lunes, 17 de diciembre de 2018

TIPO DE PERSONALIDAD OCHO; EL DESAFIADOR EL LÍDER




EL PROTECTOR
EL PROVEEDOR
EL EMPRESARIO
EL INCONFORMISTA
LA ROCA

“De aquí surge la pregunta de si es mejor ser amado que temido o temido que amado. Tal vez se podría contestar que ambas cosas, pero puesto que es difícil que coexistan el amor y el miedo, si hemos de elegir, es mucho más seguro ser temido que amado.” NICCOLÓ MACHIAVELLO.

“Es fatal entrar en una guerra sin la voluntad de ganarla.” DOUGLAS MACÁRTHUR

“No hace falta hacer ostentación de poder. El poder es confiado, seguro de sí mismo, actúa y se frena solo, se auto-caldera y se auto-justifica. Cuando lo tienes lo sabes.” RALPH ELLISON

“Para todos los conflictos humanos el hombre debe desarrollar un método que rechace la venganza, la agresión y las represalias. El cimiento de ese método es el amor.” MARTÍN LUTHER KING, JR.

“O bien nos hacemos desgraciados o nos hacemos fuertes. La cantidad de trabajo es la misma.” CARLOS CASTAÑEDA


► MIEDO BÁSICO: Ser herido o dominado por otros; a la violación.
► DESEO BÁSICO: Protegerse, decidir su camino en la vida.
► MENSAJE DEI. SUPERYÓ: «Vales o estás bien si eres fuerte y estás al mando de tu situación».



EL TIPO PODEROSO, DOMINANTE, SEGURO DE SÍ MISMO, DECIDIDO, VOLUNTARIOSO Y RETADOR

«Soy dueño de mi destino.»


Hemos llamado el desafiador a este tipo de personalidad porque, más que ningún otro tipo, a los Ocho les encanta aceptar retos así como dar a otros la oportunidad de que los desafíen a superarse de alguna manera. Tienen carisma, además de las capacidades físicas y psíquicas para convencer a la gente de que los siga en todo tipo de empresas, ya se trate de iniciar un negocio, reconstruir una ciudad, llevar una casa, hacer una guerra o firmar la paz.
Los Ocho tienen una fuerza de voluntad y una vitalidad enormes, y se sienten más vivos cuando ejercen esas capacidades en el mundo. Emplean su abundante energía para efectuar cambios en su entorno, para dejar su sello en él, pero también para impedir que el ambiente u otras personas les hagan daño a ellos y a sus seres queridos. A temprana edad comprenden que eso requiere fuerza, voluntad, perseverancia y aguante, cualidades que desarrollan ellos y buscan en otros.
Thayer es una agente de bolsa que ha trabajado intensamente en comprender su tipo de personalidad, el Ocho. Aquí nos cuenta un incidente ocurrido en su infancia en el que vio claramente el desarrollo de estas características: “Gran parte de mi tenacidad y resistencia me viene de mi padre. Siempre me decía que no me dejara dominar por nadie; no estaba bien llorar. Muy pronto aprendí a dominar mi lado más débil. A la tierna edad de ocho años, un enorme caballo echó a correr conmigo montada. Cuando un adulto lo cogió, yo bajé muy resuelta, sin derramar una lágrima. Ví que mi padre se sentía muy orgulloso.”
Los Ocho no desean que nadie los controle ni tenga poder sobre ellos (su miedo básico), ya se trate de poder psicológico, sexual, social o económico. En gran parte su comportamiento se basa en el deseo de conservar y aumentar el poder que tienen durante el mayor tiempo posible. Un Ocho podría ser general o jardinero, propietario de una empresa pequeña o magnate, madre de familia o superiora de una comunidad religiosa; no importa: estar al mando y dejar su sello en su entorno es especialmente característico de ellos.
Son los verdaderos «individualistas duros» del eneagrama. Más que cualquier otro tipo, son autónomos; desean ser independientes y se resisten a deberle algo a alguien. Suelen negarse a acatar las convenciones sociales y son capaces de desafiar el miedo, la vergüenza y la inquietud por las consecuencias de sus actos. Aunque normalmente saben lo que se piensa de ellos, no se dejan desviar por las opiniones de los demás. Se ocupan de sus asuntos con una férrea determinación que inspira respeto e incluso intimida.
Aunque hasta cierto punto temen el daño físico, muchísimo más importante es su temor a perder su poder o ser dominados de alguna forma. Son extraordinariamente resistentes, capaces de recibir bastante castigo físico sin quejarse, lo cual es una virtud de doble filo puesto que con frecuencia dan por descontada su salud y vitalidad y también restan importancia a la salud y bienestar de los demás. Sin embargo, temen terriblemente las heridas emocionales y están dispuestos a emplear su fuerza física para proteger sus sentimientos y mantener a los demás a una distancia emocional prudente. Pero bajo la fachada de dureza hay vulnerabilidad, aunque bien cubierta por una armadura emocional.
Así pues, suelen ser muy industriosos, pero a costa de perder el contacto emocional con muchas personas importantes en su vida. Es posible que este estado de cosas genere una creciente insatisfacción entre sus íntimos, y eso los confunde («No sé de qué se queja mi familia. Me deslomo para que no les falte nada. ¿En qué los decepciono?»).
Cuando ocurre eso, se sienten incomprendidos y es posible que se distancien aún más. En realidad, bajo su exterior imponente suelen sentirse heridos y rechazados, aunque eso es algo de lo que rara vez hablan, porque les cuesta reconocer su vulnerabilidad, y mucho más que la vean otros. Dado su miedo al rechazo (divorcio, humillación, críticas, despido del trabajo o cualquier tipo de daño), tratan de protegerse rechazando ellos primero. La consecuencia es que los Ocho de la franja media se bloquean en su capacidad de conectar con los demás o en su capacidad de amar, puesto que el amor da poder sobre ellos a la otra persona, y eso reactiva su miedo básico.
Cuanto más fortalecen sus egos para protegerse, más sensibles son a cualquier desaire, real o imaginario, a su respeto propio, a su autoridad y su preeminencia. Cuanto más tratan de ser insensibles al dolor (sea físico o emocional) más se cierran emocionalmente, para endurecerse y ser como rocas.
Pero cuando están sanos emocionalmente, poseen inventiva, la actitud de ser capaces, a la vez que un dinamismo interior estable. Toman la iniciativa y con su inmensa pasión por la vida hacen que ocurran cosas. Son honrados y autoritarios, líderes naturales con una presencia sólida, imponente. Esta base les da abundante sentido común además de poder de decisión; están dispuestos a hacer frente a cualquier oposición, pues saben que ninguna decisión contentará a todo el mundo. Pero en cuanto les es posible, procuran cuidar de los intereses de las personas que están a su cargo, sin favoritismos. Usan sus talentos y su fortaleza para construir un mundo mejor para todas las personas de su vida.


LA PAUTA INFANTIL

Ten presente, por favor, que la pauta infantil que describimos aquí no es causa del tipo de personalidad. Más bien describe las tendencias que observamos en la primera infancia y que tienen una influencia importante en las relaciones del tipo en su edad adulta.

