente. Los demás niños me
buscaban porque me encontraban divertida. De adolescente deseaba que me tomaran
más en serio, pero nunca sentí que me tomaran en serio, menos aún en mi
familia. Entonces reaccioné a sus expectativas demostrando mi enfado o siendo
tonta, divertida o teatral (no real), para llamar la atención.”
INYECTAR MARCHA EN EL AMBIENTE
Cuando te sorprendas divirtiendo a otros, animándolos, por así decirlo,
observa para quién lo haces. ¿Qué hace por tu contacto contigo mismo esa
excitación? ¿Por tu contacto con los demás? ¿Es satisfactorio? ¿Qué crees que
ocurriría si no inyectaras esa excitación en tu entorno?
GULA E INSATISFACCIÓN PERPETUA
El vicio característico de los Siete
es la gula, que, literalmente, es el deseo de atiborrarse de comida; a
los Siete se los podría acusar de comer y beber en exceso, del mismo modo que
se exceden en todas las gratificaciones físicas. Aunque a veces se puede
aplicar al tipo Siete la interpretación literal de la gula, es aún más exacto
entender esta pasión en sentido metafórico, como el intento de llenar el vacío
interior con cosas y experiencias.
La gula es el deseo de llenarse con
gratificaciones externas como respuesta a sentimiento de frustración, vacío y
necesidad. En lugar de experimentar directamente el vacío y la necesidad, intentan
escapar de la ansiedad distrayéndose con placeres de la carne y con estímulos mentales.
Cuanto mayores hayan sido las distorsiones emocionales en su infancia, menos
los satisfacen sus experiencias; cada vez necesitan más para
satisfacerse completamente, y así caen en la «pasión» de la gula.
Dado que procuran tener la mente
llena para evitar la ansiedad, tienen dificultad para captar la información
sensorial, a no ser que esta les cause una profunda impresión. Así pues, su identidad
se basa en estar excitado mentalmente; el contenido de su mente, sus
pensamientos, no son tan importantes como el grado de estímulo y de expectación
de gratificación que producen. Entonces buscan estímulos fuertes para que las
impresiones que sí entran se registren en sus mentes y los satisfagan. Puesto
que su identidad depende de estar estimulados, tienden a ponerse pocos frenos y
les molestan los límites o las limitaciones de todo tipo. Desean ser libres para
reaccionar a los impulsos y deseos tan pronto surgen, sin dilación. Como todas
las pasiones, la gula es contraproducente a la larga, porque cuanto más «se
llenan», indiscriminadamente, para encontrar el sustento, la atención y el
cariño de los que se sintieron privados cuando eran niños, más insatisfechos se
sienten.
BÚSQUEDA DE ESTÍMULOS Y NUEVAS
EXPERIENCIAS
“La vida es una progresión de deseo
en deseo, no de gozo en gozo”. SAMUEL JOHNSON
Seamos del tipo que seamos, solemos
ir en pos de aquello que creemos que nos va a hacer felices sin considerar si
tiene la capacidad de hacernos felices. ¿En qué circunstancias se produce
la felicidad? ¿Qué la hace durar más de un tiempo corto? ¿Cómo aumentarla sin correr
el riesgo de precipitarnos por la borda de algún modo? Este tipo de preguntas
son los temas especiales del tipo Siete.
Por lo general, los Siete de la
franja media son personas cultas, refinadas y coleccionistas; son las que
conocen el mejor restaurante, coñac o joyero franceses, saben qué películas vale
la pena ver, y están enteradas de las últimas tendencias y novedades, porque no
desean perderse nada.
Una de las distinciones más claras
entre los Siete sanos y los de la franja media es que los sanos saben que
centrar su atención y ser productivos produce mayor gratificación; aportan al mundo
algo nuevo y valioso. Los Siete de la franja media son menos productivos porque
la ansiedad hace que se centren más en las formas de divertirse y distraerse.
Su creatividad es suplantada por un deseo cada vez mayor de adquirir y
consumir.
Tara, cineasta, reconoce este
comportamiento en sí misma:
“Por desgracia, es cierto que tengo
la tendencia a entusiasmarme por algo nuevo y después me aburro y no persevero.
Para mí, la variedad es el condimento de la vida.
Hablar de hacer algo «interesante»
me hace sentir mejor, aunque no lo haga. Me gusta aprender cosas nuevas. Me
encanta tomar clases de algo, ya sea de cocina, de bailes de salón o de
patinaje, de lo que sea. En casa compramos por lo menos diez revistas diferentes.
También me gusta regatear en las compras, porque así compruebo todas mis
opciones y me aseguro de sacar el mejor partido del dinero. También me cuesta comprometerme
en una relación porque estoy siempre buscando algo que podría ser mejor, para
cerciorarme de que he comprobado todas mis opciones.”
