EL
PROTECTOR
EL
PROVEEDOR
EL
EMPRESARIO
EL
INCONFORMISTA
LA
ROCA
“De aquí surge la pregunta de si es
mejor ser amado que temido o temido que amado. Tal vez se podría contestar que
ambas cosas, pero puesto que es difícil que coexistan el amor y el miedo, si
hemos de elegir, es mucho más seguro ser temido que amado.” NICCOLÓ MACHIAVELLO.
“Es fatal entrar en una guerra sin
la voluntad de ganarla.” DOUGLAS MACÁRTHUR
“No hace falta hacer ostentación de
poder. El poder es confiado, seguro de sí mismo, actúa y se frena solo, se auto-caldera
y se auto-justifica. Cuando lo tienes lo sabes.” RALPH ELLISON
“Para todos los conflictos humanos
el hombre debe desarrollar un método que rechace la venganza, la agresión y las
represalias. El cimiento de ese método es el amor.” MARTÍN LUTHER KING, JR.
“O bien nos hacemos desgraciados o
nos hacemos fuertes. La cantidad de trabajo es la misma.” CARLOS CASTAÑEDA
► MIEDO BÁSICO: Ser herido o
dominado por otros; a la violación.
► DESEO BÁSICO: Protegerse, decidir
su camino en la vida.
► MENSAJE DEI. SUPERYÓ: «Vales o
estás bien si eres fuerte y estás al mando de tu situación».
EL TIPO PODEROSO, DOMINANTE, SEGURO
DE SÍ MISMO, DECIDIDO, VOLUNTARIOSO Y RETADOR
«Soy dueño de mi destino.»
Hemos llamado el desafiador a
este tipo de personalidad porque, más que ningún otro tipo, a los Ocho les
encanta aceptar retos así como dar a otros la oportunidad de que los desafíen a
superarse de alguna manera. Tienen carisma, además de las capacidades físicas y
psíquicas para convencer a la gente de que los siga en todo tipo de empresas,
ya se trate de iniciar un negocio, reconstruir una ciudad, llevar una casa,
hacer una guerra o firmar la paz.
Los Ocho tienen una fuerza de
voluntad y una vitalidad enormes, y se sienten más vivos cuando ejercen esas
capacidades en el mundo. Emplean su abundante energía para efectuar cambios en
su entorno, para dejar su sello en él, pero también para impedir que el
ambiente u otras personas les hagan daño a ellos y a sus seres queridos. A
temprana edad comprenden que eso requiere fuerza, voluntad, perseverancia y
aguante, cualidades que desarrollan ellos y buscan en otros.
Thayer es una agente de bolsa que ha
trabajado intensamente en comprender su tipo de personalidad, el Ocho. Aquí nos
cuenta un incidente ocurrido en su infancia en el que vio claramente el
desarrollo de estas características: “Gran parte de mi tenacidad y resistencia
me viene de mi padre. Siempre me decía que no me dejara dominar por nadie; no
estaba bien llorar. Muy pronto aprendí a dominar mi lado más débil. A la tierna
edad de ocho años, un enorme caballo echó a correr conmigo montada. Cuando un
adulto lo cogió, yo bajé muy resuelta, sin derramar una lágrima. Ví que mi
padre se sentía muy orgulloso.”
Los Ocho no desean que nadie los
controle ni tenga poder sobre ellos (su miedo básico), ya se trate de poder
psicológico, sexual, social o económico. En gran parte su comportamiento se basa
en el deseo de conservar y aumentar el poder que tienen durante el mayor tiempo
posible. Un Ocho podría ser general o jardinero, propietario de una empresa
pequeña o magnate, madre de familia o superiora de una comunidad religiosa; no
importa: estar al mando y dejar su sello en su entorno es especialmente
característico de ellos.
Son los verdaderos «individualistas
duros» del eneagrama. Más que cualquier otro tipo, son autónomos; desean ser
independientes y se resisten a deberle algo a alguien. Suelen negarse a acatar
las convenciones sociales y son capaces de desafiar el miedo, la vergüenza y la
inquietud por las consecuencias de sus actos. Aunque normalmente saben lo que
se piensa de ellos, no se dejan desviar por las opiniones de los demás. Se ocupan
de sus asuntos con una férrea determinación que inspira respeto e incluso
intimida.
Aunque hasta cierto punto temen el
daño físico, muchísimo más importante es su temor a perder su poder o ser
dominados de alguna forma. Son extraordinariamente resistentes, capaces de
recibir bastante castigo físico sin quejarse, lo cual es una virtud de doble
filo puesto que con frecuencia dan por descontada su salud y vitalidad y
también restan importancia a la salud y bienestar de los demás. Sin embargo,
temen terriblemente las heridas emocionales y están dispuestos a emplear su
fuerza física para proteger sus sentimientos y mantener a los demás a una
distancia emocional prudente. Pero bajo la fachada de dureza hay vulnerabilidad,
aunque bien cubierta por una armadura emocional.
Así pues, suelen ser muy
industriosos, pero a costa de perder el contacto emocional con muchas personas
importantes en su vida. Es posible que este estado de cosas genere una creciente
insatisfacción entre sus íntimos, y eso los confunde («No sé de qué se queja mi
familia. Me deslomo para que no les falte nada. ¿En qué los decepciono?»).
Cuando ocurre eso, se sienten
incomprendidos y es posible que se distancien aún más. En realidad, bajo su
exterior imponente suelen sentirse heridos y rechazados, aunque eso es algo de
lo que rara vez hablan, porque les cuesta reconocer su vulnerabilidad, y mucho
más que la vean otros. Dado su miedo al rechazo (divorcio, humillación,
críticas, despido del trabajo o cualquier tipo de daño), tratan de protegerse
rechazando ellos primero. La consecuencia es que los Ocho de la franja media se
bloquean en su capacidad de conectar con los demás o en su capacidad
de amar, puesto que el amor da poder sobre ellos a la otra persona, y eso reactiva
su miedo básico.
Cuanto más fortalecen sus egos para
protegerse, más sensibles son a cualquier desaire, real o imaginario, a su
respeto propio, a su autoridad y su preeminencia. Cuanto más tratan de ser insensibles
al dolor (sea físico o emocional) más se cierran emocionalmente, para
endurecerse y ser como rocas.
Pero cuando están sanos
emocionalmente, poseen inventiva, la actitud de ser capaces, a la vez que un
dinamismo interior estable. Toman la iniciativa y con su inmensa pasión por la
vida hacen que ocurran cosas. Son honrados y autoritarios, líderes naturales
con una presencia sólida, imponente. Esta base les da abundante sentido común
además de poder de decisión; están dispuestos a hacer frente a cualquier
oposición, pues saben que ninguna decisión contentará a todo el mundo. Pero en
cuanto les es posible, procuran cuidar de los intereses de las personas que
están a su cargo, sin favoritismos. Usan sus talentos y su fortaleza para construir
un mundo mejor para todas las personas de su vida.
LA PAUTA INFANTIL
Ten presente, por favor, que la
pauta infantil que describimos aquí no es causa del tipo de personalidad. Más
bien describe las tendencias que observamos en la primera infancia y que tienen
una influencia importante en las relaciones del tipo en su edad adulta.
Según nos han dicho, muchas personas
tipo Ocho piensan que tuvieron que hacerse «adultos» a una edad temprana, tal
vez para llevar dinero a casa y colaborar así en la crianza de sus hermanos
debido a la ausencia de uno de sus progenitores o a otra desgracia. Es posible
que se hayan criado en medio de un ambiente peligroso (de narcotraficantes o
bandas callejeras, o en alguna zona de guerra) o que en su casa hubiera un
adulto caprichoso o violento. Otros se criaron en familias bastante normales,
pero tal vez sintieron la necesidad de proteger sus sentimientos por otros
motivos. En resumen, los Ocho tienden a madurar rápido, y los problemas de supervivencia
son importantísimos para ellos, como si preguntaran: «¿Cómo vamos a
sobrevivir, yo y mis seres queridos, en un mundo cruel e inhumano?». Roseann es
una Ocho que recuerda la enorme presión que experimentó en su infancia por su situación
familiar:
Ser fuerte ante mi severo padre
estableció una relación especial con mi madre. Solía pedirme que fuera yo a
hablar con él cuando se trataba de salir toda la familia, para ir a ver una
película o cosas de esas. «Pregúntaselo tú. Si se lo propongo yo va a decir que
no.» Por una parte, a mí me enorgullecía que ella me considerara lo suficientemente
fuerte y tenaz para tratar con mi padre; pero por otro lado, eso me hacía
sentir mal, porque aunque mi padre y yo nos respetábamos nuestros respectivos temperamentos,
yo siempre le tuve miedo. Después de todo, yo era una niña pequeña.