Según nos han dicho, muchas personas tipo Ocho piensan que tuvieron que hacerse «adultos» a una edad temprana, tal vez para llevar dinero a casa y colaborar así en la crianza de sus hermanos debido a la ausencia de uno de sus progenitores o a otra desgracia. Es posible que se hayan criado en medio de un ambiente peligroso (de narcotraficantes o bandas callejeras, o en alguna zona de guerra) o que en su casa hubiera un adulto caprichoso o violento. Otros se criaron en familias bastante normales, pero tal vez sintieron la necesidad de proteger sus sentimientos por otros motivos. En resumen, los Ocho tienden a madurar rápido, y los problemas de supervivencia son importantísimos para ellos, como si preguntaran: «¿Cómo vamos a sobrevivir, yo y mis seres queridos, en un mundo cruel e inhumano?». Roseann es una Ocho que recuerda la enorme presión que experimentó en su infancia por su situación familiar:
Ser fuerte ante mi severo padre estableció una relación especial con mi madre. Solía pedirme que fuera yo a hablar con él cuando se trataba de salir toda la familia, para ir a ver una película o cosas de esas. «Pregúntaselo tú. Si se lo propongo yo va a decir que no.» Por una parte, a mí me enorgullecía que ella me considerara lo suficientemente fuerte y tenaz para tratar con mi padre; pero por otro lado, eso me hacía sentir mal, porque aunque mi padre y yo nos respetábamos nuestros respectivos temperamentos, yo siempre le tuve miedo. Después de todo, yo era una niña pequeña.
Sólo sabía que no debía demostrar miedo, o ni siquiera reconocerlo.
Los niños Ocho se hacen muy pronto la idea de que es arriesgado ser dulces o dóciles; en su opinión, esas actitudes son «blandas», «débiles», y sólo sirven para atraerse el rechazo, la traición y el sufrimiento. Consideran que es mejor no bajar la guardia, de modo que si va a haber cariño o sustento en sus vidas, tendrá que dárselos otra persona.
Los adultos Ocho suelen decir que en su infancia sufrieron la fuerte sensación de haber sido rechazados o traicionados. Por lo general eran osados, tenaces, y se metían en «situaciones»que llevaban a castigos. En lugar de apartarse de las personas que los castigaban, se defendían de la sensación de rechazo con la actitud «Que se vayan al diablo, no los necesito. ¡Nadie me va a decir lo que tengo que hacer!». Claro que, como cualquiera, desean ser amados, pero cuanto más rechazados eran, cuanto más sentían que se los trataba como inadaptados, más endurecían el corazón.
Arlene pertenece a una orden religiosa y es fuente de fuerza y apoyo para el resto de su comunidad. Aquí nos cuenta un desgraciado incidente ocurrido cuando era muy pequeña, que sacó a la superficie su defensa de Ocho:
“Cuando tenia dos años y medio nació mi hermana menor. Mi madre estaba en la cama dándole de mamar y yo me subía a la cama para estar con ella; varias veces me dijo que me quedara con mi tía, que me subía a su falda. Mi madre temía que yo le hiciera daño al bebé. Pero yo insistí y seguí bajándome de la falda de mi tía y subiéndome a la cama. Finalmente, mi madre me hizo bajar de un empujón; ante eso, creo que mis sentimientos dijeron: «¡Me vengaré!». Después, cuando era algo mayor, decidí que me marcharía de casa y entraría en el convento tan pronto terminara la enseñanza básica. Eso les dolió terriblemente a todos en mi familia; pero sin tomar en cuenta los deseos de mis padres, lo hice de todos modos.”
Los niños Ocho podrían aprender a representar el papel de víctima propiciatoria o cabeza de turco (la oveja negra, el niño problema). Según la teoría de los sistemas familiares, normalmente el «cabeza de turco» hace explícitos los problemas ocultos de una familia, ya sea de palabra o de obra. De adultos son disidentes, se rebelan contra las restricciones y se oponen al sistema siempre que les es posible.
A veces los niños toman la «decisión» de endurecerse cuando se sienten traicionados por uno de los padres o por otra persona adulta importante. Este sentimiento podría deberse al abandono que experimentan si los padres los han puesto en un internado o dejado con parientes o les han quitado injustamente sus ahorros u otra cosa valiosa. También podrían haber sido víctimas de maltratos físicos o de abusos sexuales. Dado el enorme desequilibrio de poder entre los niños Ocho y quienes los trataron injustamente, poco o nada pudieron hacer al respecto, aparte de tomar la decisión de no permitir jamás que les vuelva a ocurrir eso.
Kit es una experta empresaria de la industria de la moda. Aquí nos cuenta una decisión importantísima que tomó cuando era niña:
“La repentina muerte de mi niñera negra cuando yo tenía siete años fue un momento decisivo para mí. Ella me apoyaba en secreto, y me consolaba de diferentes maneras cuando mis padres me castigaban. Cuando murió de forma inesperada me sentí totalmente sola. Me enfurecí con mis padres porque no me dejaron asistir a su funeral, con mis hermanos por su aparente indiferencia y con ella por haberme abandonado.
Pero no derramé ni una sola lágrima; decidí que estaba verdaderamente sola y que no necesitaba a nadie.”
Los Ocho piensan que la traición fue un punto decisivo en sus vidas porque marcó la muerte de su inocencia y su bondad. Cuando en lo más profundo se sienten traicionados por una persona importante en su vida, deciden no permitirse ser vulnerables o inocentes. No se permiten bajar la guardia nunca. Tal vez durante un tiempo podrían lamentar en secreto la pérdida de su inocencia, pero después llegan a aceptarla y consideran que es la manera de enfrentar los desafíos de la vida. Si en su familia o en su entorno experimentaron despiadadas amenazas, tienden a ser igualmente despiadados ellos con los demás. Una vez que han enterrado el corazón, podrían olvidar incluso la aflicción por la inocencia perdida.



LOS SUBTIPOS ALAS

EL OCHO CON ALA SIETE: EL INDEPENDIENTE

Ejemplos: Franklin D. Roosevelt, Mijail Gorbachov, Donald Trump, Barbara Walters, Don Imus, Frank Sinatra, Courtney Love, Susan Sarandon, Bette Davis, Joan Crawford.

Sano. Dada la combinación de agilidad mental y visión de posibilidades prácticas, las personas de este subtipo suelen ser carismáticas y capaces de ganarse seguidores que apoyan su visión. Se orientan a la acción y desean influir en su mundo. También son buenos para desafiar a otros a ampliar sus habilidades y superar sus expectativas para mejorar sus vidas de forma práctica. Este es el subtipo más independiente; suele ser emprendedor y le interesa crear proyectos que le aseguren la independencia.

Medio. Las personas de este subtipo son osadas, arriesgadas; tienden a tener «grandes planes» y a hacer grandes promesas y exagerar las posibilidades de sus empresas con el fin de ganarse colaboradores. También están entre los tipos más sociales; son conversadores y extrovertidos y muy seguros de sí mismos. Son pragmáticos y competitivos; no les interesa demasiado agradar a los demás ni están muy dispuestos a tolerar lo que ellos consideran debilidad o ineficiencia. Podrían tornarse impacientes e impulsivos, y más propensos que los del otro subtipo a dejarse llevar por sus sentimientos. También son más abiertamente agresivos y discutidores y menos dispuestos a echarse atrás en una pelea.

EL OCHO CON ALA NUEVE: EL OSO

Ejemplos: Martín Luther King Jr., Golda Meir, Toni Morrison, John Wayne, Sean Connery, Sigourne Weaver, Paul Newman, Indira Gandhi, Glenn Close, Norman Mailer.

Sano. Las personas de este subtipo combinan la fuerza, la confianza en sí mismas y la resolución con un sereno realismo y cierta ecuanimidad. Son bastante más constantes en la consecución de sus objetivos y no tan abiertamente agresivas o alterables como las del otro subtipo. También son más acogedoras y más orientadas hacia la familia, y afirman su poder y su liderazgo mediante protección. En su forma de ser no se da tanto la cualidad de poco escrupuloso: si bien también desean ser independientes, quieren hacerlo a su ritmo. Su capacidad para tranquilizar y serenar a los demás aumenta sus dotes de liderazgo.

Medio. Estas personas parecen tener una doble naturaleza; se manifiestan de modo diferente en diferentes aspectos de su vida. Por ejemplo, pueden ser acogedoras y afectuosas en su casa, pero muy enérgicas y agresivas en el trabajo. Por lo general les gusta vivir callada y discretamente, y prefieren controlar sus asuntos entre bastidores. También tienden a hablar despacio, y captan muy bien los gestos y el lenguaje corporal de sus interlocutores; se muestran amistosos mientras estudian con disimulo a la otra persona. Estratégicas y observadoras, casi desafían a los demás a subvalorarlas. Pueden ser tercas, impasibles y calladamente amenazadoras. Cuando se enfadan, el estallido es repentino, violento y fugaz.