DESCUBRIR EL REGALO
Observa cómo la expectación y el deseo de otras experiencias y cosas te
impide saborear lo que estás experimentando en el momento presente. Para
explorarlo, podrías hacer un juego: dedica un momento a descubrir algo hermoso
en tu experiencia inmediata. ¿Cuál es el regalo que estás recibiendo en este
momento?
ABURRIMIENTO Y TENER ABIERTAS TODAS
LAS OPCIONES
“La esencia del aburrimiento es
encontrarse en la obsesiva búsqueda de la novedad.” GEORGE LEONARD
Los Siete suelen hablar de
aburrimiento y de lo mucho que lo detestan, aunque lo que llaman aburrimiento
es la ansiedad que sienten cuando no encuentran suficiente estímulo en el ambiente
para mantener a raya el sufrimiento u otros sentimientos negativos. De modo similar,
sentirse limitados e incapaces de avanzar genera en ellos no sólo aburrimiento,
sino también terror. No quieren sentirse estancados en ninguna situación que
los «ate» u obligue a enfrentar los sentimientos dolorosos antes de estar
preparados para hacerlo.
Para defenderse del aburrimiento y
de los sentimientos que este les produce, desean tener la mente ocupada en
fascinantes posibilidades y asegurarse de que estarán siempre abiertas las vías
que les proporcionan novedades, cosas y experiencias estimulantes que estén de
moda.
Velma, a la que conocimos antes,
explica: “Prefería la variedad en todo; tenía amigos para mi lado intelectual,
otros para mi lado emocional y otros totalmente diferentes para mi lado sexual.
Deseaba encontrar satisfacción para todos mis aspectos; me era imposible
resistirme. Cuantas más experiencias tenía más deseaba, y esto se convirtió
entonces en necesidad. Mi energía se reciclaba, se recargaba con la diversidad
de mis experiencias. Era capaz de hacer muchas cosas diferentes sin agotarme,
me sentía obligada a «hacerlo» todo y tenía la energía para todo. Nunca quería
hacer lo tradicional o acostumbrado; todo lo nuevo y diferente que probaba
acicateaba mi deseo de continuar buscando lo nuevo y lo diferente. Un ciclo de
nunca acabar.”
Sin orientación interior, los Siete
tienen que aprenderlo todo mediante un proceso de ensayo y error, y no suelen
aceptar consejos porque quieren experimentarlo todo por sí mismos. Creen que
experimentando el mayor número de cosas posible sabrán qué opción los hará más felices.
Pero no es humanamente posible experimentarlo todo: son demasiados los lugares para
visitar, los alimentos para comer, las ropas para usar y las experiencias para
tener. La vida se les habrá acabado antes de pasar por todas las experiencias
necesarias para ser capaces de guiarse sólo por ellas. Probarlo todo para
experimentarlo les llevaría varias vidas, y aún no habrían agotado las
posibilidades casi infinitas del mundo. Además, algunas de esas experiencias
podrían ser dañinas o peligrosas, ya que hay cosas en la vida que es necesario evitar
o por lo menos vivirlas con mucha prudencia. Para bien o para mal, los Siete
suelen tener que aprender las cosas del modo difícil.
EL ABURRIMIENTO
Analiza lo que llamas aburrimiento. ¿Cómo lo sientes en el cuerpo? ¿Qué
es la sensación de aburrimiento? Cuando lo sientes, ¿qué asociaciones o
recuerdos te evoca?
FALTA DE DISCERNIMIENTO Y EXCESO EN
LAS ACTIVIDADES
«¿Cómo es que nadie logra ir a mi
ritmo?»
Los Siete de la franja media pierden
fácilmente de vista las prioridades, y se lanzan a una actividad constante,
excediéndose en muchos aspectos de sus vidas. Tienden a ser pródigos con el
dinero, en la medida en que sus circunstancias lo permitan. Normalmente tratan
de vivir la vida al límite, ya habiten en una ciudad pequeña y tengan que
conformarse con visitar el centro comercial o la bolera, o en una ciudad grande
con muchas más distracciones y posibilidades. Si no pueden salir, podrían pasar
todo el día frente al televisor, fumando un cigarrillo tras otro o hablando por
teléfono, o pasar el tiempo visitando amigos o en el bar.
El exceso también vale para las
ideas; los Siete tienden a encapricharse con algo y lo hacen o lo usan hasta
agotarlo. Pero también ocurre lo contrario: cuando están menos sanos son menos capaces
de centrar la atención y de seguir las cosas hasta el final; van dejando una
estela de proyectos inconclusos. El hecho de que nunca llevan a cabo muchas de
sus buenas (e incluso brillantes) ideas se convierte en otra causa de
frustración. Si no hacen frente a las ansiedades subyacentes que los hacen
vivir huyendo de sí mismos, desperdician muchas de sus mejores oportunidades e
inspiraciones.
