martes, 13 de noviembre de 2018

¿EGO O INTELECTO?

El Mito de Sísifo. Según este mito, Sísifo fue condenado a empujar una piedra hasta la cima de una montaña, únicamente para verla caer de nueva cuenta al inicio de la misma y repetir el ciclo de empujarla de nuevo y verla caer... y repetir el ciclo infinitamente...

Quizá para la primera vez pudiese alegarse un "motivo" para empujar la piedra, pero repetir este acto una y otra vez durante toda nuestra vida parece cosa de locos, ¿no es así?


Hemos dado por sentado que algo como el ego existe en forma de imagen psicológica ¿Es así? ¿Existe algo como la imagen psicológica de uno o solo hemos dado por sentado que sí existe? O lo que existe ¿es nada mas que el intelecto y jamás existió ni hubo imagen psicológica alguna?
¿Es el ego el arrogante, narcisista, vanidoso, celoso, soberbio o lo es el intelecto? ¿El ego tiene la capacidad de impulsarnos hacia la avaricia, egoísmo, violencia o es el intelecto? ¿El ego arma y organiza el intelecto o el intelecto arma y organiza toda concepción que contiene la memoria?
La memoria guarda y registra, la consciencia se nutre de ello y el intelecto organiza, inventa, argumenta, opina, discute, transforma, crea, acepta y rechaza absolutamente todo el contenido que ha sido estudiado, calculado, pensado y cultivado por él, lo que significa que siempre es el intelecto en movimiento quien tiene la potestad del pensar.
Damos por sentado que el ego existe ¿por qué ello es real? o ¿porque otro lo dijo y es cómodo no cuestionar su inexistencia; incluyendo su condición de ficticio? Esa entidad psicológica ficticia no existió, no existe, ni existirá. Lo que siempre ha existido, existe y seguirá existiendo es el intelecto con su pensar sobre el intelectual que posee el intelecto, o sea, el intelecto crea un proyecto sobre como debería ser y como se debe comportar su poseedor, lo que significa que no existe nada independiente del intelecto ni la posibilidad de que el intelecto cree algo independiente de él como podría ser el ego. No hay creación del intelecto fuera del intelecto ni independiente de él.

El ego, por lo tanto, es nada mas que: la Excusa Garantizada y Organizada por el intelecto para que culpen a otro de sus propios desatinos, ilusiones, deseos, excentricidades, extravagancias, absurdos, trastornos, celos, vanidades, caprichos, irreflexiones y ridiculeces. A ello lo define como Imagen Psicológica, cuando en realidad es Imagen Intelectual. No hay ninguna imagen psicológica que usted pueda encontrar en su interior, pero si puede encontrar un intelecto desbocado porque fueron heridos los fundamentos en los cuales sustenta su proyecto filosófico sobre si mismo. No hay imagen psicológica alguna, sino un bosquejo, un proyecto, un diseño, un croquis y apuntes filosóficos del pensar, que se sustentan en el deseo futurístico de ser diferente a lo que se es, de ser perfecto.
Ello no es imagen psicológica sino que, proyecto intelectual del pensamiento -esquematizado por el intelecto- creando así una fotocopia especulativa que certifica una imagen en el espejo teórico de la mente de lo que deberíamos ser.
La teoría sobre lo que debemos ser, no esta armada ni sustentada por el ego, sino que es armada, sustentada y esquematizada por el intelecto. Esa imagen no es psicológica si no intelectual, de forma que el espejo no refleja una imagen psicológica sino una imagen teórica edificada por el intelecto. Este proyecto teórico-futurístico es la deformación de lo que somos por el deseo del intelecto de producir al ser perfecto que el tiene proyectado en sus especulaciones y suposiciones.
El intelecto asentado, establecido y enajenado sobre su poseedor -o sea, la mente del ser humano- aliena al pensamiento en función de encontrar la solución a su insatisfacción, desdicha y desconsuelo, por lo tanto, crea un testaferro que se haga responsable del infortunio que sembró, de suerte que el ego es una franquicia que vende el intelecto con la finalidad de evadir los juicios y condenas en su contra. El intelecto terceriza sus productos en el ego para que este se haga responsable de la enajenación y alienación que produce la construcción de una imagen ficticia sobre él mismo, lo que nos lleva a finiquitar que:
        El ego es:
        el intelecto desechando responsabilidades
        el intelecto vendiendo claridad
        El intelecto intentando demostrar su honestidad
        El intelecto diciéndonos… yo no fui
        El ego es el intelecto.
Porque… sin intelecto no hay ego

La ciencia dice que el ser humano funciona con una parte muy ínfima del cerebro, lo que revela lo limitado de nuestro conocimiento y nuestra visión sobre las cosas, el mundo, el vivir y la vida. Esto también corre el velo sobre la ausencia de una mirada holística y la consecuente visión fragmentaria y distorsionada de lo que vemos y analizamos. De manera que, si a esa ínfima porción de cerebro que utilizamos le agregamos conocimiento falso, nos encontramos en un problema de difícil solución frente a la necesidad de tener claridad en el pensar para el adecuado funcionamiento del intelecto en el desarrollo de ese claro pensar.