LAS VARIANTES INSTINTIVAS

EL INSTINTO DE CONSERVACIÓN EN EL OCHO

El superviviente. En la franja media, los Ocho auto-conservadores son los más sensatos de este tipo. Se concentran en atender los asuntos prácticos y en «llevar el pan a casa», en tener el dinero y el poder suficientes para asegurar su bienestar y el de sus seres queridos. Son los Ocho más hogareños, les gusta disfrutar de la intimidad de su casa; pero, ya sean hombres o mujeres, ciertamente insisten en dirigir el gallinero. Tienden a ser más materialistas que los de las otras dos variantes instintivas; desean tener dinero por el poder que da, pero también les gusta adquirir posesiones de valor (coche, casa) como símbolos de influencia e importancia.
Son los más propensos a la adicción al trabajo y es posible que tengan más de un empleo y que trabajen muchas horas para hacerse con ingresos que les permitan sentirse satisfechos y protegidos.
Tienden a preocuparse por la protección de sus posesiones e inversiones. En realidad, incluso en casa pueden ser muy territoriales con sus pertenencias («¡Que nadie entre en el garaje sin mi permiso!»). Tener claro dónde están sus posesiones y saber que están seguras hace que se sientan seguros. Así pues, viven revisándolo todo para cerciorarse de que nada pone en peligro sus finanzas, su situación personal y profesional ni sus pertenencias.
En la franja insana podrían convertirse en matones y ladrones, justificando ese comportamiento destructivo con la idea de que así «endurecen» a los demás; al fin y al cabo el mundo es un lugar de violencia en el que hay que luchar por la supervivencia. Como mínimo, se sienten justificados por actuar egoístamente, satisfaciendo sus necesidades (que suelen ser económicas y sexuales) sin pensar en las consecuencias ni en los sentimientos de los demás. No vacilan en arruinar o atacar a otros para proteger sus intereses y conseguir que nadie amenace su seguridad material.

EL INSTINTO SOCIAL EN EL OCHO

Entusiasmo y camaradería. En la franja media, los Ocho sociales expresan su dinamismo mediante los fuertes lazos que crean con los demás; para ellos son importantísimos el honor y la confianza, y disfrutan haciendo pactos con las personas que han demostrado ser dignas de confianza. Ponen a prueba a las personas que quieren, para que la amistad sea sólida y segura.
Calman sus sentimientos de torpeza o rechazo social rodeándose de amigos previsibles, que los acepten tal como son (no todos serán aceptados en su círculo, pero para quienes aprueban el examen demostrando lealtad y solidez, el cielo es el límite). Sus modos de relajarse serán salir de noche, una gran excursión de fin de semana o reuniones con su círculo de íntimos, y están dispuestos a hacer cualquier cosa por las pocas personas que quieren. Disfrutan organizando reuniones sociales, bebiendo y comiendo con amigos y comentando aventuras con «gente de verdad»; también les gustan las discusiones sobre política, deporte o religión, cuanto más acaloradas, mejor.
En los niveles más bajos, podrían descuidar la relación con sus amigos o rechazarlos por algún desacuerdo. Les cuesta poco sentirse traicionados y tienden a guardar rencor durante más tiempo; cuando alguien ha quedado excluido de su círculo, les cuesta muchísimo volver a aceptarlo. Además, su afición a las habladurías puede degenerar en burdas exageraciones y «abrumar» a su interlocutor. Pueden convertirse en picaros encantadores y estafadores, todo promesas pero muy poco apoyo real a los demás.

Expresión clave: SANO

Nivel 1: Abnegado, heroico.
Abandonan la creencia de que deben estar siempre al mando de su entorno, lo cual les permite bajar la guardia y sanar sus corazones.
Paradójicamente, también realizan su deseo básico: protegerse y ser magnánimos, abnegados, valientes, misericordiosos y, a veces, heroicos.

Nivel 2: Independiente, fuerte.
Emplean su energía y fuerza de voluntad para ser independientes y
estar al mando de sus vidas. Son vigorosos y están acostumbrados a la acción. Imagen propia: «Soy franco, ingenioso y sé hacerme valer».

Nivel 3: Seguro de sí mismo, líder.
Refuerzan su imagen aceptando desafíos; demuestran su fuerza
mediante acciones y consecuciones, protegiendo y proveyendo a
los demás y ayudándolos a sacar a la luz sus fuerzas. Son estratégicos y decididos, y disfrutan llevando a cabo proyectos
constructivos.

MEDIO

Nivel 4: Pragmático, emprendedor.
Comienzan a creer que no tienen tos recursos necesarios para
realizar sus proyectos o para cumplir con el papel de proveedor.
Recurren entonces a la astucia y al oportunismo para obtener los
recursos que desean. Metódicos y competitivos, son más reservados en la expresión de sus sentimientos.

Nivel 5: Vanidoso, dominante.
Les preocupa no ser respetados y honrados como se merecen, de
modo que tratan de convencer a los demás de su importancia.
Alardean y hacen grandes promesas para conseguir aliados en sus
planes. Voluntariosos y orgullosos, desean que los demás sepan que ellos están al mando.

Nivel 6: Retador, amenazador.
Temen no contar con el apoyo de los demás y perder así el control
de la situación. Apremian a tos demás a hacer lo que ellos desean
mediante amenazas y opresión. También tienen mal genio, son muy
exigentes y no aceptan que les impongan obligaciones.

INSANO

Nivel 7: Despiadado, imperioso.
Creen que tos demás se han vuelto en su contra, y tal vez sea cierto.
Se sienten traicionados, piensan que nadie es digno de confianza,
por lo cual resuelven protegerse a toda costa. Considerándose
proscritos, se sienten marginados de la sociedad y por lo tanto con
derecho a ser agresivos, vengativos y violentos.

Nivel 8: Megalómano, aterrador.
Es tal su desesperación por protegerse y tal el miedo a que sus
actos les atraigan represalias que comienzan a atacar a sus posibles rivales antes de que estos los amenacen. No respetan ninguna frontera, y se extralimitan rápidamente. La ilusión de
invulnerabilidad los lleva a ponerse en peligro y a poner en peligro
a los demás.

Nivel 9: Antisocial, destructivo.
Comprender que se han ganado enemigos poderosos, capaces de
derrotarlos, es demasiado para los Ocho insanos. Tratan de destruirlo todo antes de permitir que alguien les gane o los domine.
Podrían desmandarse, arrasar sin piedad con todo lo que encuentran en su camino, sin descartar el asesinato.
En la franja insana, dado que se sienten rechazados y traicionados, pueden convertirse en solitarios muy antisociales. Suelen ser temerarios y auto-destructivos, y especialmente propensos al abuso de sustancias nocivas. La combinación de embriaguez y rabia destruye rápidamente gran parte de lo bueno que hay en sus vidas. En ese estado, por lo general son incapaces de comprender el daño que causan, a sí mismos y a los demás.


EL INSTINTO SEXUAL EN EL OCHO

Al mando. En la franja media, los Ocho sexuales son los más dinámicos y carismáticos; son apasionados en sus afectos, y desean saberse muy influyentes en la vida de las personas de su círculo de influencia (ciertamente esta influencia puede ser positiva o negativa, según sea su nivel de desarrollo). Igual que los Ocho sociales, disfrutan agitando los ánimos, aunque tienen una vena más rebelde. Tienen un sentido del humor solapado, y les encanta ser «malos».
Pueden ser muy amantes y entregados, pero para ellos la intimidad también es una forma de lucha por el dominio y una oportunidad para fortalecer su autoestima. Podrían jugar duro con sus íntimos; una buena discusión o una pelea los estimula, y no suelen ser muy amigos de sutilezas. Como los Ocho auto-conservadores, podrían ser competitivos, pero más por la emoción de competir por motivos de seguridad. En realidad, pierden interés si ganan con demasiada facilidad, y esto también se extiende a sus relaciones íntimas.
En los niveles más bajos, exigen lealtad, constancia y atención, y no toleran muy bien que la otra persona tenga otros intereses que distraigan esa atención. De hecho, se sienten en el papel de progenitores o mentores y desean remodelar a las personas para que encajen mejor en sus necesidades y planes. Tienen su opinión respecto a todos los aspectos de la vida del otro. No hace falta decir que esto les hace difícil mantener una relación de igualdad.
En la franja insana, podrían intentar dominar totalmente a su pareja. Son muy celosos y posesivos, y es posible que traten de separar a la otra personas de sus amigos o de otros contactos. En los casos peores son posibles los malos tratos al cónyuge, actos impulsivos de venganza y crímenes pasionales.

LAS DIFICULTADES PARA CRECER DE LOS OCHO

Los siguientes son problemas que la mayoría de las personas tipo Ocho experimentarán en algún momento de sus vidas. Observar estos comportamientos, «sorprendernos en el acto», y simplemente ver nuestras reacciones subyacentes habituales frente a lo que nos presenta la vida harán mucho por liberarnos de los aspectos negativos de nuestro tipo.