Su agilidad mental y su elocuencia
también podrían deteriorarse hasta convertirse en una labia superficial, aunque
por lo general esto lo consideran capacidad de improvisar para poner en marcha
las cosas o contribuir a una historia mejor. Los Siete de la franja media
también se consideran al instante expertos en todo tipo de cosas, y eso suele
envanecerlos y los obliga a improvisar.
PROGRAMAS REALISTAS
Durante unos días lleva la cuenta
del tiempo que tardas en hacer las cosas: ir al trabajo, ir a una tienda, hacer
la compra, estar con un amigo, etcétera. Comprueba cómo encaja esto en el
programa que te has fijado. ¿Es posible omitir una o dos actividades para
disponer de tiempo para un pequeño respiro y para disfrutar plenamente de las
experiencias a las que te has comprometido?
EVITAR LA ANSIEDAD Y LOS SENTIMIENTOS
DOLOROSOS
“Un hombre que no encuentra
satisfacción en sí mismo la busca en vano en otra parte.” LA ROCHE FOUCAULD
Así como durante una guerra un
enemigo puede bloquear las señales de radio emitiendo señales más fuertes, los
Siete de la franja media «bloquean» su conciencia del dolor, la privación y la
tristeza manteniendo siempre ocupadas sus mentes en posibilidades interesantes.
Pero esto no significa que no sientan dolor ni sufran ni se depriman: la conciencia
de su sufrimiento finalmente penetra sus defensas. Pero tan pronto les es
posible, vuelven a lo mismo. De modo similar, se hacen expertos en emplear sus
ágiles mentes para reenmarcar sus experiencias, encontrando maneras para
acentuar lo positivo y desviar sus sentimientos más profundos incluso ante
tragedias importantes.
Jessie, terapeuta que encarna muchas
de las chispeantes cualidades del tipo Siete, recuerda haber reenmarcado una
pérdida importante en su vida:
“Cuando tenía once años mi padre
murió repentinamente de un ataque al corazón. Recuerdo que pensé: «¿Qué
opciones tengo? ¿Qué es lo mejor que puedo hacer?». Mi madre estaba
conmocionada, con ideas suicidas, y mi hermana pequeña lloraba desconsolada; yo
podía crecer. Decidí que sería tan feliz, alegre y útil como fuera capaz. No
había tiempo para entretenerme en el dolor. Esa era la única manera de ser
libre siempre, libre de la depresión y la desesperación.”
CONECTAR CON LOS SENTIMIENTOS MÁS
PROFUNDOS
A modo de tarea en tu trabajo interior, detente, date un respiro y
experimenta tus sentimientos con más profundidad. Recuerda a una persona, o una
situación, que sabes que te provoca sentimientos fuertes. Contempla a esa
persona o situación hasta que comiencen a aflorar los sentimientos. Observa qué
ocurre y cuánto tiempo eres capaz de permanecer con esos sentimientos hasta que
te des cuenta de que se ha desviado tu atención. ¿Logras identificar qué te
impidió seguir experimentando tus sentimientos? ¿Qué te distrajo?
FRUSTRACIÓN, IMPACIENCIA Y
EGOCENTRISMO
«¡Quiero esto y lo quiero ya!»
Los Siete tienden a ser muy
exigentes: cuanto mayor es su ansiedad más impacientes se muestran con los
demás y consigo mismos; nada ocurre con la suficiente rapidez, nada satisface
sus necesidades. Sin darse cuenta podrían ir por la vida proyectando en todas
sus experiencias esa frustración subyacente.
También se sienten muy frustrados e
impacientes consigo mismos. Tal vez eviten experimentar sufrimiento, pero son
demasiado despabilados para no advertir que están desaprovechando sus talentos
y recursos. Muchas ideas valiosas quedan sin realizar porque la impaciencia les
impide dejar que sus proyectos se desarrollen totalmente.
Esta frustración subyacente los hace
muy intolerantes ante las flaquezas de los demás; tienden a no tolerar o bien
que se espere algo de ellos o la incapacidad de otras personas a satisfacer sus
expectativas. También suelen expresar la impaciencia con exasperación y con
actitud cortante y desdeñosa.
Velma, la consultora empresarial,
continúa: “Cuando era pequeña me gustaba meterme en la cama de mi madre para
charlar; ella me complacía un rato y después trataba
de librarse de mí. Me decía que yo no tenía ningún problema. Esperaba que yo
continuara siendo la misma niñita feliz de siempre.
De ella aprendí a ser indiferente o
desdeñosa, y me sorprendo haciendo lo mismo con las personas que me
impacientan.”
De los tres tipos que se basan en la
frustración (Cuatro, Uno y Siete), el Siete es tal vez el más franco en
expresar su desagrado, porque también es un tipo combativo. Los Siete son capaces
de expresar su frustración y su infelicidad por lo que no les gusta. La idea
subyacente es: «Si armo un buen berrinche, vendrá mi madre a atenderme». Al
expresarse de esa forma exigente suelen conseguir lo que desean.