Sólo sabía que no debía demostrar
miedo, o ni siquiera reconocerlo.
Los niños Ocho se hacen muy pronto
la idea de que es arriesgado ser dulces o dóciles; en su opinión, esas
actitudes son «blandas», «débiles», y sólo sirven para atraerse el rechazo, la traición
y el sufrimiento. Consideran que es mejor no bajar la guardia, de modo que si
va a haber cariño o sustento en sus vidas, tendrá que dárselos otra persona.
Los adultos Ocho suelen decir que en
su infancia sufrieron la fuerte sensación de haber sido rechazados o
traicionados. Por lo general eran osados, tenaces, y se metían en
«situaciones»que llevaban a castigos. En lugar de apartarse de las personas que
los castigaban, se defendían de la sensación de rechazo con la actitud «Que se
vayan al diablo, no los necesito. ¡Nadie me va a decir lo que tengo que hacer!».
Claro que, como cualquiera, desean ser amados, pero cuanto más rechazados eran,
cuanto más sentían que se los trataba como inadaptados, más endurecían el
corazón.
Arlene pertenece a una orden
religiosa y es fuente de fuerza y apoyo para el resto de su comunidad. Aquí nos
cuenta un desgraciado incidente ocurrido cuando era muy pequeña, que sacó a la
superficie su defensa de Ocho:
“Cuando tenia dos años y medio nació
mi hermana menor. Mi madre estaba en la cama dándole de mamar y yo me subía a
la cama para estar con ella; varias veces me dijo que me quedara con mi tía,
que me subía a su falda. Mi madre temía que yo le hiciera daño al bebé. Pero yo
insistí y seguí bajándome de la falda de mi tía y subiéndome a la cama.
Finalmente, mi madre me hizo bajar de un empujón; ante eso, creo que mis
sentimientos dijeron: «¡Me vengaré!». Después, cuando era algo mayor, decidí
que me marcharía de casa y entraría en el convento tan pronto terminara la enseñanza
básica. Eso les dolió terriblemente a todos en mi familia; pero sin tomar en cuenta
los deseos de mis padres, lo hice de todos modos.”
Los niños Ocho podrían aprender a
representar el papel de víctima propiciatoria o cabeza de turco (la oveja
negra, el niño problema). Según la teoría de los sistemas familiares, normalmente
el «cabeza de turco» hace explícitos los problemas ocultos de una familia, ya sea
de palabra o de obra. De adultos son disidentes, se rebelan contra las
restricciones y se oponen al sistema siempre que les es posible.
A veces los niños toman la
«decisión» de endurecerse cuando se sienten traicionados por uno de los
padres o por otra persona adulta importante. Este sentimiento podría
deberse al abandono que experimentan si los padres los han puesto en un
internado o dejado con parientes o les han quitado injustamente sus
ahorros u otra cosa valiosa. También podrían haber sido víctimas de
maltratos físicos o de abusos sexuales. Dado el enorme desequilibrio de
poder entre los niños Ocho y quienes los trataron injustamente, poco o nada
pudieron hacer al respecto, aparte de tomar la decisión de no permitir
jamás que les vuelva a ocurrir eso.
Kit es una experta empresaria de la
industria de la moda. Aquí nos cuenta una decisión importantísima que
tomó cuando era niña:
“La repentina muerte de mi niñera
negra cuando yo tenía siete años fue un momento decisivo para mí. Ella me
apoyaba en secreto, y me consolaba de diferentes maneras cuando mis padres me
castigaban. Cuando murió de forma inesperada me sentí totalmente sola. Me
enfurecí con mis padres porque no me dejaron asistir a su funeral, con mis
hermanos por su aparente indiferencia y con ella por haberme abandonado.
Pero no derramé ni una sola lágrima;
decidí que estaba verdaderamente sola y que no necesitaba a nadie.”
Los Ocho piensan que la traición fue
un punto decisivo en sus vidas porque marcó la muerte de su inocencia y su
bondad. Cuando en lo más profundo se sienten traicionados por una persona
importante en su vida, deciden no permitirse ser vulnerables o inocentes. No se
permiten bajar la guardia nunca. Tal vez durante un tiempo podrían lamentar en
secreto la pérdida de su inocencia, pero después llegan a aceptarla y
consideran que es la manera de enfrentar los desafíos de la vida. Si en su
familia o en su entorno experimentaron despiadadas amenazas, tienden a ser
igualmente despiadados ellos con los demás. Una vez que han enterrado el
corazón, podrían olvidar incluso la aflicción por la inocencia perdida.
LOS SUBTIPOS ALAS
EL OCHO CON ALA SIETE: EL
INDEPENDIENTE
Ejemplos:
Franklin D. Roosevelt, Mijail Gorbachov, Donald Trump,
Barbara Walters, Don Imus, Frank Sinatra, Courtney Love, Susan Sarandon,
Bette Davis, Joan Crawford.
Sano. Dada
la combinación de agilidad mental y visión de posibilidades prácticas, las personas
de este subtipo suelen ser carismáticas y capaces de ganarse seguidores que
apoyan su visión. Se orientan a la acción y desean influir en su mundo. También
son buenos para desafiar a otros a ampliar sus habilidades y superar sus
expectativas para mejorar sus vidas de forma práctica. Este es el subtipo más
independiente; suele ser emprendedor y le interesa crear proyectos que le
aseguren la independencia.
Medio. Las
personas de este subtipo son osadas, arriesgadas; tienden a tener «grandes
planes» y a hacer grandes promesas y exagerar las posibilidades de sus empresas
con el fin de ganarse colaboradores. También están entre los tipos más
sociales; son conversadores y extrovertidos y muy seguros de sí mismos. Son
pragmáticos y competitivos; no les interesa demasiado agradar a los demás ni
están muy dispuestos a tolerar lo que ellos consideran debilidad o ineficiencia.
Podrían tornarse impacientes e impulsivos, y más propensos que los del otro subtipo
a dejarse llevar por sus sentimientos. También son más abiertamente agresivos y
discutidores y menos dispuestos a echarse atrás en una pelea.
EL OCHO CON ALA NUEVE: EL OSO
Ejemplos:
Martín Luther King Jr., Golda Meir, Toni Morrison,
John Wayne, Sean Connery, Sigourne Weaver, Paul Newman, Indira Gandhi,
Glenn Close, Norman Mailer.
Sano. Las
personas de este subtipo combinan la fuerza, la confianza en sí mismas y la resolución
con un sereno realismo y cierta ecuanimidad. Son bastante más constantes en la consecución
de sus objetivos y no tan abiertamente agresivas o alterables como las del otro
subtipo. También son más acogedoras y más orientadas hacia la familia, y
afirman su poder y su liderazgo mediante protección. En su forma de ser no se
da tanto la cualidad de poco escrupuloso: si bien también desean ser
independientes, quieren hacerlo a su ritmo. Su capacidad para tranquilizar y
serenar a los demás aumenta sus dotes de liderazgo.
Medio. Estas
personas parecen tener una doble naturaleza; se manifiestan de modo diferente en
diferentes aspectos de su vida. Por ejemplo, pueden ser acogedoras y afectuosas
en su casa, pero muy enérgicas y agresivas en el trabajo. Por lo general les
gusta vivir callada y discretamente, y prefieren controlar sus asuntos entre
bastidores. También tienden a hablar despacio, y captan muy bien los gestos y el
lenguaje corporal de sus interlocutores; se muestran amistosos mientras
estudian con disimulo a la otra persona. Estratégicas y observadoras, casi
desafían a los demás a subvalorarlas. Pueden ser tercas, impasibles y calladamente
amenazadoras. Cuando se enfadan, el estallido es repentino, violento y fugaz.
LAS VARIANTES INSTINTIVAS
EL INSTINTO DE CONSERVACIÓN EN EL
OCHO
El superviviente. En la franja
media, los Ocho auto-conservadores son los más sensatos de este tipo. Se
concentran en atender los asuntos prácticos y en «llevar el pan a casa», en
tener el dinero y el poder suficientes para asegurar su bienestar y el de sus
seres queridos. Son los Ocho más hogareños, les gusta disfrutar de la intimidad
de su casa; pero, ya sean hombres o mujeres, ciertamente insisten en dirigir el
gallinero. Tienden a ser más materialistas que los de las otras dos variantes
instintivas; desean tener dinero por el poder que da, pero también les gusta
adquirir posesiones de valor (coche, casa) como símbolos de influencia e
importancia.
