jueves, 15 de noviembre de 2018

El Observador Interno


La autoobservación es una práctica básica de vida interior que está presente en distintas disciplinas tradicionales. La práctica consiste en centrar la atención interiormente y en aprender a ser consciente de los pensamientos y otros "objetos de la atención" que surgen dentro de uno mismo. Existen distintos modos de enfocar esta práctica, pero la experiencia inicial es siempre la de reconocer los patrones mecánicos habituales y la pertinaz insistencia con la que ciertas preocupaciones se producen en la mente. El hecho de que puedas observar y hablar con tus propios hábitos de pensamiento y sentimientos desde el punto de vista de un observador desapegado ayuda a hacer que dichos hábitos sean menos compulsivos y automáticos. Los pensamientos empiezan a parecer "separados de mi mismo" y dejamos de considerar "yo soy mis pensamientos”.
Si la práctica de observar pensamientos y sentimientos prosigue, las preocupaciones propias empiezan a experimentarse como algo ajeno y ligeramente irritantes. Cuando la atención cambia al punto de vista del observador interno, los pensamientos empiezan a aparecer como "lo que pienso" en lugar de "mi ser real", puesto que hay una parte de nuestra propia consciencia que permanece lo suficientemente desapegada para observar el fluir de los pensamientos que se suceden. Cuando la atención se organiza en un "sí mismo observador" separado, estas en una posición de ser más objetivo sobre lo que realmente eres; con la práctica, el observador comienza a parecerse a tu verdadero sí mismo, en lugar de cualquier pensamiento o sentimiento particular que podamos tener. Es evidente que cuando la atención vuelve al pensamiento, el sentido de una consciencia separada y desapegada se disolverá, con lo que perdemos toda objetividad y volvemos a nuestros automatismos.
En cierto modo, toda psicoterapia que pretenda tener éxito depende de la capacidad de desapegar la atención de los hábitos y describirlos desde el punto de vista de un observador neutral. La auto-observación detallada es vital para ser capaz de reconocer el propio tipo de personalidad, puesto que precisaremos conocer nuestros propios hábitos de mente y corazón con el fin de reconocernos a partir de las historias de nuestros semejantes.
Aunque Gurdjieff no creía que sus discípulos fueran capaces de entender el significado de su tipo en el Eneagrama, llevó a cabo una gran tarea para que se consiguiera reconocer el carácter. Dos de sus métodos más conocidos eran "meter el dedo en las llagas" y el "brindis de los idiotas". Gurdjieff era un Ocho en el Eneagrama, el punto del Jefe, y fiel a su tipo, su método de enseñanza era sintonizarse con las áreas más sensibles del carácter de sus discípulos y apretar hasta conseguir una reacción defensiva.
El principio de presionar los puntos más sensibles para mi resultó algo milagroso. Afectaba tanto a todo el que conocía, que la persona, sin esfuerzo por mi parte, y con gran satisfacción y total disposición, se quitaba la mascara que papá y mamá le habían puesto con gran solemnidad; y gracias a esto, de inmediato, yo adquiría la cómoda posibilidad de deleitar mis ojos lenta y tranquilamente con el contenido de su mundo interno.
Los brindis eran otra forma de introducir a los estudiantes en el concepto de tipo.
Los que comían con Gurdjieff se veían obligados a ingerir una gran cantidad de alcohol a lo largo de una serie de brindis en honor a distintas clasificaciones de personas.
Se pedía a los nuevos invitados que seleccionaran la categoría a la que creían pertenecer, y seguidamente se brindaba por ella como esa clase de idiota.
Usaba esta palabra [idiota], pero en su sentido original, no en el adquirido. En realidad era otra palabra para tipo. En una comida había una serie de brindis; la regla general era un vaso de brandy o vodka por cada tres brindis. Las mujeres podían beber un vaso cada seis brindis; podían hacerse hasta veinticinco brindis en una noche.
Hay que entender que era ruso y los rusos son grandes consumidores de vodka. Pero hay una razón más importante por la que Gurdjieff insiste en que sus invitados beban... Pasaba mucha gente por sus manos, y se veía obligado a examinarlos lo más rápido que le fuera posible. Ya sabemos como el alcohol es capaz de abrir a alguien de modo que lo que mantenía en secreto salga a la luz.
Es lo que los árabes quieren decir cuando afirman "el alcohol hace que un hombre sea más sí mismo."
Durante los brindis, Gurdjieff a menudo indicaba rasgos de carácter que veía en alguno de los idiotas. A veces este rasgo era citado y en otras ocasiones mostrado.
"Eres un pavo de corral," dijo a alguien la primera noche. "Un pavo de corral que pretende ser un auténtico pavo real." Gurdjieff hacía unos geniales movimientos de cabeza, un par de sonidos guturales, y aparecía en la mesa como un arrogante pavo mostrándose a una hembra. Mucho más tarde se materializó ante nuestros ojos un animal mucho más grande. "¿Porqué me observas como un toro que mira a otro tipo de toro?" le preguntó a alguien. Y con un ligero cambio en la expresión de los ojos, el porte de su cabeza y la mueca de su boca, veíamos aparecer ante nosotros a un toro desafiante.
Incluso con gran cantidad de representaciones y lacerantes insultos, la definición del tipo quedaba oscura. ¿Era fruto de que Gurdjieff no poseía dominio psicológico para trabajar con éxito con los temas de personalidad? O se debía a que era impaciente, como muchos de nuestros maestros contemporáneos de vida interior, a la hora de sacar a la luz la personalidad, prefiriendo continuar con la tarea de poner a un lado la personalidad?

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