Los demás ven la impaciencia de los
Siete como un egocentrismo desenfrenado. El deseo de atraer la atención no se
debe a que quieran ser queridos y admirados por los demás, lo cual sería una
motivación narcisista propia de los tipos de la triada del sentimiento. En
realidad, en ciertas situaciones, a los Siete no les importa parecer tontos con
tal de reactivar su energía y de evitar su ansiedad de fondo. Los Tres, en
cambio, jamás se permitirían mostrar sus flaquezas e imperfecciones como lo
hacen los Siete.
DESVELAR LA FRUSTRACIÓN
Observa la energía de la frustración en ti. Cuando notes que te sientes
frustrado, detente y haz unas cuantas respiraciones profundas. ¿Cómo sientes la
frustración? ¿Qué ocurre cuando la sientes en lugar de expresarla con actos o
palabras?
INSENSIBILIDAD E IMPULSIVIDAD
«Eso no es problema mío.»
Puesto que mantener el ímpetu en su
vida es un valor principal, los Siete tal vez se lancen a una especie de
ataques relámpagos que hieran y desconcierten a los demás. Mantenerse en movimiento
significa rechazar el sentimiento de culpa y no lamentar sus actos. Por lo
general, no desean herir a nadie, pero sus defensas les hacen difícil reconocer
el dolor que causan, o darse cuenta de que lo causan.
Evitar la ansiedad también los hace
cada vez más impulsivos: saltan sin mirar. Podrían sufrir graves problemas
físicos por beber en exceso, comer alimentos insanos, fumar o simplemente agotarse
en la constante búsqueda de estímulo. En su peor aspecto podrían ser ofensivos verbalmente,
muy exigentes, agresivos y bastante desagradables.
Devon habla francamente sobre su
forma de hacer frente a los problemas: “Había ocasiones en que excluía a
personas de mi vida de un momento a otro. Un día la otra persona creía que
teníamos un futuro juntos y al día siguiente yo decía adiós.
Por aquel entonces no sentía ningún
remordimiento; esa persona me había obligado a marcharme, todo era culpa suya.
Ahora me siento mal al pensar en lo desconsiderada que era con los sentimientos
de los demás, pero el problema era que comenzaba a sufrir y creía que no
lograría sobrevivir al dolor. Así, huía de él y buscaba placer en otra parte.
Ciertamente cuando me sentía deprimida, levantaba cabeza, me ponía mi mejor
vestido y tacones altos y salía a bailar.”
REPARAR LOS DAÑOS
Las personas que te conocen saben que no tienes intención de herirlas,
pero en los periodos de mayor estrés podrías haberlo hecho sin darte cuenta.
Cuando lo creas oportuno, ten una conversación con una persona amiga o
un ser querido a quien creas haber herido. Primero pídele permiso para hablar,
y después de presentar tus disculpas, escucha lo que desea decirte. Háblale de
tus sentimientos respecto a lo que todavía queda sin resolver. Puede que esto
no te resulte fácil, pero reparar los daños así podría hacer mucho para
disminuir tu ansiedad y tu sufrimiento interior, y la necesidad de taparlos con
exceso de actividad.
ESCAPISMO, EXAGERACIÓN Y AFLICCIÓN
«Lo que sea para salir de la
aflicción.»
Los Siete de la franja media se
consideran espontáneos y amigos de la diversión, según la filosofía de «vivir
al día». Pero lo que no siempre perciben es lo mucho que esto encubre una actitud
escapista ante la vida. En la medida en que están movidos por miedos y
ansiedades, no son tan libres ni tan espontáneos como creen. Podrían, impulsiva
y ciegamente, ir tras cualquier cosa que les prometa satisfacción inmediata,
sin considerar el precio de sus impulsos.
Su filosofía es «disfruta ahora,
paga después».
Incluso las experiencias dolorosas y
negativas pueden ser excitantes y servir para encubrir sufrimientos aún más
profundos. Por ejemplo, el sufrimiento que producen el alcoholismo y la
drogadicción puede ser terrible, pero para los Siete deteriorados eso es
preferible a sentirse abrumados por una angustia y un terror más profundos.
Están atrapados en un ciclo de
expectación, ansias y excesos al que llamamos síndrome del chocolate. Una
de las cosas más excitantes de recibir una caja de bombones caros es la expectación
del primer bocado. De igual modo, no es tanto la experiencia sino la
anticipación de la experiencia lo que más excita a los Siete. Y como todo
el mundo sabe (excepto ellos) un exceso de placer puede convertirse
rápidamente en una causa de desagrado. Después de comer varios bombones
comenzamos a experimentar lo opuesto al placer: dolor y repugnancia.
La búsqueda de gratificación puede
adquirir la característica de adicción: necesitan dosis cada vez mayores de
aquello que les ha gustado para continuar en un estado de estimulación y euforia.
Incluso las experiencias peligrosas comienzan a tener poco efecto.