Son los más propensos a la adicción
al trabajo y es posible que tengan más de un empleo y que trabajen muchas horas
para hacerse con ingresos que les permitan sentirse satisfechos y protegidos.
Tienden a preocuparse por la
protección de sus posesiones e inversiones. En realidad, incluso en casa pueden
ser muy territoriales con sus pertenencias («¡Que nadie entre en el garaje sin mi
permiso!»). Tener claro dónde están sus posesiones y saber que están seguras
hace que se sientan seguros. Así pues, viven revisándolo todo para cerciorarse
de que nada pone en peligro sus finanzas, su situación personal y profesional
ni sus pertenencias.
En la franja insana podrían
convertirse en matones y ladrones, justificando ese comportamiento destructivo
con la idea de que así «endurecen» a los demás; al fin y al cabo el mundo es un
lugar de violencia en el que hay que luchar por la supervivencia. Como mínimo,
se sienten justificados por actuar egoístamente, satisfaciendo sus necesidades
(que suelen ser económicas y sexuales) sin pensar en las consecuencias ni en
los sentimientos de los demás. No vacilan en arruinar o atacar a otros para
proteger sus intereses y conseguir que nadie amenace su seguridad material.
EL INSTINTO SOCIAL EN EL OCHO
Entusiasmo y camaradería. En la
franja media, los Ocho sociales expresan su dinamismo mediante los fuertes
lazos que crean con los demás; para ellos son importantísimos el honor y la
confianza, y disfrutan haciendo pactos con las personas que han demostrado ser
dignas de confianza. Ponen a prueba a las personas que quieren, para que la
amistad sea sólida y segura.
Calman sus sentimientos de torpeza o
rechazo social rodeándose de amigos previsibles, que los acepten tal como son
(no todos serán aceptados en su círculo, pero para quienes aprueban el examen
demostrando lealtad y solidez, el cielo es el límite). Sus modos de relajarse
serán salir de noche, una gran excursión de fin de semana o reuniones con su
círculo de íntimos, y están dispuestos a hacer cualquier cosa por las pocas
personas que quieren. Disfrutan organizando reuniones sociales, bebiendo y
comiendo con amigos y comentando aventuras con «gente de verdad»; también les
gustan las discusiones sobre política, deporte o religión, cuanto más
acaloradas, mejor.
En los niveles más bajos, podrían
descuidar la relación con sus amigos o rechazarlos por algún desacuerdo. Les
cuesta poco sentirse traicionados y tienden a guardar rencor durante más
tiempo; cuando alguien ha quedado excluido de su círculo, les cuesta muchísimo
volver a aceptarlo. Además, su afición a las habladurías puede degenerar en
burdas exageraciones y «abrumar» a su interlocutor. Pueden convertirse en
picaros encantadores y estafadores, todo promesas pero muy poco apoyo real a
los demás.
Expresión clave: SANO
Nivel 1: Abnegado, heroico.
Abandonan la creencia de que deben
estar siempre al mando de su entorno, lo cual les permite bajar la guardia y
sanar sus corazones.
Paradójicamente, también realizan su
deseo básico: protegerse y ser magnánimos, abnegados, valientes,
misericordiosos y, a veces, heroicos.
Nivel 2: Independiente, fuerte.
Emplean su energía y fuerza de
voluntad para ser independientes y
estar al mando de sus vidas. Son
vigorosos y están acostumbrados a la acción. Imagen propia: «Soy franco, ingenioso
y sé hacerme valer».
Nivel 3: Seguro de sí mismo, líder.
Refuerzan su imagen aceptando
desafíos; demuestran su fuerza
mediante acciones y consecuciones,
protegiendo y proveyendo a
los demás y ayudándolos a sacar a la
luz sus fuerzas. Son estratégicos y decididos, y disfrutan llevando a cabo
proyectos
constructivos.
MEDIO
Nivel 4: Pragmático, emprendedor.
Comienzan a creer que no tienen tos
recursos necesarios para
realizar sus proyectos o para
cumplir con el papel de proveedor.
Recurren entonces a la astucia y al
oportunismo para obtener los
recursos que desean. Metódicos y
competitivos, son más reservados en la expresión de sus sentimientos.
Nivel 5: Vanidoso, dominante.
Les preocupa no ser respetados y
honrados como se merecen, de
modo que tratan de convencer a los
demás de su importancia.
Alardean y hacen grandes promesas
para conseguir aliados en sus
planes. Voluntariosos y orgullosos,
desean que los demás sepan que ellos están al mando.
Nivel 6: Retador, amenazador.
Temen no contar con el apoyo de los
demás y perder así el control
de la situación. Apremian a tos
demás a hacer lo que ellos desean
mediante amenazas y opresión.
También tienen mal genio, son muy
exigentes y no aceptan que les
impongan obligaciones.
INSANO
Nivel 7: Despiadado, imperioso.
Creen que tos demás se han vuelto en
su contra, y tal vez sea cierto.
Se sienten traicionados, piensan que
nadie es digno de confianza,
por lo cual resuelven protegerse a
toda costa. Considerándose
proscritos, se sienten marginados de
la sociedad y por lo tanto con
derecho a ser agresivos, vengativos
y violentos.
Nivel 8: Megalómano, aterrador.
Es tal su desesperación por
protegerse y tal el miedo a que sus
actos les atraigan represalias que
comienzan a atacar a sus posibles rivales antes de que estos los amenacen. No
respetan ninguna frontera, y se extralimitan rápidamente. La ilusión de
invulnerabilidad los lleva a ponerse
en peligro y a poner en peligro
a los demás.
Nivel 9: Antisocial, destructivo.
Comprender que se han ganado
enemigos poderosos, capaces de
derrotarlos, es demasiado para los
Ocho insanos. Tratan de destruirlo todo antes de permitir que alguien les gane
o los domine.
Podrían desmandarse, arrasar sin
piedad con todo lo que encuentran en su camino, sin descartar el asesinato.
En la franja insana, dado que se
sienten rechazados y traicionados, pueden convertirse en solitarios muy
antisociales. Suelen ser temerarios y auto-destructivos, y especialmente propensos
al abuso de sustancias nocivas. La combinación de embriaguez y rabia destruye rápidamente
gran parte de lo bueno que hay en sus vidas. En ese estado, por lo general son incapaces
de comprender el daño que causan, a sí mismos y a los demás.
EL INSTINTO SEXUAL EN EL OCHO
Al mando. En la franja media, los
Ocho sexuales son los más dinámicos y carismáticos; son apasionados en sus
afectos, y desean saberse muy influyentes en la vida de las personas de su círculo
de influencia (ciertamente esta influencia puede ser positiva o negativa, según
sea su nivel de desarrollo). Igual que los Ocho sociales, disfrutan agitando
los ánimos, aunque tienen una vena más rebelde. Tienen un sentido del humor
solapado, y les encanta ser «malos».
Pueden ser muy amantes y entregados,
pero para ellos la intimidad también es una forma de lucha por el dominio y una
oportunidad para fortalecer su autoestima. Podrían jugar duro con sus íntimos;
una buena discusión o una pelea los estimula, y no suelen ser muy amigos de sutilezas.
Como los Ocho auto-conservadores, podrían ser competitivos, pero más por la emoción
de competir por motivos de seguridad. En realidad, pierden interés si ganan con
demasiada facilidad, y esto también se extiende a sus relaciones íntimas.
En los niveles más bajos, exigen
lealtad, constancia y atención, y no toleran muy bien que la otra persona tenga
otros intereses que distraigan esa atención. De hecho, se sienten en el papel de
progenitores o mentores y desean remodelar a las personas para que encajen
mejor en sus necesidades y planes. Tienen su opinión respecto a todos los
aspectos de la vida del otro. No hace falta decir que esto les hace difícil
mantener una relación de igualdad.
En la franja insana, podrían
intentar dominar totalmente a su pareja. Son muy celosos y posesivos, y es
posible que traten de separar a la otra personas de sus amigos o de otros contactos.
En los casos peores son posibles los malos tratos al cónyuge, actos impulsivos
de venganza y crímenes pasionales.
LAS DIFICULTADES PARA CRECER DE LOS
OCHO
Los siguientes son problemas que la
mayoría de las personas tipo Ocho experimentarán en algún momento de sus vidas.
Observar estos comportamientos, «sorprendernos en el acto», y simplemente ver
nuestras reacciones subyacentes habituales frente a lo que nos presenta la vida
harán mucho por liberarnos de los aspectos negativos de nuestro tipo.