El intelecto es una de las funciones de la mente que se ocupa de organizar el pensar. Mucha información y habilidad sofista, gran intelecto: poca información y poca habilidad sofista: pequeño intelecto. La diferencia entre el intelecto y la inteligencia se encuentra en que el intelecto se puede cultivar y la inteligencia es innata.
Toda idea, concepto, opinión, deducción, credo, dogma, tesis, criterio, razonamiento, ideología, doctrina, creencia, convicción es desarrollada, argumentada y aceptada por el intelecto, de manera que el ego es una mas de las tantas creaciones del intelecto.

Ego, es un concepto acuñado por el intelecto, puesto que no hay ego sin intelecto, pero el intelecto existe independientemente de sus creaciones. El ego no tiene existencia autónoma, ni se encuentra fuera del intelecto, de forma que el ego no puede ni pensar, ni hacer pensar, ni crear nada por cuenta propia.

Todo pensar y su consecuente creación es del intelecto. Toda creación -incluida la artística- es producida por el intelecto. La única creación artística -que se puede llamar creación- independiente del intelecto es la producida por la naturaleza: el viento haciendo dibujos y cuadros con las nubes, los rayos, relámpagos y truenos haciendo sinfonía, las olas del mar haciendo danza, etc. Todo el arte humano es reproducido por la memoria y obviamente la creación es de instante en instante y en ello no hay reproducción, ni repetición, ni calco, ni recuerdo, ni registro, ni imaginación, hay producción instantánea. Todo el arte humano es plasmación en el tiempo intelectual [cuadros, poemas, canciones, bailes, etc.] de una idea o una imagen que vino a la mente.

Los conceptos definidos y acuñados por el pensar pasan a convertirse en verdad una vez que han sido aceptados, de esta manera el intelecto crea sobre si mismo una imagen intelectual del individuo que consiste en lo que debería ser y como debería ser, lo que significa que no existe ninguna imagen psicológica llamada ego, sino que una imagen intelectual lisa y llanamente. La imagen intelectual -creada por el intelecto- es a lo que se denomino como ego, como imagen psicológica, pero esto es el intelecto endosando su creación a un invento intelectual hecho a medida de él mismo, lo cual le permite no hacerse cargo de sus desatinos y desdichas consecuentes.
El intelecto crea una imagen de si mismo, de su apariencia y la bautiza con el nombre de ego, lo cual simula ser algo independiente del intelecto, pero innegablemente ninguna creación nacida de la mente humana es, ni puede ser, independiente del intelecto, lo que significa que no existe el bautizado independientemente de su creador.

El intelecto ha creado los celos, la envidia, la vanidad, el temor, la antipatía, el rencor, la violencia, la avaricia, el egoísmo, la ambición, los deseos de venganza, el miedo, lo cual compone el mundo interior de la miseria humana. 
Además de cuanta doctrina, teoría, creencia, ideología, exista en el mundo; y las ha elaborado, fundado y plasmado desde ese intelecto confuso, conflictivo y miserable, puesto que para la creación de cualquier producto intelectual no se necesita un intelecto sin desorden, sin contradicción, sin perturbación, con claridad sobre si mismo primero. Cualquier intelecto puede desarrollar las más bellas, altruistas y nobles poesías, canciones, filosofía, ideologías, creencias o doctrinas… y… ¡luego suicidarse!
La auto-consideración es el intelecto convenciéndose así mismo que es extraordinario… o una desgracia. El auto-convencimiento direccionado hacia el triunfalismo, da nacimiento a quien se alaba a sí mismo como exitoso. Del auto-convencimiento contrario nace el depresivo, el que se considera a sí mismo como perdedor. Las auto-consideraciones del intelecto con las herencias culturales forman la personalidad del individuo, de manera que nuestra personalidad temerosa se la debemos al intelecto y en ello no juega ningún papel el ego.
Perseguir al ego es como perseguir a la sombra del criminal y no al criminal que ejecutó el delito. Por lo menos en el siglo veinte y en este, seguimos persiguiendo a la sombra creada por el intelecto, lo cual ha permitido exculpar y disculpar al intelecto de toda la confusión y el conflicto interior que armó en el pensar, en la mente y como consecuencia de ello en el mundo exterior. No hay intelecto fuera ni independiente del pensamiento, lo que significa que somos lo que el pensamiento desarrolló sobre nosotros, o sea, somos nuestro intelecto, nuestro intelecto somos nosotros mismos.
El intelecto es la herramienta que organiza el pensar -para bien o mal- de modo que un intelecto y un pensar desordenado se transforma en anárquico, obsesivo, irrelevante, vicioso e irreflexivo, lo que significa el consecuente descontento, conflicto y confusión del intelecto y del pensar y, por lo tanto, del ser humano. Este descontento es alimentado por el intelecto y el propio descontento alimenta al intelecto, lo que se transforma en un círculo vicioso. De este circulo vicioso surge la necesidad de negar dicho descontento y para ello el intelecto hace germinar una imagen intelectual que se contradice con lo que es, proyectando el como debería y desearía ser. Esta imagen intelectual la define como imagen psicológica y la bautiza con el nombre de ego, de manera que transfiere su responsabilidad a su propia creación.