Tara habla francamente sobre su
pasado en este sentido:
“Evitar las cosas produce ansiedad,
y cuando la ansiedad se va haciendo más y más insoportable, aumenta más y más
la necesidad de distraerse. La distracción tiene que hablar más «fuerte» que la
ansiedad para acallarla. Creo que por eso me he descontrolado tanto en diversos
momentos de mi vida. En lugar de estar con el miedo y el sufrimiento, huía de
ellos. Los eludía a toda costa, hasta que era imposible seguir huyendo.
Fácilmente podría haber muerto por una sobredosis de droga o por conducir a más
de 200 kilómetros
por hora.”
EVALUACIÓN DE LA CAPACIDAD DE LLEVAR
ALGO A CABO
En tu diario de trabajo interior haz dos listas. Primero una lista de
proyectos importantes que has comenzado y no has llegado a terminar. Después
una lista de los proyectos que sí has terminado. ¿Ves pautas en las dos listas?
¿Eres más serio respecto a la emoción de tener nuevos planes y posibilidades
que a la del proceso y la satisfacción de concluirlos?
¿Hasta qué punto eres «adicto» a estar en continuo movimiento a costa de
realizar algo importante para ti?
¿Hacia qué crees que has estado corriendo, y de qué has estado
huyendo?
LA BANDERA ROJA: EL SIETE EN DIFICULTADES
REACCIÓN AL ESTRÉS: EL SIETE VA AL UNO
Cuando están muy estresados, los
Siete se dan cuenta de que necesitan centrar sus energías si quieren realizar
cosas. Así, igual que los Uno de la franja media, comienzan a sentir la necesidad
de moderarse; trabajan más, pensando que pueden hacer bien el trabajo ellos
solos, e intentan fijar límites a su comportamiento. En realidad, se obligan a
no salirse del camino, y rápidamente se sienten frustrados por esas estructuras
y limitaciones. Podrían volverse más inquietos y dispersos, o más controlados y
rígidos, en cuyo caso su normal vivacidad podría ceder el paso a una implacable
seriedad.
También igual que los Uno, intentan
aconsejar a otros, ya sea sobre un libro o un seminario interesante, un buen
lugar para comprar o un determinado punto de vista político o espiritual.
Su entusiasmo por sus propias
opiniones podría convertirse muy rápido en la tendencia a discutir o criticar
las opiniones de los demás. Podrían tornarse «secos», fríos y muy impacientes
con cualquier grado de incompetencia en sí mismos o en los demás. Cuando el estrés
es muy grave, la rabia y el resentimiento soterrados afloran con fuerza a la
superficie, y entonces desahogan su frustración con reprensiones, críticas y
comentarios sarcásticos.
Si la persona tipo Siete ha sufrido
una crisis grave sin contar con un buen apoyo o recursos de compensación, o si
en su infancia sufrió malos tratos constantes, podría atravesar el punto de choque
y entrar en los aspectos insanos de su tipo. Es posible que esto la conduzca al
horrible reconocimiento de que su vida se ha descontrolado y que sus opciones y
actos aumentan su sufrimiento.
Si logra reconocer la verdad de
temores, podría comenzar a cambiar su vida y a avanzar hacia la salud y la
liberación. Pero también podría dispersarse más, volverse más impulsiva y maniática,
lanzándose a actividades temerarias para evitar el sufrimiento a toda costa («Cualquier cosa que me saque de la
aflicción estará bien»). Si persiste en esa actitud podría pasar a la franja de
niveles insanos. Si en ti o en alguna persona conocida observas las señales de
alarma del cuadro durante un periodo de tiempo prolongado (más de unas cuantas semanas),
es muy aconsejable buscar orientación, terapia u otro tipo de ayuda y apoyo.
SEÑALES DE ALARMA: PATOLOGÍAS POSIBLES:
Trastorno maniaco-depresivo; elementos
del trastorno de personalidad histriónica; trastorno obsesivo compulsivo; abuso
de sustancias nocivas.
► Disipación extrema e intentos de
escapar de la ansiedad.
► Adicciones de larga duración,
graves y debilitadoras.
► Impulsividad, susceptibilidad y
reacciones infantiles.
► Actividades compulsivas y estados
muy eufóricos.
► Periodos de descontrol.
► Manía, depresión y bruscos cambios
de humor.
► Periodos de pánico y terror
paralizante.
PRACTICAS QUE CONTRIBUYEN AL
DESARROLLO DEL SIETE
► Cuando notes la mente acelerada, tómate un momento para respirar y
averiguar qué te ocurre. Fíjate especialmente si tienes miedo o estás alterado
por algo, y procura observar cómo la velocidad de tus pensamientos te impide
experimentar esos sentimientos. Cuando notes que tienes la mente acelerada y
entregada a asociaciones libres, es buen momento para preguntarte: «¿Qué me
pasa?». Casi siempre comprobarás que estás encubriendo alguna causa de
ansiedad. La palabra aburrido puede
ser una buena pista. Siempre que te sientas en peligro de «aburrirte», detente
para averiguar qué tratas de evitar.