LA LLAMADA A DESPERTAR PARA EL TIPO OCHO:
BATALLA POR LA INDEPENDENCIA
Los Ocho creen que deben protegerse,
y eso se puede convertir en miedo a cualquier tipo de dependencia («No me
siento seguro, por lo tanto debo endurecerme y tener más recursos para protegerme»).
Puesto que piensan que buscar apoyo o ayuda en otros significaría perder su autonomía,
tienden a sentirse en guerra con el mundo; todo en la vida es difícil, una
batalla, ya que el entorno no ayuda, incluso es hostil, por lo que tienen que
esforzarse denodadamente para hacerse valer en él («He tenido que luchar por
todo lo que tengo; hay que ser duro, si no te comen vivo»).
Por lo general, no les gusta
trabajar a las órdenes de nadie; prefieren el riesgo y la aventura de dirigir
ellos sus actividades. Muchos son emprendedores «negociantes» que siempre
tienen nuevos proyectos entre manos. También suelen ser abiertamente
competitivos, no para sentirse superiores, sino para tener los recursos que
necesitan para mantener su bienestar y suseguridad. Mientras crean que
controlan su situación son capaces de relajarse.
Evidentemente, nadie es del todo
independiente en la vida. Necesitamos ayuda y apoyo de otros para lograr
objetivos comunes. Si los Ocho examinaran con objetividad sus vidas verían que,
en realidad, dependen de muchas personas para realizar sus ideas y alcanzar sus
objetivos. Sin embargo, dado su miedo a la dependencia y a la traición, no
quieren reconocer esto ni compartir la gloria con otros. Se convencen de que trabajan
arduamente ellos solos y deben presionar a los demás para que los sigan.
Si esta actitud se hace habitual, y
si no hacen caso de su llamada a despertar, corren el riesgo de verse más
atrapados aún en esa fijación. Cuando creen que es necesario dominar a los demás
y a la vida, van en la dirección equivocada. Esto podría manifestarse en
actitudes en el trabajo, en conflictos con seres queridos o simplemente en
soltar maldiciones cuando un tarro de conserva no se abre.
PRESIONAR AL MUNDO
Intenta descubrir cuándo usas más energía de la necesaria para hacer
cualquier tarea o actividad. Observa con qué fuerza aprietas el pomo de la
puerta para abrirla o coges algo para sujetarlo. Cuando trabajas, ya sea
barriendo, fregando platos o usando herramientas, ¿podrías emplear menos fuerza
y de todos modos hacerlo con igual eficiencia?
Cuando estés hablando con alguien escucha tu voz; ¿cuál es la cantidad
exacta de energía que necesitas para expresar lo que quieres decir?
EL PAPEL SOCIAL: LA ROCA
Los Ocho de la franja media
comienzan a verse como rocas, como personas fuertes e inexpugnables, el
cimiento para los demás miembros de su familia o de su círculo profesional («Soy
fuerte, soy aquel del que dependen todos los demás»). Identificarse, consciente
o inconscientemente, con la fuerza y la inmutabilidad de una roca les aporta
beneficios, ya que refuerza su seguridad en sí mismos, pero también significa
que deben ocultar su debilidad, sus dudas y temores. Además, como otros tipos,
comienzan a sentirse incómodos ante los demás si no se relacionan desde su
papel social.
Creen que si son como una roca
lograrán defenderse y evitar ser heridos. Por desgracia, ser como una roca
significa también defenderse de muchas de las cosas buenas que llegan a sus vidas:
el cariño, la intimidad, la afabilidad y la abnegación. Tienen que ser duros e
impasibles ante las dificultades y sufrimientos, ya sean suyos o de los demás.
Arlene, a la que conocimos antes, lo
considera natural: “Soy una persona visceral; a mi cabeza le cuesta darme
alcance. Vivo mucho en el futuro; también niego o suprimo con mucha facilidad
los sentimientos y cuando ocurre una pérdida simplemente sigo con la vida.”
Cuanto más amenazados o estresados
se sienten, más duros y agresivos se ponen. Los Ocho de la franja media
inferior creen que está totalmente justificado tratar con dureza a los demás, como
si dijeran: «Atrévete conmigo». Para ellos esto sólo es tratar de sobrevivir en
un mundo frío y duro.
Kit recuerda las dificultades que le
acarreaba esto en su infancia:
“No era que quisiera desobedecer; me
habría gustado ser una «niña buena» o por lo menos aceptable. Pero era
impulsiva, quería imponerme a toda costa y me sentía obligada a seguir los
dictados de mi corazón y a defenderme y defender mis ideas. A menudo discutía
con mis padres y por ello me consideraban descarada e insolente. De niña me
desconcertaba que interpretaran mal mis intenciones y las consideraran
negativamente. Por lo tanto, muy pronto comencé a desconectarme de mis
sentimientos y a simular que no me importaba.”
RECUPERAR LA INTIMIDAD
Identifica por lo menos un aspecto de tu vida (una relación, un lugar,
un momento, una situación) en el que no sientas la necesidad de ser duro.
Obsérvate en esa situación o con esa determinada persona. ¿Cómo la sientes? ¿En
qué difiere de otros aspectos de tu vida?
LUJURIA E «INTENSIDAD»
Los Ocho desean sentirse fuertes y
autónomos; dicho simplemente, desean sentirse sólidos y vivos. Así pues,
la pasión tradicional de la lujuria (su «pecado capital») los impulsa a
actuar de formas que estimulen su sensación de estar vivos, y los lleva
a vivir intensamente. Sus conversaciones con los demás deben ser
intensas, el trabajo debe ser intenso y las diversiones y juegos deben
ser intensos, como si tuvieran que estar constantemente presionando a la vida.
Pero en la medida en que sucumben a
la pasión de la lujuria, quedan atrapados en el hábito de imponer su voluntad
contra su entorno (incluidos los demás) para lograr la intensidad que anhelan.
Lo irónico es que mientras más se exigen, menos energía tienen para conectar o consigo
mismos o con otras personas. En último término, mientras más se exigen menos
real es la sensación de ser que tienen. Ellos, y los demás, se
convierten en cifras, en objetos manipulables. La consecuencia es una sensación
de estar muertos interiormente que los incita a exigirse aún más, para
superarla. La intensidad sólo engendra la necesidad de más intensidad. También
hay un algo de temeridad en los Ocho de la franja media. Tal vez no sean corredores
de Fórmula uno ni cazadores de grandes piezas, pero todos quedan atrapados por
la intensidad y la adrenalina de aceptar retos y vencer dificultades. Puede que
eso sea emocionante, pero con el tiempo también es agotador y al final la salud
se resiente. Para algunos el riesgo podría ser simplemente no hacer caso de las
advertencias sobre los malos hábitos en la comida, el consumo de tabaco o de
alcohol («Eso no me va a ocurrir a mí; soy demasiado fuerte para que me
afecte»). Triunfar se convierte en adicción; cuanto más ganan más se refuerza
la falsa sensación de invulnerabilidad, que los puede llevar a trágicos
desaciertos.
La lujuria en relación al deseo de
controlar resulta ser otra ironía. Como hemos visto, a los Ocho les gusta
sentirse al mando de la situación. Pero caer en las garras de la lujuria es lo opuesto
al control: la lujuria es una reacción a algo exterior a lo que la inspira.
Desear a una persona o un objeto es estar en su poder, ya se trate de dinero,
de una pareja sexual o del propio poder. Como ocurre en todos los tipos, la
pasión es una distorsión que finalmente produce lo contrario de lo que desea la
persona.
EXCITACIÓN, EMOCIÓN
Parte del motivo de que te guste competir y correr riesgos es la
sensación de estar vivo que te proporcionan estas actividades. ¿En qué difiere
de la sensación de estar vivo que te produce relajarte? ¿Eres capaz de
relajarte conscientemente en este momento? ¿Qué supone eso para tu sentido de
ti mismo?
EL PRECIO DE DIRIGIR
«Tengo que llevar el pan a casa. »
Al ser personas prácticas, los Ocho
de la franja media siempre desean hacer realidad algún sueño, que suele incluir
un plan para hacer dinero, un negocio lucrativo o inversiones en la bolsa; esto
puede ser tan complejo como iniciar y dirigir una empresa propia o tan sencillo
como comprar números de la lotería con regularidad. No todos los Ocho tienen
mucho dinero, pero la mayoría desea algún tipo de «gran golpe de suerte» que
les dé la independencia, el respeto y el poder adquisitivo que normalmente
desean.