La invención por parte del intelecto de cosas que no existen lo encierra y ciega en si mismo puesto que pasa a considerar que sus invenciones son reales y que en alguna dimensión son verdaderas, como lo es el yo superior, el yo inferior, el inconciente, el subconsciente, el ego.

El intelecto no solo ha creado dioses externos con sus consecuentes libros sagrados y cuanta especulación se le ocurrió: teologías, doctrinas, ideologías, creencias, dogmas, adoraciones, culto a la personalidad, etc., sino que -como podemos apreciar- también ha creado sus dioses internos, a los cuales los presenta como si tuvieran autonomía, independencia, inconexión, soberanía y libertad de él mismo.

El intelecto como organizador del pensar tiene la posibilidad de crear consideraciones, definiciones, conclusiones, aseveraciones, argumentos y opiniones. El ego ¿no es simplemente una aseveración volátil, antojadiza y caprichosa del intelecto? ¿No es en realidad el propio intelecto inventando un impulsor supuestamente ajeno a él que elabora auto-afirmaciones, auto-indulgencias, auto-compasión y auto-alabanzas? Es obvio que la fundación y la implantación del ego, exculpa, justifica, atenúa y excusa al intelecto de toda la miseria interior que crea y que luego justifica como normal y necesaria.

El intelecto organiza el pensar -independientemente de que este sea ordenado o desordenado- con el consecuente discurso que define y defiende sus puntos de vista, auto-afirmaciones, elucubraciones, auto-compasiones y las subsiguientes transformaciones de los deseos en necesidad, como así también las coartadas, alegatos y apologías que intentan justificar como normales las miserias humanas: ambición, competencia, egoísmo, vanidad, celos, envidia, avaricia, violencia, venganzas, antipatías, codicias.
Nada en el mundo del pensar nace, se mueve o surge sin el intelecto. Nada en el mundo del intelecto nace, se mueve o surge sin el pensar. O sea, no existe intelecto sin el pensar y no existe pensar sin intelecto.

El ego, por lo tanto, es la maqueta arquitectónica del intelecto que el pensamiento definió como ente psicológico, de modo que lo único que existe es el pensar y el intelecto, no el ego.

El ego no piensa, no se ilusiona, no sueña, no proyecta, no analiza, en definitiva el ego no es ninguna función de la mente sino un producto nacida de ella; a la cual el pensar y el intelecto le atribuyen características, componentes y cualidades indecorosas.

El intelecto proyecta una imagen interior y la decora con lo que él supone que es la perfección, luego se propone alcanzar -en el transcurso del vivir- esa perfección, con la finalidad de ser el súper hombre imaginado. La finalidad de esto es ser reconocido -lo que se espera que traiga como consecuencia la fama, el éxito y el consecuente poder-. Pero la imagen no es ajena al pensar ni al intelecto, la imagen es solo pensamiento e intelecto.
Oler, ver, tocar, gustar y pensar son funciones de la mente. 

Pero el ego no es ni calidad, ni cualidad, ni función de la mente, de manera que todo lo que se le endilga es nada más que construcción y responsabilidad del intelecto lo que significa que no existe nada como el ego.

La concepción de ego acuñada y hecha popular por la psicología permitió la evasión del intelecto y del pensamiento como responsables de la criatura frankesteniana que formaron. Así el pensar y el intelecto pudieron alimentar libremente a su creación con todo tipo de excentricidades, exitismos, auto-consideraciones, sobre-valoraciones, vanidades, y auto-exhibicionismos, culpas, condenas, auto-compasión, además de la búsqueda de status y consideración social, lo que les permitió descansar libre de toda responsabilidad en la mochila de su propio invento sin que nadie percibiera que solo el pensar y el intelecto tienen esta capacidad, por lo tanto, son los únicos responsables y no su invento llamado de psicológico y resucitado como ego.