► El problema no es que no hagas caso de tus sentimientos negativos,
sino que no los procesas completamente.
Más o menos los adviertes y entonces deseas pasar a otra cosa. En realidad,
permitir que las cosas negativas nos afecten en un plano profundo no es lo
mismo que revolcarse en la negatividad. Por el contrario, dejarnos conmover por
los acontecimientos de la vida, incluso los dolorosos, sólo enriquecerá
nuestras experiencias y hará más real y significativa la alegría. Observa cómo
experimentas en el cuerpo los sentimientos. ¿Qué sensaciones te produce la
tristeza? ¿Dónde la notas, en el estómago, en el pecho o en la cara?
¿Y la impaciencia? Limitarse a identificar un sentimiento diciendo «Me
siento triste» es un comienzo, pero no es lo mismo que experimentar totalmente
la tristeza (o la felicidad, si es el caso), y que esta nos afecte.
► Aprende a advertir tu impaciencia y su origen. .Siendo Siete, podrías
impacientarte mucho con el ritmo y el nivel de energía de los demás, pero
también contigo mismo. Dado que tienes muchas capacidades tiendes a no
desarrollar ninguna totalmente. Vigila el síndrome del «experto instantáneo».
Unas ciertas nociones sobre un tema o una cierta destreza en algo, junto con tu
encanto y bravuconería, te pueden abrir puertas, sí, pero si no sabes realmente
de qué hablas, si no has estudiado, si tus ideas están a medio elaborar, los
demás se darán cuenta muy pronto y sufrirá tu reputación, pese a tu talento.
Los Siete detestan que se los tilde de superficiales, pero es su impaciencia lo
que induce a los demás a considerarlos así. Tómate tiempo para realizar tus
capacidades.
► Descubre la dicha de lo normal. Igual que los Cuatro, los Siete
tienden a buscar una realidad intensificada; te gusta que las cosas sean
extraordinarias. Lo sorprendente, sin embargo, es que cuando estamos presentes todas nuestras experiencias son
extraordinarias.
Limpiar la habitación o comer una naranja pueden ser experiencias
plenamente gratificantes si uno está en ellas al ciento por ciento. Cada
momento es una fuente única de dicha y sorpresa.
Tienes miedo de pasar necesidad y tu deseo de divertirte te impide
encontrar la satisfacción que buscas. Recuerda momentos de tu pasado que fueron
gratificantes: el nacimiento de un hijo, una boda, una comida en el campo con
amigos en la época de colegio, una puesta de sol perfecta. ¿Qué los hizo tan
satisfactorios y reales? Observa también que esos momentos no hacen
necesariamente una historia interesante, aunque sí tienen otra cualidad que los
hace satisfactorios. Tu vida cambiará en proporción a tu descubrimiento de
cuál es esa cualidad.
► La meditación puede ser de gran utilidad para los Siete, como lo es
para el tipo Seis, sobre todo porque acalla y calma la mente. Si comienzas a
meditar, pronto comprobarás la intensidad de tu diálogo interno, y será un
desafío el esfuerzo por relajarte e identificarte más con tu presencia en el
momento. También es importantísima la forma de acabar la meditación.
Los Siete tienden a salir tambaleantes de la meditación, como si su
personalidad no pudiera esperar dos segundos para volver a acelerarse. Sé consciente
en tu forma de terminarla, y procura llevar quietud interior a tus actos. La
calidad de la meditación hará poco para transformarnos si la limitamos a esos
pocos minutos al día en que nos damos tiempo para la vida interior.
► Tiendes a ser más feliz y más exuberante que la mayoría de las
personas. Experimenta qué ocurre cuando comentas esos sentimientos con los
demás sin imponerte, y sin «demostrárselos». Eres profundo, eficaz y estable
cuando estás conectado con la realidad; en esas ocasiones, tu alegría es
visible e influye en todos. Además, tu alegría es auténtica, no depende de
«inyectar marcha» y no disminuye ni se pierde si los demás no reaccionan a
ella.
APROVECHAMIENTO Y DESARROLLO DE LAS
FUERZAS DEL SIETE
«El mundo es mi hogar.»
Incluso los Siete de franja media
son creativos, pero cuantío están más equilibrados y conectados son personas
brillantes, multifacéticas, capaces de sintetizar y combinar sus muchos y
diversos campos de experiencia. Sus variadas capacidades e intereses, la
alegría en el trabajo y la extroversión suelen llevarlos al éxito en el mundo.
Los Siete, como dicen ellos, tienen
los pies en el suelo. No viven en la Luna ni están ociosos, están en contacto
con la realidad y ocupados de los asuntos prácticos de vivir la vida.