Ed, terapeuta, recuerda cómo a
tierna edad se desarrolló su espíritu empresarial: “Recuerdo que cuando tenía cinco años fui a un
solar cercano y recogí semillas de las malas hierbas; después fui a ver a
nuestra casera, que vivía al frente, y le dije que las semillas eran un alpiste
fabuloso; le vendí las semillas por cinco centavos. Con el dinero me fui a la
pastelería y compré dos magdalenas; de allí fui a la pista de tenis en que
estaban jugando un partido, y vendí las magdalenas a cinco centavos cada una.
Volví a la pastelería con mi dinero
y compré cuatro magdalenas. Y allí se acaba la historia, porque cuando volví a
la pista de tenis, el hombre que atendía el bar me echó
a patadas.” En la medida en que
temen depender de otros, los Ocho desean estar al mando. Si bien dirigir les
procura satisfacción, se echan encima una pesada responsabilidad al dirigirlo
todo. Si son padres, se centran en los asuntos prácticos de la subsistencia,
procurando que sus hijos tengan alimento, techo y ropa decente y reciban una
buena educación. Si tienen más dinero, podrían creer que es su responsabilidad
proveerlos de coche y casa propios y establecerlos en un empleo o profesión con
buenos ingresos («Tu padre se ocupará de todo»). Gastan muchísima energía en
tener la visión, tomar las iniciativas, tomar todas las decisiones e instar a
los demás a llevarlas a cabo. Irradian a su alrededor una especie de campo de
fuerza que algunos encuentran estimulante y protector, a otros intimida y a
ellos los agota de forma sutil pero real.
La intimidad, por lo tanto, se
convierte en un problema, incluso para los Ocho de la franja media. Muchas
veces querrían intimar con personas y expresar sus fuertes sentimientos, pero no
saben relajar sus defensas, y mucho menos su necesidad de controlar. Dada su
incapacidad para sostener un contacto emocional más directo, comienzan a
conectar con los demás mediante competitividad, desafío y energía física. Los
conflictos los estimulan, y eso suele provocar malos entendidos. Les gusta
entablar discusiones intensas, incluso peleas, y defienden con pasión sus
puntos de vista, para luego sorprenderse de que los otros se sientan dolidos
por la energía desplegada. Muchos expresan su conexión mediante la sexualidad y
el contacto físico; también podrían demostrar su afecto armando trifulcas o
enzarzándose en competiciones verbales.
En todo caso, los Ocho de la franja
media no desean que los demás se den cuenta del enorme estrés que sufren.
Tratan de sobrellevar y resolver todos sus problemas sin contarlos a nadie, o al
menos no en toda su magnitud. Tienden a trabajar en exceso, viven de la
adrenalina y el estrés y se resisten a tomar medidas para controlar ese estrés
hasta que el deterioro de su salud lo exige. El constante gasto de energía
hasta el extremo del agotamiento suele ser causa de ataques al corazón,
hipertensión, accidentes cerebrovasculares y cáncer.
NEGACIÓN DE LA TERNURA
Los Ocho se esfuerzan y exigen muchísimo para proveer para los demás,
para ser fuertes, para no llorar, mostrar debilidad, duda ni indecisión jamás.
Explora las diversas circunstancias en que has sido tan exigente
contigo. ¿Por quién o quiénes lo hacías? ¿Valió la pena? ¿Qué crees que habría
sucedido si te lo hubieras tomado con más calma?
IMPORTANCIA PERSONAL Y GRANDEZA
«Tendrás que vértelas conmigo.»
Cuando los Ocho de la franja media
consideran que los demás no reconocen la enorme energía que gastan en «dirigir
las cosas», hacen saber quién es el que está al mando. Se encargan de que todo
el mundo se entere de quién es el más importante armando mucho estruendo (en
gran parte bravatas y fanfarronería), como las exhibiciones de dominio de los machos
alfa en el mundo animal. Desean que se sepa que son «peces gordos» y que saben dirigir
y organizar las cosas («Conozco una chica que puede ayudarte. Yo hablaré con
ella»).
Podrían usar expresiones de aparente
generosidad para conseguir colaboración, el conocido método de la zanahoria
colgada de un palito delante del caballo. También hacen convenios con las
personas: «Tú haces esto por mí y yo cuidaré de ti». Prefieren la persuasión y
los incentivos para conformar a la gente con sus planes, aunque si se
encuentran con resistencia suelen tratar de dominar con métodos más agresivos.
Tener los medios para hacer favores
es entonces algo esencial. Sin ofrecer incentivos de algún tipo se sienten en
posición de desventaja para tratar con los otros; peor aún, podrían acabar endeudados
con alguien sin tener los medios para pagarle, situación que activaría su miedo
básico.
También procuran ampliar siempre su
área de influencia, en cierto sentido, de ensanchar los límites de sus egos;
sus proyectos y posesiones son prolongaciones de sí mismos («Esto es mío, mi
castillo, mi propiedad, mi empresa, mi cónyuge, mis hijos. Todo esto me
refleja»).
Concebir proyectos y ocuparse de su
consecución es una manera de adquirir cieno grado de inmortalidad; anuncia al
mundo: «Yo he estado aquí». El volumen de su imperio no tiene tanta importancia
como el hecho de que es «su propiedad», y que ellos dirigen las cosas. Si tienen
éxito económico podrían rodearse de un séquito y viajar como reyes, esperando deferencia,
respeto y obediencia. Cuando dan una orden desean que se cumpla inmediatamente
y sin discusión.
JUBILAR AL PEZ GORDO
Te enorgulleces de ser franco y veraz. ¿Hasta qué punto eres sincero
cuando intentas impresionar o arrollar a las personas? Someter a la gente de
ese modo, ¿te hace sentir más o menos a gusto contigo mismo? ¿Se te ocurren
otras formas más eficaces de conseguir el apoyo y la cooperación de los demás?
AFIRMACIÓN PERSONAL FRENTE A
AGRESIVIDAD
«¿De qué estás hecho?»
A los Ocho les gusta hablar con
franqueza, y desconfían cuando ven que la otra persona se anda con rodeos, por
eso la forma de comunicarse de algunos de los otros tipos puede ser un problema
para ellos. Les cuesta entender por qué no todos son tan francos como ellos. Al
mismo tiempo confunden o desconciertan a los demás tipos con su audacia y brío.
El motivo de esto es que necesitan
límites claros: quieren saber en qué relación están con la otra persona y, en
un plano instintivo, dónde empieza y dónde termina; necesitan saber qué va a
tolerar y qué no va a tolerar el otro. Los Ocho descubren los límites
probando. Si una persona no reacciona, el Ocho continuará explorando sus
límites hasta obtener una reacción.
A veces esto lo hacen pinchando o
embromando al otro. Otras veces podría ser en forma de interés sexual, y otras,
simplemente insistiendo para recibir una respuesta inmediata en una
conversación. Dada su firmeza y su
franqueza, tienden a intimidar; ese estilo de comunicación directa, a la cara,
los demás suelen interpretarlo como enfado o crítica, aunque ellos dicen que sencillamente
tratan de captar la atención de la persona y hacerle saber qué clase de
relación tienen con ella. Parte del problema es que no conocen la magnitud de
su fuerza; como hemos visto, tienden a emplear más fuerza de la necesaria en
muchas de sus actividades. Cuanto más inseguros se sienten, más probabilidades
hay de que se hagan valer de modo agresivo, lo cual, irónicamente, produce más
resistencia y menos cooperación en los demás.
Arlene comenta su estilo Ocho a gran
escala:
“Doy la impresión de ser
invulnerable, o eso me han dicho. Estoy y estoy dispuesta a correr riesgos.
Muchas veces «he improvisado» en algo sin conocer todos los detalles de la
situación. Casi siempre salgo bien parada, con éxito. Pero por dentro no
siempre me siento tan segura como la imagen que doy. Esto ha sido bastante
difícil para mí porque crea el problema de que me consideren «una amenaza».”