LA LLAMADA A DESPERTAR PARA EL TIPO OCHO:
BATALLA POR LA INDEPENDENCIA

Los Ocho creen que deben protegerse, y eso se puede convertir en miedo a cualquier tipo de dependencia («No me siento seguro, por lo tanto debo endurecerme y tener más recursos para protegerme»). Puesto que piensan que buscar apoyo o ayuda en otros significaría perder su autonomía, tienden a sentirse en guerra con el mundo; todo en la vida es difícil, una batalla, ya que el entorno no ayuda, incluso es hostil, por lo que tienen que esforzarse denodadamente para hacerse valer en él («He tenido que luchar por todo lo que tengo; hay que ser duro, si no te comen vivo»).
Por lo general, no les gusta trabajar a las órdenes de nadie; prefieren el riesgo y la aventura de dirigir ellos sus actividades. Muchos son emprendedores «negociantes» que siempre tienen nuevos proyectos entre manos. También suelen ser abiertamente competitivos, no para sentirse superiores, sino para tener los recursos que necesitan para mantener su bienestar y suseguridad. Mientras crean que controlan su situación son capaces de relajarse.
Evidentemente, nadie es del todo independiente en la vida. Necesitamos ayuda y apoyo de otros para lograr objetivos comunes. Si los Ocho examinaran con objetividad sus vidas verían que, en realidad, dependen de muchas personas para realizar sus ideas y alcanzar sus objetivos. Sin embargo, dado su miedo a la dependencia y a la traición, no quieren reconocer esto ni compartir la gloria con otros. Se convencen de que trabajan arduamente ellos solos y deben presionar a los demás para que los sigan.
Si esta actitud se hace habitual, y si no hacen caso de su llamada a despertar, corren el riesgo de verse más atrapados aún en esa fijación. Cuando creen que es necesario dominar a los demás y a la vida, van en la dirección equivocada. Esto podría manifestarse en actitudes en el trabajo, en conflictos con seres queridos o simplemente en soltar maldiciones cuando un tarro de conserva no se abre.


PRESIONAR AL MUNDO

Intenta descubrir cuándo usas más energía de la necesaria para hacer cualquier tarea o actividad. Observa con qué fuerza aprietas el pomo de la puerta para abrirla o coges algo para sujetarlo. Cuando trabajas, ya sea barriendo, fregando platos o usando herramientas, ¿podrías emplear menos fuerza y de todos modos hacerlo con igual eficiencia?
Cuando estés hablando con alguien escucha tu voz; ¿cuál es la cantidad exacta de energía que necesitas para expresar lo que quieres decir?


EL PAPEL SOCIAL: LA ROCA

Los Ocho de la franja media comienzan a verse como rocas, como personas fuertes e inexpugnables, el cimiento para los demás miembros de su familia o de su círculo profesional («Soy fuerte, soy aquel del que dependen todos los demás»). Identificarse, consciente o inconscientemente, con la fuerza y la inmutabilidad de una roca les aporta beneficios, ya que refuerza su seguridad en sí mismos, pero también significa que deben ocultar su debilidad, sus dudas y temores. Además, como otros tipos, comienzan a sentirse incómodos ante los demás si no se relacionan desde su papel social.
Creen que si son como una roca lograrán defenderse y evitar ser heridos. Por desgracia, ser como una roca significa también defenderse de muchas de las cosas buenas que llegan a sus vidas: el cariño, la intimidad, la afabilidad y la abnegación. Tienen que ser duros e impasibles ante las dificultades y sufrimientos, ya sean suyos o de los demás.
Arlene, a la que conocimos antes, lo considera natural: “Soy una persona visceral; a mi cabeza le cuesta darme alcance. Vivo mucho en el futuro; también niego o suprimo con mucha facilidad los sentimientos y cuando ocurre una pérdida simplemente sigo con la vida.”
Cuanto más amenazados o estresados se sienten, más duros y agresivos se ponen. Los Ocho de la franja media inferior creen que está totalmente justificado tratar con dureza a los demás, como si dijeran: «Atrévete conmigo». Para ellos esto sólo es tratar de sobrevivir en un mundo frío y duro.
Kit recuerda las dificultades que le acarreaba esto en su infancia:
“No era que quisiera desobedecer; me habría gustado ser una «niña buena» o por lo menos aceptable. Pero era impulsiva, quería imponerme a toda costa y me sentía obligada a seguir los dictados de mi corazón y a defenderme y defender mis ideas. A menudo discutía con mis padres y por ello me consideraban descarada e insolente. De niña me desconcertaba que interpretaran mal mis intenciones y las consideraran negativamente. Por lo tanto, muy pronto comencé a desconectarme de mis sentimientos y a simular que no me importaba.”


RECUPERAR LA INTIMIDAD

Identifica por lo menos un aspecto de tu vida (una relación, un lugar, un momento, una situación) en el que no sientas la necesidad de ser duro. Obsérvate en esa situación o con esa determinada persona. ¿Cómo la sientes? ¿En qué difiere de otros aspectos de tu vida?


LUJURIA E «INTENSIDAD»

Los Ocho desean sentirse fuertes y autónomos; dicho simplemente, desean sentirse sólidos y vivos. Así pues, la pasión tradicional de la lujuria (su «pecado capital») los impulsa a actuar de formas que estimulen su sensación de estar vivos, y los lleva a vivir intensamente. Sus conversaciones con los demás deben ser intensas, el trabajo debe ser intenso y las diversiones y juegos deben ser intensos, como si tuvieran que estar constantemente presionando a la vida.
Pero en la medida en que sucumben a la pasión de la lujuria, quedan atrapados en el hábito de imponer su voluntad contra su entorno (incluidos los demás) para lograr la intensidad que anhelan. Lo irónico es que mientras más se exigen, menos energía tienen para conectar o consigo mismos o con otras personas. En último término, mientras más se exigen menos real es la sensación de ser que tienen. Ellos, y los demás, se convierten en cifras, en objetos manipulables. La consecuencia es una sensación de estar muertos interiormente que los incita a exigirse aún más, para superarla. La intensidad sólo engendra la necesidad de más intensidad. También hay un algo de temeridad en los Ocho de la franja media. Tal vez no sean corredores de Fórmula uno ni cazadores de grandes piezas, pero todos quedan atrapados por la intensidad y la adrenalina de aceptar retos y vencer dificultades. Puede que eso sea emocionante, pero con el tiempo también es agotador y al final la salud se resiente. Para algunos el riesgo podría ser simplemente no hacer caso de las advertencias sobre los malos hábitos en la comida, el consumo de tabaco o de alcohol («Eso no me va a ocurrir a mí; soy demasiado fuerte para que me afecte»). Triunfar se convierte en adicción; cuanto más ganan más se refuerza la falsa sensación de invulnerabilidad, que los puede llevar a trágicos desaciertos.
La lujuria en relación al deseo de controlar resulta ser otra ironía. Como hemos visto, a los Ocho les gusta sentirse al mando de la situación. Pero caer en las garras de la lujuria es lo opuesto al control: la lujuria es una reacción a algo exterior a lo que la inspira. Desear a una persona o un objeto es estar en su poder, ya se trate de dinero, de una pareja sexual o del propio poder. Como ocurre en todos los tipos, la pasión es una distorsión que finalmente produce lo contrario de lo que desea la persona.


EXCITACIÓN, EMOCIÓN

Parte del motivo de que te guste competir y correr riesgos es la sensación de estar vivo que te proporcionan estas actividades. ¿En qué difiere de la sensación de estar vivo que te produce relajarte? ¿Eres capaz de relajarte conscientemente en este momento? ¿Qué supone eso para tu sentido de ti mismo?