Comprenden que deben ser realistas,
productivos y trabajadores para tener los medios económicos que les permitan
realizar sus sueños.
Así pues, a los Siete sanos no les
satisface limitarse a consumir lo que hacen otros, ya sea una hamburguesa o un
traje de diseño. Saben que su principal goce en la vida viene de aportar
algo al mundo. Prefieren diseñar un traje a comprarlo. Prefieren hacer una
película que ver una de otro. Al fin y al cabo así pueden tener las cosas
exactamente como las desean.
Una forma de trabajar
constructivamente con su versatilidad y con el deseo de experiencias diferentes
es haciendo muchas tareas; tener varios trabajos diferentes en cualquier
momento dado les permite cambiar de uno a otro, emplear diversas técnicas y ver
las formas como se relacionan entre sí sus distintas habilidades e intereses.
En todo eso encuentran muchísima satisfacción, y mientras sigan un orden de
prioridad y se fijen límites, son excelentes en ese estilo de trabajo.
También tienen el don de generar
ideas rápida y espontáneamente. Son personas con visión global, a las que les
gusta emprender proyectos y que son buenas para aportar nuevos enfoques a los
problemas. Su mente rebosa de conceptos y posibilidades creativos, y son excelentes
para considerar opciones que tal vez los demás no perciben. Los Siete sanos también
tienen la disciplina necesaria para desarrollar sus ideas y hacerlas realidad.
Tal vez el mayor don del tipo Siete
es la capacidad de mantener la actitud positiva y el sentido de la abundancia.
Cuando esta actitud está moderada por el realismo y la disposición a encarar los
sentimientos difíciles, son capaces de generar un entusiasmo contagioso en
cualquier situación. Lejos de ser tímidos, viven plenamente y alientan a los
demás a hacer lo mismo («Sólo se vive una vez»). Además, su buena disposición
para explorar y estar receptivos a las nuevas experiencias los predispone a ser
entendidos y eruditos. Realmente hacen del mundo su hogar y disfrutan
compartiendo con los demás las riquezas que encuentran en sus viajes.
Tara continúa: “La vida es un enorme
patio de juego; todo es interesante. Tengo una especie de alegría espontánea y
curiosidad por la vida. Me siento apoyada por el Universo, pienso que todo va a
resultar bien. Incluso cuando las cosas se presentan negras y malas, algo en mí
cree que al final todo saldrá bien. El mundo puede ser cruel y desagradable,
pero mi sensación es que no es hostil conmigo personalmente. Dada esa sensación
básica de seguridad, estoy más dispuesta a ser receptiva y a tener curiosidad
por las cosas.”
EL CAMINO DE LA INTEGRACIÓN: EL
SIETE VA AL CINCO
Los Siete se realizan y se conservan
sanos aprendiendo a refrenar y calmar su rápida actividad mental, para que las
impresiones los afecten de modo más profundo, al modo de los Cinco sanos.
Liberados de la adicción a buscar experiencias y distracciones extraordinarias,
los Siete en proceso de integración son capaces de permanecer con sus
observaciones y experiencias el tiempo suficiente para descubrir todo tipo de
cosas asombrosas sobre sí mismos y sobre el mundo que los rodea. Esto les
proporciona la orientación que buscan y mejora su productividad y creatividad.
Además, lo que producen tiene mucho más resonancia y sentido para los demás.
Cultivar una mente más silenciosa y
centrada los lleva a un contacto más íntimo con su orientación esencial; así
son capaces de distinguir qué experiencias tendrán una utilidad real.
Ya no los distrae la ansiedad de
tomar decisiones erróneas y de perderse las mejores opciones; simplemente saben
qué hacer. Ya no pierden espontaneidad ni entusiasmo por explorar la realidad
en profundidad; por el contrario, están más libres para saborear cada momento.
No obstante, imitar las cualidades
de los Cinco de la franja media hará muy poco por los Siete en vías de
integración. Perderse en pensamientos, en el desapego emocional y en ansiedades
respecto a atender a las necesidades de los demás sólo exacerbará su circo
mental. Obligarse a un ejercicio de concentración tampoco les dará resultado,
porque esos esfuerzos están basados en la represión. Pero cuando aprenden a
acallar sus mentes y a tolerar la ansiedad, poco a poco y con naturalidad
comienzan a abrirse a la claridad, la innovación, la percepción profunda y las
características cognitivas de los Cinco sanos.
TRANSFORMAR LA PERSONALIDAD EN
ESENCIA
“La gratitud abre la plenitud y la
abundancia de la vida.”
MELODY BEATTIE
Lo principal que deben comprender
los Siete acerca de sí mismos es que mientras persigan directamente la felicidad
y la satisfacción no las conseguirán. La satisfacción no es la consecuencia de
«obtener» algo: es un estado de ser que surge cuando nos dejamos tocar por la
riqueza del momento. Cuando comprendan esto y sean capaces de olvidar las
condiciones que ponen a su felicidad, se abrirá un espacio interior y surgirá
en ellos el simple placer de existir. Comprenden entonces que el ser, la
existencia pura, es placentero. Y así se tornan profundamente agradecidos de la
vida misma.