Cuando se sienten amenazados e
inseguros son explosivos e imprevisibles. A las personas que los rodean les
cuesta saber que los enfurece; podría ser algo tan insignificante como una comida
que no está lista a tiempo o una habitación que no está ordenada como ellos
quieren, o simplemente un tono de voz. Cuando temen que alguien pretende
desafiarlos o aprovecharse de ellos, comienzan a imponer su voluntad a
rajatabla («¡Se hace como yo digo y no hay más que hablar!», «¡Lo vas a hacer
porque lo digo yo!»). Entre otras formas típicas de hacer su voluntad sin
recurrir a un ataque franco están la de minar la confianza de los demás y la de
dividir para vencer. Si se sienten frustrados y furiosos, también suelen
recurrir al insulto y a gritar a la persona. Claro que si mantienen mucho tiempo
esa actitud, puede ocurrir que los demás se unan para hacerles frente,
justamente una de las cosas que más temen. Una vez que han caído en el miedo al
rechazo, al enfrentamiento o a la violación de sus normas, parecen ser
incapaces de discernir entre las personas que les hicieron daño en el pasado y
aquellas con las que están tratando en esos momentos. Se sienten como si los
demás fueran a tratarlos injustamente, y están resueltos a hacer todo lo que
esté en su poder para impedirlo.
SENTIR LA ENERGÍA INSTINTIVA
La próxima vez que estés a punto de reaccionar ante una situación,
prueba a hacer un pequeño experimento. En lugar de actuar según tu impulso,
detente, haz una respiración profunda y trata de sentir cómo se mueve la
energía del impulso en tu interior. Intenta seguirla. ¿Cuánto dura? ¿Cambia
momento a momento? Prestarte atención ¿hace que surjan en ti otros
sentimientos? Pasa suavemente una mano por la zona donde más sientes
esa energía. ¿Qué ocurre?
CONTROL Y RELACIONES
«¡Se hace como yo digo y no hay mas
que hablar!»
El miedo a ser controlados o
dominados se activa muy fácilmente en los Ocho; en consecuencia, suelen
sentirse controlados incluso cuando se les pregunta o pide algo de lo más
corriente. Eso, no es de extrañar, les crea problemas importantes en su
profesión y en sus relaciones. Por ejemplo, tienen muchísima dificultad para
aceptar instrucciones, y no digamos órdenes («¡A mí nadie me dice lo que he de
hacer!»). Suelen desperdiciar su principal recurso, que es su abundante energía
y su fuerza de voluntad, en conflictos innecesarios. Cuanto más disfuncional
haya sido el ambiente de su infancia, más control necesitan para sentirse
protegidos. Para sentirse fuertes y al mando de la situación necesitan cada vez
más «pruebas» de que eso es así.
Ian, ex piloto de aviación, habla
sinceramente de su necesidad de controlar a su familia, sobre todo a su esposa:
“Ahora esto no me hace ninguna gracia, pero cuando era más joven necesitaba demostrarme
que era el rey del gallinero en todo. Como un sargento, obligaba a mis hijos a
levantarse temprano, y llevaba el control de todos los gastos de la casa. Mi
mujer tenía que acudir a mí cuando necesitaba aunque fueran diez centavos, y yo
me aseguraba de que no tuviera dinero para hacer compras por su cuenta, para
que no tuviera libertad para extraviarse; si no tenía dinero, no podía
dejarme.”
La tendencia a luchar por el control
podría acabar en franco conflicto si creen que los demás pretenden aprovecharse
de ellos. Ponen en formación sus potentes energías instintivas y su férrea
determinación, trazan la línea de demarcación en la arena y desafían a los
otros a atravesarla («No habrá aumento de sueldo, y si no os gusta, ahí está la
puerta»). Por desgracia, una vez que han lanzado su ultimátum, aunque lo hayan
dicho impulsivamente, consideran que deben seguir adelante; echarse atrás o
suavizar su posición les parece debilidad, y una posible pérdida de su
independencia y dominio.
Si no ponen freno, ese deseo de
control podría llevarlos a considerar a las personas que les importan como sus
posesiones; comienzan a tener por poco prácticas, y por lo tanto indignas de
respeto o tratamiento equitativo, a quienes dependen de ellos. Tras cerrar los
ojos a sus reacciones emocionales y a su sensibilidad, podrían burlarse de o
restar importancia al sufrimiento o las necesidades emocionales de los demás.
Los Ocho con más problemas se sienten también amenazados por los subordinados
que demuestran tener energía; cuando esto ocurre, tratarán de debilitarlos
minando su confianza en sí mismos, desequilibrándolos con órdenes arbitrarias
y, si nada de eso da resultados, lanzándoles hirientes ataques verbales.
¿Y SI ALGUIEN ME HICIERA ESTO A MÍ?
Recuerda alguna ocasión en que presionaste a alguien para que hiciera
algo en contra de su voluntad. ¿Se te ocurre ahora un modo diferente de haber
obtenido lo que necesitabas o deseabas? ¿Era legítimo lo que querías? ¿Qué
habría ocurrido si esa persona sencillamente te hubiera dado lo que buscabas sin
necesidad de que la presionaras? De igual modo, recuerda ocasiones en que
alguien intentó presionarte a ti. ¿De que modo influyó su método en tu deseo de
colaborar con esa persona?
DESAFÍO Y REBELIÓN
«¡A mí nadie me da órdenes!»
Como formas de hacerse valer y
desafiar a la autoridad, un Ocho podría casarse joven con una persona a la que
su familia no aprueba, negarse a seguir estudiando o realizar cualquier otro acto
de desafío. Incluso de pequeños, son capaces de oponer una extraordinaria
resistencia a la autoridad.
Ed recuerda: “Uno de mis problemas
cuando era niño era mi terrible mal genio. Me enfurecía que alguien me diera
órdenes. Recuerdo que un día, cuando tenía unos ocho años, de vuelta a casa
desde la escuela, vi que estaban haciendo obras junto al camino; curioso, me
acerqué a mirar. Un policía me ordenó que me apartara. «Ni hablar», contesté.
Me llevó a casa y dijo a mis padres que jamás en su vida había visto a un niño
tan «descarado».”
Los Ocho con más problemas son
resentidos, y tienden a confrontar e intimidar a los demás para hacer su
voluntad. Podrían intentar arrollar con intimidaciones cada vez mayores. Al suponer
que van a ser rechazados, que no tendrán colaboración, se crean enemistades,
incluso con antiguos amigos o aliados, y sin darse cuenta vuelven en su contra
a sus propios familiares; es posible que les extrañe la resistencia que
encuentran y la actitud ofendida de los otros. Desde su punto de vista han
actuado en gran parte por el bien de los demás, quienes a la larga se beneficiarán.
El resentimiento y el agravio justifican que hieran aún más o que se valgan de
amenazas para obtener colaboración.
Normalmente no desean pelearse, pero
están dispuestos a enfrentarse a quien sea hasta que dé su brazo a torcer; si
la persona no cede, la amenaza es que «lo peor está por venir» («Estás tentando
tu suerte. De verdad, no te conviene hacerme enfadar»).
Kit ilustra muy bien la fuerte
voluntad y espíritu desafiante del Ocho:
“Por lo general, a mí me castigaban
cuando el resto de la familia tenía privilegios.
Decidida a ganar el combate de
voluntades, aguantaba todos los castigos, pensando: «¡No me van a obligar a
hacer lo que no quiero»; me reía cuando me azotaban, para no demostrar
debilidad, y prefería quedarme encerrada en mi cuarto antes que doblegarme.”
TRIUNFOS CAROS
La causa de muchos de los problemas relaciónales y de salud de los Ocho
es que se niegan a echarse atrás, a ceder o a revelar temor. En tu diario de
trabajo interior contesta a las siguientes preguntas:
¿Recuerdas incidentes de tu primera infancia en que te negaste a ceder o
a dar tu brazo a torcer ante otros? ¿Recuerdas algunos del colegio o de épocas
más recientes? ¿Cómo te hicieron sentir físicamente esos incidentes? ¿Y
emocionalmente? ¿Y psíquicamente? (Concreta lo más posible.) ¿Cómo supiste que
habías «ganado» la contienda? ¿Qué tuvo que hacer primero la otra persona?
¿Cómo te hizo sentir eso? ¿Durante cuánto tiempo?
REACCIÓN AL ESTRÉS: EL OCHO VA AL
CINCO
Cuando aumenta su estrés, la persona
tipo Ocho sólo puede continuar hasta cierto punto con sus métodos de hacer
frente a los problemas; su postura firme y batalladora lo lleva finalmente a
retos que le resultan agobiantes. Cuando las cosas superan lo que es capaz de soportar,
podría ir al Cinco, retirándose del conflicto para pensar en estrategias, ganar
tiempo y reunir fuerzas.
En esas ocasiones, los Ocho se
convertirían en solitarios y pasarían mucho tiempo cavilando, leyendo y
reuniendo información para entender mejor la situación; insisten en que
necesitantiempo, libertad e intimidad para organizar sus ideas y así poder
luego volver a la acción.