El intelecto y el pensar se afianzan como detractores o alabadores del ego, lo cual les da la apariencia de existencia ajena a ellos. El ingreso del ego a la escena mental, supuestamente reemplazando la responsabilidad del intelecto y el pensar- significa la santidad automática de estas dos funciones de la mente en la tarea del narcisismo, de modo que el ego se convierte en el juguete que permite al intelecto y al pensar ser los titiriteros de su invento.

De aquí en mas toda exaltación de si mismo se le endilga al ego, y se considera que ya no es obra del pensar y el intelecto, como también la imagen creada ya no es una imagen intelectual sino que pasa a ser una imagen psicológica. Las excentricidades ya no son ocurrencias del intelecto sino del ego, las auto-alabanzas no son elogios nacidos del intelecto sino del ego, o sea, se le dió al ego todo tipo de atribuciones y funciones de la mente que solo son y serán del intelecto y del pensar. Esto demuestra que el ego es la mayor estafa Madofiana-Intelectual de toda la historia humana.
El intelecto le dio características particulares al ego como si ellas no le pertenecieran a él, permitiéndose la desvinculación absoluta y arbitraria de dichas conductas, actitudes, apariencias, ademanes, apreciaciones, tácticas, vanidades y miserias.

Una vez que se desvinculó del narcisismo particular que lo caracteriza, el intelecto no se observó a sí mismo, sino que empezó a analizar, a cuestionar, a juzgar y a condenar al ego como el absoluto responsable del narcisismo y las miserias humanas, lo que le permitió la liberación final de toda responsabilidad vinculada con el conflicto, el sufrimiento, la confusión, la obsesión y el miedo que él mismo produce. La estafa Madofiana estaba concretada.

El ego al ser el chivo expiatorio del intelecto y el pensar, ha cumplido la condena de la cual Job se libero, pero el ego no podrá liberarse jamás porque a pesar de lo que cree el intelecto y el pensar, ninguno es Dios, por lo tanto, de nada sirve que el ego deposite en ellos su fe, puesto que dicha condena es la de Sísifo, no la Job.
El consentimiento y el consecuente beneplácito dado al ego para ascenderlo al trono del si mismo, no permitió la percepción ni el vislumbre de que este era nada mas que un testaferro del intelecto. Así, el intelecto siguió elucubrando los argumentos y justificativos de su narcisismo pero era el ego quien daba la cara como portador de la vanidad, el exitismo, la victimización, la ambición y el egoísmo interno. Así se pasó a considerar que el ego era una especie de motor clandestino que daba arranque al intelecto motivándolo al exhibicionismo, al exitismo o a la victimización, todo con la finalidad de llamar la atención de cualquier manera para ser tomado en cuenta.

El beneficiarse con un testaferro le permite al intelecto tener y crear una visión sobre si mismo como si fuera independiente de todo ello, a lo cual le saca provecho intentando convertir las miserias humanas en virtudes y de esa forma no tener que enfrentarlas, agregándole además la connotación de inherentes al ser humano lo cual termina por justificar y darle crédito a todo: ambición, celos, orgullo, vanidad, antipatías, codicias, violencia, competencia, odios, rencores, egoísmos, avaricias, etc. La consecuencia es… el alimento de la ignorancia.
Es innegable que la ignorancia obliga al pensar a desarrollar habilidades intelectuales fundamentadas en todo tipo de sofismas, teorías, parloteos y falacias. Dichas habilidades permiten disimular la ignorancia con argumentos y razones que suplantan la verdad de lo que es.
La habilidad de millones de años creando dioses y demonios, le facilitó al intelecto crear al ego, el cual debía ser ensalzado para elevar la autoestima, de modo que terminó construyendo un dios-demonio que se deprimía y que se tenia que estimular para que renaciera en su exitismo, o sea, se represento a sí mismo. El ego, por lo tanto, fue el intento del intelecto de esconder sus particulares excentricidades, auto-alabanzas, rarezas, ridiculeces, trastornos, manías, fantasías y caprichos, mostrándose como mecanismo neutro que existe como inocente analizador de los desatinos que produce el ego en el ser humano.
El intelecto no solo creó el ego sino que además lo alimentó, lo auspició, lo envaneció, le prestó racionamientos, justificativos, opiniones y argumentos y luego lo crucificó, de suerte que el intelecto no tiene porque envidiar a Judas.
Las expresiones exteriores del intelecto son grandilocuentes: obras literarias profanas, libros sagrados, teorías, doctrinas, ideologías, ha inventado y desarrollado el arte, las matemáticas, la filosofía, la psicología, las ciencias y etc., pero interiormente no ha podido darle claridad ni orden al pensar, lo cual ha hecho del intelecto el creador de cuanta confusión existe en el mundo y en el ser humano.
El intelecto ha buscado ordenar el anárquico pensar mediante el dominio, el examen, la supremacía, la revisión, el control, la censura, la vigilancia, la medida, etc., pero solo ha logrado la dualidad del pensar y ello ha alimentado y creado más desorden. Esto ha hecho que el ser humano crea que la mente es solo intelecto, memoria, pensar, más sus funciones de gustar, oler, ver y oír.
Es obvio que también ha experimentado los resultados de ese pensar dualista: lucha, confusión, división y conflicto, los cuales surgieron de especulaciones, suposiciones, conveniencias, intereses, elucubraciones; elementos con los cuales el intelecto disfraza la ignorancia con la finalidad de convertirla en coherente.