Después de años de trabajo interior,
Tara también ha descubierto esto ella sola: “Comencé a comprender que la vida no
siempre es diversión. He redefinido lo que es agradable y lo que no lo es y he
comprendido que esas ideas suelen ser falsas. Muchas de las cosas que no
consideraba agradables, como lavar los platos, en realidad no son peores que
otras actividades que yo encontraba divertidas y agradables.”
Ciertamente, no hay nada malo en
pensar en el futuro, pero para los Siete esa es la principal manera en que se
desconectan de la presencia. La parte más difícil del proceso de transformación
para ellos entraña su capacidad para permanecer en contacto con la realidad del
momento. Esto es difícil porque permanecer más despiertos y presentes
finalmente les lleva a la conciencia del dolor y a la sensación de privación de
que han estado huyendo. En esas ocasiones, podrían recordar que el sufrimiento
que verdaderamente temen ya ha ocurrido, y han sobrevivido. Con el apoyo de la
presencia, entonces, son capaces de permanecer con su sufrimiento el tiempo
suficiente para metabolizarlo de verdad. La aflicción, como cualquier proceso
orgánico, tiene su ciclo, y necesita de un periodo definido de tiempo, no se le
puede meter prisas. Además, si no estamos con nuestro dolor tampoco podemos
estar con nuestra alegría.
Cuando han hecho este trabajo, los
Siete muy funcionales tienen la capacidad de sentirse satisfechos con muy poco
porque comprenden que siempre habrá suficiente para ellos y para los demás. Tal
vez su mayor don sea su capacidad para ver lo espiritual en el mundo material,
para percibir lo divino en lo vulgar.
Jessie, la terapeuta que conocimos
antes, nos habla de un momento en que le fue muy bien esta capacidad:
“Cuando mi hijastro estaba
muriéndose del sida, lo sostuve en mis brazos pensando cuál sería la mejor
opción en ese momento, qué era lo más maravilloso que podía experimentar en ese
momento. Así pues, lo guié hacia la paz y el consuelo del otro lado. Gregory
fue capaz de soltarse suavemente del aspecto físico de su vida, sentir que esa
vida había acabado y elegir realmente el momento de su último suspiro. Todo estaba
completo y perfecto y nosotros estábamos con él.”
EL SURGIR DE LA ESENCIA
“La plenitud de la dicha es ver a
Dios en todo.”
JULIÁN DE NORWICH
Los hindúes dicen que Dios creó el
Universo como un baile para poder disfrutar del placer de
Su creación reflejada hacia Sí
mismo. Es esta admiración y asombro reverente ante la belleza de la vida lo que
llena realmente a los Siete.
Desde este punto de vista esencial,
los Siete personifican la cualidad de la alegría, el estado final a que
estamos destinados los seres humanos. La alegría es una experiencia natural que
se produce espontáneamente cuando nos experimentamos como ser, cuando nos
liberamos del incesante parloteo, del constante planificar y proyectar de la
mente del ego. Desde el punto de vista cristiano, los seres humanos fuimos
creados para ir al cielo y gozar de la visión beatífica, para pasar toda la
eternidad contemplando a Dios en la dicha más completa y absoluta. Así, el éxtasis
es nuestro estado final y justo. Cuando los Siete recuerdan esta verdad, se
sienten arrastrados hacia la alegría como su estado natural, y la encarnan y la
extienden a los demás.
Jessie continúa:
“He aprendido a centrarme de nuevo
mediante momentos silenciosos de contemplación y reflexión. He descubierto todo
un mundo en mi interior. El espíritu que soy yo es libre, y he encontrado
muchísimo para disfrutar. Mi mundo interior trasciende mis actos externos, pero
también se derrama y lo colorea todo. A veces la alegría sale burbujeante y la
vida es un placer. He descubierto que no necesito mucho, y sin embargo mi vida
está llena. En mi mejor aspecto, me avasalla la admiración y la gratitud. Vivo
en el momento y sé que todas mis necesidades serán satisfechas.”
Por encima de todo, los Siete
comprenden en el plano más profundo de su conciencia que la vida es un don. Una
de las principales lecciones que nos ofrecen es que no hay nada malo en la
vida, nada malo en el mundo material: es el regalo del Creador. Si no diéramos
nada por descontado, nos inundaría en todo momento la alegría y la gratitud.
Cuando no nos sentimos con ningún derecho a la vida, todo se convierte en un
regalo divino capaz de llevarnos al éxtasis. Más que de cualquier otro tipo,
este es el desafío del Siete, recordar la verdadera fuente de la alegría y
vivir según esa verdad.
Del Libro “La sabiduría del
Eneagrama” de Riso y Hudson.
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