EL PRECIO DE DIRIGIR

«Tengo que llevar el pan a casa. »

Al ser personas prácticas, los Ocho de la franja media siempre desean hacer realidad algún sueño, que suele incluir un plan para hacer dinero, un negocio lucrativo o inversiones en la bolsa; esto puede ser tan complejo como iniciar y dirigir una empresa propia o tan sencillo como comprar números de la lotería con regularidad. No todos los Ocho tienen mucho dinero, pero la mayoría desea algún tipo de «gran golpe de suerte» que les dé la independencia, el respeto y el poder adquisitivo que normalmente desean.
Ed, terapeuta, recuerda cómo a tierna edad se desarrolló su espíritu empresarial:  “Recuerdo que cuando tenía cinco años fui a un solar cercano y recogí semillas de las malas hierbas; después fui a ver a nuestra casera, que vivía al frente, y le dije que las semillas eran un alpiste fabuloso; le vendí las semillas por cinco centavos. Con el dinero me fui a la pastelería y compré dos magdalenas; de allí fui a la pista de tenis en que estaban jugando un partido, y vendí las magdalenas a cinco centavos cada una.
Volví a la pastelería con mi dinero y compré cuatro magdalenas. Y allí se acaba la historia, porque cuando volví a la pista de tenis, el hombre que atendía el bar me echó
a patadas.” En la medida en que temen depender de otros, los Ocho desean estar al mando. Si bien dirigir les procura satisfacción, se echan encima una pesada responsabilidad al dirigirlo todo. Si son padres, se centran en los asuntos prácticos de la subsistencia, procurando que sus hijos tengan alimento, techo y ropa decente y reciban una buena educación. Si tienen más dinero, podrían creer que es su responsabilidad proveerlos de coche y casa propios y establecerlos en un empleo o profesión con buenos ingresos («Tu padre se ocupará de todo»). Gastan muchísima energía en tener la visión, tomar las iniciativas, tomar todas las decisiones e instar a los demás a llevarlas a cabo. Irradian a su alrededor una especie de campo de fuerza que algunos encuentran estimulante y protector, a otros intimida y a ellos los agota de forma sutil pero real.
La intimidad, por lo tanto, se convierte en un problema, incluso para los Ocho de la franja media. Muchas veces querrían intimar con personas y expresar sus fuertes sentimientos, pero no saben relajar sus defensas, y mucho menos su necesidad de controlar. Dada su incapacidad para sostener un contacto emocional más directo, comienzan a conectar con los demás mediante competitividad, desafío y energía física. Los conflictos los estimulan, y eso suele provocar malos entendidos. Les gusta entablar discusiones intensas, incluso peleas, y defienden con pasión sus puntos de vista, para luego sorprenderse de que los otros se sientan dolidos por la energía desplegada. Muchos expresan su conexión mediante la sexualidad y el contacto físico; también podrían demostrar su afecto armando trifulcas o enzarzándose en competiciones verbales.
En todo caso, los Ocho de la franja media no desean que los demás se den cuenta del enorme estrés que sufren. Tratan de sobrellevar y resolver todos sus problemas sin contarlos a nadie, o al menos no en toda su magnitud. Tienden a trabajar en exceso, viven de la adrenalina y el estrés y se resisten a tomar medidas para controlar ese estrés hasta que el deterioro de su salud lo exige. El constante gasto de energía hasta el extremo del agotamiento suele ser causa de ataques al corazón, hipertensión, accidentes cerebrovasculares y cáncer.


NEGACIÓN DE LA TERNURA

Los Ocho se esfuerzan y exigen muchísimo para proveer para los demás, para ser fuertes, para no llorar, mostrar debilidad, duda ni indecisión jamás.
Explora las diversas circunstancias en que has sido tan exigente contigo. ¿Por quién o quiénes lo hacías? ¿Valió la pena? ¿Qué crees que habría sucedido si te lo hubieras tomado con más calma?


IMPORTANCIA PERSONAL Y GRANDEZA

«Tendrás que vértelas conmigo.»

Cuando los Ocho de la franja media consideran que los demás no reconocen la enorme energía que gastan en «dirigir las cosas», hacen saber quién es el que está al mando. Se encargan de que todo el mundo se entere de quién es el más importante armando mucho estruendo (en gran parte bravatas y fanfarronería), como las exhibiciones de dominio de los machos alfa en el mundo animal. Desean que se sepa que son «peces gordos» y que saben dirigir y organizar las cosas («Conozco una chica que puede ayudarte. Yo hablaré con ella»).
Podrían usar expresiones de aparente generosidad para conseguir colaboración, el conocido método de la zanahoria colgada de un palito delante del caballo. También hacen convenios con las personas: «Tú haces esto por mí y yo cuidaré de ti». Prefieren la persuasión y los incentivos para conformar a la gente con sus planes, aunque si se encuentran con resistencia suelen tratar de dominar con métodos más agresivos.
Tener los medios para hacer favores es entonces algo esencial. Sin ofrecer incentivos de algún tipo se sienten en posición de desventaja para tratar con los otros; peor aún, podrían acabar endeudados con alguien sin tener los medios para pagarle, situación que activaría su miedo básico.
También procuran ampliar siempre su área de influencia, en cierto sentido, de ensanchar los límites de sus egos; sus proyectos y posesiones son prolongaciones de sí mismos («Esto es mío, mi castillo, mi propiedad, mi empresa, mi cónyuge, mis hijos. Todo esto me refleja»).
Concebir proyectos y ocuparse de su consecución es una manera de adquirir cieno grado de inmortalidad; anuncia al mundo: «Yo he estado aquí». El volumen de su imperio no tiene tanta importancia como el hecho de que es «su propiedad», y que ellos dirigen las cosas. Si tienen éxito económico podrían rodearse de un séquito y viajar como reyes, esperando deferencia, respeto y obediencia. Cuando dan una orden desean que se cumpla inmediatamente y sin discusión.

JUBILAR AL PEZ GORDO

Te enorgulleces de ser franco y veraz. ¿Hasta qué punto eres sincero cuando intentas impresionar o arrollar a las personas? Someter a la gente de ese modo, ¿te hace sentir más o menos a gusto contigo mismo? ¿Se te ocurren otras formas más eficaces de conseguir el apoyo y la cooperación de los demás?


AFIRMACIÓN PERSONAL FRENTE A AGRESIVIDAD

«¿De qué estás hecho?»

A los Ocho les gusta hablar con franqueza, y desconfían cuando ven que la otra persona se anda con rodeos, por eso la forma de comunicarse de algunos de los otros tipos puede ser un problema para ellos. Les cuesta entender por qué no todos son tan francos como ellos. Al mismo tiempo confunden o desconciertan a los demás tipos con su audacia y brío.
El motivo de esto es que necesitan límites claros: quieren saber en qué relación están con la otra persona y, en un plano instintivo, dónde empieza y dónde termina; necesitan saber qué va a tolerar y qué no va a tolerar el otro. Los Ocho descubren los límites probando. Si una persona no reacciona, el Ocho continuará explorando sus límites hasta obtener una reacción.
A veces esto lo hacen pinchando o embromando al otro. Otras veces podría ser en forma de interés sexual, y otras, simplemente insistiendo para recibir una respuesta inmediata en una
conversación. Dada su firmeza y su franqueza, tienden a intimidar; ese estilo de comunicación directa, a la cara, los demás suelen interpretarlo como enfado o crítica, aunque ellos dicen que sencillamente tratan de captar la atención de la persona y hacerle saber qué clase de relación tienen con ella. Parte del problema es que no conocen la magnitud de su fuerza; como hemos visto, tienden a emplear más fuerza de la necesaria en muchas de sus actividades. Cuanto más inseguros se sienten, más probabilidades hay de que se hagan valer de modo agresivo, lo cual, irónicamente, produce más resistencia y menos cooperación en los demás.
Arlene comenta su estilo Ocho a gran escala:
“Doy la impresión de ser invulnerable, o eso me han dicho. Estoy y estoy dispuesta a correr riesgos. Muchas veces «he improvisado» en algo sin conocer todos los detalles de la situación. Casi siempre salgo bien parada, con éxito. Pero por dentro no siempre me siento tan segura como la imagen que doy. Esto ha sido bastante difícil para mí porque crea el problema de que me consideren «una amenaza».”
Cuando se sienten amenazados e inseguros son explosivos e imprevisibles. A las personas que los rodean les cuesta saber que los enfurece; podría ser algo tan insignificante como una comida que no está lista a tiempo o una habitación que no está ordenada como ellos quieren, o simplemente un tono de voz. Cuando temen que alguien pretende desafiarlos o aprovecharse de ellos, comienzan a imponer su voluntad a rajatabla («¡Se hace como yo digo y no hay más que hablar!», «¡Lo vas a hacer porque lo digo yo!»). Entre otras formas típicas de hacer su voluntad sin recurrir a un ataque franco están la de minar la confianza de los demás y la de dividir para vencer. Si se sienten frustrados y furiosos, también suelen recurrir al insulto y a gritar a la persona. Claro que si mantienen mucho tiempo esa actitud, puede ocurrir que los demás se unan para hacerles frente, justamente una de las cosas que más temen. Una vez que han caído en el miedo al rechazo, al enfrentamiento o a la violación de sus normas, parecen ser incapaces de discernir entre las personas que les hicieron daño en el pasado y aquellas con las que están tratando en esos momentos. Se sienten como si los demás fueran a tratarlos injustamente, y están resueltos a hacer todo lo que esté en su poder para impedirlo.