Igual que los Cinco, se obsesionan
tremendamente con sus planes y proyectos: se quedan a trabajar hasta tarde,
evitan a los demás y son reservados respecto a sus actividades. También podrían
volverse extrañamente callados y reservados, lo cual suele sorprender a quienes
están acostumbrados a su forma de ser más segura y apasionada.
Durante los periodos de estrés
también se mostrarían más tensos, como los Cinco de la franja media; tienden a
reducir al mínimo sus comodidades y necesidades y en general cuidan mal de sí
mismos; es frecuente que coman mal y sufran de insomnio.
La sensación de ser rechazados
también podría llevarlos a algunos de los aspectos más oscuros del tipo Cinco;
se mostrarían entonces muy escépticos y desdeñosos ante las creencias y los
valores de los demás. Ese deterioro podría convertirlos en marginados nihilistas,
sin mucha esperanza de reconectar con los demás o de encontrar algo positivo en
sí mismos ni en el mundo.
LA BANDERA ROJA: EL OCHO EN
DIFICULTADES
Si la persona tipo Ocho ha sufrido
una crisis grave sin contar con un buen apoyo o recursos de compensación, o si
en su infancia sufrió malos tratos constantes, podría atravesar el punto de choque
y entrar en los aspectos insanos de su tipo. Es posible que esto la conduzca al
horrible reconocimiento de que sus reacciones de desafío y sus intentos de
dominar a los demás le han creado más peligros; está menos segura, no más. Esto
podría experimentarlo en forma de miedo a que los demás, incluso las personas
de confianza, la abandonen o se vuelvan en su contra. En realidad, ese miedo
podría tener fundamento en la realidad.
Esa comprensión, si bien aterradora,
puede ser un punto decisivo en su vida. Si logra reconocer la verdad de estos
temores, podría comenzar a cambiar su vida y avanzar hacia la
salud y la liberación. Pero también
podría volverse aún más beligerante, desafiante y amenazadora, e intentar
continuar dominando a toda costa («Soy yo contra el mundo. Vale más que a nadie
se le ocurra siquiera meterse conmigo. Los aplastaré»). De persistir en esa actitud
pasaría a los niveles insanos. Si en ti o en alguna persona conocida observas
las señales de alarma del cuadro durante un periodo de tiempo prolongado (más
de unas cuantas semanas), es muy aconsejable buscar orientación, terapia u otro
tipo de ayuda y apoyo.
SEÑALES DE ALARMA; PATOLOGÍAS POSIBLES:
Trastorno de personalidad antisocial;
comportamiento sádico, violencia física, paranoia, aislamiento social.
► Sensación paranoide de ser
traicionado por «su gente».
► Creciente aislamiento y amargura.
► Falta de conciencia y empatía;
dureza e insensibilidad.
► Episodios de ira, violencia y
capacidad destructiva.
► Planes de venganza y represalias
contra «enemigos».
► Considerarse «proscrito»;
participación en comportamientos delictivos.
► Episodios de violencia contra la
sociedad (sociopatía).
PRACTICAS QUE CONTRIBUYEN AL
DESARROLLO DEL OCHO
► La sugerencia de que conectes con tus sentimientos podría parecer un
cliché psicológico, pero en tu caso es útil. Nadie pondría en duda la pasión de
un Ocho, y nadie sabe mejor que tú lo mucho que deseas, en el fondo, intimar
con personas, pero sólo tú puedes aprender a dejar salir a la superficie esos
sentimientos. La vulnerabilidad hace saber a los demás que te importan y los
quieres. Esto no quiere decir que vayas por ahí con el corazón en la mano, pero
negar lo que sufres o expresarlo con violencia no es la solución.
► El trabajo con la aflicción es muy útil para los Ocho. No eres el tipo
de persona que va por la vida auto-compadeciéndose, pero si sufres, es
importante que encuentres modos constructivos de sentir tus pérdidas y penas.
Ese duro caparazón que te rodea se formó por algún motivo; tal vez sea el
momento de explorar cuál fue ese motivo, o motivos.
► Por lo general, los Ocho manifiestan una cordial camaradería y les
gusta pasar un buen rato con otras personas, pero eso no es lo mismo que
amistad.
Busca a personas en quienes puedas confiar y habla con ellas sobre las
cosas que te corroen.
Si ya tienes a personas así en tu vida, atrévete a abrirte más a ellas y
dales la misma oportunidad. No supongas que los demás no quieren saber nada de
tus sentimientos ni problemas. Además, cuando te estés desahogando, escucha lo
que te dice la otra persona.
Observa que eres oído cuando lo eres, y haz lo mismo con los demás.
► Tómate algún tiempo de silencio para restaurar tu alma. Eso no
significa mirar televisión, comer ni beber; de verdad dedica un tiempo a estar
contigo mismo y a disfrutar de las cosas sencillas. Acepta un consejo de tus
vecinos de eneagrama, los Nueve, y déjate revitalizar por la naturaleza. Si
bien tu tipo no está en primera fila para una clase de meditación, la práctica de
serenarte en silencio es enormemente útil para reducir tu estrés.
► El trabajo es importante, y tu familia y amigos te necesitan y agradecen
tus esfuerzos por apoyarlos y sostenerlos. Pero no vas a serles tan útil si te
matas trabajando. Lo mismo vale si no moderas tus «vicios». Los Ocho tienden a
trabajar y a divertirse en exceso. Un poco de moderación en la intensidad de
ambas cosas te servirá para vivir más tiempo y disfrutar de tu vida de modos
más profundos y sutiles. Analiza tu necesidad de intensidad. ¿De dónde procede?
¿Qué ocurriría si tú y tu vida fuerais un poco menos movidos?
► Analiza tu expectativa de rechazos. ¿Te fijas cuántas veces esperas no
caer bien o piensas que debes comportarte de cierta manera para evitar el
rechazo? Estos sentimientos están en la base de tu sensación de aislamiento, y
a la larga son lo que te ponen tan furioso. Todos nos enfadamos e incluso nos
ponemos odiosos si creemos que nos rechazan continuamente. Tal vez envías a los
demás señales que los demás interpretan como rechazo tuyo, tanto debido a sus
problemas como a tu actitud de protegerte. Esto nos lleva de vuelta al tema de
la vulnerabilidad: los buenos sentimientos que deseas sólo llegarán en la media
que permitas que lleguen.
APROVECHAMIENTO Y DESARROLLO DE LAS
FUERZAS DEL OCHO
«Soy capaz de cuidar de tí.»
Los Ocho son personas de acción y de
intuición práctica. Tienen visión y les produce una enorme satisfacción ser
constructivos, literal y figuradamente. Un elemento importantísimo de su
capacidad de liderazgo es su creatividad práctica. Les encanta construir cosas
desde sus cimientos, transformar material poco prometedor en algo grandioso.
Son capaces de ver posibilidades en las personas y en las situaciones; miran un
garaje lleno de basura y ven una empresa o un negocio en potencia. Miran a un
joven en dificultades y ven capacidad de liderazgo. Les gusta ofrecer
incentivos y proponer retos para sacar a luz la fuerza de las personas («Si
obtienes buenas notas, te compraré un coche»). De esa forma contribuyen a que los
demás reconozcan recursos y fuerzas que no sabían que poseían. Una palabra clave
para los Ocho es, por lo tanto, capacitación. Los Ocho sanos están de acuerdo
con el dicho: «Dale un pescado a una persona y tendrá comida para un día;
enséñale a pescar y será capaz de alimentarse toda su vida». Saben que esto es
cierto porque muchas veces se han enseñado a sí mismos «a pescar».
También es importante el honor para
los Ocho sanos: su palabra es vinculante; cuando dicen «Te doy mi palabra», lo
dicen en serio. Hablan con franqueza y sin subterfugios. Buscan cualidades
similares en los demás, y es una enorme gratificación que otras personas reconozcan
esa cualidad en ellos, aunque no van a cambiar si no les reconocen su
sinceridad.
Además, desean ser respetados-, los
Ocho sanos respetan a los demás y la dignidad de todos los seres. Les duele
cualquier violación de las necesidades y derechos de los demás, y la injusticia
los mueve a reaccionar visceralmente y a actuar; intervendrán para interrumpir
una pelea, para proteger a los débiles y oprimidos o incluso para vengar a los
que consideran agraviados o injuriados. Valientes y fuertes, pero también
amables y humildes, están dispuestos a ponerse en peligro en aras de la
justicia. Los Ocho muy funcionales tienen la visión, la comprensión y la fuerza
para influir enormemente para el bien del mundo.