El intelecto incorpora definitivamente la ignorancia a su existencia cuando afirma, asevera y convierte en sinónimo a la capacidad de repetir fielmente la información guardada en la memoria como inteligencia, y que el conocimiento es a la vez sabiduría y verdad.

Sabemos que toda información y conocimiento es incompleto, de suerte que creer en el sinónimo conocimiento igual a sabiduría-verdad; es nada más que la opción que eligen el intelecto y su consecuente ignorancia, ante el desespero que origina el no saber. No saber para el intelecto y el pensar, es estar absolutamente desprotegido, expuesto, vulnerable, lo cual lo convierte en inútil y obviamente como efecto, ninguna función que cumplir según su auto-consideración.

Ciertamente que el intelecto solo puede ser ordenado desde y por el silencio, lo que produce como efecto la claridad en el pensar.

Pero el intelecto que poseemos está saturado, impregnado y harto de parloteo, murmullo, blablo, cotorreo, verborragia y cuchicheos de toda índole, calidad, cantidad y clase, lo cual funciona anárquica-y-mecánicamente lo que es traducido en sueños, deseos, elucubraciones y las inefables conclusiones. Desde este tipo de mente nace el ego, la psicología, las ideologías, las teorías, las religiones, la cultura, las doctrinas, los dogmas, las creencias, la economía, la tradición, la política. La espiritualidad, de modo que la pregunta que se impone a continuación es ¿Qué relación tienen todas y cada una de estas elucubraciones e invenciones del pensar humano con la verdad?

El ser humano al conocer solamente el intelecto, la memoria y el pensar como funciones de la mente se ve obligado ha encasillarse en la única opción posible que le queda: desarrollar al máximo de su capacidad el intelecto con la finalidad de suplantar con la cultura, la propaganda, la tradición. la publicidad y el conocimiento la ausencia que sufre de inteligencia y sabiduría.

El intelecto es el intelecto y no tiene sucursales, menos cuando las implanta con la finalidad de suplantarse a sí mismo. Es el intelecto quien ha desarrollado las fantasías, sueños, ilusiones, deseos, proyecciones, utopías, quimeras, ensueños, espejismos, delirios, simulaciones y todo tipo de ficciones a las cuales luego las cataloga de mundo psicológico, cuando en realidad solo existe el mundo intelectual, no obstante toda la verborragia y la parafernalia verbalística que usa el intelecto para desarrollar su mundo de ciencia ficción interior. La psiquis es la capacidad del intelecto de fantasear, el inconciente es la memoria en reposo, el yo superior es el intelecto alabándose a sí mismo, el yo inferior es el intelecto degradándose así mismo, o sea, es siempre el intelecto mirándose en el espejo de la ignorancia que refleja al pensar.
¿Por qué el intelecto inventó al ego? Muy simple… por culpa. El intelecto fundó la teoría de la creación tanto como la teoría de la evolución, y ello ha llevado a la humanidad a un callejón sin salida de ilustrado sectarismo, fanatismo, ceguera y violencia, de modo que esta culpa incentivó al intelecto a realizar su propio experimento para demostrar que la teoría unificada de religión y ciencia existe y para ello creó al ego y lo hizo evolucionar a través de las cualidades narcisistas que él mismo posee, de suerte que, como podemos ver… solo el intelecto es conflicto pero… ¡creyéndose Dios!. El ego es nada más que la imagen propia y otra de las elucubraciones fantasiosas, jactanciosas, vanidosas y presumidas del intelecto.

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