SENTIR LA ENERGÍA INSTINTIVA

La próxima vez que estés a punto de reaccionar ante una situación, prueba a hacer un pequeño experimento. En lugar de actuar según tu impulso, detente, haz una respiración profunda y trata de sentir cómo se mueve la energía del impulso en tu interior. Intenta seguirla. ¿Cuánto dura? ¿Cambia momento a momento? Prestarte atención ¿hace que surjan en ti otros sentimientos? Pasa suavemente una mano por la zona donde más sientes
esa energía. ¿Qué ocurre?


CONTROL Y RELACIONES

«¡Se hace como yo digo y no hay mas que hablar!»

El miedo a ser controlados o dominados se activa muy fácilmente en los Ocho; en consecuencia, suelen sentirse controlados incluso cuando se les pregunta o pide algo de lo más corriente. Eso, no es de extrañar, les crea problemas importantes en su profesión y en sus relaciones. Por ejemplo, tienen muchísima dificultad para aceptar instrucciones, y no digamos órdenes («¡A mí nadie me dice lo que he de hacer!»). Suelen desperdiciar su principal recurso, que es su abundante energía y su fuerza de voluntad, en conflictos innecesarios. Cuanto más disfuncional haya sido el ambiente de su infancia, más control necesitan para sentirse protegidos. Para sentirse fuertes y al mando de la situación necesitan cada vez más «pruebas» de que eso es así.
Ian, ex piloto de aviación, habla sinceramente de su necesidad de controlar a su familia, sobre todo a su esposa: “Ahora esto no me hace ninguna gracia, pero cuando era más joven necesitaba demostrarme que era el rey del gallinero en todo. Como un sargento, obligaba a mis hijos a levantarse temprano, y llevaba el control de todos los gastos de la casa. Mi mujer tenía que acudir a mí cuando necesitaba aunque fueran diez centavos, y yo me aseguraba de que no tuviera dinero para hacer compras por su cuenta, para que no tuviera libertad para extraviarse; si no tenía dinero, no podía dejarme.”
La tendencia a luchar por el control podría acabar en franco conflicto si creen que los demás pretenden aprovecharse de ellos. Ponen en formación sus potentes energías instintivas y su férrea determinación, trazan la línea de demarcación en la arena y desafían a los otros a atravesarla («No habrá aumento de sueldo, y si no os gusta, ahí está la puerta»). Por desgracia, una vez que han lanzado su ultimátum, aunque lo hayan dicho impulsivamente, consideran que deben seguir adelante; echarse atrás o suavizar su posición les parece debilidad, y una posible pérdida de su independencia y dominio.
Si no ponen freno, ese deseo de control podría llevarlos a considerar a las personas que les importan como sus posesiones; comienzan a tener por poco prácticas, y por lo tanto indignas de respeto o tratamiento equitativo, a quienes dependen de ellos. Tras cerrar los ojos a sus reacciones emocionales y a su sensibilidad, podrían burlarse de o restar importancia al sufrimiento o las necesidades emocionales de los demás. Los Ocho con más problemas se sienten también amenazados por los subordinados que demuestran tener energía; cuando esto ocurre, tratarán de debilitarlos minando su confianza en sí mismos, desequilibrándolos con órdenes arbitrarias y, si nada de eso da resultados, lanzándoles hirientes ataques verbales.


¿Y SI ALGUIEN ME HICIERA ESTO A MÍ?

Recuerda alguna ocasión en que presionaste a alguien para que hiciera algo en contra de su voluntad. ¿Se te ocurre ahora un modo diferente de haber obtenido lo que necesitabas o deseabas? ¿Era legítimo lo que querías? ¿Qué habría ocurrido si esa persona sencillamente te hubiera dado lo que buscabas sin necesidad de que la presionaras? De igual modo, recuerda ocasiones en que alguien intentó presionarte a ti. ¿De que modo influyó su método en tu deseo de colaborar con esa persona?


DESAFÍO Y REBELIÓN

«¡A mí nadie me da órdenes!»

Como formas de hacerse valer y desafiar a la autoridad, un Ocho podría casarse joven con una persona a la que su familia no aprueba, negarse a seguir estudiando o realizar cualquier otro acto de desafío. Incluso de pequeños, son capaces de oponer una extraordinaria resistencia a la autoridad.
Ed recuerda: “Uno de mis problemas cuando era niño era mi terrible mal genio. Me enfurecía que alguien me diera órdenes. Recuerdo que un día, cuando tenía unos ocho años, de vuelta a casa desde la escuela, vi que estaban haciendo obras junto al camino; curioso, me acerqué a mirar. Un policía me ordenó que me apartara. «Ni hablar», contesté. Me llevó a casa y dijo a mis padres que jamás en su vida había visto a un niño tan «descarado».”
Los Ocho con más problemas son resentidos, y tienden a confrontar e intimidar a los demás para hacer su voluntad. Podrían intentar arrollar con intimidaciones cada vez mayores. Al suponer que van a ser rechazados, que no tendrán colaboración, se crean enemistades, incluso con antiguos amigos o aliados, y sin darse cuenta vuelven en su contra a sus propios familiares; es posible que les extrañe la resistencia que encuentran y la actitud ofendida de los otros. Desde su punto de vista han actuado en gran parte por el bien de los demás, quienes a la larga se beneficiarán. El resentimiento y el agravio justifican que hieran aún más o que se valgan de amenazas para obtener colaboración.
Normalmente no desean pelearse, pero están dispuestos a enfrentarse a quien sea hasta que dé su brazo a torcer; si la persona no cede, la amenaza es que «lo peor está por venir» («Estás tentando tu suerte. De verdad, no te conviene hacerme enfadar»).
Kit ilustra muy bien la fuerte voluntad y espíritu desafiante del Ocho:
“Por lo general, a mí me castigaban cuando el resto de la familia tenía privilegios.
Decidida a ganar el combate de voluntades, aguantaba todos los castigos, pensando: «¡No me van a obligar a hacer lo que no quiero»; me reía cuando me azotaban, para no demostrar debilidad, y prefería quedarme encerrada en mi cuarto antes que doblegarme.”


TRIUNFOS CAROS

La causa de muchos de los problemas relaciónales y de salud de los Ocho es que se niegan a echarse atrás, a ceder o a revelar temor. En tu diario de trabajo interior contesta a las siguientes preguntas:
¿Recuerdas incidentes de tu primera infancia en que te negaste a ceder o a dar tu brazo a torcer ante otros? ¿Recuerdas algunos del colegio o de épocas más recientes? ¿Cómo te hicieron sentir físicamente esos incidentes? ¿Y emocionalmente? ¿Y psíquicamente? (Concreta lo más posible.) ¿Cómo supiste que habías «ganado» la contienda? ¿Qué tuvo que hacer primero la otra persona? ¿Cómo te hizo sentir eso? ¿Durante cuánto tiempo?