Roseann, a quien conocimos antes,
explica: “Me agrada ser una Ocho, ser fuerte, hacerme cargo de las situaciones
y que los demás me respeten y deseen tenerme cerca. Recuerdo muy bien una vez
que corrí a casa de una amiga en respuesta a su llamada para que le echara una
mano con un ex amante que la acosaba. «Gracias a Dios que has venido», me dijo.
«Me siento como si hubieran desembarcado los Marines.»”
En los Ocho sanos, el control
adquiere la forma de dominio de sí mismo. Comprenden que es contraproducente
vivir azotando al mundo. En un plano más profundo, el control no es su objetivo
último, es más bien el deseo de ejercer una influencia benéfica en las personas
y en su mundo. Los Ocho equilibrados comprenden que ese tipo de influencia
procede de una verdadera fuerza interior, no de fuerza o energía muscular
externa, ni de tratar de doblegar las cosas a su voluntad. Reconocen que
dominar las situaciones o a las personas es en realidad una forma de prisión.
La libertad y la independencia verdaderas nacen de una relación mucho más
sencilla y relajada con su mundo.
Por último, los Ocho sanos son
magnánimos, o de gran corazón; poseen una generosidad que les permite
trascender sus intereses personales. Tienen la seguridad suficiente para
permitirse cierto grado de vulnerabilidad, y eso los capacita para experimentar
interés y cariño por las personas. Esto lo expresan protegiendo, defendiendo a
sus amigos de los matones en el colegio o a sus compañeros de trabajo cuando
las condiciones laborales son injustas. Están dispuestos a tomar la iniciativa
y a hacer lo que sea necesario para proteger a las personas que consideran a su
cargo.
Cuando ocurre esto llegan a un grado
de grandeza en cualquier escala en la que actúen, familiar, nacional, mundial,
y se ganan honores y respeto. Logran una especie de inmortalidad que los eleva
a la categoría de héroes; son como las fuerzas de la naturaleza a las que los demás
honran y respetan intuitivamente. En la historia figuran muchos Ocho sanos que estuvieron
dispuestos a defender algo que los trascendía, a veces incluso que superaba su comprensión
inmediata, y gran parte del bien durable de nuestro mundo se ha logrado gracias
a su resolución y esfuerzos.
EL CAMINO DE INTEGRACIÓN: EL OCHO VA
AL DOS
Los Ocho se realizan y se conservan
sanos aprendiendo a abrir sus corazones a los demás del modo como lo hacen los
Dos sanos. Para que esto ocurra no necesitan añadir otras cualidades; más bien
necesitan conectar de nuevo con sus corazones para comprobar hasta qué punto quieren
a las personas. Muchos descubren ese lado de sí mismos en el amor a los hijos,
a los niños o a los animales domésticos. Los niños pueden hacer aflorar lo
mejor de los Ocho, porque respetan la inocencia infantil y desean protegerla.
Con los niños y con los animales son capaces de bajar la guardia y dejan salir
a la superficie algo de su ternura.
Para ser capaces de abrazar la
grandeza de su corazón, primero deben reunir el valor de revelarla. Para eso
tienen que confiar en algo que no sea su propio ingenio y su poder, y eso, lógicamente,
hace necesario que renuncien a muchas de sus defensas fundamentales. Por grandes
que sean la ira y la cerrazón de un Ocho, el niño sensible que tomó la decisión
de protegerse sigue vivo en su interior, a la espera de la oportunidad de
volver a conectar con el mundo.
Sin embargo, es importante
comprender que el paso al tipo Dos no se realiza imitando las cualidades de la
franja media del Dos. Halagar a los demás y tratar de agradarlos de modo forzado
no hace mucho para abrir el corazón, y los demás suelen detectar la falsedad.
El camino de los Ocho está en bajar las defensas y tener un mayor contacto con
el corazón. Claro que se producirá un instante de miedo a la vulnerabilidad,
pero cuando aprenden a reconocer ese miedo y a dejarlo pasar, se sienten más a
gusto con sentimientos más dulces.
Los Ocho en proceso de integración
son destacados líderes porque comunican con claridad un respeto y una
valoración profundos de los otros seres humanos. También son eficaces porque, como
los Dos sanos, reconocen fronteras y límites, sobre todo estos últimos. Cuando aprenden
a cuidar de sí mismos y a aceptar la vulnerabilidad, mejoran su salud y
bienestar.
Trabajan mucho, pero también saben
cuándo es el momento de descansar, comer y recuperar fuerzas. Eligen
actividades de ocio que los nutren, no se entregan a complacer sus apetitos ni a
buscar más intensidad.
TRANSFORMAR LA PERSONALIDAD EN
ESENCIA
Cuando son capaces de llegar adorar
su vulnerabilidad, aprenden a llegar a la presencia una y otra vez y poco a
poco abandonan la idea de que necesitan siempre ser fuertes y dominantes.
Si perseveran, finalmente conectan
con su miedo básico de que les hagan daño o los dominen y comprenden las causas
de ese miedo en su historia personal. Mientras trabajan sus viejos miedos y
heridas, se desprenden del deseo básico de protegerse siempre.
Cuando la persona se libera de su
miedo y su deseo básicos, se invierte todo lo ocurrido en los niveles de
desarrollo inferiores. Se disuelven la confianza en sí misma y el vigor propios
de la estructura de su personalidad y así se permite que surja la verdadera
fuerza esencial. Esto permite a los Ocho abrazar un plan más grande que el que
ellos tenían. Los Ocho que hacen esto pueden ser extraordinariamente heroicos,
como Martin Luther King, Jr., Nelson Mándela o Franklin Roosevelt. Estas
personas derrotaron la preocupación por su supervivencia personal para
convertirse en recipientes y vehículos de una finalidad superior («Si me matan,
sólo me matan a mí. Entrego mi vida. La visión continuará viva»). De la
libertad que se genera cuando han superado su miedo básico surge algo que
inspira y ennoblece.
EL SURGIR DE LA ESENCIA
“Mientras no cambiéis vuestra vida y
seáis como niños no entraréis en el Reino de los Cielos.” JESÚS DE NAZARET
En el fondo, los Ocho recuerdan la
sencilla alegría de existir, la exquisita satisfacción de estar vivos, sobre
todo en el plano primordial, instintivo. Continúan teniendo cierto grado de conexión
con la pureza y el poder de las reacciones instintivas y nos recuerdan que
estas también forman parte del orden divino. Sin una verdadera conexión con la
fuente de nuestros instintos innatos nos separamos del alimento básico que
necesitamos para nuestra transformación.
El núcleo esencial del Ocho ve la
falsedad y las sutilezas de la personalidad, y saca a la luz una encarnación
sencilla y desenfadada de la verdad. Óscar Ichazo llamaba «inocencia» a esta cualidad,
y en cierto modo los Ocho también sienten nostalgia de la inocencia que
conocieron de niños, una inocencia que tuvieron que dejar atrás para ser
fuertes.
También expresan la inocencia del
orden natural, la inocencia con que todos los animales del mundo manifiestan su
naturaleza. Los gatos se comportan inocentemente como gatos, los pájaros como
pájaros y los peces como peces. Al parecer sólo la humanidad se ha desconectado
de esta capacidad innata. Podríamos decir que la naturaleza esencial de los
Ocho nos recuerda cómo es ser
completamente humanos, seres vivos que funcionamos como parte de un orden
natural vasto y equilibrado.
Cuando los Ocho abandonan su
voluntariedad, descubren la voluntad divina. En lugar de intentar tener poder
mediante la afirmación de su ego, se alinean con el poder divino; en lugar de
la actitud «yo contra el mundo», comprenden que tienen un papel en el mundo,
que si lo desempeñan sinceramente les supondría ganar un hueco en la
inmortalidad entre los grandes héroes y santos de la historia. El Ocho liberado
tiene el poder de estimular a otros a ser heroicos también, y de influir en la
gente durante siglos posiblemente.
Los Ocho también recuerdan la
omnipotencia y la fuerza que proceden del hecho de formar parte de la realidad
divina; voluntad divina no es lo mismo que voluntariedad. Cuando lo comprenden,
ponen fin a su guerra con el mundo y descubren que la solidez, el poder y la independencia
que han estado buscando ya están aquí, forman parte de su verdadera naturaleza,
tal como ellos forman parte de la verdadera naturaleza de todos los seres
humanos.
Cuando experimentan esto en
profundidad, son capaces de relajarse totalmente, sintiéndose uno con el mundo
y con el misterio de la vida que se despliega.
Del Libro “La sabiduría del
Eneagrama de Rizo-Hudson.
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