REACCIÓN AL ESTRÉS: EL OCHO VA AL CINCO
Cuando aumenta su estrés, la persona tipo Ocho sólo puede continuar hasta cierto punto con sus métodos de hacer frente a los problemas; su postura firme y batalladora lo lleva finalmente a retos que le resultan agobiantes. Cuando las cosas superan lo que es capaz de soportar, podría ir al Cinco, retirándose del conflicto para pensar en estrategias, ganar tiempo y reunir fuerzas.
En esas ocasiones, los Ocho se convertirían en solitarios y pasarían mucho tiempo cavilando, leyendo y reuniendo información para entender mejor la situación; insisten en que necesitantiempo, libertad e intimidad para organizar sus ideas y así poder luego volver a la acción.
Igual que los Cinco, se obsesionan tremendamente con sus planes y proyectos: se quedan a trabajar hasta tarde, evitan a los demás y son reservados respecto a sus actividades. También podrían volverse extrañamente callados y reservados, lo cual suele sorprender a quienes están acostumbrados a su forma de ser más segura y apasionada.
Durante los periodos de estrés también se mostrarían más tensos, como los Cinco de la franja media; tienden a reducir al mínimo sus comodidades y necesidades y en general cuidan mal de sí mismos; es frecuente que coman mal y sufran de insomnio.
La sensación de ser rechazados también podría llevarlos a algunos de los aspectos más oscuros del tipo Cinco; se mostrarían entonces muy escépticos y desdeñosos ante las creencias y los valores de los demás. Ese deterioro podría convertirlos en marginados nihilistas, sin mucha esperanza de reconectar con los demás o de encontrar algo positivo en sí mismos ni en el mundo.

LA BANDERA ROJA: EL OCHO EN DIFICULTADES

Si la persona tipo Ocho ha sufrido una crisis grave sin contar con un buen apoyo o recursos de compensación, o si en su infancia sufrió malos tratos constantes, podría atravesar el punto de choque y entrar en los aspectos insanos de su tipo. Es posible que esto la conduzca al horrible reconocimiento de que sus reacciones de desafío y sus intentos de dominar a los demás le han creado más peligros; está menos segura, no más. Esto podría experimentarlo en forma de miedo a que los demás, incluso las personas de confianza, la abandonen o se vuelvan en su contra. En realidad, ese miedo podría tener fundamento en la realidad.
Esa comprensión, si bien aterradora, puede ser un punto decisivo en su vida. Si logra reconocer la verdad de estos temores, podría comenzar a cambiar su vida y avanzar hacia la
salud y la liberación. Pero también podría volverse aún más beligerante, desafiante y amenazadora, e intentar continuar dominando a toda costa («Soy yo contra el mundo. Vale más que a nadie se le ocurra siquiera meterse conmigo. Los aplastaré»). De persistir en esa actitud pasaría a los niveles insanos. Si en ti o en alguna persona conocida observas las señales de alarma del cuadro durante un periodo de tiempo prolongado (más de unas cuantas semanas), es muy aconsejable buscar orientación, terapia u otro tipo de ayuda y apoyo.

SEÑALES DE ALARMA; PATOLOGÍAS POSIBLES:

Trastorno de personalidad antisocial; comportamiento sádico, violencia física, paranoia, aislamiento social.

► Sensación paranoide de ser traicionado por «su gente».
► Creciente aislamiento y amargura.
► Falta de conciencia y empatía; dureza e insensibilidad.
► Episodios de ira, violencia y capacidad destructiva.
► Planes de venganza y represalias contra «enemigos».
► Considerarse «proscrito»; participación en comportamientos delictivos.
► Episodios de violencia contra la sociedad (sociopatía).


PRACTICAS QUE CONTRIBUYEN AL DESARROLLO DEL OCHO

► La sugerencia de que conectes con tus sentimientos podría parecer un cliché psicológico, pero en tu caso es útil. Nadie pondría en duda la pasión de un Ocho, y nadie sabe mejor que tú lo mucho que deseas, en el fondo, intimar con personas, pero sólo tú puedes aprender a dejar salir a la superficie esos sentimientos. La vulnerabilidad hace saber a los demás que te importan y los quieres. Esto no quiere decir que vayas por ahí con el corazón en la mano, pero negar lo que sufres o expresarlo con violencia no es la solución.
► El trabajo con la aflicción es muy útil para los Ocho. No eres el tipo de persona que va por la vida auto-compadeciéndose, pero si sufres, es importante que encuentres modos constructivos de sentir tus pérdidas y penas. Ese duro caparazón que te rodea se formó por algún motivo; tal vez sea el momento de explorar cuál fue ese motivo, o motivos.
► Por lo general, los Ocho manifiestan una cordial camaradería y les gusta pasar un buen rato con otras personas, pero eso no es lo mismo que amistad.
Busca a personas en quienes puedas confiar y habla con ellas sobre las cosas que te corroen.
Si ya tienes a personas así en tu vida, atrévete a abrirte más a ellas y dales la misma oportunidad. No supongas que los demás no quieren saber nada de tus sentimientos ni problemas. Además, cuando te estés desahogando, escucha lo que te dice la otra persona.
Observa que eres oído cuando lo eres, y haz lo mismo con los demás.
► Tómate algún tiempo de silencio para restaurar tu alma. Eso no significa mirar televisión, comer ni beber; de verdad dedica un tiempo a estar contigo mismo y a disfrutar de las cosas sencillas. Acepta un consejo de tus vecinos de eneagrama, los Nueve, y déjate revitalizar por la naturaleza. Si bien tu tipo no está en primera fila para una clase de meditación, la práctica de serenarte en silencio es enormemente útil para reducir tu estrés.
► El trabajo es importante, y tu familia y amigos te necesitan y agradecen tus esfuerzos por apoyarlos y sostenerlos. Pero no vas a serles tan útil si te matas trabajando. Lo mismo vale si no moderas tus «vicios». Los Ocho tienden a trabajar y a divertirse en exceso. Un poco de moderación en la intensidad de ambas cosas te servirá para vivir más tiempo y disfrutar de tu vida de modos más profundos y sutiles. Analiza tu necesidad de intensidad. ¿De dónde procede? ¿Qué ocurriría si tú y tu vida fuerais un poco menos movidos?
► Analiza tu expectativa de rechazos. ¿Te fijas cuántas veces esperas no caer bien o piensas que debes comportarte de cierta manera para evitar el rechazo? Estos sentimientos están en la base de tu sensación de aislamiento, y a la larga son lo que te ponen tan furioso. Todos nos enfadamos e incluso nos ponemos odiosos si creemos que nos rechazan continuamente. Tal vez envías a los demás señales que los demás interpretan como rechazo tuyo, tanto debido a sus problemas como a tu actitud de protegerte. Esto nos lleva de vuelta al tema de la vulnerabilidad: los buenos sentimientos que deseas sólo llegarán en la media que permitas que lleguen.


APROVECHAMIENTO Y DESARROLLO DE LAS FUERZAS DEL OCHO

«Soy capaz de cuidar de tí.»

Los Ocho son personas de acción y de intuición práctica. Tienen visión y les produce una enorme satisfacción ser constructivos, literal y figuradamente. Un elemento importantísimo de su capacidad de liderazgo es su creatividad práctica. Les encanta construir cosas desde sus cimientos, transformar material poco prometedor en algo grandioso. Son capaces de ver posibilidades en las personas y en las situaciones; miran un garaje lleno de basura y ven una empresa o un negocio en potencia. Miran a un joven en dificultades y ven capacidad de liderazgo. Les gusta ofrecer incentivos y proponer retos para sacar a luz la fuerza de las personas («Si obtienes buenas notas, te compraré un coche»). De esa forma contribuyen a que los demás reconozcan recursos y fuerzas que no sabían que poseían. Una palabra clave para los Ocho es, por lo tanto, capacitación. Los Ocho sanos están de acuerdo con el dicho: «Dale un pescado a una persona y tendrá comida para un día; enséñale a pescar y será capaz de alimentarse toda su vida». Saben que esto es cierto porque muchas veces se han enseñado a sí mismos «a pescar».
También es importante el honor para los Ocho sanos: su palabra es vinculante; cuando dicen «Te doy mi palabra», lo dicen en serio. Hablan con franqueza y sin subterfugios. Buscan cualidades similares en los demás, y es una enorme gratificación que otras personas reconozcan esa cualidad en ellos, aunque no van a cambiar si no les reconocen su sinceridad.
Además, desean ser respetados-, los Ocho sanos respetan a los demás y la dignidad de todos los seres. Les duele cualquier violación de las necesidades y derechos de los demás, y la injusticia los mueve a reaccionar visceralmente y a actuar; intervendrán para interrumpir una pelea, para proteger a los débiles y oprimidos o incluso para vengar a los que consideran agraviados o injuriados. Valientes y fuertes, pero también amables y humildes, están dispuestos a ponerse en peligro en aras de la justicia. Los Ocho muy funcionales tienen la visión, la comprensión y la fuerza para influir enormemente para el bien del mundo.
Roseann, a quien conocimos antes, explica: “Me agrada ser una Ocho, ser fuerte, hacerme cargo de las situaciones y que los demás me respeten y deseen tenerme cerca. Recuerdo muy bien una vez que corrí a casa de una amiga en respuesta a su llamada para que le echara una mano con un ex amante que la acosaba. «Gracias a Dios que has venido», me dijo. «Me siento como si hubieran desembarcado los Marines.»”
En los Ocho sanos, el control adquiere la forma de dominio de sí mismo. Comprenden que es contraproducente vivir azotando al mundo. En un plano más profundo, el control no es su objetivo último, es más bien el deseo de ejercer una influencia benéfica en las personas y en su mundo. Los Ocho equilibrados comprenden que ese tipo de influencia procede de una verdadera fuerza interior, no de fuerza o energía muscular externa, ni de tratar de doblegar las cosas a su voluntad. Reconocen que dominar las situaciones o a las personas es en realidad una forma de prisión. La libertad y la independencia verdaderas nacen de una relación mucho más sencilla y relajada con su mundo.
Por último, los Ocho sanos son magnánimos, o de gran corazón; poseen una generosidad que les permite trascender sus intereses personales. Tienen la seguridad suficiente para permitirse cierto grado de vulnerabilidad, y eso los capacita para experimentar interés y cariño por las personas. Esto lo expresan protegiendo, defendiendo a sus amigos de los matones en el colegio o a sus compañeros de trabajo cuando las condiciones laborales son injustas. Están dispuestos a tomar la iniciativa y a hacer lo que sea necesario para proteger a las personas que consideran a su cargo.
Cuando ocurre esto llegan a un grado de grandeza en cualquier escala en la que actúen, familiar, nacional, mundial, y se ganan honores y respeto. Logran una especie de inmortalidad que los eleva a la categoría de héroes; son como las fuerzas de la naturaleza a las que los demás honran y respetan intuitivamente. En la historia figuran muchos Ocho sanos que estuvieron dispuestos a defender algo que los trascendía, a veces incluso que superaba su comprensión inmediata, y gran parte del bien durable de nuestro mundo se ha logrado gracias a su resolución y esfuerzos.


EL CAMINO DE INTEGRACIÓN: EL OCHO VA AL DOS

Los Ocho se realizan y se conservan sanos aprendiendo a abrir sus corazones a los demás del modo como lo hacen los Dos sanos. Para que esto ocurra no necesitan añadir otras cualidades; más bien necesitan conectar de nuevo con sus corazones para comprobar hasta qué punto quieren a las personas. Muchos descubren ese lado de sí mismos en el amor a los hijos, a los niños o a los animales domésticos. Los niños pueden hacer aflorar lo mejor de los Ocho, porque respetan la inocencia infantil y desean protegerla. Con los niños y con los animales son capaces de bajar la guardia y dejan salir a la superficie algo de su ternura.
Para ser capaces de abrazar la grandeza de su corazón, primero deben reunir el valor de revelarla. Para eso tienen que confiar en algo que no sea su propio ingenio y su poder, y eso, lógicamente, hace necesario que renuncien a muchas de sus defensas fundamentales. Por grandes que sean la ira y la cerrazón de un Ocho, el niño sensible que tomó la decisión de protegerse sigue vivo en su interior, a la espera de la oportunidad de volver a conectar con el mundo.
Sin embargo, es importante comprender que el paso al tipo Dos no se realiza imitando las cualidades de la franja media del Dos. Halagar a los demás y tratar de agradarlos de modo forzado no hace mucho para abrir el corazón, y los demás suelen detectar la falsedad. El camino de los Ocho está en bajar las defensas y tener un mayor contacto con el corazón. Claro que se producirá un instante de miedo a la vulnerabilidad, pero cuando aprenden a reconocer ese miedo y a dejarlo pasar, se sienten más a gusto con sentimientos más dulces.
Los Ocho en proceso de integración son destacados líderes porque comunican con claridad un respeto y una valoración profundos de los otros seres humanos. También son eficaces porque, como los Dos sanos, reconocen fronteras y límites, sobre todo estos últimos. Cuando aprenden a cuidar de sí mismos y a aceptar la vulnerabilidad, mejoran su salud y bienestar.
Trabajan mucho, pero también saben cuándo es el momento de descansar, comer y recuperar fuerzas. Eligen actividades de ocio que los nutren, no se entregan a complacer sus apetitos ni a buscar más intensidad.

TRANSFORMAR LA PERSONALIDAD EN ESENCIA

Cuando son capaces de llegar adorar su vulnerabilidad, aprenden a llegar a la presencia una y otra vez y poco a poco abandonan la idea de que necesitan siempre ser fuertes y dominantes.
Si perseveran, finalmente conectan con su miedo básico de que les hagan daño o los dominen y comprenden las causas de ese miedo en su historia personal. Mientras trabajan sus viejos miedos y heridas, se desprenden del deseo básico de protegerse siempre.
Cuando la persona se libera de su miedo y su deseo básicos, se invierte todo lo ocurrido en los niveles de desarrollo inferiores. Se disuelven la confianza en sí misma y el vigor propios de la estructura de su personalidad y así se permite que surja la verdadera fuerza esencial. Esto permite a los Ocho abrazar un plan más grande que el que ellos tenían. Los Ocho que hacen esto pueden ser extraordinariamente heroicos, como Martin Luther King, Jr., Nelson Mándela o Franklin Roosevelt. Estas personas derrotaron la preocupación por su supervivencia personal para convertirse en recipientes y vehículos de una finalidad superior («Si me matan, sólo me matan a mí. Entrego mi vida. La visión continuará viva»). De la libertad que se genera cuando han superado su miedo básico surge algo que inspira y ennoblece.

EL SURGIR DE LA ESENCIA

Mientras no cambiéis vuestra vida y seáis como niños no entraréis en el Reino de los Cielos.” JESÚS DE NAZARET

En el fondo, los Ocho recuerdan la sencilla alegría de existir, la exquisita satisfacción de estar vivos, sobre todo en el plano primordial, instintivo. Continúan teniendo cierto grado de conexión con la pureza y el poder de las reacciones instintivas y nos recuerdan que estas también forman parte del orden divino. Sin una verdadera conexión con la fuente de nuestros instintos innatos nos separamos del alimento básico que necesitamos para nuestra transformación.
El núcleo esencial del Ocho ve la falsedad y las sutilezas de la personalidad, y saca a la luz una encarnación sencilla y desenfadada de la verdad. Óscar Ichazo llamaba «inocencia» a esta cualidad, y en cierto modo los Ocho también sienten nostalgia de la inocencia que conocieron de niños, una inocencia que tuvieron que dejar atrás para ser fuertes.
También expresan la inocencia del orden natural, la inocencia con que todos los animales del mundo manifiestan su naturaleza. Los gatos se comportan inocentemente como gatos, los pájaros como pájaros y los peces como peces. Al parecer sólo la humanidad se ha desconectado de esta capacidad innata. Podríamos decir que la naturaleza esencial de los
Ocho nos recuerda cómo es ser completamente humanos, seres vivos que funcionamos como parte de un orden natural vasto y equilibrado.
Cuando los Ocho abandonan su voluntariedad, descubren la voluntad divina. En lugar de intentar tener poder mediante la afirmación de su ego, se alinean con el poder divino; en lugar de la actitud «yo contra el mundo», comprenden que tienen un papel en el mundo, que si lo desempeñan sinceramente les supondría ganar un hueco en la inmortalidad entre los grandes héroes y santos de la historia. El Ocho liberado tiene el poder de estimular a otros a ser heroicos también, y de influir en la gente durante siglos posiblemente.
Los Ocho también recuerdan la omnipotencia y la fuerza que proceden del hecho de formar parte de la realidad divina; voluntad divina no es lo mismo que voluntariedad. Cuando lo comprenden, ponen fin a su guerra con el mundo y descubren que la solidez, el poder y la independencia que han estado buscando ya están aquí, forman parte de su verdadera naturaleza, tal como ellos forman parte de la verdadera naturaleza de todos los seres humanos.
Cuando experimentan esto en profundidad, son capaces de relajarse totalmente, sintiéndose uno con el mundo y con el misterio de la vida que se despliega.

Del Libro “La sabiduría del Eneagrama de Rizo-Hudson.

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